II

Gregori Mandino cogió el teléfono después de que sonara tres veces. Tenía la esperanza de que fuera Pierro, con la noticia de que había descifrado el diagrama de la piedra, pero la llamada era de Antonio Carlotti, su ayudante.

—Noticias inesperadas, capo —comenzó Carlotti—. ¿No me dijiste que era probable que el inglés y su ex mujer hubieran abandonado ya Italia para regresar a Gran Bretaña?

—Sí. ¿Por qué?

—Seguimos teniendo activo el programa de control de Internet, y se han realizado algunas búsquedas relevantes desde Santa Marinella.

—¿Desde dónde?

—Santa Marinella. Es una pequeña localidad costera al noreste de Roma.

—¿A qué búsquedas te refieres? —preguntó Mandino.

—Más o menos las mismas que detectamos desde Cambridge, y estas proceden de una conexión de red inalámbrica de un pequeño hotel de la ciudad. Eran búsquedas detalladas de cualquier cosa relacionada con Nerón y con Marco Asinio Marcelo.

—Ese debe de ser Bronson. ¿Qué demonios sigue haciendo en Italia? ¿Y por qué continúa siguiendo este rastro? ¿Cuándo se registraron estas búsquedas? ¿Hoy?

—No, ayer por la tarde. Y hay un par de incidencias más. A esas búsquedas le siguió otra de un groma. Es una herramienta de medición antigua que utilizaban los romanos. Y hemos registrado otra actividad en la misma red. Alguien ha descargado el programa Google Earth. Ese es el…

—Ya sé lo que es, Carlotti. ¿Qué zonas consultaron?

—No lo sabemos, capo. Una vez que el ordenador accedió al servidor de Google Earth, no pudimos controlar sus actividades. El usuario estaba trabajando en un sistema cerrado.

—Esto me huele mal. Bronson todavía por la zona. Que esté intentando averiguar algo acerca de técnicas de medición romanas, y el hecho de que utilizara después el Google Earth puede significar que está detrás de algún tipo de rastro. ¿Alguna cosa más?

—Sí. En cuanto me enteré de estas búsquedas, le pedí a uno de mis contactos de la zona de Santa Marinella que averiguara quién se había alojado en el hotel de allí. Me ha llamado hace pocos minutos, y me ha dicho que anoche estuvieron allí dos huéspedes ingleses (un hombre y su esposa), pero que el personal del hotel no dispone de sus nombres porque pagaron la cuenta en efectivo. Lo único que recuerda el recepcionista es que pasaron la mayor parte de la tarde en su habitación. También saben que utilizaron Internet porque les cobraron por ello. Conducían una Renault Espace matriculada en Gran Bretaña y salieron por la mañana temprano.

—Eso confirma entonces que se trata de Bronson. ¿Qué hiciste?

—Le he dado el chivatazo a uno de mis contactos en los Carabinieri. Pero la última noticia es la que más me ha preocupado, teniendo en cuenta lo que ha ocurrido con el pergamino.

—Cuéntame.

—De acuerdo con un de mis contactos en los Carabinieri, esta mañana ha sido alquilado un Toyota Land Cruiser en un taller de San Cesáreo, cerca de Roma, por una mujer llamada Ángela Lewis, que ha pagado dos días de alquiler mediante tarjeta de crédito.

—Maldita sea —masculló Mandino.

—Parece que Bronson está siguiendo el mismo rastro que nosotros, aunque no entiendo cómo —dijo Carlotti—. ¿Estás seguro de que la piedra de la casa no ha sido expuesta con anterioridad?

—Definitivamente no, pero de alguna forma debe de haberse hecho con otra copia del diagrama que muestra la ubicación del enterramiento. Y si ha alquilado un todoterreno, ha debido de averiguar por dónde iniciar su búsqueda. Espera un momento —dijo Mandino, al recordar otra cosa—. ¿Me has dicho que el Toyota fue alquilado en San Cesáreo esta mañana?

—Sí.

—Bueno, al menos eso nos proporciona un punto de partida. Haz que los Carabinieri busquen el Toyota.

—Ya lo he hecho, capo. ¿Alguna cosa más?

—No. Hasta que averigüemos adonde se dirige, no podemos hacer otra cosa.

Mandino colgó, y marcó el número de Rogan.

—Pásale el teléfono a Pierro —le ordenó, en cuanto Rogan contestó al teléfono.

—Pierro.

—Mandino. ¿Ha tenido suerte con el diagrama?

—Todavía no, pero estoy seguro de que con un poco de tiempo podremos…

—No disponemos de tiempo —dijo Mandino con brusquedad—. Acabo de enterarme de que Bronson ha alquilado un todoterreno en un taller al este de Roma, y eso podría significar que ya ha descifrado el diagrama. ¿Dónde ha estado buscando?

—Sobre todo por el norte de la ciudad, porque creo que Marcelo tenía propiedades por esa zona.

—Me da la impresión de que Bronson ha sido mejor que usted en esto, Pierro, y se supone que usted es el experto. Le sugiero que comience a buscar algún lugar al este de Roma, y rápido. Si Bronson encuentra la tumba antes que nosotros, me sentiré muy contrariado, y realmente usted no quiere que ocurra eso. Ya sabe lo que está en juego.