El convoy de vehículos modulares todo terreno, con su número reducido a quince tras el desastre con el arrastre de carga allá en las montañas del Rif, avanzaba lentamente bajo el broncíneo ocaso africano, envueltos en polvo, desafiantes insectos y anticipadora ansiedad.
El borde del Mediterráneo estaba a menos de 90 kilómetros de distancia. Y la Gran Cascada.
Durante más de dos meses, desde que se habían atrevido a abandonar el campamento de la costa marroquí a donde habían sido desviados por sus mayores, los hijos adultos fugitivos de la isla de Ocala habían estado yendo al nordnordeste hacia esa señal que se había convertido en un símbolo de su osadía y su culpabilidad. Habían cruzado más de 1.500 kilómetros de tierras salvajes del plioceno —pantanos y junglas, árido desierto, y más recientemente la cordillera del Rif—, y ahora avanzaban a través de agostadas colinas y malezas que cubrían el extremo superior del roto istmo de Gibraltar. La lógica le había dicho al líder de la expedición, Hagen Remillard, que debían dirigirse más hacia el este, en un rumbo más directo hacia la inundada cuenca mediterránea, que deberían cruzar a fin de encontrarse con Cloud en Afaliah. Pero la lógica se tambaleó ante el irresistible atractivo de la Cascada. ¿Cómo podían pasarla de largo? Habían participado en su creación cuando unieron sus mentes con las de sus padres y ayudaron a la loca Felice a admitir las aguas del océano occidental al Mar Vacío. Verla era un imperativo psicológico.
Los cinco pequeños de la escasa tercera generación de Ocala, llamados los Cachorros, se sentían más ansiosos aún que sus padres. Cuando finalmente apareció en el horizonte una enorme columna de vapor señalando el emplazamiento de la cascada, los pequeños se derritieron en un frenesí de impaciencia. Se hizo evidente que ninguno de ellos sería capaz de dormir aquella noche sin presenciar antes la maravilla; de modo que Hagen decidió renunciar al habitual vivac del anochecer y seguir la marcha. Tendrían luz lunar más que suficiente para iluminar la escena.
Hagen lamentó su impulso cuando Phil Overton se rindió a la atractiva coerción de su hija de cuatro años, Calinda, que no dejaba de suplicarle que la dejara sentarse junto a su padre en el TT de cabeza. Las desgarradas protestas de los otros Cachorros, tanto vocales como dolorosamente telepáticas, fueron inevitables. Pese a las objeciones de Hagen, no podía hacerse nada excepto que todos los pequeños se trasladaran al módulo de mando. Diane Manion cambió su lugar con Nial Keogh y le juró a Hagen que usaría hasta el último ergio de su metafunción redactora para mantener a los Cachorros bajo control, y el complaciente Overton fue degradado de navegante a babysitter auxiliar. Pero cuanto más se acercaban a la Cascada, más desordenadamente nerviosos se ponían los niños.
—¡Papi, enciende otra vez lo de mirar! —rogó Calinda—. ¡Esta vez estoy segura de que seré capaz de localizar la cascada!
—¡Lo de mirar, lo de mirar! —canturrearon Joel Strangford y Riki Teichmann, que tenían cuatro y medio y cinco años. Lucharon entre sí, intentando acercarse más al display holo del analizador del terreno, y en el proceso tiraron a la pequeña Hope Dalembert al piso del vehículo. La niña se echó a llorar.
—¡Cabezas de chorlito! —El juicio de Davey Warshaw, con sus seis años, era compasivo—. El escrutaterreno no puede ver un agujero en el suelo cuando hay colinas en el camino.
—¡Sí que puede! ¡Sí que puede!
—Solamente si el ángulo de refracción es el correcto —se burló Davey—. Y no lo es. ¿Creéis que la puerta de Gibraltar es una tonta cosa pequeñita como un uadi seco o una mina de arena que el aparato puede analogizar? ¡Ja!
—¡Entonces telepatice por nosotros, señor Listo! —pidió Calinda.
Aunque incapaz de una tal hazaña, Davey usó su imaginación para conjurar una visión que redujo a los otros Cachorros a un asombrado silencio: un orbe planetario hendido como un gigantesco melón, con una fuente de agua manando al espacio vacío.
Gentilmente, Diane Manion rectificó la imagen.
—Es más probable que tenga este aspecto, queridos.
Todos los Cachorros emitieron un suspiro de decepción.
—Pero eso es simplemente una cascada pequeña —protestó Riki—. Como en el libro de la abuela acerca del Viejo Mundo. Niágara. ¡Nuestra cascada es mayor que cualquiera que haya existido nunca en todo el mundo!
Calinda frunció los labios.
—No quiero ver una pequeña cascada. Hagen… dijiste que iba a ser asombrosa.
—Asombrosa —repitió la pequeña Hope Dalembert entre lágrimas.
—¡Phil, Phil, enciende lo de mirar! —exclamó Joel, y los otros le hicieron coro, haciendo caso omiso al desventurado Overton y arracimándose en torno a Hagen en la consola de mandos, hasta que finalmente éste los apartó con su PC y lanzó simultáneamente una orden mental:
¡Todos quietos!
Milagrosamente, obedecieron.
En voz alta, Hagen dijo:
—Ahora escuchad, Cachorros. Ya casi estamos allí. ¡Creo que capto algo! Es posible que vosotros también, si simplemente dejáis de alborotar por un maldito minuto…
El zumbar de la turbina mientras el TT ascendía trabajosamente hacia la cresta de un cerro. El crujir y restallar de los matorrales aplastados. El intermitente silbar del vacilante acondicionador ambiental. Afuera, la desafinada serenata de las hienas enanas escondidas entre los chaparrales empurpurados por el ocaso.
Y luego, un sonido que no era un sonido. Una agitación atmosférica tan profunda que no podía ser detectada por los nervios auditivos.
—Papi, hay algo en mi garganta —susurró Calinda—. Siento el sabor de un ruido.
Phil la atrajo sobre sus rodillas antes de que su aprensión se hiciera mayor, y Diane se apresuró a confortar mentalmente a los tres niños más pequeños. Pero Davey Warshaw, maduro en sabiduría, estaba radiante.
—¡Es eso! ¡Es la Gran Cascada! ¡Aprisa, Hagen… conduce aprisa!
El hijo de Abaddón lanzó una corta risa y apretó el acelerador. Un pequeño roble se alzaba en su camino y, en vez de eludirlo, lo derribó antes de pasar por encima. Los Cachorros chillaron y corrieron hacia la parte delantera del vehículo mientras pasaban por encima de un torbellineante vapor resinoso y astillas de madera. La turbina accionada por energía solar del TT elevó el tono de su zumbido a medida que la subida se hacía más empinada y trepaban más y más hacia arriba, en dirección al cielo del atardecer.
La peculiar vibración subsónica se intensificó hasta resonar en los mismos huesos. Incluso los adultos sintieron que los cartílagos largos de sus gargantas respondían a aquella enorme nota. Hope Dalembert se echó a llorar y ocultó su rostro en el pecho de Diane; pero los otros cuatro Cachorros, con los ojos muy abiertos, tensaron su inefectiva y juvenil visión a distancia con la esperanza de descubrir lo que había allí delante. Finalmente el vehículo coronó la loma, se tambaleó entre las rocosas irregularidades, y frenó su marcha hasta detenerse en una estrecha planicie barrida por el viento.
El TT y la altura donde se hallaba se estremecían a causa de un interminable tronar. El sonido no era doloroso a los oídos; la frecuencia era demasiado baja, demasiado palpable. Los adultos y niños permanecieron sentados inmóviles durante un largo minuto. Luego Davey hizo abrir la escotilla y salió, y Phil Overton tomó a Calinda y a Joel mientras Diane mantenía firmemente sujetos por la mano a Riki y Hope.
Hagen, dejado a solas en la cabina, tomó breve nota de la espectacular formación del suelo que era registrada por el display gráfico del analizador del terreno. Dirigiéndose al vacío éter, observó:
—Aquí estamos finalmente, papá. Esta escena es tan tuya como de Felice y nuestra. ¿Te gustaría ver a través de mis ojos?
Nada.
Hagen se echó a reír.
—Entonces, ¿te mató realmente? ¿Consiguió una loca con un talento en bruto acabar con el hombre que desafió a todo el Medio? Sería un final demasiado vulgar. En absoluto el que anticipó mi fantasía edípica.
Nada.
—No nos impedirás reabrir la puerta del tiempo —murmuró—. Nos dejaste marcharnos de Ocala. Hubieras podido hundirnos con un solo golpe, y no lo hiciste. ¡Te conozco, papá! No te atreves a detenernos. Y no es sólo la culpabilidad… sino la tentadora elegancia de la rueda dando una vuelta completa lo que eres incapaz de resistir…
Nada.
Hagen abandonó el soliloquio y dejó que el tronar llenara su cráneo. Sus manos se movieron automáticamente cerrando el contacto de todos los sistemas del vehículo, y luego salió para unirse a los otros.
Estaban en un saliente de tierra bajo un cielo índigo. La luna llena de finales de agosto estaba muy alta en el horizonte oriental. A su izquierda un enorme aliviadero se extendía hacia el Atlántico, mientras a su derecha había un monstruoso abismo, el nuevo golfo de Alborán, con su distante fondo de negras aguas en las que no se reflejaba ninguna estrella. Uniendo esas dos partes como una cortina de plata tendida a la noche infinita, con su borde inferior hundiéndose en el sumidero del mundo, estaba la mayor cascada que la Tierra hubiera conocido nunca.
Los instrumentos de Hagen habían registrado sus dimensiones: 9’7 kilómetros de ancho por 822 metros de alto, con un flujo creciente a medida que la erosión ensanchaba y profundizaba el corte de Gibraltar. La Gran Cascada tenía una vida de menos de cien años, puesto que por aquel entonces ya habría llenado toda la cuenca mediterránea del plioceno.
Uno tras otro, los demás vehículos del convoy alcanzaron la altiplanicie y se detuvieron. Sus ocupantes salieron y se reunieron al borde del saliente rocoso… veintiocho hombres y mujeres y cinco niños pequeños. El habla normal era imposible y la conversación mental parecía superflua. Era suficiente con mirar y memorizar.
Hubieran podido quedarse allí durante horas, pero finalmente la luz de la luna menguó y la brisa se volvió húmeda. Un muro de densa niebla avanzaba desde Europa y cubrió el espectáculo.
La diminuta voz mental de Calinda Overton dijo: Creo que se ha acabado.
Y Hagen dijo: La parte bonita sí.
Muchos de los adultos se echaron a reír, para disimular otras emociones. Aquellos que eran padres hablaron de que ya era hora de ir a la cama. Nial Keogh, siempre práctico, señaló el lugar de acampada que ya había escogido mientras los demás pensaban solamente en correr a ver la maravilla. Charlando mentalmente en automática reacción, los hijos y nietos de la Rebelión regresaron a los TT. Solamente Hagen se quedó a solas en la altiplanicie con el módulo de mando, tras enviar a Phil y Diane y los Cachorros con los demás.
Se quedó allá en la cada vez mas densa niebla hasta medianoche, cuando las condiciones telepáticas eran óptimas, luego sondeó cautelosamente hacia el nordeste, más allá de la cordillera Bética, hasta la ciudadela Tanu de Afaliah. Cuando estuvo seguro de haber identificado su concentración de aura vital, redujo su haz de pensamiento hasta convertirlo en la aguja más fina posible, lo sintonizó al modo íntimo de su hermana, y llamó.
HAGEN: ¿Me oyes?
CLOUD: Sí. ¿Dónde estás?
HAGEN: [Imagen]
CLOUD: ¡¡!! ¡Así que es eso! No me sorprende que la Inundación destruyera Muriah. Parece increíbe que el poder mental sea el único responsable de todo este cataclismo. Felice…
HAGEN: ¡…y sus demonios!
CLOUD: Hagen, teníamos que hacerlo.
HAGEN: Estás racionalizando después del hecho, hijadeMarc.
CLOUD: Pensé que ibais a dejar que fuera Diane la que se encargara de esa maldita hamletquería. Estás poniéndote más bien irritante.
HAGEN: Tú y papá combinados no pudisteis acobardarme. ¿Por qué esperas algo mejor de ella?
CLOUD: Porque te quiere, estúpido. Eso ayuda enormemente en la redacción.
HAGEN: Oh, sí. Hubiera tenido que recordaros a ti y a tu querido Tanu…
CLOUD: Malditos seáis tú y tu lata de gusanos craneales, hermano.
HAGEN: ¿Podemos posponer las agudezas, hermana? ¿Qué ha ocurrido en Goriah?
CLOUD: [Revisión cinemática de los acontecimientos.]
HAGEN: Un fracaso total. Lo siento por nuestra proyectada alianza con Nodonn. Afortunadamente para ti, tu chico Kuhal sobrevivió… Supongo que deberemos volver a nuestro plan original sobre Aiken Drum, entonces. No va a ser tan fácil de manipular como lo hubiera sido Nodonn, pero probablemente nos saldremos con bien de ello. ¿Quién sabe? Puede que el chico tenga ya por ahora sus dudas acerca de su futuro como Rey de los Elfos. Tal vez haya decidido incluso que nuestro plan para regresar al Medio tiene un sutil atractivo…
CLOUD: Hagen, papá va a venir.
HAGEN: Oh, mierda. ¿Cuándo?
CLOUD: Fue vago. Habló telepáticamente conmigo esta mañana, después de que Aiken venciera en su duelo con Nodonn. Había estado observando.
HAGEN: Lógico.
CLOUD: Dijo que vendría a Europa tan pronto como estuvieran listas las modificaciones del intensificador cerebro-energético. Va a traerlo… y el ordenador principal, y la batería de rayos X del observatorio.
HAGEN: Buen Dios… ¿cómo?
CLOUD: Han puesto de nuevo en condiciones la goleta de cuatro mástiles de Walter Saastamoinen. Ese monstruo de setenta metros es lo bastante grande como para transportar más de la mitad de todos los aparatos que hay en Ocala.
HAGEN: Maldita sea… ¡Le dije a Veikko que debía haberla hundido en aguas profundas o haberla hecho volar en pedazos! Imbécil sentimental. Déjame pensar… le tomará al menos un mes llegar hasta aquí, cargado.
CLOUD: Papá está furioso de que hayas iniciado este viaje por tierra.
HAGEN: ¿Ha amenazado con algún golpe mental a larga distancia?
CLOUD: No. Estaba muy contenido. Simplemente me dijo que te advirtiera de que no intentaras establecer ningún contacto con Aiken Drum… o de otro modo te enfrentaras a las consecuencias.
HAGEN: ¿¿?? Es extraño que no se pusiera en contacto telepático directamente conmigo…
CLOUD: El equipo CE ha sido desmantelado para ser reinstalado en el barco…
HAGEN: Infiernos, muchacha, tiene en su cabeza los vatios suficientes como para hablar conmigo a plena luz del día, sin ninguna otra cosa más que su materia gris. ¿O…? ¡¡¡!!! [Imagen.]
CLOUD: Teníamos razón acerca del salto-D de Felice. Alcanzó sus periféricos y lo agarró horriblemente por el cuello. Lo hizo arder de garganta para abajo…
HAGEN: [Imagen reprimida rápidamente.]
CLOUD: [Dolor.] Ha estado flotando en el tanque de regeneración desde junio.
HAGEN: Cloudie, ¿y si Felice hizo algo más que hacer hervir su cuerpo? ¿Y si asó también su cerebro? ¿Qué pensarías si él simplemente hubiera remendado de la mejor manera posible sus peores heridas corporales, pero no se hubiera atrevido a permanecer en la sopa el tiempo suficiente como para una completa regeneración neural? ¡Infiernos, eso tomaría fácilmente ocho, nueve meses!
CLOUD: Sí sus metafacultades estuvieran mermadas, eso explicaría…
HAGEN: Puedes apostar tu dulce vida a que lo haría. Ha hablado contigo en vez de conmigo en modo-i porque tú eres más sensible telepáticamente. ¡Lo más seguro es que no pueda montar nada parecido a sus antiguas performances! Y si es incapaz de manejar un metaconcierto creativo de potencia total, ¡entonces ya no hay ningún peligro para nosotros de que pueda alcanzarnos con un psicogolpe a larga distancia! Oh, Cloudie, muchacha… ¡esa puede ser nuestra gran oportunidad! ¡Va a tener que luchar en igualdad de condiciones! Va a tener que acercarse realmente a nosotros si espera ejercer coerción o lanzar un golpe mental. Dejemos que lo intente, con Aiken Drum y su caterva de exóticos a nuestro lado…
CLOUD: Cuando papá habló telepáticamente conmigo dijo… dijo que haría todo lo posible por arreglar las cosas para nosotros. ¡Si tan sólo pudiéramos creerle!
HAGEN: [Imprecación.]
CLOUD: Debería saber que nosotros no vamos a dejar nunca que las autoridades del Medio acudan al plioceno a por él.
HAGEN: ¿De veras?
CLOUD: Pero… pero… ¡él nos quiere!
HAGEN: A su maldita manera inhumana… Quería a mamá, y sabemos lo que le hizo. ¿Nunca te has preguntado por qué?
CLOUD: Está todo en…
HAGEN: En la biblioteca de Ocala, sí. ¿Nunca te has dado cuenta de que las entradas del ordenador relativas a la Rebelión Metapsíquica son claras y sinceras acerca de la mayor parte de los aspectos del conflicto… excepto en la línea del fondo, el propósito de todo el maldito asunto? ¿Por qué tuvieron que luchar, por el amor de Dios? El objetivo Rebelde: «El fomento del Hombre Mental y la seguridad de que ocupará el lugar que le corresponde en el Medio Unido.» ¿Qué infiernos de motivación para una guerra es ésa?
CLOUD: Papá y los suyos deseaban que el Gobierno Humano dominara…
HAGEN: ¡No es tan sencillo! Había algo más. Tienes que descubrirlo a través de alusiones en otras entradas de datos. ¡Alusiones subliminales tan elusivas como esas cosas que a veces ves, pero no completamente, con el rabillo de tus ojos! La Rebelión de papá tenía algo que ver con nosotros. Con los niños Humanos. Planeaba hacer algo tan terrible que su propia esposa consideró justificado intentar matarle… y el Medio le declaró la guerra tras cien mil años de ininterrumpida paz.
CLOUD: Pero todo ha pasado ya. Terminó hace mucho tiempo.
HAGEN: Querida hermana, todavía no ha ocurrido.
CLOUD: ¡Para ya, Hagen, para ya! Lo importante, lo único importante… es que nosotros podamos salimos de esto. Salimos de él, salimos de este miserable mundo primitivo donde nuestras mentes están completamente solas e impotentes. No podemos perder de vista este objetivo, por ninguna razón.
HAGEN: ¿Y bien?
CLOUD: Debemos correr el riesgo y contactar con Aiken Drum. Tienes que venir a Afaliah lo más rápido posible. No te tomará mucho tiempo, ahora que has alcanzado el Mediterráneo. Navega hasta el cuello de la península Balear. Hay un sendero muy bueno llamado el Camino de Aven que conduce directamente a Afaliah. Una vez hayas llegado, podemos concertar un encuentro. Kuhal dice… me ha sugerido un cierto factor de negociación que puede garantizar el que Aiken coopere con nosotros. Hablamos telepáticamente de ello inmediatamente después de que Aiken derrotara a Nodonn. Kuhal no quiere que yo pierda las esperanzas.
HAGEN: Bien, ¿cuál es la idea?
CLOUD: [Imagen.]
HAGEN: ¡! Que me maldiga. ¿Ahí mismo en Afaliah?
CLOUD: Están en las mazmorras. No queda nadie aquí para discutir mi autoridad sobre ellos, así que he estado exprimiéndolos durante todo el día con la ayuda del jefe de redactores local. Casi lo hemos conseguido.
HAGEN: ¡Aiken Drum te besará el culo si puede echarle la mano a eso!
CLOUD: No hables como un estúpido. Incluso con esta información para negociar, tendremos que ser extremadamente cautelosos al tratar con él. Aiken es peligroso, Hagen. Quizá más peligroso ahora que papá.
HAGEN: Tonterías.
CLOUD: En el duelo de Goriah, Aiken se enfrentó a todo lo que Nodonn fue capaz de echarle… incluido ese cañón fotónico de la Lanza. Pero hay algo más. Cuando mató a Nodonn y a la Reina Mercy, subsumió sus complejos metapsíquicos.
HAGEN: ¿Hizo qué?
CLOUD: [Imagen.] Un fenómeno muy oscuro. Recuerdo que la entrada poltroyana en el ordenador lo mencionaba en conexión con algún tipo ancestral de adoración. Es muy abstruso. Nunca estuvo completamente documentado entre los Humanos. Pero parece que Aiken lo hizo. Todo el Castillo de Cristal de Goriah zumba con la noticia. Falta ver lo útiles que pueden resultarle esos poderes. Kuhal dice que algunos Tanu creen que la subsunción puede matar a Aiken.
HAGEN: Pensándolo bien… Escucha, Cloud, tenemos que conseguir esta cooperación de algún modo. No podemos luchar contra él para conquistar el emplazamiento de la puerta del tiempo, y construir el dispositivo de Guderian significará recorrer Europa de punta a punta reuniendo las materias primas. Sin decir nada de reclutar a los técnicos entrenados en el Medio para que trabajen en la construcción de los distintos elementos para montar el aparato. Nuestra única esperanza de éxito depende de cultivar la buena voluntad de ese pequeño Drácula devorador de cerebros. O ejercer coerción sobre él para que nos ayude.
CLOUD: Más que eso depende de Aiken.
HAGEN: ¿?
CLOUD: Kuhal. Él y los invasores supervivientes han sido hechos prisioneros. Se hallan encerrados ahora en Goriah, incomunicados bajo un campo sigma, acusados de alta traición. La pena por ese delito es la muerte.