Este libro es una reflexión en torno al recuerdo, el mito y la utopía. En mi adolescencia, el mito era para mí el Tour de Francia y, más concretamente, el ciclista italiano Fausto Coppi, que me fascinaba, porque reunía todos los atributos de un héroe mítico. En 1949, cuando alcanzó su primera victoria, yo tenía trece años; cuando logró la segunda, ya había cumplido los dieciséis. Y cuando Federico Bahamontes, «el águila de Toledo», se impuso en el Tour de Francia de 1959, hacía un tiempo que mi adolescencia había quedado atrás (si bien es cierto que en el corazón de todo ser humano siempre, en algún rincón, late adormecido ese adolescente que alguna vez fuimos). Por aquel entonces, yo ya era menos sensible —o al menos estaba menos atento— a la dimensión mítica de los héroes del Tour, del Giro y de la Vuelta. Para evocar el deporte ciclista y a sus héroes, sólo hago referencia en esta obra a ese breve momento de mi primera juventud en que aún sentía instintivamente la grandeza épica de esa lucha en la que se medían los «gigantes de la carretera». Cuando surgió, Bahamontes mostró espectacularmente todas las cualidades de un héroe de epopeya, pero yo ya no era el mismo. A mis ojos, Anquetil y luego Hinault no fueron más que grandes campeones, no mitos. Ciertamente, el deporte posee una fuerza capaz de obrar el milagro de que el mito renazca, sólo que éste reverdece, eternamente joven, para otras generaciones. Y así, nos enseña a aceptar el paso del tiempo. El mito de antaño adquiere las tonalidades del recuerdo y ese mito del ayer, para mí, como digo, fue italiano. No obstante, si volvemos nuestra mirada hacia el futuro, el mito se reviste con los colores de la utopía. Nuestra juventud ya no retornará y ¡ay! es muy probable que nunca lleguemos a ver ciudades en las que sólo se circule en bicicleta. Pero tal vez sí podamos, colectivamente, acercarnos a ese ideal, así como podemos, individualmente, aproximarnos al pasado apelando a la memoria. En ambos casos, se trata de intentar rememorar el mito para desmitificarlo, y así —si todo sale bien— hacerlo realidad.

Marc Augé