Cuando por fin se quedaron solos, el silencio fue ascendiendo por la habitación como las burbujas en el champán frío. Chen se movió ligeramente en su asiento y contempló a través de la ventana el paseo de losas multicolores, una larga pasarela curvada sobre el agua reluciente. Al cabo de un minuto, se volvió hacia Lianping para romper el silencio que los envolvía.
—Siento la interrupción de Gu. A veces se pone a hablar de esa manera y no hay quien lo aguante. Pero estaba seguro de que aquí tendríamos privacidad.
—No tienes por qué disculparte. Gu es un empresario muy importante. Hasta ahora siempre había rechazado mis solicitudes para entrevistarlo, así que agradezco la oportunidad de haber coincidido con él otra vez. —A continuación, Lianping añadió—: No creo que vuelva a negarse cuando se lo pida de nuevo, ya que soy amiga del inspector jefe Chen.
—Resulta irónico, ¿verdad? Los estrechos contactos del inspector jefe Chen con los Bolsillos Llenos —dijo Chen con una sonrisa amarga—. En el supuesto de que escribas sobre este asunto algún día, deja que me asegure de que conoces la historia auténtica. Es cierto que Gu me pidió que tradujera el plan comercial de la empresa Nuevo Mundo, y también que me pagó generosamente. Pero no hagas caso de todo lo demás que ha contado.
—Aun así, cree que te debe un favor.
—Es posible, pero si yo lo ayudé a él, él también me ayudó a mí en mi trabajo. Su ayuda fue especialmente valiosa cuando estábamos investigando unos asesinatos en serie.
—Así que sois colegas y os ayudáis el uno al otro.
—Lo que tú digas, Lianping —repuso Chen, levantando su taza de té—. Además de por la interrupción de Gu, también quiero disculparme por no haber cumplido mi palabra.
—¿A qué te refieres?
Lianping se lo quedó mirando con expresión confundida.
—Cuando Gu irrumpió en la sala estabas contándome la proposición de matrimonio que te ha hecho Xiang. ¡Enhorabuena! Te deseo lo mejor, Lianping. —Chen hizo una pausa, dirigió una mirada al anillo que la periodista llevaba en el dedo y luego siguió hablando—. Aquella tarde, en Shaoxing, pensé que tendría la oportunidad de sentarme contigo bajo un toldo negro en el futuro, pero ahora ya no es posible. Ésa era mi intención cuando te invité, hasta que nos interrumpió aquella llamada telefónica inesperada. ¿Te acuerdas?
—Te llamó un médico del Hospital de China Oriental, por lo que recuerdo. Me dijiste que tu madre estaba ingresada allí.
—Sí, pero aquel día ya le habían dado el alta. La llamada telefónica tenía que ver conmigo.
—¿Contigo? —preguntó Lianping, y luego se apresuró a preguntar—: ¿No será nada grave, verdad, Chen?
—No, estoy bien. No tenía que ver con mi salud. Ya sabes qué clase de gente ingresa en ese hospital, ¿no? Los pacientes suelen ser cuadros de alto rango y algún que otro Bolsillos Llenos. Hay salas especiales reservadas exclusivamente a los cuadros más altos del Partido. Mi madre fue una rara excepción debido a mi relación personal con uno de los médicos, llamémosle doctor H., al que casualmente conozco desde hace tiempo.
—Ya sé que es un hospital para cuadros altos. Hace algunos meses intenté entrevistar a alguien que estaba ingresado allí, pero ni siquiera me permitieron meter la nariz. ¿Por qué? Porque un destacado líder del Partido de Pekín estaba allí aquel día.
—Bueno, la cuestión es que el mismo día en que recibí la llamada, pero por la mañana, el doctor H. entró en una sala especial en la que estaba ingresado Qiangyu mientras los médicos le hacían un chequeo rutinario…
—¿Qiangyu, el primer secretario del Partido en Shanghai?
—El mismo. El doctor H. no pudo evitar echar una mirada curiosa a su alrededor, y se fijó en una página desplegada junto al fax. Para su asombro, el doctor H. vio mi nombre en esa página y, lo creas o no, le sacó una foto con su móvil.
—¿Qué? ¿El médico se arriesgó tanto por ti?
—La cadena de causalidades del yin y el yang fuera de lugar puede ser muy larga. El doctor H. creía que me debía un gran favor, pero ésa es otra historia. La cuestión es que el fax resultó ser una propuesta por parte de Qiangyu para despojarme de mi cargo en el Departamento de Policía de Shanghai y nombrarme portavoz del Congreso Nacional del Pueblo en Pekín. Sería un cambio drástico, aunque por lo que sé el cargo de portavoz del Congreso tiene el mismo rango en el Partido que el de inspector jefe.
—¿Pero por qué te tienen que destinar a otro puesto?
—Según ese fax, Qiangyu me recomendaba por mi imagen poco ortodoxa y mi dominio del inglés. Además, consideraba innovadora mi forma de actuar en el Departamento de Policía, aunque no sintonizara siempre con el énfasis político de las autoridades del Partido. Huelga decir que este traslado sólo sería un primer paso. Quién sabe lo que vendría después.
»Al menos, eso fue lo que me dijo el doctor H. por teléfono aquella tarde.
Lianping no supo qué responder.
El siniestro silencio que invadió la habitación les permitió oír el golpeteo del agua contra el malecón y el chirrido de las gaviotas blancas que sobrevolaban los barcos. Poco después, el ulular de una sirena atravesó la penumbra.
—En realidad, este nuevo cargo sería, como mucho, decorativo —dijo finalmente Chen—. Nadie le prestará demasiada atención, así que pronto se olvidarán de mí. Y entonces, les será fácil hacerme desaparecer completamente. Esta hipótesis no es ninguna novedad. Después de recibir la llamada del doctor H. aquella tarde, recordé un antiguo proverbio: «Cuando navega por el río, una estatua de Buda hecha de barro no puede protegerse». Así que pensé que no tenía sentido arrastrar a otros al agua enfangada conmigo.
Lianping lo miró y dijo:
—Por eso quisiste ir de repente a la cena del festival, ¿no?
—Sí, pensé que sería mejor que me dejara ver por allí, y así demostrar que había ido a Shaoxing para asistir al festival.
—Pero has estado haciendo un trabajo excelente, Chen. De hecho, te asignaron el caso por tu extraordinaria labor al frente de la brigada de homicidios…
—Todo esto guarda relación con el caso.
—¿Por qué?
—No te lo he contado en detalle, Lianping, porque es un asunto muy complicado. Para empezar, los distintos elementos del caso apuntan en un sinfín de direcciones posibles. Además, hay demasiadas personas trabajando en la misma investigación: Jiang, del gobierno municipal; Liu, del Comité Disciplinario Municipal del Partido; Sheng, de Seguridad Interna, y también la brigada del Comité Central de Disciplina del Partido en Pekín, por no mencionar al subinspector Wei y a mí, en representación del Departamento de Policía. Cada uno de estos investigadores enfoca el caso desde su perspectiva y tiene sus prioridades.
—En eso tienes razón. Precisamente esta mañana he oído algo acerca de la posible misión de la brigada de Pekín. Pero seguro que tú ya estás al corriente. Continúa, por favor.
—Podemos intercambiar información sobre la brigada de Pekín más tarde. En cuanto al caso de Zhou, cuando empecé a investigar junto a Wei yo tenía mis reservas. Después de todo, no se podía descartar que alguien que se encontrara en la situación de Zhou quisiera suicidarse. Puede que me hubieran destinado al caso como asesor especial por motivos políticos, o, como dijo el subinspector Yu, para que respaldara la conclusión inevitable de que había sido un suicidio. En opinión de Jiang, el suicidio de Zhou estaba directamente relacionado con la detención shuanggui a la que fue sometido. Sin embargo, el subinspector Wei no creía que fuera así, y se tomó la investigación muy en serio. Wei sugirió varias teorías sobre la muerte de Zhou, así como una lista de sospechosos que podrían haber decidido acabar con Zhou. No obstante, a mí me parecía que ninguno de ellos tenía motivos suficientes para asesinarlo en un hotel tan vigilado como el Moller. Quiero que algo quede muy claro: aunque me nombraron asesor en la investigación, fue Wei el que hizo casi todo el trabajo.
»Entonces, en plena investigación, Wei murió en un “accidente de tráfico”, lo que me llevó a preguntarme si su muerte estaría relacionada con la de Zhou.
—¿Así que viniste a visitarme a las oficinas de Wenhui —preguntó Lianping en voz baja— a causa de la investigación?
—Soy policía —respondió él, soslayando la pregunta—. Fui hasta allí para inspeccionar el lugar del accidente y quería hablar con alguien que conociera la zona. Lo que me contaste mientras estábamos en la cafetería de Wenhui me ayudó mucho. Según tu análisis, en aquel cruce es muy poco probable que un coche aparcado pase en cuestión de minutos de estar parado a atropellar a alguien a gran velocidad de forma accidental. Sin embargo, no me parece aconsejable hablar de esto contigo en detalle. Espero que lo entiendas.
—Lo entiendo, no te preocupes. Lo que te dije es de sentido común, pero tampoco hay que descartar que se tratara de un accidente. ¿Cómo puedes probar que la muerte de Wei está relacionada con la investigación?
—Estrictamente hablando, la teoría de que Wei murió asesinado es tan poco plausible como la teoría del accidente. El todoterreno estaba aparcado en la calle Weihai, a unos cien metros de la esquina. Wei caminaba en una de las varias direcciones posibles: o bien andaba en línea recta a lo largo de Weihai hacia el oeste, o tomaba Weihai desde el sur, o lo hacía desde el norte. Teniendo en cuenta el tiempo que tarda un semáforo en ponerse verde, a Wei le habría llevado como mucho uno o dos minutos llegar hasta el punto en el que lo atropellaron. ¿Cómo pudo el conductor del todoterreno haber visto a Wei desde aquella distancia, haber arrancado, haber conducido a toda velocidad hasta allí y haberlo atropellado? A menos, claro está, que otros conocieran de antemano los planes del subinspector Wei. El todoterreno podría haber estado esperando su llegada, y otra persona podría haber seguido a Wei para avisar al conductor.
—Suena muy complicado.
—Por eso resulta tan alarmante. ¿Y quién podría haber conocido la agenda de Wei? Hablé con su mujer, la cual no sabía nada de los planes de su marido para aquel día. Según sus compañeros, Wei ni siquiera fue a comisaría aquella mañana. Se lo pregunté al secretario del Partido Li y me respondió con evasivas, diciendo que no podía recordar si Wei lo había llamado aquella mañana…
Alguien llamó suavemente a la puerta, y desde el otro lado anunció «Platos fríos».
Una camarera joven ataviada con un vestido mandarín de seda escarlata entró en la habitación. Colocó seis platillos con manjares refinados sobre la mesa y comenzó a describirlos con desparpajo.
—Anguilas de arrozal crujientes fritas en abundante aceite, gambas de río vivas en agua salada, tofu casero mezclado con cebolleta y aceite de sésamo, dátiles rellenos de arroz glutinoso, cerdo de xiao en lonchas y tendones transparentes de buey con especias. Todos estos platos son típicos de la auténtica cocina de Shaoxing. Se trata de un estilo casero que ahora tiene mucha aceptación, y todos los ingredientes son frescos y orgánicos. El señor Gu insiste en que sea así. También tienen una botella de champán en la cubitera.
—¿Cocina de Shaoxing? —preguntó Lianping, mirando a Chen.
—Es lo que pedí cuando llamé a Gu para reservar la habitación —respondió Chen.
—Muy chino todo —dijo Lianping— salvo el champán.
—¿Quieren que les traiga vino de arroz de Shaoxing? —ofreció la camarera—. Tenemos un Rojo Doncella de dieciocho años.
—Me parece muy bien.
La camarera salió del reservado con paso ligero, llevándose la cubitera con el champán.
—¿Por qué le pediste a Gu que prepararan platos de Shaoxing?
—¿Te acuerdas de la cena del festival?
—Sí, nada más aparecer tú empezaron a pulular a tu alrededor un montón de escritores conocidos y no tan conocidos, además de varios funcionarios de la Asociación de Escritores de la ciudad. Te sentaron a la mesa de los invitados distinguidos y tú eras el más distinguido de todos, todo el mundo brindó por ti.
—No era en absoluto lo que quería. No insistí en que te sentaran a mi lado, Lianping, porque no tenía ni idea de cuánto tiempo seguirían «distinguiéndome». Puede que no hubiera sido bueno para ti —explicó Chen con tono sombrío—. Pero aquella tarde estuve pensando en lo mucho que me gustaría una comida a base de platos y vino de Shaoxing servida a bordo de un barco de toldo negro, solos tú y yo.
La camarera volvió con una pequeña vasija de tapa roja y unas tazas.
—Aún quedaba una.
Nada más quitarle la tapa a la vasija, un aroma embriagador invadió la habitación. La muchacha vertió el vino con habilidad en dos delicadas tazas de porcelana blanca.
—Si pulsan el botón de arriba de la pared, se encenderá una lucecita roja fuera del reservado. Esa luz roja es como los carteles de NO MOLESTEN en un hotel. Cuando estén listos para comer los platos calientes, pulsen el botón de abajo —explicó la camarera. A continuación se despidió con una grácil inclinación de cabeza y salió del reservado cerrando la puerta tras de sí.
Mientras contemplaba el vino ambarino de su taza, Chen dijo:
—Según una antigua tradición popular, cuando nace una niña, su familia entierra una vasija de vino de arroz. En el día de su boda, al cabo de muchos años, desentierran la vasija. Es un vino muy especial.
—Tiene dieciocho años, es muy difícil de conseguir.
—Brindo para disculparme por haberme perdido la comida contigo en el barco aquel día —dijo Chen, apurando el contenido de la taza.
—No digas eso —repuso ella, avergonzada—. Ahora lo entiendo todo. Debería ser yo la que se disculpa, pero volvamos a lo que estabas diciendo antes de que llegara la camarera.
—Estaba hablando sobre lo que hizo Wei aquel día. Aunque yo no lo supiera, alguien debía de saberlo. Quise comprobar el registro de sus llamadas, pero no encontraron su móvil en el lugar del accidente. Tardé días en conseguir una lista y una grabación de las llamadas que Wei había hecho aquella mañana. Resulta que sí que habló con el secretario del Partido Li sobre sus planes para aquel día. Le dijo a Li que había algo que no encajaba en el interrogatorio al camarero del hotel, y que lo investigaría más a fondo. Así que Wei le comunicó que pensaba ir al hotel, y desde allí al Diario Wenhui.
—¿Pensaba ir a las oficinas de Wenhui? ¿Por qué?
—Según su mujer, Wei le pidió que examinara varias veces la fotografía de Zhou que apareció en el Diario Wenhui. La fotografía era demasiado pequeña, y tenía una resolución demasiado baja para que se pudiera distinguir la marca de los cigarrillos. Por lo que sé, puede que Wei hubiera ido hasta allí para reunirse con cualquier empleado del periódico, incluso contigo.
—¿Conmigo?
—Bueno, no mencionó nada en concreto en la llamada. Existe la posibilidad de que quisiera comentar algo con tu colega de la sección de sucesos.
—Sí, es posible —dijo Lianping con aire pensativo—, pero ¿tú crees que el secretario del Partido Li…?
—Me inclino más a pensar que Li no estaba involucrado directamente en la conspiración. Pero debió de revelar los planes de Wei a algún superior, aunque en aquel momento no fuera consciente de las consecuencias que eso podría tener.
—¿Algún superior? ¿De quién crees que podría tratarse?
—No lo sé. Posiblemente de Jiang, o de algún alto cargo en el gobierno municipal. Eso también explicaría la afirmación de Li de que Wei murió en un accidente de tráfico. Si investigaban la muerte de Wei, el propio Li podría resultar incriminado —explicó Chen, partiendo una anguila de arrozal crujiente frita en abundante aceite—. Pero, como te decía, Wei debió de adoptar un enfoque que provocó el pánico en alguna gente. Tenían que sacárselo de encima, lo que significa que ahora yo ya no puedo echarme atrás.
—¿Y cómo es eso? Tú sólo eres un asesor en este caso, ¿no?
—Me siento responsable de la muerte de Wei. Quise que tuviera libertad de acción, así que le insté a seguir adelante sin informarme de los pasos que diera. Al parecer, eso es lo que hizo, pese a que en este caso están involucradas algunas personas intocables. Luego hubo un fallo de comunicación entre nosotros, y además yo estuve enfermo aquel fin de semana. El lunes siguiente Wei murió en el supuesto «accidente de tráfico».
»Al ocurrir después de la de Zhou, la muerte de Wei me proporcionó nuevas vías de investigación. Si Zhou fue asesinado en un hotel bien vigilado por razones desconocidas, Wei debió de estar a punto de descubrir esas razones, y por ello también lo mataron a él. Presentar la muerte de Wei de forma que pareciera un accidente requería planificación y recursos, por lo que es razonable dar por sentado que había gente poderosa involucrada.
»Sólo he encontrado dos pistas en la llamada que el subinspector Wei le hizo al secretario del Partido Li aquella mañana. Una es el interrogatorio al camarero del hotel. La otra es la visita que Wei pensaba hacer a Wenhui. Dejemos la última a un lado de momento, porque el abanico de posibilidades es demasiado amplio. Pero, con respecto al interrogatorio, conseguí la cinta en la que se grabó. La he escuchado infinidad de veces, aunque no he sacado nada en claro.
»Por lo que sé, una vez sometido a la detención shuanggui, Zhou ya era “tigre muerto”. El Gobierno no quería que la gente conociera los detalles de lo que Zhou había hecho, pero sacar a la luz las actividades corruptas de un funcionario del Partido no es noticia en nuestro socialismo con características chinas, y las pruebas de la corrupción de Zhou ya habían sido reveladas en internet. Así que tenía que haber algo más, algo que angustiaba a los superiores de Zhou y que les provocó un ataque de pánico cuando sospecharon que el subinspector Wei se estaba acercando demasiado.
—¿Y de qué podría tratarse?
—Pensé en ponerme en contacto con el camarero del hotel, pero desde que la brigada del Comité Disciplinario del Partido en Pekín llegó al Villa Moller, el hotel se ha convertido en un lugar demasiado peligroso para mí. La muerte de Wei es una lección que no debo olvidar. Los culpables están ocultos en la oscuridad, observando, por lo que debí actuar sin llamar la atención.
»Entretanto, tuve que seguir nuevas vías de investigación. Ahora no es el momento de entrar en detalle. Aunque la muerte de Wei me impedía abandonar el caso, la obstinada persistencia por sí sola no siempre produce resultados. A veces los avances se deben únicamente a la suerte, así que te estoy muy agradecido, Lianping, por tu ayuda en esta investigación tan difícil.
—¿Qué quieres decir, Chen?
—Me proporcionaste una buena introducción general a los secretos más sórdidos del mercado inmobiliario. Tu perspectiva y tus comentarios sobre la resistencia y las revelaciones en el ciberespacio también me fueron útiles. Pero lo que más me ayudó fue el hecho de que me presentaras a Melong.
—¿A Melong?
—Sí. Sus conocimientos informáticos me condujeron hasta un vínculo importantísimo que había pasado por alto y, a partir de ahí, a un descubrimiento inesperado en Shaoxing. Los acontecimientos posteriores supusieron una auténtica sorpresa para mí.
—Me he perdido otra vez, Chen —dijo Lianping—. Fuiste a Shaoxing para asistir al festival, ¿no?
—A decir verdad, cuando me sugeriste que fuera allí recordé algo que había leído pero que casi había pasado por alto en el expediente de Zhou. Zhou nació en Shaoxing y se fue a Shanghai cuando sólo tenía siete años. No volvió a su ciudad natal en mucho tiempo, ni siquiera una vez. Sin embargo, el año pasado hizo dos viajes muy seguidos, lo que me pareció extraño en un funcionario tan ocupado como él. Así que, aunque fuera una posibilidad muy remota, decidí ir a Shaoxing para investigarla. Quiero darte las gracias de nuevo, porque si no me hubieras sugerido asistir al festival, y sin tu compañía en Shaoxing, puede que no hubiera hecho ese viaje.
»En Shaoxing tuve la suerte de conocer a una mujer que había mantenido una relación muy estrecha con Zhou y, con la ayuda de Melong, dicha mujer me proporcionó una pista importante.
—¿A quién te refieres? —preguntó Lianping, y luego añadió—: Mencionaste a una pequeña… Ahora recuerdo, la conociste allí por la mañana.
—Me temo que tendré que saltarme algunos detalles, pero creo que entenderás el porqué —dijo Chen, sirviéndole más vino a Lianping—. En cuanto al caso, ¿te has preguntado alguna vez por qué tanto la brigada del gobierno municipal como los funcionarios del Comité Disciplinario del Partido en Shanghai, que ya estaban en el hotel por la investigación de la corrupción, permanecen allí incluso después de la muerte de Zhou? Particularmente Jiang, quien sigue allí pese a todo el trabajo que le espera en la oficina del gobierno municipal como mano derecha de Qiangyu. Además, Jiang no parece tener demasiadas ganas de cerrar el caso, aunque a las autoridades del Partido les convendría declarar oficialmente que la muerte de Zhou fue un suicidio.
»Por otra parte, Jiang preguntó muchas veces acerca de las investigaciones que estaba llevando a cabo el Departamento de Policía, y entonces se me ocurrió que podría estar en el hotel por una razón que yo desconocía, pero que era vital para él y para sus hombres, y eso explicaría que permaneciera allí incluso después de que llegara la brigada de Pekín.
»Por desgracia, no vi la luz hasta después de hacer aquel viaje a Shaoxing, y después de adivinar por qué había venido a Shanghai la brigada del Comité Central de Disciplina del Partido.
—He oído alguna cosa al respecto —apuntó Lianping—. La semana pasada, Qiangyu se reunió con el redactor jefe de Wenhui para comunicarle que el país atraviesa tiempos difíciles y que agradece el apoyo de los que le son leales.
—Entonces puede que lo entiendas —dijo Chen antes de hacer una pausa para beber un sorbo de vino—. Ahora volvamos al fax que estaba en la mesita de noche de Qiangyu en el hospital. El doctor H. me llamó para mencionármelo cuando tú y yo estábamos en el Jardín Shen, hablando sobre los poemas románticos de la dinastía Song. Qiangyu ha tenido bastantes problemas últimamente, y si la brigada de Pekín continúa en el hotel será por algo, como Qiangyu sabe muy bien. Las luchas de poder entre la Liga Juvenil y la Banda de Shanghai han llegado a un punto crítico. Puede que la brigada de Pekín se esté valiendo del caso Zhou para abrirse paso. Sin embargo, tras la muerte del subinspector Wei yo seguía ahí, decidido a continuar investigando pero no en una dirección que ellos pudieran controlar. ¿Quién podía saber cuáles serían las posibles consecuencias? Por eso Qiangyu quería apartarme de mi cargo en el Departamento de Policía. Quizá tu jefe sea alguien en quien Qiangyu puede confiar, pero yo no lo soy. De hecho, si permanezco en el Departamento de Policía, Qiangyu y su gente correrán un riesgo demasiado grande.
—Me estás asustando, Chen.
—No te preocupes. Lo que le sucedió al subinspector Wei también podría sucederme a mí, pero he encontrado algo que andan buscando: la información que Zhou no se llevó consigo al hotel. Lo que tengo podría impedir que el montón de cangrejos vivos y monstruosos pudieran separarse, y tampoco les permitiría escapar a su destino. Además, no se trata de cangrejos pequeños como Zhou.
—En otras palabras, estás en situación de demostrar que Zhou no actuó solo, sino con la ayuda de sus superiores. ¿Puedes probar que todos estaban involucrados en tratos corruptos relacionados con la asignación de parcelas y el desarrollo urbanístico de Shanghai?
—No sólo eso, también puedo demostrar que la muerte de Zhou en el hotel no fue un suicidio.
—¿Cómo?
—Conoces la expresión «una cadena de cangrejos», ¿verdad?
Lianping asintió con la cabeza.
—Seguro que Zhou esperaba que los otros «cangrejos» lo salvaran, ya que todos estaban unidos. No por una cuerda de paja, sino por los secretos de su corrupción compartida. Pero las pruebas que salieron a la luz a raíz de la búsqueda de carne humana eran demasiado sólidas. Y aparecieron en el momento en que la facción de la Liga Juvenil de Pekín se estaba preparando para aniquilar a la Banda de Shanghai, así que los otros dirigentes corruptos tenían que echar a Zhou por la borda. Mientras estaba sometido a la detención shuanggui en el hotel, solo en la oscuridad y creyendo que lo habían dejado en la estacada, Zhou debió de quejarse demasiado, o los amenazó de alguna manera. A fin de cuentas, Zhou había guardado en secreto pruebas que los involucraban, y si él se iba al infierno, los arrastraría a todos consigo. Pensaron que no les quedaba otra opción que cargárselo, y que no resultaría extraño que un funcionario sometido a shuanggui se suicidara. Normalmente, la investigación policial después de una detención shuanggui es puro teatro. Sin embargo, debido a la necedad del secretario del Partido Li, el elegido para encargarse del caso fue el subinspector Wei, un policía demasiado concienzudo para actuar siguiendo las directrices de otros.
—La connivencia de Zhou con otros funcionarios corruptos que estaban por encima de él podría explicar por qué lo asesinaron —dijo Lianping con tono pausado—. Pero aún queda por responder la pregunta de cómo pudieron hacerlo en un hotel tan bien vigilado.
—¿Recuerdas la pista que el subinspector Wei mencionó en su llamada?
—Dijiste que había comentado algo acerca del interrogatorio al camarero del hotel. ¿Qué te dijo ese camarero? ¿Hablaste con él?
—No, no exactamente. El subinspector Wei cayó en la emboscada mortal porque no se guardó las espaldas, pero yo intenté no cometer el mismo error. Escuché la cinta del interrogatorio montones de veces, e incluso me la llevé a Shaoxing —dijo Chen, suspirando—. Aquella noche, después de la cena de gala en el festival, intenté llamarte, pero tenías el móvil apagado y no estabas registrada en el hotel.
—Cogí el tren de regreso a Shanghai incluso antes de que acabara la cena. Pensé que estabas demasiado ocupado para fijarte en mí —dijo Lianping, apurando otra taza con el rostro encendido—. Lo siento, Chen, pero desconocía la situación tan grave en la que estabas metido.
—No, no tienes que disculparte de nada. —El inspector jefe también apuró su taza—. La cuestión es que no conseguía dormirme en el hotel, así que volví a repasar mentalmente la secuencia de los acontecimientos durante la noche en que murió Zhou, tal y como la había descrito el camarero en su declaración. Y entonces se me ocurrió algo. Aquella noche en Shaoxing, cuando entré en la habitación de mi hotel, la cama ya estaba abierta y me habían dejado una bolsita de bombones y una tarjeta con la frase «Que duerma bien» sobre la almohada.
—Es algo bastante habitual en las suites de lujo de los hoteles de cinco estrellas, no debería sorprenderte. ¿Y eso guarda alguna relación con la cinta del interrogatorio?
—Sí, con algo que se menciona en la grabación. Según Jiang, él salió del hotel el lunes por la tarde para asistir a una reunión importante y pasó la noche en su casa. Todos estos datos han sido confirmados. Pero según la declaración del camarero del hotel, cuando acudió a abrirles la cama a los otros dos huéspedes de la tercera planta, tanto Liu como Jiang estaban en sus habitaciones respectivas.
»Cuando se ofrece el servicio de apertura de cama, normalmente un empleado del hotel llama a la puerta y le pregunta al cliente si quiere que le abran la cama. Si el cliente no está en la habitación, puede que el empleado entre y abra la cama sin preguntar, como hicieron en mi habitación aquella noche en Shaoxing. Pero, si está en la habitación, el cliente contesta en voz alta, sin abrir la puerta, que no precisa ese servicio, y entonces el empleado se va. En otras palabras, tenía que haber otro hombre en la habitación de Jiang cuando el empleado del hotel llamó a la puerta.
»Si eso es cierto, ¿por qué estaba ese hombre allí y quién era? Pasamos por alto algo desde el principio. Jiang y Liu eran los cuadros del Partido encargados de someter a shuanggui a los detenidos y, por su cometido, estaban fuera de toda sospecha. También los descartamos porque Jiang no estaba en el hotel cuando Zhou murió y tenía una coartada sólida, mientras que Liu, un anciano bajo y débil, parecía físicamente incapaz de hacer algo así. El Edificio B está muy bien vigilado. Todo el mundo tiene que firmar en el registro al entrar, y también al salir. Además, han instalado una cámara de vigilancia sobre el descansillo de la tercera planta.
»Conseguí obtener copias de las páginas del registro del Edificio B correspondientes al lunes y al martes de aquella semana. Para mi sorpresa, descubrí que un hombre llamado Pan Xinhua firmó en el registro el lunes por la tarde, y luego visitó a Jiang en su habitación. Jiang salió del hotel alrededor de una hora después, pero no consta que Pan firmara en el registro de salida aquel día. Pan pudo haberse quedado en la habitación de Jiang, y haber sido él quien respondiera al camarero del hotel cuando éste llegó hacia las seis y cuarto. Al cabo de algunas horas, Pan pudo haber entrado de forma disimulada en la habitación de Zhou, quien estaría profundamente dormido después de tomarse los somníferos, pudo haberlo estrangulado y luego haber reorganizado la habitación de modo que pareciera que Zhou se había ahorcado colgándose de una viga.
»Gracias a la misma fuente, a la que debo proteger, conseguí la cinta de la cámara de vigilancia correspondiente a esos dos días. En el vídeo se ve a Pan subiendo a la tercera planta el lunes por la tarde, pero después no aparece saliendo del hotel ese mismo día. A la mañana siguiente, en el alboroto que se armó tras descubrirse la muerte de Zhou, la cámara captó a Pan bajando por las escaleras. Para aquel entonces ya reinaba el caos en el hotel y mucha gente iba y venía a toda prisa, así que nadie le prestó atención…
—Tengo que interrumpirte para hacerte una pregunta, Chen. ¿Pan se quedó en la habitación de Zhou todo el tiempo, o volvió a la de Jiang?
—No, no creo que se quedara en ninguna de las dos. Después de matar a Zhou, probablemente Pan salió de la habitación de Jiang y se ocultó en algún otro sitio. Había tres habitaciones vacías en esa planta. Pan esperó hasta la mañana siguiente y luego, en pleno caos, salió disimuladamente de la habitación, y del edificio, sin firmar en el registro.
—Parece increíble, inspector jefe Chen, pero has resuelto el caso. Enhorabuena.
—No, no del todo…
Alguien llamó a la puerta.