Los intervalos entre los saltos en el tiempo varían
—siempre que no sean controlados por el cronógrafo—
de un portador del gen a otro. Si bien el conde de
Saint Germain, en sus observaciones, llegó a la
conclusión de que los portadores del gen femeninos
saltan con una frecuencia y una duración significativamente
inferiores a los masculinos, en la actualidad no
podemos dar por válida esta afirmación.
La duración de los saltos en el tiempo incontrolados
varía, desde el inicio de los registros, entre ocho minutos,
doce segundos (salto de iniciación de Timothy de Villiers,
5 de mayo de 1892) y dos horas y cuatro minutos (Margret
Tilney, 2º salto, 22 de marzo de 1894).
La ventana temporal que el cronógrafo facilita
para los saltos en el tiempo es de, como mínimo, treinta minutos,
y como máximo, cuatro horas.
Se desconoce si en alguna ocasión se han producido saltos
en el propio tiempo vital. En sus escritos, el conde de Saint Germain
parte de la base de que, a causa del continuum
(v. Leyes del continuum, volumen 3),
esto no es posible.
Los ajustes del cronógrafo hacen igualmente
imposible un envió de vuelta
al propio tiempo vital.
De las Crónicas de los Vigilantes,
Volumen 2, «Leyes generales»