Yo comprendía la mayor parte de aquellas señales, y procuraba demostrarle que estaba muy contento con él. Luego traté de hablarle y de enseñarle a contestarme. Traté también de hacerle comprender el nombre que le había puesto, que era el de Viernes, por ser éste el día de la semana en que le salvé la vida. Le enseñé también a llamarme amo y a decir y no, haciéndole comprender lo que significaban dichas palabras. Enseguida le presenté leche en una especie de vaso de barro y le hice verme beber antes y mojar pan en ella, le di un pedazo de pan para que pudiese hacer lo mismo, lo que hizo enseguida, y me dio a entender que le gustaba mucho.

Daniel Defoe

Aventuras de Robinson Crusoe