Esta novela narra una historia ficticia, con personajes ficticios, pero, como el resto de mis obras, muchas de las cosas que el libro recoge no son fruto de la invención.
Son verdaderas.
Es verdad que hay documentos de Al-Qaeda y declaraciones de sus dirigentes que revelan la intención de hacer estallar un dispositivo nuclear. Es verdad que, con cincuenta kilos de uranio altamente enriquecido, cualquier persona con conocimientos de ingeniería puede montar una bomba nuclear en poco más de veinticuatro horas y en un garaje. Es verdad que es posible conseguir uranio altamente enriquecido o plutonio en países con medidas de seguridad deficientes. Es verdad que se han producido varios robos de material nuclear en instalaciones rusas, entre ellas Mayak. Es verdad que Pakistán exportó tecnología nuclear a otros países islámicos, y que Bin Laden y otros dirigentes de Al-Qaeda se entrevistaron con los científicos del país. Es verdad que más de ciento cincuenta versículos del Corán están dedicados a la yihad.
Ninguno de los diálogos de los personajes de esta novela refleja mi opinión sobre el islam. Sólo exponen las diferentes perspectivas que existen sobre esta importante religión, con una lógica atención a la perspectiva radical o fundamentalista. Por su parte, las citas del Corán o de los ahadith que establecen el ejemplo del Profeta son genuinas. A estos efectos, he usado la traducción del Corán al portugués de Américo Carvalho, editada por Publicacões Europa-América en 2002. Sólo he introducido una pequeña alteración en la forma, no en el contenido, en una referencia incluida en la sura 8, versículo 16, y en otra en la sura 4, versículo 34, siguiendo el consejo de un mulá musulmán para quien el cambio refleja mejor el original árabe. Por su parte, las citas de los ahadith son traducciones mías a partir de traducciones inglesas del árabe[2].
También he usado otras fuentes. En primer lugar, textos de los mentores del islamismo radical o fundamentalista, que consulté en versión inglesa. Los principales fueron: Jihad, del egipcio Hasan Al-Banna, fundador de la Hermandad Musulmana, que fue asesinado en 1949; sobre todo, Milestones Along the Road, escrito en prisión por el también egipcio Sayyid Qutb en 1964, considerado el texto fundamental de los islamistas modernos. Qutb, que sucedió a Al-Banna al frente de la Hermandad Musulmana, fue ejecutado en 1965, precisamente por haber publicado este libro.
Otras obras, que siguieron la estela de los textos de Al-Banna y de Qutb, y que también he consultado son :Defense of Muslim Lands y Join the Caravan, del jeque Abdullah Azzam, uno de los mentores de Osama bin Laden; The Virtues of Jihad, del maulana Mohammed Massod Azhar; Ruling by Manmade Law, de Abu Hamza Al-Masri; y Jihad in the Qur’an and Sunnah, del jeque Abdullah bin Muhammad bin Humaid.
Para entender Al-Qaeda y conocer el pensamiento de su líder he empleado dos opúsculos escritos por el propio Osama bin Laden, titulados Declaration of War on America y Exposing the New Crusader War, así como la entrevista que concedió a ABC News en 1998. En relación con este tema, también han sido de gran utilidad los libros :Al Qaeda, de Jason Burke, y The Secret History of Al-Qaeda, de Abdel Bari Atwan. Ambos me proporcionaron datos relativos a Bin Laden y a los campos de entrenamiento de Al-Qaeda en Afganistán. Sin embargo, sobre este aspecto en particular, la obra más importante ha sido, sin duda, Mi vida en Al Qaeda: memorias de un espía occidental, de Omar Nasiri (traducción de Diana Hernández Aldana, Barcelona, Ediciones El Andén, 2007).
Otras referencias que me gustaría destacar son :Terror in the Name of God, de Jessica Stern; Who Becomes a Terrorist and Why, un informe que Rex Hudson preparó en 1999 para el Gobierno estadounidense ;El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, la célebre obra de Samuel Huntington (traducción de José Pedro Tosaus Abadía, Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica, S. A., 2005); El fin de la fe: religión, terror y el futuro de la razón, de Sam Harris (traducción de Félix Lorenzo Díaz Buendía, Barcelona, Editorial Paradigma, S.L., 2007; Sobre o islão, de Ali Kamel; La crisis del islam: guerra santa y terrorismo, de Bernard Lewis (traducción de Jordi Cotrina Vidal, Barcelona, Ediciones B, S. A., 2003); y, por último, God’s Terrorists. The Wahhabi Cult and the Hidden Roots of Modern Jihad, de Charles Allen.
Respecto a las obras generales sobre el islam, además del propio Corán, he usado como referencia: O Islão, de Akbar Ahmed; Islam: Faith, Culture, History, de Paul Lunde; y también Diccionario de civilización musulmana, de Yves Thoraval (Barcelona, Larousse Editorial, S. A., 1996).
También he consultado obras que analizan la faceta bélica del islam. Las más importantes han sido: Journey Into the Mind of and Islamic Terrorist e islam and Terrorism, de Mark Gabriel; y The Truth About Muhammad, de Robert Spencer. Estos autores utilizaron seudónimos, ya que temían revelar su verdadera identidad, algo que me parece inquietante y sintomático en relación con la libertad de expresión.
En cuanto a la cuestión nuclear, mis obras de cabecera han sido: The Atomic Bazar, de William Langewiesche; Nuclear Terrorism - The Ultimate Preventable Catastrophe, de Graham Allison; The Four Faces of Nuclear Terrorism, de Charles Ferguson y William Potter; The Seventh Decade: The New Shape of Nuclear Danger, de Jonathan Schell; America and the Islamic Bomb: The Deadly Compromise, de David Armstrong y Joseph Trento; Deception: Pakistan, the United States and the Secret Trade of Nuclear Weapons, de Adrian Levy y Catherine Scott-Clark; The Nuclear Jihadist: The True Story of the Man Who Sold the World’s Most Dangereous Secrets… How We Could Have Stopped, de Douglas Frantz y Catherine Collins; y, por último, Shopping for Bombs: Nuclear Proliferation, Global Insecurity, and the Rise and Fall of the A. Q. Khan Network, de Gordon Corera.
No puedo dejar de reconocer la valiosa contribución de varias personas a esta obra. El primer agradecimiento es para los dos musulmanes que revisaron la novela: Paulo Almeida Santos, uno de los miembros más antiguos de Al-Qaeda, interlocutor de Bin Landen y autor del primer atentado del movimiento en Europa; y un amable clérigo, que conoció a los muyahidines en Afganistán y Pakistán y que, aunque me ayudó a confirmar que el libro presenta la visión real que los fundamentalistas tienen del islam, ha preferido mantenerse en el anonimato.
Tengo que estar agradecido también a José Carvalho Soares, profesor de Física de la Universidad de Lisboa e investigador del Centro de Física Nuclear, por su revisión de los aspectos relativos a la ingeniería de la construcción de una bomba nuclear; a Evgueni Mouravitch, que ha sido una vez más de gran utilidad para todo aquello que tenía que ver con Rusia en esta obra; a Ali Zhan, mi ilustrado guía musulmán ismaelita en Peshawar y Lahore; a Hussein, que me mostró El Cairo islámico y copto; a Mohammed, que me llevó al templo de Hatshepsut, donde, en 1997, Al-Jama’a Al-Islamiyya perpetró la masacre de Luxor; a mi editor, Guilherme Valente; y a todo el equipo de Gradiva, por su dedicación y profesionalidad; y, como siempre, por encima de todo, a Florbela.