El fuego creaba un viento que impulsaba la Piteas. El Sol se encogía a popa, despacio al principio, bajo la aceleración lenta, apenas un astro más brillante cuando la nave se aproximó a Júpiter.
Las estrellas llenaban esa vasta noche con fulgores radiantes y parejos, blancos, azulados, amarillentos, rojizos. La Vía Láctea surcaba el firmamento como un río de escarcha y luz. Las nebulosas relucían en la muerte y el nacimiento de los soles. Al sur resplandecían las Nubes de Magallanes. Exquisita en la lejanía, titilaba una galaxia en espiral.
Hanno y Svoboda miraban el espléndido cielo desde el centro de mando.
—¿En qué piensas? —preguntó Hanno.
—En los grandes virajes —respondió Svoboda en voz baja.
—¿Qué?
—Esta maniobra que debemos realizar. Claro que no es absolutamente irrevocable. Aún podríamos regresar…, nos queda tiempo, ¿verdad? Pero lo que ocurrirá pronto, el cambio de curso, es como…, no sé. Ni el nacimiento ni el matrimonio ni la muerte. Algo igualmente extraño.
—Creo entenderte —asintió— aunque soy un pragmático incorregible. Peregrino, por cierto, te entiende. Me comentó que él y Corinne planean una ceremonia. Tal vez todos debiéramos asistir. Svoboda sonrió.
—Rito de pasaje —murmuró—. Debí darme cuenta de que Peregrino lo entendería. Espero que me reserve un papel.
Hanno frunció el ceño. Todos habían formado parejas informales y más o menos tácitas, Hanno con Svoboda, Peregrino con Macandal, Patulcio con Aliyat, Tu Shan y Yukiko renovando su alianza. Claro que todos habían tenido relaciones mutuas. Era inevitable que hubieran cambiado en ocasiones, durante la prolongada duración de su mascarada. Pero desde entonces habían estado más separados que juntos. ¿A cuántos peligros emocionales se enfrentaban en este viaje? Quince años de travesía, sin saber qué aguardaba al final…
Al margen de las separaciones, una pareja adquiría bastante sensibilidad mutua al cabo de siglos. Svoboda cogió la mano de Hanno.
—No te preocupes —le dijo en el inglés americano que era la lengua muerta favorita de ambos—. Sólo tengo en mente un… acto solemne. Necesitamos salir de nosotros mismos. Es un error llevar nuestras mezquindades a las estrellas.
—Pero lo haremos —dijo Hanno—. No podemos evitarlo. ¿Cómo puedes evitar ser lo que eres?