Aiken penetró en la fría oscuridad del sanctasanctórum del Lord de la ciudad de Roniah, donde se hallaban reunidos los miembros de la Alta Mesa. De todos aquellos que habían servido al Thagdal quedaban solamente Kuhal el Sacudidor de Tierras, Bleyn el Campeón y Alberonn el Devorador de Mentes. Celadeyr, que había sido elevado a la Mesa en el campo de batalla del último Gran Combate y luego destituido por su papel en la traición de Nodonn, había sido juzgado finalmente merecedor de ser rehabilitado. Ahora permanecía con los siete recién escogidos Grandes, dispuesto a prestar el juramento de fidelidad.
AIKEN: Es conveniente que la Alta Mesa esté completa en la primera celebración del Gran Torneo a fin de que nuestro Reino Soberano pueda presentar un rostro unido al Enemigo. Con este fin he nominado una lista completa de Grandes…
TODOS: [Murmullos de sorpresa.] ¡Pero quedan dos sillas vacías!
AIKEN: Una lista completa, he dicho. Pero antes de recibir vuestros juramentos ordeno que rindamos homenaje a aquellos miembros de la Alta Mesa que han pasado a la paz de Tana desde nuestra última convocatoria en el Gran Amor: Aluteyn el Maestro Artesano, Segundo Lord Creador; Artigonn de Amalizan, Segundo Lord Coercedor; Armida la Formidable de Bardelask.
TODOS: Que reposen todos en la paz de Tana.
AIKEN: Y homenajeemos compasivamente a aquellos que perdieron Mi favor y sus puestos a través de la traición: Thufan el Cabeza de Trueno de Tarasiah; Diarmet de Geroniah; Moreyn el Maestro en Cristal de Var-Mesk.
TODOS: Que ellos hayan alcanzado también la paz de Tana.
AIKEN: [Dolor.] Y a la difunda Reina Mercy-Rosmar.
TODOS: Paz para ella.
AIKEN: Paz para ella. Y a mi más noble antagonista Nodonnel Maestro de Batalla.
TODOS: Paz para él.
AIKEN: Y finalmente, homenajeemos a alguien que no descansa en la piedad de la Diosa, para que a su debido tiempo pueda conseguir también la paz: Culluket el Interrogador, Lord Redactor.
TODOS: [Temor.] Tana le garantice la paz. [La Canción.]
(Silencio)
MORNA-IA LA HACEDORA DE REYES + SIBEL LA TRENZAS LARGAS + BLEYN EL CAMPEÓN + KUHAL EL SACUDIDOR DE TIERRAS + CONDATEYR EL FULMINADOR + ALBERNON EL DEVORADOR DE MENTES + EADNAR DE ROCILAN + NEYAL DE SASARAN + LOMNOVEL EL QUEMADOR DE CEREBROS + ESTELLA-SIRONE DE DARASK: Slonshal al Brillante Aiken Lugonn, Rey Soberano de nuestra Tierra Multicolor.
AIKEN: Y Slonshal a todos vosotros… Que los Grandes nominados presten ahora su juramento de fidelidad. Celadeyr de Afaliah, Segundo Lord Creador.
CELADEYR: Juro por mi torque.
AIKEN: Boduragol de Afaliah, Lord Redactor, y Lady Credela, Segunda Redactora.
BODURAGOL + CREDELA: Juramos por el torque.
AIKEN: Los lores de las ciudades Ochal el Arpista de Bardelask, Parthol el Pie Rápido de Calamosk, Ferdiet el Cortés de Tarasiah, Heymdol el Masetero de Geroniah, y Donal de Amalizan.
OCHAL + PARTHOL + FERDIET + HEYMDOL + DONAL: Juramos por el torque.
AIKEN: Y ahora llenaré las últimas dos sillas.
(Especulación. Intriga.)
AIKEN: Vivimos unos tiempos terribles y portentosos, superados enormemente en número por nuestro antiguo Enemigo y asediados también por amenazas de ultramar. Sin embargo seguimos teniendo amigos, algunos de los cuales son incapaces de declararlo públicamente. Esos amigos me han dado buenos consejos y merecen sentarse entre los Grandes en razón del amor que sienten hacia nuestra tierra, la buena voluntad que demuestran hacia su Rey, y su propia dignidad soberana. Por eso deben sentarse por ahora en nuestra Mesa en secreto. Dejemos que se manifiesten por sí mismos en imagen para efectuar su juramento.
(Estupefacción.)
KATLINEL LA OJOS OSCUROS Y SUGOLL: Juramos por el amor que nos profesamos el uno al otro y por nuestro amor a la Tierra y a su gente que apoyaremos al Rey Aiken-Lugonn en todas las acciones que emprenda con noble finalidad. Juramos nuestra alianza en la batalla en la Guerra del Crepúsculo, y repudiamos nuestro anterior vasallaje al Trono Firvulag. Y tú, Teah, eres testigo.
AIKEN: Slonshal y Slitsal a los dos.
(Tumulto.)
AIKEN: ¿Alguien disputa Mi derecho a concederles esos dos asientos?
(Silencio.)
AIKEN: Hermanos y Hermanas, los tiempos desesperados exigen remedios desesperados. Sugoll y Katy me han comunicado cómo el Rey Sharn ha alardeado abiertamente de un plan para desencadenar el Crepúsculo en el clímax del Torneo.
CELADEYR: ¡Lo sabía! ¡Y me llamaron un anticuado ansioso de muertes!
AIKEN: Sharn ha estado preparando a sus guerreros en el metaconcierto desde hace meses. Y la contribución de Ayfa es machacar los cerebros de los testarudos que se aferran a las antiguas técnicas individualistas. La Pequeña Gente tiene nuevas tácticas y nuevas armas. Utilizan la caballería y las armas del Medio que han capturado… e incluso el metal-sangre, puesto que no son tan sensibles al envenenamiento por hierro como lo son los Tanu.
DONAL DE AMALIZAN: ¡Pero esto es monstruoso! Sharn y Ayfa tienen que estar locos para pensar en precipitar el Crepúsculo. Los dos son jóvenes, con hijos, ¡y el Crepúsculo significa la condenación de ambas razas!
CELADEYR: Sólo según las creencias ortodoxas Tanu, hijo. Los Firvulag están convencidos de que el Crepúsculo traerá la victoria a una facción: la suya. Y esa creencia queda aparentemente justificada en algunos de nuestros escritos sagrados, siempre que se les dé una interpretación ligera y rápida.
KUHAL EL SACUDIDOR DE TIERRAS: Apuesta a que los Firvulag han hecho exactamente eso.
OCHAL EL ARPISTA: ¡Confiemos en que el Brillante detenga a la Noche!
AIKEN: Estoy haciendo todo lo que malditamente puedo. Nos superan en número, pero tenemos disciplina en nuestro metaconcierto… y un programa mucho más eficiente que permite extraer muchos más vatios por mente. También tenemos la Lanza, una buena provisión de sofisticadas armas, y el Real Cuerpo Aéreo… que visteis en acción esta tarde.
(Admiración.)
SUGOLL: ¿Están todas las máquinas voladoras armadas, como lo estaba tu nave insignia?
AIKEN: Estamos trabajando en ello. Reacondicionar un aparato rho es complicado debido al campo reticular que envuelve su casco. Con suerte, la mayor parte de la flota estará equipada con desintegradores cuando empiecen los torneos.
MORNA-IA LA HACEDORA DE REYES: ¡Ay! ¡La Diosa nos ampare! ¡Que yo, una Primera Llegada, deba vivir para ver la renovación de esas terribles hostilidades de las cuales esperaba salvarnos Brede la Esposa de la Nave!
CELADEYR: Es una lástima que solamente tengamos a Elizabeth…
AIKEN: Me tenéis a Mí.
TODOS: Sí.
SUGOLL: Y también está la puerta del tiempo.
(Consternación.)
CELADEYR: ¡Ningún auténtico guerrero de la compañía de batalla de Tana debe volver la espalda y huir ante el Enemigo!
AIKEN: Hay peligros peores que la Pequeña Gente. [Imagen].
KATLINEL LA OJOS OSCUROS: En mis venas corre sangre Tanu y Humana, y mi corazón está unido a la raza Firvulag de mi esposo. Debo recordaros las palabras de ese portavoz de la paz, Dionket el Lord Sanador, cuando nos pidió a Sugoll y a mí que fuéramos un puente. Realizaremos voluntariamente un papel mediador, y lo llevaremos a cabo desde ahora hasta el Gran Torneo. Si Tana quiere, podemos conmover los corazones de la Pequeña Gente, disuadiéndola de la guerra. La Noche no debe caer.
SUGOLL: Pero si debe hacerlo, nuestro pueblo reclama la opción presentada por el Rey Aiken-Lugonn a cambio de nuestra fidelidad: si el destino no puede ser desviado, nuestros súbditos Humanos y Aulladores buscarán refugio en el Medio.
CELADEYR: Por la Diosa al galope, ¿qué ocurrirá si ese dispositivo de la puerta del tiempo queda terminado antes del Torneo?
AIKEN: No es demasiado probable. Hay una dificultad. Más tarde, hoy mismo, me ocuparé de ella.
KUHAL EL SACUDIDOR DE TIERRAS: Hermanos y Hermanas, aceptemos agradecidos la oferta del Lord y la Lady de los Aulladores de mediar con los Firvulag, sus próximos parientes. Al mismo tiempo, preparémonos para lo peor, reclutando a todas las mentes torcadas más potentes bajo el mando ejecutivo del Brillante, siguiéndole sin vacilaciones ni preguntas. Ésta no era nuestra Costumbre en el pasado, porque somos un pueblo orgulloso y obstinado, al que le gusta la acción y glorifica la contienda. Ahora debemos actuar en concierto o perecer. Y recuerdo a los píos que si cae la Noche, será la mano del Adversario la que la haga caer y no la de los Tanu o Firvulag. Él es el verdadero Enemigo.
(Silencio.)
AIKEN: Gracias por reuniros hoy aquí conmigo. Os veré a todos en Nionel, en los juegos.
Hinchado por las fuertes lluvias en las junglas al sur, el río Nonol avanzaba profundo y rápido por debajo del Puente Arcoíris. Corriente arriba, el curso de agua estaba atestado de pequeños botes llevando a los amantes de los deportes de las tres razas a las tribunas erigidas en el Campo de Oro. Pero el pequeño muelle al pie del puente en la orilla derecha estaba desierto excepto una cargada canoa de decamolec que tiraba de su boza y dos personas de pie a su lado en las sombras de la tarde, con sus mentes unidas por la camaradería del torque de oro. Una de ellas era una mujer híbrida espléndidamente ataviada, Tanu en todos sus rasgos excepto sus ojos castaños. El otro era un enorme nativo americano de ensortijado pelo gris acero, que llevaba solamente un taparrabo, unos mocasines y una elaborada unidad de navegación de pulsera sujeta a su muñeca izquierda.
Los recelos teñían el esperanzado barniz mental de Katlinel la Ojos Oscuros.
—Me gustaría disponer de los dispositivos de campo sigma para poder dártelos además de las armas, Jefe Burke.
El hombre sonrió, radiando irónica seguridad.
—Si Marc Remillard está realmente en esa goleta que estoy persiguiendo, un pequeño escudo sigma me resultará de tanta protección como una hoja de durofilm. No te preocupes, Lady Katy. Nosotros los pieles rojas estamos adaptados por nuestra propia naturaleza a acechar y eludir… y mi entrenamiento como hombre de leyes me hace más astuto que la mayoría. Tendré mucho cuidado de que la pandilla de la Kyllikki no me descubra, suponiendo que esté realmente navegando por el Sena.
—El Rey piensa que es lo más probable. Efectuó un rastreo no concluyente desde el aire.
—Diría que es extraño —murmuró Burke— que con todas las poderosas mentes y artilugios de contrabando de que dispone el Rey no pueda localizar este barco excepto a través de un par de viejos y cansados ojos humanos.
—Sin embargo, éste parece ser el caso. Parece terriblemente injusto que tengas que emprender esta misión de exploración precisamente ahora, arriesgando tu vida y quizá tu posibilidad de cruzar la puerta del tiempo…
Burke se alzó de hombros.
—Si Remillard consigue sus propósitos, entonces no habrá ninguna puerta. No… los argumentos del Rey fueron muy persuasivos, y puedes apostar a que eligió al hombre más adecuado para el trabajo. Con el río tal como está ahora, tengo que ser capaz de cubrir los quinientos y pico de kilómetros que nos separan del mar en una semana a diez días. Me comunicaré telepáticamente con el Rey a intervalos regulares durante todo el camino. Si la goleta no está aquí, habré hecho una magnífica excursión para disfrutar de mis últimos días en el plioceno.
—Y si la encuentras…
—No soy Caballo Loco. Todo lo que haré será informar de su posición y salir corriendo a toda velocidad. Desde la boca del Sena hasta Goriah hay aproximadamente una semana de viaje por mar. ¡Con un poco de suerte, ni siquiera me perderé el Gran Torneo!
Desató la amarra, saltó ligeramente a la canoa —que apenas se balanceó cuando se sentó en ella sobre sus piernas—, y alzó su remo en un saludo.
—Que Tana te guíe —dijo la Lady de los Aulladores.
Burke alzó su muñeca equipada con el instrumento.
—Y este trasto también.
—Bien, ¿a qué se debe el alboroto? —preguntó el Rey a Tony Wayland.
El metalúrgico extrajo una botella sellada conteniendo una varilla plateada y la metió bajo la nariz de Aiken.
—A esto. El equipo de prospección ha necesitado todo este tiempo para localizar un yacimiento adecuado de disprosio, eludiendo constantemente a los Aulladores renegados y teniendo que luchar contra el pillaje continuado de los locales noruegos. Y ahora que han empezado a refinar thalenita en vez de la xenotima y finalmente disponemos de una abundante fuente de mena, los jodidos idiotas están enviando mierdas como ésta.
—¿Cuál es el problema? —El Rey contuvo su impaciencia.
—Contaminada —dijo Hagen lúgubremente.
—Simplemente con rastros de holmio —dijo Tony—. Pero cualquier rastro de impureza en el núcleo de disprosio convierte el factor de resistividad del cable en algo crónico… quiero decir lo inutiliza por completo.
—¿Es culpa del equipo o qué? —preguntó el Rey.
—La maquinaria que enviamos allá arriba tendría que ser capaz de hacer el trabajo —dijo Tony—. Poseen un extractor Ramsgate de alta velocidad para la separación de los iones y un precioso electrolizador para la producción del metal. Creo que están saltándose el control de calidad en algún punto del proceso. Quizá en los estadios iniciales de alimentación de la mena.
—He enviado al Hombre de los Dulces, nuestro químico industrial —dijo Hagen—, pero no ha podido localizar el problema. En realidad es un especialista en orgánica. El equipo que hace el trabajo está formado por ingenieros de minas experimentados. Tendrían que ser capaces de…
Tony agitó irritadamente la cabeza.
—Recuerda que expresé mis reservas acerca de Yobbo Ruan y Trevarthen cuando supe que habían sido puestos a cargo del proceso. Puede que hayan hecho un buen trabajo en las minas de oro de Amalizan, pero el refinado de las tierras raras exige mano fina.
—El cable de niobio-disprosio es vital para el proyecto —dijo Hagen—. Esto significa en el mejor de los casos un retraso, y un fracaso completo si no conseguimos eliminar el problema.
El Rey estudió la botella con su pequeño lingote del tamaño de un lápiz.
—¿No podéis completar el proceso de purificación aquí en los laboratorios del Castillo del Portal?
—Tendríamos que retirar el extractor del equipo en la mina, y solamente tenemos ése —dijo Hagen—. Puesto que necesitamos cuarenta kilos del metal, y el proceso básico tomará tres semanas…
—Oh, mierda —dijo irritadamente el Rey—. Sabéis que solamente hay una respuesta a esto. Consigue el metal convenientemente refinado de Fennoscandia. Resuelve el problema en su origen.
Hagen asintió.
—Pero quiero que te des cuenta del peligro. Allí arriba viven algunas especies de Aulladores gigantes, los Yotunag, se les llama, y se hallan fuera del control de Sugoll. Ya hemos perdido a Stosh Nowak y John-Henry King en incursiones al campamento minero. Deseaba tu autorización personal antes de arriesgar a Tony. Después de todo, has pagado un alto precio por él.
—¡Alto! —exclamó el metalúrgico, alarmado—. ¡Esperad un maldito instante!
El Rey clavó en él unos helados ojos.
—¿Puedes conseguir que el refino se efectúe como corresponde si te enviamos a Fennoscandia?
—¡Soy necesario aquí! —La frente de Tony se llenó de sudor—. Me hallo en un estadio crítico en el montaje del dispositivo para elaborar el revestimiento… ¡el aparato que tiene de fabricar el hilo!
—Responde a mi pregunta —exigió Aiken—. ¿Puedes conseguir el metal puro, o no?
—Probablemente —admitió Tony, lúgubre.
—Correcto —dijo Aiken—. Haz las maletas. —Dio media vuelta y salió del cubículo, con Hagen a sus talones.
—Uno de mis hombres, Chee-Wu Chan, es perfectamente capaz de terminar el dispositivo que ha dicho Tony —señaló Hagen.
—Estupendo —dijo Aiken—. Puesto que estoy aquí, aprovecharé para efectuar una inspección rápida. Veré cómo habéis arreglado las cosas aquí en el Castillo del Portal.
—Oh, mierda de mierdas —gimió Tony. Agarró su torque de oro con sus dos sudorosas manos, buscando alivio—. Ahí vamos de nuevo.
En el frío del atardecer, el pescador lanzó el anzuelo para el barbo gigante desde el esquife atado a la proa de la Kyllikki. El barbo no era ni con mucho el obstinado luchador que había sido el tarpón de Florida, pero sus ejemplares pesaban por término medio unos 200 kilos y medían más de cuatro metros de longitud. Eran bastante agresivos cuando sus estómagos estaban vacíos al principio de su caza nocturna, y además su carne era excelente.
Pescar el barbo era una tranquila ocupación, que encajaba muy bien con el talante del pescador. Con su pequeño bote arrastrado fuera de la pantalla protectora de los pensamientos, podía permitir que su visión a distancia, sin ninguna intensificación, abarcara toda la Tierra Multicolor. Tenía también mucho tiempo para dedicarse a pensar en su problema personal, lejos de las crecientes tensiones a bordo de la goleta.
Había que enfrentarse al asunto. La moral entre sus viejos asociados se estaba deteriorando rápidamente, como era inevitable una vez dejó que su propia resolución se tambaleara. Demasiados de los rebeldes hallaban difícil readaptar la visión del Hombre Mental en torno a Cloud y Hagen en vez de en torno al propio Marc. Habían pasado décadas desde que el sueño había creado una fresca, inspiradora y fanática lealtad. En vez de ello, había ido asumiendo el status de una religión familiar, un dogma que había sido aceptado sin cuestionar… hasta que el propio profeta se volvió escéptico. Ahora solamente Patricia y Cordelia Warshaw seguían siendo sus firmes partidarias.
¿Y qué hay conmigo?, se preguntó. ¿Me siento realmente seducido por las promesas de un viejo de mente simple? En lo profundo de mi corazón, ¿no rechazo la visión incluso antes de verla? Y si todo ha terminado, ¿cuál es la utilidad de una vida sin propósito?
El sedal dio un suave tirón. Envió su visión profunda bajo la lodosa agua y vio que solamente había enganchado una rama sumergida. Un toque de su PC soltó el anzuelo. Rebobinó el sedal para fijar un nuevo cebo.
¿No había ninguna forma de convencer a los chicos pese a todo lo demás… de ganarlos para su lado? La puerta. Si no llegara a abrirse nunca. Si el Proyecto Guderian estuviera condenado al fracaso…
Volvió a arrojar el sedal, y ajustó la profundidad del anzuelo. A los dos lados del Sena, plano como una balsa de aceite, la reseca jungla se había convertido en dos muros completamente negros que separaban el estrellado cielo de la luminosa agua. El cinturón boscoso resonaba con las llamadas de los insectos y los gritos de los monos y el trompeteo de los elefantes, un estrecho oasis en un inhóspito marjal.
La fuerza, pensó. La única otra alternativa a la persuasión era la fuerza. Hubo un tiempo en el que no habría dudado.
Una voz telepática llamó: Marc.
¿Elizabeth? (Y rápidamente erigió un difusor personal, a fin de que ella no pudiera rastrearle.)
Gracias a Dios que finalmente has respondido. Yo… necesitamos tu ayuda.
¿?
Madres con otros niños torques negros han estado viniendo al refugio. Supongo que fue una ingenuidad no haber supuesto que la noticia se difundiría rápidamente. Tengo a más de 20 de ellas aquí. He intentado explicarles que la redacción de Brendan fue un caso especial. Que tú… trabajaste conmigo únicamente por razones personales. Pero no se van Marc. Dicen que se quedarán aquí esperando y confiando y si es necesario dejando morir a sus bebés…
Elizabeth hay otros asuntos que exigen mi atención. Siento que te hayas visto metida en este apuro. Pero yo tengo que resolver uno propio.
Lo sé. Pero he estado pensando. Acerca de la curación de Basil. Tú modificaste nuestro programa de modo que varios redactores pudieran acelerar el tratamiento de la Piel. ¿No sería posible hacer una adaptación similar en el tratamiento de los torques negros? ¿Un metaconcierto con grupos de coercedores y redactores en lugar de simplemente tú y yo?
… Es un problema interesante.
En el Medio nadie podía igualarte en el diseño de metaconciertos.
Estás en un error.
Oh… sí. ¿Pero pensarás en ello?
Por supuesto. Pero no puedo prometerte nada… Supongo que el Tanu Dionket representa el máximo de potencial redactor de esta raza y que las otras mentes con esa metafacultad son predominantemente inferiores.
Correcto. Y Minanonn sería el mejor coercedor disponible. Aparte Aiken por supuesto.
Por supuesto.
Bien. Gracias por aceptar intentarlo. Adiós.
Adiós entonces, Elizabeth.
…
Permaneció sentado en el esquife, con la gran caña apoyada en la cazoleta del travesaño, e intentó captar telepáticamente a sus hijos. Pero no había rastro de ellos en los alrededores de Roniah, y llegó inevitablemente al espejeante hemisferio que cubría el Castillo del Portal. ¡Si tan solo consiguiera penetrarlo! Si tan sólo dispusiera de las mentes suficientes a sus órdenes…
Durante la rebelión había mandado millones. Ahora solamente eran veinticuatro, y él ya no era Abaddón sino un debilitado Anfortas, pescando en el Sena mientras sus últimas esperanzas de victoria permanecían ocultas tras una impenetrable burbuja plateada.
Con su visión a distancia vio una aeronave alzarse desde detrás del campo sigma iluminado por la luna. El Rey, sin duda, dirigiéndose a casa después de un día atareado. Los ocupantes de la nave estaban ocultos por un sigma más pequeño, inidentificables. Marc observó ociosamente cómo el volador aceleraba, libre de la inercia, y partía como una flecha hacia el nordeste a 12.000 kilómetros por hora. Extraño. Al menos Aiken no acudía a espiarle de nuevo; ¿pero adónde iría? ¡De hecho, parecía que a las más remotas tierras suecas! Había un asentamiento Humano de algún tipo encajado en un oscuro valle, donde nunca había reparado en él. Curioso. Muy curioso.
La aeronave aterrizó. Cinco minutos más tarde despegó de nuevo para Goriah, sobrevolando en su camino la Kyllikki sin frenar su marcha. Pero Marc no prestó atención a la nave. En vez de ello, escuchó atónito la proyección mental de un incompetente Humano con torque de oro que emanaba del solitario puesto de avanzada en Fennoscandia. Era un grito surgido de lo más profundo del corazón, que combinaba el anhelo por alguien llamado Rowane con resonantes maldiciones acerca de un elemento de las tierras raras, el disprosio.
Bruscamente, el pensamiento se cortó.
Y un gran barbo mordió el anzuelo de Marc y empezó a hacer girar, chillando, el carrete.