Capítulo VIII
Operación Fortitude

Pasaron muchos años antes de que Pujol conociera la magnitud de toda la operación en la que él había sido una pieza clave. El secretismo impuesto por el servicio secreto le impidió saber entonces la amplitud de esta estrategia y su participación en ella. Intuía que se aproximaba el momento decisivo de su trabajo, pero carecía de la información precisa para calibrar su importancia. En realidad, nunca supo la verdad absoluta hasta que sus colegas del MI5 le recibieron en Londres en 1984 y visitó las playas de Normandía. De lo vivido cuarenta años antes mantenía el recuerdo de una tensión inusual, de un ritmo frenético en la penumbra de su despacho, mientras Harris y él daban vida a agentes inexistentes y redactaban informes falsos. Desde enero de 1944, la organización Garbo trabajó a pleno rendimiento centrada en exclusiva en distraer a Alemania sobre el lugar y la fecha de la operación militar más decisiva de la contienda. No hubo un día de respiro ni tampoco posibilidad de errores.

El 6 de diciembre de 1943 la London Controlling Section recibió la orden de diseñar un programa de fraude para confundir al enemigo. El plan, conocido como Bodyguard (guardaespaldas), fue aprobado el 25 de diciembre de 1943. Se trataba de una maniobra de engaño global para obligar a Berlín a concentrar sus tropas en las zonas donde menos pudieran interferir en las operaciones previstas en Francia y en el frente oriental. En concreto, Bodyguard perseguía tres objetivos: hacer creíble una invasión en Noruega durante la primavera de 1944 en coordinación con el ejército soviético, abrir un segundo frente en algún punto sin especificar de la costa occidental, desde Francia hasta Dinamarca, y minusvalorar la preparación de las fuerzas aliadas para no hacer plausible este desembarco hasta bien entrado el verano de 1944.

A principios de año, el SHAEF ya había diseñado las grandes líneas de su estrategia. El desembarco previsto en Francia fue bautizado con el nombre en clave de Overlord. Los estrategas aliados ultimaron, dentro del programa de fraude global de Bodyguard, otra táctica de engaño específico en apoyo a Overlord. Este nuevo plan se denominó Fortitude (fortaleza), y estaba concebido como dos proyectos diferenciados: Fortitude Norte y Fortitude Sur. A su vez, ambos constaban de una primera fase de ejecución, previa al desembarco de Normandía, y una segunda, durante y después de esta ofensiva. El 23 de febrero de 1944 el mando aliado dio el visto bueno definitivo a esta nueva configuración de sus objetivos.

FORTITUDE NORTE

Fortitude Norte pretendía hacer creíble la eterna amenaza de una invasión sobre la península escandinava. El escenario elegido para desarrollar este plan fue Escocia, dada su proximidad a Noruega y las dificultades que su lejanía representaba para las inspecciones de los aviones espías alemanes. Los encargados de desarrollar este plan en el seno de la red Garbo fueron el agente número 3 y el agente 3(3). Desde Escocia, Benedict y el marino de origen griego comenzaron a enviar informes sobre la ubicación de fuerzas y los preparativos del asalto. El núcleo de sus informes estaba centrado en el 4.° Ejército británico, sólo parcialmente real. De los tres cuerpos de ejército y las ocho divisiones de las que supuestamente se componía, la mayoría eran imaginarias. Su cuartel se estableció, también de forma falsa, muy cerca de Edimburgo, bajo el mando del general Thorne. Los dos agentes de la red mantuvieron ficticiamente durante semanas la existencia del 4.° Ejército, alternando sus mensajes con informes ciertos sobre algunas de sus unidades auténticas, como la 52.ª y la 3.ª divisiones de Infantería, dedicadas desde hacía semanas a entrenamientos de asalto. La labor informativa de Garbo fue confirmada por los mensajes coincidentes o complementarios de otros agentes dobles. Entre todos ellos, Brutus fue el que jugó el papel más decisivo. Para completar la composición del 4.° Ejército, el MI5 extendió la procedencia de sus informes a Irlanda del Norte y a la remota Islandia, donde otros dos agentes dobles, Cobweb y Beetle, confirmaron la presencia de una división de infantería norteamericana y tres regimientos de rangers dispuestos para la invasión de Noruega[1].

El servicio más importante que la organización del agente catalán prestó en Fortitude Norte consistió en verificar las falsas operaciones navales de cobertura. Con este fin, el agente número 3 fue enviado al norte de Escocia, y el agente 3(3) viajó hasta Methil para vigilar las concentraciones de buques de la flota británica. Entre el 10 y el 11 de mayo Garbo remitió a Madrid los informes de Benedict sobre un importante ejercicio de asalto anfibio en Loch Fyne, expresando pocas dudas de que el equipamiento ártico utilizado indicaba que se trataba de las maniobras preliminares de un ataque sobre Noruega. El agente 3(3) permaneció seis semanas en Methil relatando periódicamente la llegada de nuevos buques de guerra y de transporte de tropas. La unidad de transmisiones de radio dio cobertura a estos informes activando dos estaciones de radio (Fuerza V y Fuerza W) para generar un tráfico de emisiones proporcional a la dimensión de la flota descrita.

Para corroborar la inminencia del ataque, Brutus y otros informadores concluyeron que la invasión de Noruega podría realizarse en mayo. Los archivos alemanes consultados al final de la guerra demostraron que Berlín creyó firmemente en esta posibilidad. De hecho, sus mapas sobre la distribución de fuerzas en Inglaterra reflejaban el mismo orden de batalla diseñado en Fortitude Norte. Esta creencia se tradujo en un refuerzo de la presencia militar alemana en Noruega hasta completar trece divisiones; tropas de escasa calidad, pero cuyo número habría supuesto un freno al avance aliado en otros frentes reales o futuros. Los mismos documentos demostraron la extensa distribución de los mensajes de Pujol entre los diferentes departamentos militares germanos. Así fue como se descubrió que los informes Arabal, una vez transmitidos a Berlín desde Madrid, eran inmediatamente enviados al cuartel general del Estado Mayor alemán en Zossen, a las afueras de la capital alemana. Allí eran distribuidos entre las diversas secciones de inteligencia, según su contenido. Siempre se enviaba copia al cuartel general del comandante en jefe del ejército occidental, Von Rundstedt. También se hacían llegar resúmenes de la organización Arabal dentro de los informes de situación diaria que elaboraba el FHW, la sección de análisis del frente occidental. Igualmente eran incluidos en los estudios sobre las intenciones aliadas que cada quince días enviaba el Estado Mayor del Ejército a los distintos cuarteles generales afectados.

A pesar de las dimensiones de Fortitude Norte como operación de engaño a gran escala, ésta fue la menor de las dos variantes del plan. No sólo Hitler supo ver que el auténtico peligro provenía desde Francia. Los estrategas aliados también sabían, con mayor conocimiento de causa, que el curso de la guerra dependería en gran medida de la ofensiva prevista en la costa atlántica francesa. Fortitude Sur concentró el mayor esfuerzo, y también las mayores esperanzas.

FORTITUDE SUR

Fortitude Sur perseguía convencer a Berlín de que el lugar del desembarco en Francia no sería Normandía, sino el Paso de Calais, el punto más estrecho del Canal de la Mancha y el camino más corto hacia Alemania. En una segunda fase, ya iniciado el ataque real en Normandía, Fortitude Sur debía mantener el engaño, convenciendo al Estado Mayor alemán de que este desembarco era tan sólo una maniobra de distracción. Aunque se trabajaba en este plan desde hacía meses, la fecha convenida para el inicio de Fortitude Sur fue el 24 de abril de 1944. Para esta misión el SHAEF también diseñó la existencia de un ejército sólo parcialmente real, el FUSAG[2]. El Primer Grupo de Ejército de los Estados Unidos se encontraba supuestamente diseminado por el este y el sudeste de Inglaterra, primero bajo el mando del teniente general Bradley y después del general Patton. Para dar mayor credibilidad a la existencia del FUSAG, algunas de las unidades mencionadas como integrantes de este cuerpo existían en realidad, caso del 1.° Ejército canadiense o el 3.° Ejército de los Estados Unidos, pero la mayoría eran meras invenciones.

Desde el 24 de abril, las emisoras militares comenzaron a radiar mensajes de cobertura a esta fuerza ficticia de 150000 hombres. Para desorientar a los aviones espías, en los puertos más próximos se simularon decenas de falsas lanchas de desembarco destinadas al traslado de esta unidad al continente, se fingió una actividad nocturna inusitada en la zona con la utilización de potentes proyectores, se instalaron antenas desde las que supuestamente se comunicaban los distintos cuerpos del FUSAG y, según se aproximaba el Día D, se intensificaron los bombardeos sobre el área de Calais para reforzar la sospecha de que este punto era el elegido como objetivo del desembarco.

Para completar las distintas tramas de engaño físico, se acometió también el denominado Plan Copperhead, una prueba indiscutible de la pericia británica en el arte de la actuación. No en vano fue un actor, Clifton James, el encargado de llevarlo a cabo. James, entonces teniente del ejército, tenía un asombroso parecido con el mariscal Montgomery, una similitud que se aprovechó de forma oportuna para disuadir al ejército alemán sobre la fecha de la ofensiva prevista en Francia. Vestido con el uniforme de mariscal y acompañado de varios periodistas, este actor inició un viaje de inspección por el norte de África el 27 de mayo, nueve días antes del Día D. Su primera escala fue Gibraltar, donde de forma intencionada permaneció varias horas, se paseó por las calles del Peñón, y mantuvo varias reuniones con las autoridades militares de la roca. Como el SHAEF preveía, los informadores del Abwehr y sus colaboradores españoles remitieron a Alemania un informe completo sobre la estancia del falso Montgomery y sus planes de viaje durante los siguientes días, lo que fue entendido en Berlín como otra demostración de que la invasión todavía se demoraría varias semanas.

Pero Alemania no sólo incurrió en un error respecto a las fechas. Al igual que en Fortitude Norte, Berlín fue dibujando un mapa de Gran Bretaña donde la distribución de tropas resultó bastante equivocada, aceptando que las mayores concentraciones de unidades militares se situaban en Escocia, y en el este, sur y sudeste de Inglaterra. Un perfil más real de la situación hubiera demostrado que los ejércitos aliados se ubicaban básicamente en el área de Liverpool, en el centro del país, y desde luego en el sur, convertido ya en la primavera de 1944 en la auténtica plataforma de asalto al continente.

A partir de mayo, Pujol centró sus informes en el inexistente FUSAG y en la otra unidad supuestamente destinada a la operación sobre Calais: el 21.° Grupo de Ejército, éste sí auténtico. El 10 de mayo envió el mensaje que durante las semanas siguientes serviría de base para las comunicaciones posteriores. Su fuente era el sargento americano captado por Camillus:

4(3) dice que el segundo frente se abrirá tan pronto como los dos ejércitos destinados a la operación estén preparados. Uno de ellos, el 21.º Grupo de Ejército, está bajo el mando de Montgomery. El otro, el Primer Grupo de Ejército, depende provisionalmente del general Bradley. Las tropas americanas que se están esperando se integrarán en este grupo de ejército. Me ha asegurado que Eisenhower quiere asignar una tarea muy importante al grupo de ejército americano[3].

La red del agente número 7, Dagobert, y el agente número 4, Camillus, se convirtieron en privilegiados informadores en las zonas donde se estaba organizando el despliegue militar. Camillus fue también el instrumento de una nueva estratagema para advertir sobre el retraso del ataque. Según la versión falsa facilitada al Abwehr, el 29 de abril Camillus telefoneó a Pujol para reunirse con él en la estación de Winchester. En aquel encuentro el gibraltareño le comunicó que su nuevo destino era la base de Hiltingbury Camp. Allí pudo identificar a la 47.ª División de Londres y a la 3.ª División de Infantería, esta última dispuesta para embarcar. Según su testimonio, se estaban preparando raciones de comida fría para dos días, así como chalecos salvavidas y bolsas de mareo para un viaje por mar. Pujol envió inmediatamente este informe a Madrid, con comentarios personales de lo que a su juicio significaba. Sin embargo, el 2 de mayo informó que su amante —J(5)— le había asegurado que la ofensiva real aún tendría que demorarse bastante tiempo, a la espera de la llegada de nuevas tropas de refuerzo desde Estados Unidos. Esta aparente contradicción entre el agente 4 y J(5) se resolvió cinco días después, cuando el propio Camillus tuvo que admitir que las mismas tropas que él había descrito como preparadas para una acción rápida habían regresado al campamento después de un ejercicio de entrenamiento. La idea de un desembarco inmediato se desvaneció entre las acusaciones de ineptitud que Pujol envió a Madrid sobre Camillus el 7 de mayo.

Ha actuado como un mentecato. Estoy muy disgustado con él, aunque no se lo he dejado ver… En el futuro dejará de hacer comentarios que puedan influir sobre mí o sobre mis superiores. Me da la sensación de que se encuentra un poco desmoralizado por su gran estupidez[4].

La resolución de este error intencionado en el engranaje de la red contribuyó a extender la impresión en el Estado Mayor alemán de que la invasión no se produciría al menos hasta el mes de julio y, según otros informes, hasta pasado el verano. Durante el mes de mayo las comunicaciones sobre movimientos de tropas fueron continuas. Los integrantes de la sub-red Dagobert actuaron desde distintos puntos de observación como testigos privilegiados. Donny —agente 7(2)— supervisó el traslado de la 28.ª División de Infantería desde Gales a Dover y Folkestone. Dorrick —agente 7(7)— confirmó la presencia de la 6.ª División Acorazada de Estados Unidos en el área de Ipswich, al este de Inglaterra. Dick —7(4)— comunicó el día 8 que la 61.ª y la 45.ª divisiones se encontraban entre Brighton y Newhaven. A finales de mes, estos mensajes de la red Garbo y del resto de los agentes dobles inundaron los despachos del mando alemán, ya profundamente convencido de los dos objetivos perseguidos por los aliados: que la invasión real sobre el Paso de Calais aún tardaría varias semanas y que cualquier ataque inmediato en otra área sería probablemente una operación de disuasión.

El contenido de los informes sólo se vio alterado por un incidente menor con el que Harris y Pujol querían evitar cualquier sospecha sobre la facilidad con la que Dagobert y sus colaboradores obtenían información. Para demostrar que también había riesgos, e incluso errores, el 2 de junio el agente 7(6) —Drommond— informó que 7(5) —Drake— había sido detenido en un control rutinario y condenado a un mes de prisión por internarse en una zona prohibida. Aunque Pujol reiteró que se trataba de una detención casual, sin repercusiones sobre el resto de la organización, al mismo tiempo descargó su enojo sobre ambos agentes, anulados ya como informadores; 7(5) por haber sido detenido y 7(6) por su supuesta incapacidad para suministrar información de valor:

Recibí carta extensa con informes mayormente estúpidos del 7(6). Puede descontarse habilidad del agente para informar. A pesar instrucciones repetidas dadas últimamente su colaboración es nula para servicio informativo militar[5].

Entretanto, se preparaba el que iba a ser uno de los hitos fundamentales de la actuación de Garbo en Fortitude. Éste, conocedor desde hacía unos días de la fecha exacta del desembarco, había sido autorizado por el SHAEF a desvelar la operación unas horas antes de que se produjera. Los estrategas aliados pensaron que si el mensaje se radiaba pocas horas antes del desembarco no habría tiempo material para poner en riesgo Overlord. Por el contrario, sería un aval determinante para la red Garbo, cuya credibilidad era necesario mantener para ejecutar la segunda fase de Fortitude. Con este propósito Pujol advirtió a Madrid de que prolongara los turnos de comunicación y mantuviera abierta la estación receptora más allá de su hora habitual de cierre, las once de la noche. En la fecha inicial del desembarco, la madrugada del 5 de junio de 1944, Garbo debía anunciar su inicio tres horas y media antes de que los primeros soldados pisaran tierra. Este margen se había calculado considerando el tiempo que Madrid tardaría en descifrar la comunicación y remitirla nuevamente codificada a Berlín. Durante varios días, Pujol y Harris redactaron cuidadosamente un texto en el que se eliminó cualquier referencia explícita al inicio de la invasión, si bien incorporaban suficientes datos como para deducirlo de su contenido. La fuente ficticia del mensaje fue el agente número 4, Camillus.

Todavía sin noticias del 3(3), pero esperando su llamada, 4 ha llegado precipitadamente a Londres habiendo escapado de su campamento junto con dos desertores americanos que habían llegado a su campo. Descubriendo los planes que estos dos hombres tenían para escapar, decidió evadirse con ellos influido por la necesidad de comunicarme importante noticia, la cual de otra forma hubiera sido imposible comunicar en vista del completo aislamiento de su campamento desde hace una semana. Encaminó intento telefonear para comunicarme la contraseña convenida en caso de urgencia, encontrándose que sólo aceptaban llamadas oficiales, decidiendo continuar su viaje clandestinamente a Londres con el objeto de informar personalmente. Ha llegado tras difícil travesía para esquivar vigilancia. Comunica que ha escrito carta hace tres días anunciando de nuevo reparto de rancho frío y vomit bags (sic) a la Third Canadian Div. (sic). Dicha carta no ha llegado aún a mi poder suponiendo esté retrasada en Correos. Dice que hoy, después haber salido la Third Canadian Div., entraron americanos en el campamento llegando rumores de que la Third Canadian Div, había embarcado. La tropa americana que está ahora en el campamento es una formación mixta que pertenece a la First US Army. Los dos americanos que escaparon con él por miedo a embarcar pertenecían 926 signal corps (sic). La situación de este agente compromete al servicio pues forzosamente habrán notado su ausencia por las muchas horas que han transcurrido desde su salida campamento. He tomado la decisión, en orden proteger servicio que creo que ustedes apoyarán, de ocultarlo aprovechando aquí la estancia del siete, quien dice puede hacerlo con la absoluta seguridad de no ser comprometido. Así, mañana salen ambos para país Gales. En caso de peligro tengo dispuesto un mensaje que pondré en manos de la viuda para que lo entregue a Almura. Esta misma noche cuatro recogerá transmisor que tiene oculto entregándolo a Almura[6].

Sin embargo, el momento decisivo de Fortitude culminó en un fracaso. La climatología adversa obligó a retrasar Overlord veinticuatro horas. Pujol tuvo que posponer este mensaje y radiar en su lugar uno intrascendente, remitiendo a Madrid a una nueva cita a las tres de la madrugada del 6 de junio. Sobre esta nueva comunicación se depositaron todas las esperanzas frustradas en el primer intento. Esa tarde, la del 5 de junio, el centro emisor de Garbo en su residencia de Hendon concitó dos visitas inusuales: la del coronel TAR Robertson y la del coronel Roger Hesketh. Ambos querían presenciar la comunicación que pondría en alerta al Abwehr sobre la ofensiva más esperada y trascendente para ambos bandos. Durante horas, Pujol, Harris, Robertson, Hesketh y el operador de radio, Almura, mantuvieron la espera en silencio.

A las 19:29 del 5 de junio la emisora inició el sonido habitual que indicaba la recepción de un mensaje, pero en esta ocasión aquella llamada adquirió una relevancia excepcional. La estación Centro en Madrid y Almura intercambiaron mensajes hasta la medianoche. Madrid notificó cuestiones técnicas sobre nuevos sistemas de transmisiones y una serie de instrucciones que debían ser trasladadas al supuesto agente destacado en Canadá. Ninguno de sus textos mencionaba la posible inmediatez de una invasión. Poco antes de las doce de la noche la radio enmudeció. La tensa espera que siguió presagiaba el inicio del día más largo, el 6 de junio de 1944. El silencio se impuso entre Madrid y Londres, convirtiendo cada minuto en una secuencia monótona y desesperadamente pausada. A cientos de kilómetros, miles de soldados embarcaban en distintos puertos del sur de Inglaterra, sin saber aún que su destino estaba escrito sobre la arena de las playas de Normandía. Las tímidas luces que se filtraban desde las ventanas de las oficinas del SHAEF reflejaban una intensa actividad, a la espera de ordenar el inicio de una ofensiva cuya primera línea del frente nacía en la habitación en Hendon donde Pujol y el resto de oficiales esperaban, con angustia, que el reloj marcara las tres de la madrugada.

A la hora convenida, todas las miradas se dirigieron al operador, impaciente por transmitir, ahora sí, el mensaje fallido que no había podido ser enviado la madrugada anterior. Almura se sentó frente al transmisor y tecleó las señales que advertían de la apertura de las comunicaciones con la estación Centro. Madrid no respondió. Almura repitió la llamada, pero tampoco hubo contestación. No había alternativa. Únicamente se podía esperar, y la espera no hizo sino añadir dramatismo a la consternación que había generado el silencio del Abwehr. Pujol no acertaba a entender qué error habían cometido. Madrid estaba avisado con insistencia de que debían esperar una comunicación a las tres de la madrugada. A esa misma hora, una flota de cuatro mil barcos navegaba ya hacia la península de Cherburgo. Almura siguió efectuando el código de llamada durante las cinco horas siguientes. Por fin, a las ocho de la mañana, Centro respondió. Hacía casi dos horas que la vanguardia de las tropas aliadas había desembarcado en Normandía.

El mensaje fue enviado en su integridad, sin evidenciar la impaciencia suscitada. Horas después, Pujol simuló haber conocido el retraso. Su reacción fue redactar un comunicado taxativo, contundente, en el que la impresión de fracaso era tan intensa como el tono de reproche:

Al entregar viuda mensajes para hoy le dijo Almura que hasta las seis horas gmt no pudo mandar mensajes urgentes por no estar ustedes a la escucha, cosa que me extraña de la seriedad y responsabilidad de ustedes. Exijo una aclaración inmediata de lo sucedido, pues si como sospecho Almura no cumplió con su deber, estoy absolutamente decidido en ese caso abandonar servicio radio hasta que pueda encontrar otra solución. Estoy disgustadísimo, pues en esta lucha a vida o muerte no puedo admitir disculpas ni negligencias. No puedo hacerme a la idea de tener el servicio en peligro y sin ningún provecho. Si no fuese por mis ideales y fe, abandonaría este trabajo como fracasado. Escribo este mensaje para mandarlo esta misma noche, aunque el cansancio y el agotamiento por el excesivo trabajo que llevo me tienen aniquilado[7].

El malestar evidente del español motivó una comprensiva explicación de sus controladores alemanes, enviada el 7 de junio a las 20:05 GMT.

Leídos sus dos últimos mensajes de ayer comprendo perfectamente su estado moral y me siento impulsado a contestarle lo siguiente: sería difícil, si no imposible, averiguar quién es culpable si realmente existe en el retraso sufrido mensaje de 4. Después de terminar lunes a las veintiuna cincuenta gmt la recepción de sus mensajes, centro estuvo atento a la escucha, según plan, cada hora hasta la una gmt, y nuevamente desde las cinco gmt del martes, captando mensaje del 4 a las seis gmt. Es posible que a pesar de estar a la escucha personal perfecto, debido a las malas condiciones propagación no se haya oído otro llamado de Almura durante la noche. Díganos a qué horas Almura intentó llamarnos sin resultado, pero aun suponiendo en peor de los casos que Almura no haya llamado, tenga presente que Almura, según usted nos manifiesta, no está al corriente del verdadero significado de su misión y es muy comprensible que después de su jornada regular de trabajo y haber estado transmitiendo aquella noche casi tres horas, se haya sentido muy fatigado por la misión que él cree cumplida. No puede seguramente imaginar que existe un mensaje de tanta importancia que no permita un retraso de unas horas. Reitero pues usted como jefe responsable del servicio y a todos sus colaboradores nuestro total reconocimiento por su labor perfecta y abrigada y les ruego prosigan con nosotros la lucha en estas supremas y decisivas horas para el futuro de Europa. Saludos. Quiero hacer constar de un modo bien claro que el resultado de su trabajo en las últimas semanas ha permitido a nuestro mando estar completamente prevenido y preparado y poco hubiera influido el que el mensaje del 4 llegase tres o cuatro horas antes[8].

El exagerado malestar que se apreciaba en el tono ultrajado y digno de Pujol era, en realidad, una expresión del propio descontento que existía en el MI5 por no haber podido enviar el mensaje a tiempo. No obstante este imprevisto, Fortitude Sur fue un éxito, un modelo de organización en el diseño y en su ejecución, la primera operación en la que toda la red de agentes dobles sin excepción trabajó de forma coordinada y con idéntico objetivo.

La Operación Fortitude fue posiblemente la más prolongada y exitosa operación de engaño durante el siglo XX. Las dimensiones de la misma fueron excepcionales, pero el aspecto más impresionante fue la coordinación de todos los elementos que colaboraron en ella[9].

Sus resultados fueron igualmente esperanzadores. Alemania no sólo parecía confundida sobre el lugar y la fecha del desembarco, también estaba equivocada sobre el potencial militar enemigo. Días antes del desembarco, Berlín pensaba que las fuerzas aliadas desplegadas en el Reino Unido sumaban 89 divisiones, de las que unas 20 participarían en una primera oleada del ataque. En verdad, las tropas angloamericanas no pasaban de 47 divisiones, y sólo 5 divisiones de infantería, más 3 aerotransportadas, iniciaron la ofensiva sobre el continente[10]. Overlord estaba ya en marcha y Pujol todavía tendría que aportar su servicio más valioso a la operación. Junto a él, otros agentes dobles estaban ya activamente implicados en la segunda fase de Fortitude.

BRUTUS Y CHOPIN, LA DESTREZA POLACA

Además de Garbo, hubo dos agentes más cuyos informes fueron esenciales en el éxito de Overlord. Brutus y Tricycle formaron, junto con el espía español, el núcleo central sobre el que el SHAEF ejecutó Fortitude. Miles de vidas dependían del éxito que obtuvieran un español, un polaco y un yugoslavo a cientos de kilómetros del frente.

Brutus, cuyo nombre real era Armand Walenty[11], representó el modelo genuino de agente doble y supuso un canal de extraordinaria eficacia en la estrategia de desinformación. Antes de conseguir tal consideración, Walenty era un oficial del ejército polaco que había conseguido escapar a Francia tras la derrota de su país en 1939. Meses más tarde, tras la ocupación alemana de Francia, se inició en las actividades de espionaje, estableciendo una red integrada por más de sesenta colaboradores que siguió trabajando en la clandestinidad a favor de la causa aliada. En noviembre de 1941, él y varios de sus compañeros de la resistencia fueron detenidos y encarcelados. Su interrogatorio lo dirigió personalmente el teniente coronel Oscar Reile, uno de los máximos responsables del Abwehr en Francia. Enfrentado a la opción de la cárcel, y quizá la muerte, o simular su colaboración como agente, Walenty se decidió por esta última. El Abwehr le instruyó en la utilización de sus sistemas de códigos, ideó una coartada con la que justificar su fuga de la prisión y le envió a Inglaterra en julio de 1942. A su llegada al Reino Unido, Hubert, el nombre en clave que le había otorgado el Abwehr, confesó su misión a las autoridades británicas. Éstas, tras una serie de interrogatorios, le aceptaron como agente doble, bajo la supervisión del oficial de enlace Hugh Astor. A partir de ese momento, para el MI5 sería conocido como Brutus.

Desde entonces, la trayectoria de Walenty discurrió entre dependencias administrativas de alto nivel, desarrollando con maestría el juego a dos bandas. Supo convencer a Reile de que había sido nombrado oficial de enlace del Estado Mayor polaco en el cuartel del general Bradley en Londres, y, en marzo de 1944, cuando fue adscrito a Fortitude, aseguró que había sido trasladado al cuartel general de Eisenhower. Meses antes, en diciembre de 1943, Brutus informó que había captado como operador de radio —pianista en la jerga del espionaje— a un compatriota que había perdido a su familia en Rusia y que cooperaba por motivos ideológicos. Su habilidad y rapidez al transmitir le hizo merecedor del apodo de Chopin. El MI5 destacó de Brutus su aptitud para la observación militar y una memoria de una retentiva extraordinaria. Para el Abwehr fue un agente de creciente influencia, cuya más alta reputación en Berlín coincidió con el momento en que mayor era la trascendencia de su engaño. En mayo de 1944 siete de sus informes fueron considerados por el Estado Mayor alemán como «excelentes», con el añadido de que «la información secreta proporcionada por este agente está contribuyendo materialmente a la aclaración del orden de batalla del enemigo»[12].

El yugoslavo Dusko Popov, conocido por Tricycle, fue considerado por el MI5 como «el más importante agente doble, después del famoso Garbo»[13]. La numerosa documentación existente sobre él en el Archivo Nacional británico le acredita como uno de los espías más activos al servicio de Inglaterra, si bien su origen y trayectoria nada tienen en común con los de Brutus y Pujol. Popov era hijo de una rica familia de Belgrado y practicó a partes iguales la abogacía, la aventura y la frivolidad, con la misma pasión que luego emplearía en su faceta como espía. Entabló contacto inicial con el Abwehr a través de un viejo amigo suyo, un alemán de nombre Joham Jebsen, e inmediatamente comunicó su misión a la Embajada británica. En diciembre de 1940 el MI5 incorporó a Popov como agente doble, aprovechando que el Abwehr le había autorizado a instalarse en Gran Bretaña.

Supuestamente designado como asistente del agregado militar yugoslavo en Londres, Tricycle creó la segunda red de sub agentes en importancia después de la de Pujol. A ella pertenecían su hermano Iván Popov, conocido como Dreadnought, Gelatine, Balloon, Metor y su operador de radio, Freak. En el verano de 1941 Popov fue trasladado por el Abwehr a Estados Unidos, con el propósito de crear una organización clandestina de espionaje en aquel país, pero los recelos del FBI sobre la auténtica lealtad del yugoslavo y su sonora relación con la actriz Simone Simon impidieron que cumpliera su cometido. Víctima de la misma desconfianza que sufrió Pujol en sus comienzos, el FBI ignoró los cuestionarios alemanes presentados por Popov en los que Berlín solicitaba diversa información sobre Hawai y las instalaciones militares de Pearl Harbor[14]. A su regreso al Reino Unido, en octubre de 1942, continuó con su labor, viajando con bastante frecuencia a Lisboa para entrevistarse personalmente con sus consoladores alemanes, en un hecho sin precedentes que despertó no pocas suspicacias en el Comité de la Doble Cruz.

Desde el inicio de sus actividades, Tricycle demostró un talento especial para obtener información, más que para enviarla a Alemania. Si el principal mérito de Brutus y Garbo fue intoxicar al Abwehr con datos falsos, en el caso de Tricycle su logro fundamental fue apropiarse de valiosa información para los aliados. Entregó numerosos informes sobre la investigación de cohetes y motores a reacción por los científicos alemanes, contribuyó al éxito de Fortitude y adquirió un conocimiento bastante preciso sobre el funcionamiento interno del servicio secreto germano. En gran medida, su éxito como informador se debió a las confidencias de su controlador alemán, Jebsen, captado en 1943 por el propio Tricycle como agente doble e integrado en el organigrama del MI5 como Artist. Esta adquisición se demostró como un error que a punto estuvo de dejar al descubierto la red de Pujol y la labor de otros espías.

Artist tenía en común con Popov su gusto por el lujo y la buena vida. La ostentación era su seña de distinción personal, simbolizada en el Rolls-Royce en el que diariamente se desplazaba de su domicilio en Estoril a su oficina de Lisboa. Ésta y otras extravagancias le situaron bajo la vigilancia de la Gestapo, que desde hacía tiempo sospechaba de la militancia antinazi de Jebsen y de su posible colaboración con el servicio secreto inglés. El 21 de abril de 1944 fue citado a una reunión en Biarritz (Francia), a la que debía acudir junto a su superior en Lisboa, Aloys Schreiber. Jebsen desconfió de este encuentro y alegó una excusa para no acudir. Una semana después confió sus temores al MI6 en Lisboa. La gravedad de esta noticia llegó a Londres con toda la contundencia del riesgo que entrañaba. Si el Abwehr sospechaba de Artist, por lógica los informes de Tricycle estaban cuestionados y quizá también los de otros agentes.

La preocupación adquirió proporciones de alarma cuando Londres supo que Artist había sido secuestrado por la Gestapo y llevado hasta la frontera francesa en el maletero de un vehículo con matrícula diplomática de la Embajada alemana. Al día siguiente, el Servicio de Seguridad de Radio captó un mensaje dirigido a Berlín del responsable del Abwehr en Lisboa, Schreiber, en el que informaba que el plan Dora —el secuestro de Jebsen— había sido un éxito y que éste había llegado a Biarritz para su traslado inmediato a Alemania. Poco podía hacer el MI5 sino confiar en la resistencia de Artist en los interrogatorios y en que Tricycle no le hubiera revelado nada que comprometiera la seguridad de otros agentes dobles. Si el Abwehr obtuvo algún dato relevante, nunca lo demostró. Pujol y el resto de los integrantes de la sección Bl(a) siguieron enviando sus informes, completamente ajenos a la sombra de duda que sobre su trabajo podría implicar la detención de Artist. Después de la guerra se supo que el desafortunado agente alemán fue encarcelado en una prisión militar y ejecutado en abril de 1945 en el campo de concentración de Oranienburg.

Los hechos demostrarían que, a pesar de esta crisis, ni siquiera Tricycle fue anulado como informador. Sus mensajes en los días previos a Overlord siguieron gozando de gran consideración en el Estado Mayor alemán y contribuyeron de forma notable a su éxito. En compensación por su trabajo, Popov obtuvo la nacionalidad británica al final de la guerra y fue reconocido con la concesión de la medalla de la Orden del Imperio Británico (OBE). La condecoración le fue entregada por el coronel Robertson en una ceremonia informal en el bar del hotel Ritz de Londres el 28 de noviembre de 1947[15], el lugar que sin duda mejor encajaba con sus credenciales de frívolo aventurero transformado en héroe anónimo.

Menos misterio deparó la carrera del cuarto agente doble de mayor importancia en la operación Fortitude, un delineante danés de padres alemanes y simpatías nazis llamado Wulf Schmidt[16]. Schmidt fue captado por el Abwehr en 1939 gracias a su amistad con un periodista sueco, activo nazi y espía por convicción, que a su llegada al Reino Unido fue detenido y forzado ocasionalmente a trabajar como agente doble bajo el seudónimo de Summer. Durante el interrogatorio, Summer confesó la próxima llegada de su amigo a Inglaterra. Cuando Schmidt fue lanzado en paracaídas sobre el municipio de Willingham en la noche del 19 al 20 de septiembre de 1940, varias decenas de soldados británicos le detuvieron y trasladaron al Campo 020. Las pruebas contra él resultaron evidentes; en su posesión se hallaron varios centenares de libras, dólares, y documentación falsa británica, pero en un principio negó las acusaciones y se negó a colaborar. Su actitud cambió radicalmente cuando supo que el motivo de su arresto había sido la traición del que consideraba uno de sus mejores amigos. Desde ese momento, confesó todos los hechos y aceptó trabajar como agente doble, conocido en el amplio listado del MI5 como Tate. Esta circunstancia hizo de Schmidt un caso especial en el círculo de agentes dobles más influyentes. Únicamente él traicionó sus convicciones por despecho. Como ocurrió con Snow, y con otros agentes de dudosa lealtad, Tate estuvo permanentemente vigilado dentro y fuera de las instalaciones del MI5. Aunque su valía como informador no gozó de la misma consideración que el Abwehr otorgaba a Garbo, Brutus o Tricycle, mantuvo una fluida comunicación con su estación en Hamburgo durante los meses previos al desembarco de Normandía. A lo largo de decenas de mensajes corroboró la existencia del FUSAG y los supuestos preparativos que tenían lugar en Dover para ultimar el ataque sobre Calais.

El círculo de los agentes dobles más influyentes en Fortitude se completó con la única mujer del grupo, una temperamental francesa de origen ruso cuya denominación en clave fue Treasure (tesoro). Nacida en Rusia en 1912, su nombre auténtico era Nathalie Sergueiev, si bien era conocida como Lily, el nombre que adoptó en Francia, su país de acogida, al que había llegado con tan sólo cinco años, huyendo junto a su familia del régimen comunista. Su actividad como espía fue la última manifestación del carácter aventurero con el que afrontó su peculiar biografía. Inteligente y ávida de conocer mundo, a los veinte años Lily hablaba perfectamente ruso, alemán, inglés y francés. Había recorrido casi toda Europa en una gira que inició a pie desde París a Varsovia y concluyó regresando oculta en un carguero alemán. De vuelta a París, obtuvo cierto prestigio como artista y como periodista. Fueron tiempos de aproximación al nazismo, ideología por la que entonces sintió una cierta simpatía, como antítesis al comunismo que tanto odiaba, primero por haber sido el motivo de la huida de su familia de Rusia, y después, en 1937, por ordenar Moscú el asesinato de su tío Eugen de Miller, un general zarista que conspiraba desde París contra el régimen de Stalin. A pesar de esta enemistad común hacia la URSS, Lily supo mantenerse alejada de las ofertas que el nazismo le propuso, alguna tan tentadora para una mujer con sus inquietudes como ejercer de periodista en la Guerra Civil española, al servicio del Abwehr. Una oferta procedente de un antiguo amigo, Félix Dassel, un periodista báltico al que Lily había conocido en su primer viaje a Varsovia en 1932 y presentado cinco años después como agente del servicio secreto alemán.

París fue la ciudad donde nació la auténtica Treasure, la ciudad a la que regresó para contactar de nuevo con Dassel y a través de él con su superior, el mayor Emil Kliemann, segundo jefe del Abwehr en París, con residencia fija en el hotel Lutetia, cuartel general del servicio secreto alemán en la capital francesa. Kliemann, alias Moustache, se encargó personalmente de interrogar y después entrenar a Lily con una dedicación que excedía en mucho el simple interés profesional. Maxim's y otros restaurantes de lujo parisinos fueron los lugares de cita habitual en los que Kliemann intentó cortejar, más que reclutar, a su nueva adquisición. Le asignó el nombre en clave de Vagabundo, en homenaje a la vida errante que hasta entonces había mantenido. A principios de 1941, Lily, alias Treasure, alias Vagabundo, fue aceptada oficialmente como agente del Abwehr, una situación que solemnemente reflejó en su diario:

Ahora han terminado mis vacaciones, y debo dar comienzo a mi empresa. Si tengo éxito, de ahora en adelante estaré sola, completamente sola[17].

En un principio su destino no estuvo claro. Kliemann pensó en enviarla a Portugal, pero ella insistió en operar desde el Reino Unido. En 1943 consiguió su objetivo. Kliemann aceptó no sólo esta petición, sino que también le envió una radio AFU, convirtiéndose en la única mujer espía alemana que dispuso de su propio transmisor. El obsequio de su controlador y amante se convirtió en un regalo envenenado en manos del MI5, para quien Treasure había comenzado a trabajar nada más llegar a Bristol en agosto de 1943. Su ascenso en la red de agentes dobles fue vertiginoso gracias al crédito que sus mensajes merecían en el Abwehr y al especial cuidado con que eran recibidos por Kliemann. Por méritos propios, fue incluida entre el reducido grupo de agentes que configuraron el núcleo sobre el que se articuló Fortitude. Su aportación consistió en convencer a su controlador alemán de que apenas existían tropas en el suroeste del país, cuando era precisamente allí y en el sur donde se estaba concentrando el operativo que participaría en Overlord. Al mismo tiempo, confirmó la existencia de varias unidades ficticias en el este de Inglaterra, como cobertura al falso desembarco en Calais[18].

El propio responsable adjunto del centro de códigos de Bletchley, Denys Page, envió una carta el 26 de mayo de 1944 al director del Comité de la Doble Cruz, John Cecil Masterman, agradeciéndole el trabajo realizado por los agentes Brutus y Treasure, a quienes atribuía, con la característica precisión británica, un treinta por ciento del éxito obtenido hasta la fecha en la operación Fortitude Sur[19].

Nueve días después del desembarco, el comportamiento de Lily cambió por completo hasta convertirse en foco de innumerables problemas; algunos tan absurdos como amenazar a su controladora británica, Mary Sherer, con dejar de colaborar si no le traían a su perro de compañía, que había dejado en España antes de viajar a Gran Bretaña. Treasure reincidió en su actitud cuando confesó que había revelado su doble militancia como espía a un soldado norteamericano con quien mantenía una relación sentimental, y la agravó irreversiblemente cuando admitió que había pactado con Kliemann una clave secreta para confirmar que sus mensajes no eran intervenidos. Su indisciplina obligó al coronel Robertson a expulsarla del servicio, al entender que su comportamiento ponía en peligro el sistema de espionaje aliado. Al día siguiente, Treasure reveló su clave confidencial de seguridad con Kliemann, y regresó a Francia tras la liberación de París. Pero tampoco entonces terminaron los problemas.

Robertson descubrió a finales de 1944 que Lily intentaba publicar su diario, en el que se refería al MI5 como un grupo de gánsters y, lo que era más grave, revelaba el nombre auténtico de alguno de sus más importantes agentes. Robertson consiguió paralizar la edición, pero Lily reincidió con la tenacidad que le era propia y consiguió que se editara superando todos los vetos británicos en 1968. En él se puede leer la siguiente cita fechada el 1 de julio de 1944, casi un mes después del desembarco de Normandía y antes de su salida de Inglaterra:

Soy el número 75054, he perdido mi personalidad. Con ella he perdido mi estado solitario. Ya he dejado de estar sola. Tengo a todo el ejército conmigo[20].

El grupo formado por Garbo, Brutus, Tricycle, Tate y Treasure fue la más devastadora arma de desinformación aliada, y Fortitude el mayor de sus éxitos. Sin embargo, la red de colaboradores del Comité de la Doble Cruz era bastante más amplia e incluía a otros agentes que tuvieron un éxito relevante en diversas misiones. El caso más increíble y fascinante fue el del británico Edward Arnold Chapman, conocido en clave como Zig-Zag, cuya historia real bordea los límites de la fantasía más que los del espionaje. Su mito se debe en parte a su origen de delincuente común y al apodo que tan certeramente reflejó su facilidad para esquivar el control enemigo e infiltrarse en uno de los departamentos más secretos del Abwehr[21]. Además de delincuente, Chapman era un desertor que cumplía condena en la isla de Jersey cuando este territorio inglés en el Canal de la Mancha fue ocupado por las tropas alemanas. Trasladado a un penal francés, se las ingenió para negociar su libertad a cambio de colaborar desde el interior del Reino Unido. Chapman fue acogido como aspirante a espía y entrenado en un centro de adiestramiento en Nantes, donde consiguió ganarse la admiración de sus instructores alemanes, gracias a la habilidad que mostró en el aprendizaje de las técnicas de información y sabotaje. Sin embargo, Chapman no tuvo nunca la menor intención de traicionar a su país. Posiblemente, el motivo no obedeció sólo a razones patrióticas, pero lo cierto es que no lo hizo. Como consta en el informe del Campo 020 sobre él, «Chapman se adoraba a sí mismo, adoraba la aventura, y amaba a su país, probablemente en este orden»[22].

En una escena ya habitual para el Comité de la Doble Cruz, al llegar a Inglaterra en diciembre de 1942 se puso en contacto con las autoridades de su país, convirtiéndose en uno de los más incisivos agentes dobles. El MI5 simuló que la misión que le había sido encomendada, la voladura de la factoría de Hatfield donde se fabricaban los bombarderos Mosquito De Havilland, había sido un éxito. La prensa llegó a publicar la noticia de la destrucción de la fábrica y, de este modo, Zig-Zag fue encumbrado por el Abwehr como uno de sus más eficientes saboteadores en territorio británico. Se le concedió la Cruz de Hierro y, para sorpresa del propio MI5, se le reclamó como instructor de futuros saboteadores en el centro de instrucción de Oslo. Durante casi año y medio, Chapman ejerció como el mejor infiltrado aliado en el corazón del Abwehr. No sólo permitió la detención de numerosos saboteadores a su llegada a Inglaterra, sino que a su regreso en 1944 trajo consigo información reservada de gran valor sobre el servicio secreto alemán. Sin embargo, no supo culminar su trabajo con la misma eficacia y se dejó traicionar por la indiscreción. El MI5 prescindió de él cuando comprobó su tendencia a hablar con vanidad de la importancia de su trabajo.

Es difícil evaluar cuál habría sido la evolución del conflicto si alguno de estos agentes dobles hubiera sido descubierto, o simplemente si Alemania hubiera dispuesto de auténticos espías propios en el Reino Unido con acceso a información relevante. Desde la especulación, parece lógico sugerir que el éxito de Fortitude hubiera estado seriamente empañado. A pesar de que las zonas más militarizadas estaban aisladas de la población civil y tenían el acceso restringido, el movimiento de tropas en las semanas previas al desembarco era de tal envergadura que cualquier observador atento habría obtenido conclusiones muy distintas de las que los estrategas aliados querían inculcar en el Estado Mayor alemán. Desde los abruptos acantilados escoceses hasta la verde campiña del sur de Inglaterra, todo el país se había convertido en un inmenso campamento militar, que parecía mantenerse a flote, milagrosamente, bajo el peso de su propio despliegue de fuerzas.

INGLATERRA, EL CUARTEL FLOTANTE

Desde el comienzo de las hostilidades, y consciente de su posición de debilidad frente a Alemania, Gran Bretaña asumió que su única posibilidad de resistencia y quizá de victoria pasaba por reconducir toda la actividad del país hacia un único objetivo: la guerra. El Reino Unido se convirtió en un inmenso cuartel movilizado en su propia defensa, alentado por una firmeza que permitió mantener elevada la moral de la población incluso en los momentos más duros de la ofensiva alemana. Esta prioridad condicionó la vida de los ingleses durante casi seis años en todas sus facetas, desde las más cotidianas a las más excepcionales. La retaguardia se convirtió en un bastión cuya fallida conquista supuso la primera derrota testimonial de Hitler.

Para nosotros, y acaso sólo para nosotros, la guerra significó la concentración de todos los esfuerzos y la supresión de todas las actividades industriales no esenciales. Significaba exclusivamente hacer la guerra por todos los procedimientos y en todos los elementos[23].

La población colaboró masivamente en los servicios civiles de reconstrucción, vigilancia o sanidad, aceptando que la aportación individual al esfuerzo conjunto era vital. Cada puesto civil resultaba importante y cada trabajo imprescindible. Las industrias se adaptaron a las nuevas demandas de producción de uso militar. Los turnos se doblaron y las cadenas de montaje funcionaron ininterrumpidamente, convertidas en las trincheras de retaguardia, de las que dependía el suministro del frente. Todo el país vibraba y sufría. La propia responsabilidad de creerse merecedores de la victoria anestesió los sentimientos más derrotistas. Churchill fue el primero en comprender los sentimientos de su pueblo, y en hacer de ellos el resorte de la defensa nacional, cuando armado de un dramático realismo sólo pudo prometer «sangre, sudor y lágrimas».

En 1944, el curso de la guerra había cambiado sensiblemente y los frentes se habían invertido. El Reino Unido ya no resistía a la desesperada, había asumido la iniciativa. Alemania retrocedía pero todavía no estaba derrotada. El SHAEF temía la capacidad de contraataque del ejército alemán, poderoso y disciplinado incluso en su repliegue. Por este motivo, y de forma paralela a las estrategias de engaño, el mando aliado trabajó intensamente en los preparativos del desembarco desde enero de 1944, tomando como modelo las tres operaciones anfibias ejecutadas durante la guerra: el desembarco en el norte de África el 8 de noviembre de 1942, en Sicilia el 10 de julio de 1943 y en Salerno el 9 de septiembre de ese mismo año.

La primera decisión que se adoptó fue el lugar en el que realizar el desembarco. Calais era el escenario que cualquier estratega habría situado como objetivo prioritario en una ofensiva sobre el continente. Así lo había previsto Berlín, y por ese mismo motivo lo había desestimado el SHAEF, decidido a jugar el factor sorpresa en un escenario alternativo: las playas normandas al este de la península de Cotentin o península de Cherburgo, a unos ciento cincuenta kilómetros de Calais. El Estado Mayor aliado planificó Overlord teniendo en cuenta las escasas dificultades geográficas que presentaba esta zona de la costa. Salvo algunos acantilados, las playas eran fácilmente accesibles. Cinco de ellas fueron seleccionadas como punto de partida de la invasión, designadas en la terminología militar como Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword.

La elección de Normandía presentaba otras ventajas, además del factor sorpresa. Permitía acceder con rapidez a la ciudad de Caen, un importante nudo de comunicaciones que enlazaba directamente con París. En segundo lugar, la península de Cherburgo era lo suficientemente estrecha en su base como para sellar su salida y aislar dentro a miles de soldados alemanes. Pero el mayor condicionante a su favor fue su débil defensa. Sólo el 7.° Ejército alemán, mal entrenado y peor dotado, se encontraba en disposición inmediata de defender sus playas. El río Orne actuaba como frontera natural entre el 7.° y el 15.° Ejército, este último con sede en Calais y considerado como la más poderosa unidad militar alemana en Francia. No era fácil, por tanto, un traslado inmediato de tropas de refuerzo si, como ocurrió en la realidad, la mayoría de los puentes eran volados con antelación.

Pero este tramo del litoral también presentaba importantes inconvenientes de orden táctico. El primero era su lejanía del Reino Unido y la dificultad que esto implicaba para reforzar las posiciones tomadas en las primeras horas de la ofensiva. La segunda dificultad procedía de la ausencia de un puerto en el que desembarcar vehículos, tanques y el material pesado imprescindible para iniciar el avance hacia el interior. Los ingenieros militares y civiles tuvieron que agudizar su inventiva para encontrar soluciones. Finalmente propusieron construir un puerto en Inglaterra y trasladarlo hasta Francia. Esta sorprendente idea recorrió los despachos del SHAEF, poniendo a prueba la credulidad de muchos altos oficiales, recelosos de los riesgos que suponía remolcar un puerto articulado por el Canal de la Mancha bajo fuego enemigo. La propuesta, una vez aceptada, dio lugar a la iniciativa militar más original que se concibió en Overlord y, en gran medida, responsable del éxito final de la operación.

Los dos puertos proyectados fueron denominados «Mulberrys» y para su construcción se fabricaron 146 bloques de acero y hormigón de varias toneladas cada uno. Una vez ensamblados, debían formar un acceso desde el mar a la costa, de la suficiente consistencia como para aguantar el peso de camiones y vehículos blindados, a prueba de los envites del violento oleaje y de las fluctuaciones de la marea. Aunque cada uno de estos bloques, denominados «Phoenix», no podía navegar por sí mismo, sí flotaban de forma autónoma y podían sumergirse. Veinte mil obreros navales trabajaron durante meses en varios turnos para construir estas moles anfibias, con las que garantizar la llegada a Francia de doce mil toneladas diarias de suministros[24].

La complejidad del proyecto Mulberry exigió también sus correspondientes rompeolas, llamados «Gooseberries». Se formaron con setenta barcos obsoletos, en su mayoría antiguas glorias de la armada británica, trasladados a Normandía el día de la invasión y hundidos estratégicamente, para formar cadenas de contención con las que proteger los puertos. Por último, quedaba pendiente el no menos importante traslado de los cajones flotantes hasta las playas. Tres mil gabarras y pequeños buques de transporte colaboraron en las distintas fases del laborioso proceso de remolque. Mulberry fue la más espectacular infraestructura que requirió Overlord, pero no la única. El decisivo suministro de petróleo también quedó garantizado a través de un oleoducto submarino, entre Inglaterra y Normandía, conocido como PLUTO[25].

El plan definitivo sobre Overlord se presentó oficialmente en una reunión secreta celebrada el 15 de mayo de 1944 en el St. Paul's School. A la cita asistió un reducidísimo grupo de autoridades, encabezadas por el propio rey de Gran Bretaña, Jorge VI, y el primer ministro Winston Churchill. Eisenhower ahorró los detalles menores y se centró en la explicación pormenorizada de la estrategia. En el desembarco inicial participarían cinco divisiones de infantería (dos británicas, dos estadounidenses y una canadiense), reforzadas por catorce regimientos de carros de combate y la llegada posterior de nuevas divisiones de refresco. En total, 185000 soldados y 20000 vehículos, trasportados en casi 5000 barcos, compondrían la primera expedición aliada a Francia. Unas horas antes, 20000 paracaidistas serían lanzados en la retaguardia alemana, para sabotear sus comunicaciones y hostigar al enemigo desde el interior. Diez mil aviones ofrecerían la cobertura aérea necesaria, bombardeando las defensas alemanas y eliminando la resistencia de la Luftwaffe. El plan estaba firmado por los responsables de los tres ejércitos: el mariscal Bernard Montgomery, comandante en jefe de las Fuerzas Terrestres, el almirante Bertran Ramsey, comandante en jefe de la Fuerza Naval Expedicionaria Aliada y el mariscal del Aire Trafford Leigh-Mallory, comandante en jefe de la Fuerza Aérea Expedicionaria Aliada.

Sólo faltaba decidir la fecha, el único criterio que no dependía directamente del Estado Mayor aliado, sino de un factor aleatorio y por tanto imprevisible: la meteorología. El escenario ideal exigía que el desembarco se realizara cuando la marea estuviera subiendo, con las primeras luces del alba, tras una noche de luna llena y sin inclemencias importantes que afectaran sensiblemente el trayecto por las aguas del Canal. El día 1 de junio, el Día Y, se fijó como el primero a partir del cual todo debía estar preparado para embarcar en el momento en que los partes meteorológicos lo permitieran. Las previsiones señalaron que los días 5, 6 y 7 de junio eran adecuados, especialmente los días 5 y 6. El 7 de junio entrañaba un riesgo de empeoramiento del tiempo. Después ya no se presentaría otra oportunidad hasta dos semanas después. Sometido al caprichoso azar de la climatología, el mando aliado acordó que el Día D sería el Día Y + 4, es decir, el 5 de junio de 1944.

EL DECLIVE DEL ABWEHR

La trascendencia del éxito de Fortitude y del propio desembarco fue directamente proporcional al fracaso que representó para los servicios de inteligencia alemanes, tanto para el Abwehr como para el SD. Sólo se produjo un error, una filtración que no advertía del contenido íntegro de la operación, pero sí daba claves hasta entonces desconocidas para Berlín. Esta fuga no se generó en el núcleo central de los servicios aliados en el Reino Unido, sino que procedía de la remota Embajada británica en Turquía. En ella operaba un espía al servicio de Alemania, un turco de origen albanés de nombre Elyeza Bazna, más conocido por el apodo con el que se consagró como el espía más caro del mundo y la amenaza más seria para los aliados en aquel momento: Cicerón.

Bazna era ayudante personal del propio embajador inglés, con libertad de movimientos y acceso a todas sus dependencias. Eficaz y servil en su oficio como asistente, el diplomático británico no sospechó que sus cualidades incluían también una especial habilidad para acceder a sus documentos oficiales. Cicerón pasó a Berlín informes sobre las conferencias de Casablanca y Teherán y, en fecha tan prematura como enero de 1944, remitió un mensaje advirtiendo de que los aliados habían bautizado como Overlord a la operación de apertura del segundo frente. Noticias de tal magnitud no pasaron desapercibidas para el servicio secreto inglés, que detectó la fuga a tiempo y situó acertadamente su origen en Ankara. Esta información procedía de la delación de un colaborador alemán, Fritz Kolbe, analista de documentos secretos del Abwehr que trabajaba al servicio de la OSS norteamericana desde 1943. Kolbe había interceptado un mensaje de la Embajada alemana en Turquía que evidenciaba la existencia de un topo en la legación británica. La fuga y posterior confesión de una secretaria de la propia legación germana acabó por descubrir a Cicerón. Sin embargo, antes de ser detenido, consiguió evadirse a Sudamérica vía Lisboa con las 300000 libras cobradas por sus servicios, una fortuna que resultó tan inconsistente como la confianza que Alemania había depositado en él. El dinero era falso, idéntico a las libras esterlinas emitidas por el Banco Central del Reich que el Abwehr suministró a Luis Calvo. Sus informes eran tan exclusivos que los analistas alemanes dudaron de su veracidad, desaprovechando así una de las pocas fuentes fiables que Berlín tuvo con acceso a documentación original de la mayor trascendencia.

Exceptuando el caso de Cicerón, Fortitude pudo construir plácidamente su fraude, mientras los cimientos del servicio alemán se derrumbaban, por la incompetencia de muchos de sus miembros y las voraces luchas internas dentro del régimen nazi. El descrédito progresivo de Canaris ante Hitler terminó por inclinar la balanza del lado de sus rivales, muchos y poderosos. El 14 de febrero de 1944 se firmó el decreto de disolución del Abwehr, integrándose su estructura básica en el RSHA, la Central de Seguridad del Reich, con el nombre de Oficina Militar (Militärisches Amt), una definición tan poco ambiciosa como lo era su nueva influencia dentro del burocratizado organigrama nazi. Para completar su disolución efectiva, muchas de sus competencias en el exterior fueron transferidas al SD. El golpe de gracia definitivo de la extinta Abwehr fue el fallido atentado contra Hitler del 20 de julio de 1944. Canaris no fue la única víctima de la ira enfermiza de un Hitler que se creía milagrosamente salvado por un destino divino. El coronel Hansen, su sucesor como responsable de la Milt. Amt, y un conspicuo inspirador de atentados contra el Führer, fue también ejecutado. La caza de conspiradores, reales o no, que siguió al 20 de julio supuso el segundo desmembramiento del servicio secreto alemán en tan sólo seis meses, y minó al Estado Mayor del ejército de un modo tan extenso que ni siquiera los aliados habrían imaginado resultados tan beneficiosos para sus intereses.

Respecto a la sección española del Abwehr, los cambios introducidos desde Berlín afectaron notablemente a su estructura, ya sensiblemente debilitada incluso antes de la dimisión forzada de Canaris. El almirante no sólo tenía rivales en los servicios de seguridad, sino también en el Ministerio de Asuntos Exteriores. El propio ministro Von Ribbentrop era un declarado enemigo, celoso del poder e influencia que el Abwehr tenía en el exterior, en ocasiones en evidente confrontación con la autoridad de la propia representación diplomática. El caso español fue posiblemente el ejemplo más evidente de esta rivalidad. Las diferencias que fueron surgiendo entre el Abwehr y la Embajada se agravaron por la propia personalidad del embajador alemán en Madrid en 1944, Hans Dieckoff, cuñado de Ribbentrop y confeso defensor de sus tesis en oposición a la abultada presencia del servicio secreto alemán en España.

El detonante de la enésima crisis para Canaris se originó tras la ruptura de relaciones diplomáticas entre Argentina y Alemania el 27 de enero de 1944. Dieckoff no perdió la oportunidad de establecer un paralelismo entre la situación de Argentina y la que podría producirse en España si el servicio de inteligencia seguía obstaculizando por la vía de los hechos su misión diplomática. El embajador propuso reducir notablemente el despliegue del Abwehr en la Península y limitar sus operaciones de espionaje. Ribbentrop cursó la petición al máximo responsable del OKW, el mariscal Keitel, recordando el derecho de veto que su departamento debía tener en los países neutrales sobre las actuaciones de otros departamentos. Keitel se dirigió a Canaris y le pidió que viajara a Madrid para discutir personalmente con Dieckoff los detalles de un posible repliegue. Sabiendo éste los numerosos e influyentes aliados con los que Canaris aún contaba en España, intentó y consiguió evitar que la cita se realizara en este país, y propuso un encuentro en la ciudad francesa de Biarritz. El 10 de febrero de 1944 Canaris acudió a la reunión acompañado por el incondicional Leissner y por el coronel Freytag-Loringjoven, responsable de la sección de sabotaje del Abwehr. Dieckoff no se dignó a ir. Envió a varios representantes, entre los que se alzó con voz propia Hebert von Bibra, el hombre del SD en España. El resultado supuso la capitulación del Abwehr en España y la última gestión de su máximo responsable.

Cuatro días después, el Abwehr fue disuelto y Canaris enviado a un puesto administrativo durante seis meses, antes de ser detenido por la Gestapo. Fue también la última vez que pudo ver España, o más bien intuirla desde la proximidad de Biarritz a la frontera, el país donde treinta años antes se había iniciado con éxito como espía y que ahora se convertía en el último testigo de su fracaso. Las consecuencias de este acuerdo fueron inmediatas. Una parte del personal del servicio de inteligencia alemán abandonó la Embajada y se instaló en otros edificios, lo que les privó de la cobertura diplomática que la legación ofrecía. Los intentos de Leissner ante el general Martínez Campos, responsable del servicio de inteligencia militar español, y el general Juan Vigón, ministro del Aire, para que les dotaran de cierta protección fueron inútiles. Poco a poco el Abwehr fue reduciendo su plantilla en España y, con ella, la eficacia que aún hubiera podido tener:

Finalmente en mayo de 1944, por acuerdo entre Ribbentrop y Kaltenbrunner —jefe del RSHA—, los 220 miembros originales de la organización fueron reducidos a 129: 87 de ellos quedarían al amparo de la Embajada y 42 situados en diversos edificios fuera de las dependencias diplomáticas y consulares. La eficacia del servicio, ya muy afectada por los cambios en la dirección, se resintió en gran medida de todo ello. En cualquier caso el Abwehr había entrado en una fase de decadencia irreversible. La pérdida de Francia en septiembre de 1944 y el acercamiento progresivo de los frentes a las mismas fronteras alemanas hicieron cada vez menos necesarios los servicios montados en los países neutrales[26].

La repercusión de estos cambios no afectó directamente a Pujol, pero sí a sus oficiales de enlace en Madrid, Federico y Kuhlenthal, convertidos en los guardianes del mejor aval que aún conservaba el servicio en España y uno de los pocos por los que Berlín seguía mostrando un creciente interés. Los informes enviados por Garbo serían desde entonces casi su único cometido, y ellos los primeros interesados en realzar su importancia ante sus superiores. No es de extrañar que este espíritu autodestructivo en el seno del régimen nazi situara a Alemania con muy pocas opciones de burlar el engaño aliado y conocer sus planes auténticos. Muy pronto conocerían la auténtica magnitud de su equivocación, pero entonces ya sería demasiado tarde. Desde aquel 6 de junio de 1944 Alemania sólo tuvo capacidad para resistir y retroceder.