Algunos aspectos de la traslación hiperespacial y del salto-D

En el Medio Galáctico, el transporte superlumínico, o viaje más rápido que la luz, es conseguido a través del «doblado» del espacio normal por medio de un campo upsilon, una de las manifestaciones primarias de la realidad. El campo puede ser generado mecánicamente por un dispositivo llamado trasladador superlumínico (generador de campo-u, etc.) o —muy raramente— por un individuo metapsíquico poseedor de la facultad de «teleportación»

En un viaje típico, una astronave genera un campo-u para atravesar las superficies (límites) entre el espacio normal y la matriz hiperespacial. Esta última es llamada simplemente hiperespacio, el «hiper», subespacio, la matriz, o el limbo gris. Las criaturas sentientes experimentan diversos grados de dolor durante la traslación.

Una vez en la matriz hiperespacial, el equipo de navegación de la astronave programa una catenaria hiperespacial, o vector subespacial (vulgarmente llamado «pista del limbo», «franja del hiper», etc.). Durante un período de tiempo subjetivo, la nave y sus tripulantes puede decirse que se mueven a lo largo de la catenaria. Sus posiciones en cualquier momento subjetivo son llamadas las pseudolocalizaciones. Las naves son completamente capaces de detenerse dentro de la matriz o cambiar de catenaria (con ciertas limitaciones) en ruta. Cuando la catenaria es recorrida por completo, la astronave ha alcanzado efectivamente su destino y una vez más rompe la superficie al espacio normal. Una interrupción de la energía durante la porción hiperespacial del viaje encalla a la nave en la matriz. Del mismo modo, una persona intentando un salto-D puede verse encallada si su concentración no consigue mantener el vector correcto, «visualizando» el destino pretendido. El efecto de banda elástica es un fenómeno complejo que debe ser neutralizado, ya sea mecánicamente o a través de la programación mental, si la astronave o la persona que efectúa el salto-D no quiere verse arrastrada de nuevo al punto de origen una vez completada la traslación.

Las astronaves utilizan trasladadores superlumínicos de muy variada potencia. Para el transporte más lento que la luz, o sublumínico —e invariablemente dentro de la atmósfera de los planetas habitados—, las naves cambian a la conducción sin inercia, hecha posible gracias a los generadores de campo rho que operan sobre principios gravomagnéticos[a]. El campo upsilon no es generado normalmente dentro de una atmósfera planetaria. La «amplia apertura» que necesita un campo-u para admitir una astronave al hiperespacio genera fenómenos electromagnéticos colaterales, especialmente ionización, que pueden constituir un engorro o incluso un peligro a las entidades civilizadas y sus delicados dispositivos. Los mucho más pequeños campos-u generados por el salto-D de una mente individual tienen un efecto despreciable sobre el entorno a menos que haya un número grande de personas dedicadas a esa actividad. Puesto que la facultad es tan rara, la contingencia es ignorable.

Cuando el capitán de una astronave inicia un viaje debe tener siempre en cuenta: (a) ¿Cuán lejos debo ir? (b) ¿Con qué rapidez quiero llegar allí? (c) ¿Cuánto dolor estamos dispuestos a tolerar yo, o mis pasajeros y mi tripulación, en el proceso?

Una traslación «lenta», o catenaria profunda, toma el mayor tiempo subjetivo en realizarse, y causa la menor cantidad de dolor en el traspaso. Una traslación «rápida», o catenaria tensa (llamada también «pista rápida», «riendas tensas», etc.) lleva a uno mucho más rápido a su destino, pero a costa de lágrimas y dolor para el sistema nervioso. Los espacianos ansiosos que normalmente van directos deben hacer uso de medicamentos u otros calmantes para tratar los intensos dolores. Tales corazones fuertes suelen referirse a los viajeros de pistas lentas como gazapillos.

En los viajes muy largos, el pasajero normal de una astronave suele alcanzar su destino vía una serie de saltos lentos. El factor de desplazamiento (fd, «velocidad», «factor de doblamiento», «empuje», etc.) a lo largo de la catenaria hiperespacial que es considerada aceptable para los viajeros temporales no profesionales es de unos 40 fd. Esto es el equivalente a 40 años luz atravesados por día subjetivo pasado en el hiperespacio. Así, la CSS Queen Elizabeth III puede emplear dos días subjetivos (y reales para la Realidad fuera del hiper) en viajar hasta un sistema estelar a 80 años luz de distancia… o 300 días para viajar a 12.000 años luz. A cada salto incremental, los viajeros sufrirán un nuevo dolor.

Los individuos poseen distintas tolerancias al dolor de la traslación. Los exóticos tienen generalmente un umbral más alto que los Humanos. (Los estólidos krondaky resisten 370 fd, consideradas como el límite superior para las razas del Medio.) Richard Voorhees aceptó 250 fd para 136 días en su salto más largo, al Conglomerado de Hércules (M13 o NGC6205 en los catálogos contemporáneos). Cuando viajó a Orissa muchos años mas tarde, llevó hasta el limite su suerte soportando 110 fd durante 17 días sucesivos.

Obviamente, tanto el factor de paso del tiempo como el factor dolor limitan el alcance del transporte superlumínico. En el Medio, las razas exóticas han cartografiado y explorado ya la mayor parte de nuestra galaxia de la Vía Láctea (con la excepción del peligroso Eje); y con más de 1.000 planetas potencialmente colonizables localizados dentro de un radio de 20.000 años luz de la Tierra, hay prácticamente pocos incentivos para traslaciones a un radio extremadamente grande. El viaje extragaláctico está virtualmente prohibido. La galaxia de Andrómeda, nuestra más próxima vecina, se halla a 2’2 millones de años luz de distancia; la más atrevida nave Humana necesitaría unos veinticuatro años para llegar allí… y otros veinticuatro para volver. Incluso en una era de rejuvenecimientos múltiples, un viaje así tendría pocos atractivos excepto para los vagabundos incorregibles. Unas pocas almas lo han intentado, con resultados inciertos.

Los seres exóticos conocidos como las Naves, una de las cuales, la compañera de Brede, trajo a los Tanu y Firvulag de la remota galaxia Duat a la Tierra del plioceno, poseen una extraordinaria capacidad de resistencia a la fd. Las Naves utilizan un mitigador, un programa mental especial que hace soportable el horrible dolor de la traslación ultralumínica, o a «muy alta velocidad». Las naves enseñan a sus pasajeros, que viajan dentro de sus cuerpos en una cápsula del tamaño de una astronave convencional, cómo generar programas mitigadores individuales para ellos. Esto significa que el vuelo dentro de la galaxia de Duat debe ser completamente indoloro para los pasajeros de una Nave. Además, la Nave es capaz de efectuar saltos-D de una forma rutinaria en catenarias muy tensas. La mayor parte de los puntos de su galaxia son alcanzados en cuestión de minutos, o como máximo unas cuantas horas. El salto-D es un solo movimiento, nunca una serie de saltos más cortos como los efectuados por las astronaves «lentas». Hay que notar que la Nave de Brede se agotó fatalmente al efectuar el salto de Duat a la Vía Láctea, a 270 millones de años luz de distancia. Incluso las mentes de mayor talento poseen sus limitaciones.

Al efectuar sus saltos-D, Marc opera casi exactamente como la Nave de Brede. Sus saltos cortos por la Tierra son virtualmente instantáneos y no implican más que unas décimas de segundo de tiempo subjetivo pasados en el limbo gris. (El proceso de atravesar las superficies a los dos lados puede tomar un tiempo considerablemente más largo, sin embargo.) Cuando efectúa saltos-D por la Vía Láctea, Marc se halla protegido por la armadura del intensificador cerebroenergético, que contiene todas las porciones de su cuerpo excepto el cerebro hiperenergizado en el equivalente a la animación suspendida. El factor dolor se mantiene aproximadamente en lo que sería en la traslación mecánica vía astronave. Observó que había alcanzado casi el límite de su función normal al efectuar el salto a Poltroy. Esto sitúa su umbral personal de fd en algún punto en un radio de 18.000.

El mitigador es teóricamente aplicable al viaje normal en astronave, siempre que los pasajeros sean entrenados metapsíquicamente a utilizar el programa. Se requieren trasladadores superlumínicos extremadamente poderosos para «empujar» la nave a catenarias ultratensas. Parece no existir ninguna razón por la que no puedan ser construidas astronaves ultralumínicas. Los modelos del Medio se hallan limitados en su alcance por la fragilidad de las mentes que transportan, no por algún factor mecánico.