EL PROCESO

(Fragmentos)

— Interrogatorios del 2 de enero de 1611 —

En Bicse, en el castillo de György Thurzó, Gran Palatino de la Alta Hungría.

Las piezas de este proceso de Báthory Erzsébet se conservaron en los Archivos del Cabildo de Grán (Esztergom), y luego en los Archivos de Budapest, Acta Pública fascículo n.° 19.

Hubo veinte jueces y trece testigos. Se les hicieron las mismas once preguntas en húngaro a cada uno de los acusados, que eran:

1.° Ujváry Johanes llamado Ficzkó; 2.° Jó Ilona, la nodriza; 3.° Dorottya Szentes llamada Dorkó; 4.° Katalin Beniezky, la lavandera.

1.er acusado: Ficzkó.

1.ª pregunta: ¿Cuánto tiempo has vivido en el castillo de la Condesa?

Respuesta: Durante dieciséis años; llegué en 1594, llevado por Martin Cheytey, a la fuerza.

2.ª pregunta: ¿Cuántas mujeres has matado?

Respuesta: Mujeres no sé; jóvenes he matado a treinta y siete; la Señora hizo enterrar a cinco en un hoyo, cuando el Palatino estaba en Presburgo; a otras dos en un jardincillo, debajo del canalón; a otras dos, por la noche, debajo de la iglesia de Podolié. A estas dos últimas se las llevaron del castillo de Csejthe y las había matado Dorkó.

3.ª pregunta: ¿A quiénes has matado y de dónde procedían?

Respuesta: No lo sé.

4.ª pregunta: ¿Quién las había llevado?

Respuesta: Dorkó y otra fueron a buscarlas. Les dijeron que fueran con ellas a un buen puesto para servir. Una de las últimas, que venía de una aldea, tardó más de un mes en llegar y la mataron inmediatamente. Eran sobre todo mujeres de distintas aldeas quienes se ponían de acuerdo para llevar muchachas. Mataron hasta a la hija de una de ellas; entonces su madre se negó a llevar más. Yo mismo fui seis veces a buscar con Dorkó. Había una mujer especial que no mataba pero enterraba. La mujer de Ján Bársovny fue también a ajustar criadas por la zona de Taplanfalve; y una croata de Sárvár, y también la mujer de Mattias Oëtvós que vive enfrente de los Zsalai. Hasta la mujer de Zsabó llevó muchachas, y también a su propia hija, aun a sabiendas de que la matarían, Jó liona también llevó muchas. Kata no llevó a nadie, pero enterró a todas las muchachas que mataba Dorkó.

5.ª pregunta: ¿Qué torturas empleaban?

Respuesta: Les ataban muy fuerte las manos y los brazos con cuerda de Viena, y las golpeaban mortalmente, hasta que se les ponía el cuerpo negro como el carbón y se les abría la piel. Una aguantó más de doscientos golpes antes de morir. Dorkó les cortaba uno a uno los dedos con unas cizallas y, luego, les pinchaba las venas con unas tijeras.

6.ª pregunta: ¿Quiénes eran las que ayudaban a torturar?

Respuesta: Una, Dorkó, pinchaba. La otra, Jó Ilona, llevaba la lumbre, ponía al rojo los atizadores, los aplicaba en la cara, en la nariz, abría la boca y metía el hierro al rojo dentro, Cuando las costureras hacían mal el trabajo, las llevaban por eso a la sala de tortura. Un día, la propia Señora le metió los dedos en la boca a una y tiró hasta que se le desgarraron las comisuras.

Había también otra mujer que se llamaba Ilona Kochiská y que también torturó a muchachas. La Señora les hincaba alfileres por todas partes; asesinó a la muchacha de Sitkey porque había robado una pera. La habían torturado en Pistyán y asesinado después.

En Kerezstúr mataron a cierta jovencita vienesa; las viejas ocultaron y sepultaron los cadáveres, y yo ayudé a enterrar uno en Podolié, dos en Kerezstúr, uno en Sárvár.

La Señora siempre recompensó a las viejas cuando habían torturado bien a las muchachas. Ella personalmente arrancaba la carne con tenazas y daba cortes entre los dedos. Mandó que las llevaran a la nieve, desnudas, y las regaran con agua helada; ella misma las regó y se murieron. Incluso aquí, en Bicse. Cuando la Señora se estaba marchando, obligó a una criada a meterse en el agua fría hasta el cuello; intentó escapar a Ilava y la mataron.

Incluso cuando no torturaba ella misma, lo hacían las viejas; a veces dejaban a las muchachas sin comer ni beber durante una semana y estaba prohibido darles comida o agua. Por cualquier falta, a veces hasta cinco muchachas desnudas debían trabajar así a la vista de los criados en su labor o atar o hacer leña en el patio.

7.ª pregunta: ¿Qué se hacía con los cadáveres y cuántos había?

Respuesta: La vieja, la enterradora, se encargaba de ellos. Yo mismo enterré cuatro. Se enterraban en varios castillos: Lezticzé, Kerezstúr, Sárvár, Beckó, se han enterrado en todos estos sitios. Se las congelaba vivas vertiéndoles agua encima y se las dejaba fuera. Una había escapado, la volvieron a coger para hacerle lo que he dicho.

8.ª pregunta: ¿Las torturaba personalmente la Condesa?

Respuesta: De vez en cuando, pero la mayoría de las veces mandaba que las torturaran.

9.ª pregunta: ¿En qué sitios ocurría esto?

Respuesta: En Beckó, las torturaban en una despensa, en Sárvár, en un lugar del castillo donde nadie entraba; en Csejthe, en un cuarto donde estaba la caldera, y en el subterráneo; en Kerezstúr, en un cuartito de aseo. En el carruaje, cuando la Señora viajaba, las pellizcaban y les hincaban alfileres.

10.ª pregunta: ¿Quiénes estaban al tanto de esto o lo habían visto?

Respuesta: El mayordomo Dezsó Benedeck lo sabía, y los lacayos también, un tal Jezorlavy Istók, llamado Cabeza de Hierro, hombre muy fuerte que después se fue a la Baja Hungría y que sabía muchas cosas, porque se divertía voluptuosamente con Erzsébet Báthory, incluso a sabiendas y a la vista de los demás. Enterró a muchas jóvenes, pero no se sabe dónde.

11.ª pregunta: ¿Cuánto tiempo hacía que la Condesa trataba así a las muchachas?

Respuesta: Empezó cuando aún vivía su marido, pero entonces no las mataba. El conde lo sabía, pero no le importaba. Sólo después de que llegara Darvulia Anna las torturas se volvieron más crueles. La Señora tenía una cajita en la que había un espejito ante el cual hacía hechizos durante horas. La bruja Majorova, de Miawa, había preparado cierto filtro, se lo llevó a Erzsébet y la bañó una noche en una artesa de hacer pan. Después devolvió parte de esta agua al río. Cuando por segunda vez la bañó en el agua que quedaba, hizo en esa artesa cierto pastel que debía ofrecerse al Rey, al Palatino y a Megyery. Quienes comieron de él cayeron enfermos.

2.° acusado: Jó Ilona.

Idénticas preguntas hechas una tras otra.

Vivió diez años con la Condesa, tras haberse colocado como ama de cría de las tres hijas y de Pál Nádasdy. No sabe cuántas muchachas mataron, pero fueron muchas. No sabe ni sus nombres ni de dónde procedían; ella personalmente mató a unas cincuenta. Sabe que la hermana de un tal Grégor Sanosci fue asesinada. También dos hijas de una familia zéman (noble) de Vechey, y que una aún vive y además otras dos hijas de zémans de Chegber. Y Bársovny llevó un día a una hija de zéman, guapa y alta. Otras las proporcionaron la mujer de Ján Szalai, la mujer de Sido y una eslovaca que vivía en Sárvár. La mujer de Ján Liptai ajustó a dos o tres muchachas a sabiendas de que las matarían, porque Erzsébet la había amenazado.

La pequeña Kiseglei, que vino con Bársovny, sigue viva. También trajo ésta a una muchacha alta (a la Señora le gustaban las muchachas altas), y buscó junto con Daniel Vás jóvenes para el castillo; pero en Vechey no encontraron más que bajitas.

Golpeaba cruelmente a las muchachas y Darvulia metía a las jóvenes sirvientas en agua fría y las dejaba toda la noche. La propia Condesa les depositaba en la mano una llave o una moneda al rojo vivo.

En Sárvár, en presencia de su marido Ferencz Nádasdy, Erzsébet desnudó a una chiquilla pariente de éste, la untó de miel y la dejó un día y una noche en el jardín para que los insectos y las hormigas la picaran. Jó Ilona estaba encargada de meter entre las piernas de las muchachas papel untado de aceite y miel y prenderlo.

La mujer de Zsabó, que vivía en Vepa, ajustó muchas jóvenes por dinero y faldas, así como un tal Horvar. Silvachy y Daniel Vás vieron cómo la señora desnudó y torturó a las muchachas. Mató incluso a la mujer de Zitchi, de Ecsed. Quienes llevaban muchachas recibían regalos: una, una chaqueta, otra, una falda nueva. Dorkó cortaba con unas tijeras las venas de los brazos; había tanta sangre que tenían que echar ceniza alrededor de la cama de la Condesa, y ésta tenía que cambiarse de vestido y de mangas. Dorkó también hacía incisiones en las heridas hinchadas y Erzsébet arrancaba con unas tenazas la carne del cuerpo de las muchachas. Cerca de Vranov, mató un día a una muchacha a la que Jó Ilona tuvo que enterrar en seguida. A veces, las enterraban en el cementerio con himnos, a veces debajo del canalón. Hasta en su palacio de Viena, la Condesa buscaba un lugar en que poder torturarlas a cubierto; siempre había que fregar las paredes y el suelo.

Cuando Darvulia se puso enferma de un principio de parálisis, las demás criadas siguieron torturando.

No sabía dónde se enterraban los cadáveres, pero en Sárvár metieron a cinco en un hoyo cavado para guardar el trigo. En Kerezstúr, fueron unos estudiantes de vacaciones, a quienes pagaron, quienes tuvieron que enterrar a muchachas muertas.

Donde quiera que fuera Erzsébet, su primera preocupación era encontrar una sala donde torturar. En Viena, los frailes de enfrente arrojaron cascos de pucheros a las ventanas cuando oyeron los gritos de dolor. En Presburgo, la Condesa también le ordenó a Dorkó que golpeara a las muchachas.

Balthasar Poki, Stephan Vaghy, Daniel Vás e incluso las otras sirvientas estaban al tanto, así como un tal Kosma. No sabe desde cuándo ocurren estas cosas, pues cuando entró a servir hace diez años, ya sucedía todo esto. Fue de Darvulia de quien Erzsébet aprendió las peores crueldades; eran muy íntimas. Jó Ilona sabía, e incluso había visto, que Erzsébet les quemó el sexo a algunas muchachas con la llama de un cirio.

3.er acusado: Dorkó.

Estaba allí desde hacía cinco años, para servir a Anna Nádasdy antes de su boda. Jó Ilona la hizo entrar con un buen salario. Mató a treinta sirvientas y costureras. Las jóvenes procedían de diversos lugares. Las traían Bársovny y una viuda Koechi que vivía en la aldea de Domolk. A las acusaciones precedentes, añadió que la Condesa torturaba a las jóvenes con cucharas al rojo vivo, y les planchaba la planta de los pies con una plancha al rojo. Les arrancaba la carne en los lugares más sensibles de los pechos y de otras partes con unas tenacillas de plata. Las mordía, mandando que se las llevaran junto a la cama cuando estaba enferma. En una sola semana habían muerto cinco muchachas: Erzsébet ordenó que las echaran a una habitación; y cuando se marchó de Sárvár, Kata Beniezky tuvo que enterrarlas en un hoyo para trigo, A veces, cuando era imposible ocultarlos, el pastor enterraba los cadáveres, Una noche, llevó, junto con Kata y un criado, a una joven al cementerio de Podolié para enterrarla.

Erzsébet torturaba a sus sirvientas estuviera donde estuviera. A las otras preguntas contestó como los primeros acusados.

4.° acusado: Kata Beniezky.

Entró en 1605, después de morir el conde, como lavandera; venía de Sárvár, donde la había ajustado la madre del pastor Várgá. No sabe cuántas muchachas fueron asesinadas, pero puede decir que alrededor de cincuenta. No las ajustó ella y no sabe de dónde venían. Personalmente, no mató a nadie, a veces llevó comida a las prisioneras y la Condesa la castigó por ello. Entre las mujeres que se ocupaban de reclutar a las muchachas, estaban una tal Liptai y Kardocha. Pero a la mayoría las había llevado Dorkó. Confirma que fue Darvulia quien enseñó las torturas más crueles. Erzsébet siempre gritaba mientras tanto: «¡Más, más fuerte!», e hizo morir así a unas cuantas. Kata reconoce que Erzsébet dio a sus dos hijas de regalo catorce faldas. La Condesa prefería los consejos de Kata a los de las otras criadas. Una vez, Erzsébet había mandado a las jóvenes sirvientas al castillo, cuando vino a Csejthe la condesa Anna Zrinyi. Dorkó las encarceló y las dejó morir de hambre y las regó con agua helada. Otra vez que la Condesa iba a Pistyán, una de las muchachas murió en el coche; y en ese momento, Erzsébet hizo que sus sirvientas la pusieran de pie y, aunque muerta, siguió golpeándola.

Dorkó había dejado morir a cinco muchachas y había obligado a Kata a meterlas debajo de una cama en un cuarto y fingir que les llevaba comida. Después, Erzsébet se fue a Sárvár y le dijo a Kata que levantara el suelo y enterrara a las muchachas allí, en la habitación. Pero Kata no tuvo fuerza suficiente para hacerlo. Las muchachas siguieron debajo de la cama y el olor se extendió por todo el castillo e incluso fuera de éste. Acabaron por meterlas en un foso para trigo. Dorkó enterró a una en un foso; y sabe que mató, en un corto plazo, a ocho muchachas. En Viena, torturaron y dieron muerte a Ilona, Harcai que tenía una hermosa voz.

Un día llevaron ante Erzsébet a dos hermanas, de las que eligió a la más guapa para matarla. Bársovny le llevó también a su casa, en Viena, a una jovencita alta y guapa que era hija de un título. Hubo otras jóvenes de familias nobles entre las sacrificadas en Viena o en otros lugares; y era esta misma mujer, Bársovny, quien las llevaba, siempre con diferentes pretextos: en general el de que las iban a dotar tras un corto plazo de tiempo al servicio de la Condesa.