III

—¿Estás de broma? —dijo Bronson.

—No lo estoy —contestó Ángela—. Mira estas fechas. Me dijiste que la casa de los Hampton se construyó aproximadamente a mediados del siglo XIV. Eso fue alrededor de cien años antes de la caída de Montségur, y más o menos veinticinco años después de que fuera ejecutado el último parfait cátaro conocido.

»Y una vez en Italia, su principal prioridad consistía en ocultar su «tesoro», la «verdad» que lograron sustraer de manera clandestina de Montségur al final del asedio, a fin de esconderlo en un lugar seguro. Necesitaban un escondite permanente, algún lugar que perdurara, y no solo un agujero escondido en la tierra. Creo que decidieron ocultar la reliquia en algún lugar permanente, o al menos en algo que pudiese durar mucho tiempo, y una clara opción era una sólida casa, probablemente en los cimientos, para que las reformas típicas que se realizan en una vivienda no la destaparan.

»Pero tampoco deseaban enterrarlo para que nunca fuese recuperado, ya que se trataba del documento más preciado que poseían, y debían de tener la esperanza de que algún día su religión resurgiera. Así que, quienquiera que escondiese la reliquia debió de dejar un indicador, algún tipo de pista, que más tarde permitiese a alguien que conociera la religión cátara, descifrar el mensaje codificado, a fin de recuperarlo. Si estoy en lo cierto, entonces esa era la función de la inscripción en occitano.

Bronson dejó de mirar hacia la relajante autovía que tenía delante y dirigió a su ex mujer una mirada. Tenía las mejillas enrojecidas de la emoción ante su descubrimiento, y aunque él siempre había sentido un enorme respeto hacia su habilidad analítica y experiencia profesional, la forma en que había analizado el problema y llegado a una conclusión lógica (aunque prácticamente increíble), lo había dejado atónito.

—De acuerdo, Ángela —dijo él—, lo que dices tiene sentido. Siempre le encuentras un sentido a todo, pero, ¿qué posibilidades hay de que la segunda casa de los Hampton en Italia fuera la ubicación elegida? No sé, de alguna forma me parece poco probable.

—Pero tesoros, de los de verdad, ha habido en todas las épocas, y a menudo en los lugares más insospechados. Mira el tesoro de Mildenhall. En 1942 un labrador se encontró la mayor colección de plata romana jamás descubierta en medio de un campo del este de Inglaterra. ¿Te parece acaso algo probable?

»Además, ¿qué otra explicación puede haber para la piedra tallada? Las fechas concuerdan a la perfección; parece que la piedra tuvo un origen cátaro, y ha permanecido en la casa desde que el lugar fue construido. El hecho de que la inscripción haya sido escrita en occitano muestra un vínculo evidente con la zona del Languedoc, y el contenido de los versos solo tiene sentido si conoces y entiendes a los cátaros. Existe también una enorme probabilidad de que un «tesoro» cátaro fuera extraído clandestinamente de Montségur. De ser eso cierto, tuvo que ser escondido en algún sitio, así que, ¿por qué no en una casa?