Había ocurrido, tal como Elizabeth había sabido que ocurriría; y no había ninguna prolepsis metapsíquica implicada en la predicción, tan sólo lógica e inevitabilidad, dados los protagonistas: Aiken Drum, Felice Landry y Marc Remillard.
Las últimas reverberaciones del gran golpe metapsíquico se habían disipado. Los cuatro observadores flotaban aún muy alto sobre España, fuera de alcance, dentro de la burbuja protectora creada por Minanonn el Herético.
—Seguro que Felice está muerta —observó éste.
—Sus pensamientos y su imagen han desaparecido —se mostró evasivo Creyn.
—Lo cual no prueba nada —murmuró Dionket, el Lord Sanador.
El alcance de los sentidos mentales de Elizabeth, mucho más poderosos que los de los tres Tanu, no podían proporcionar ninguna seguridad a aquella altitud. Felice, si vivía, estaba sepultada bajo el enorme derrumbamiento.
—Creo que podemos descender —dijo—. Debemos correr el riesgo. Hay gente que necesita ayuda…
Una rápida advertencia cruzó entre las mentes de Dionket y Minanonn: ¡Mantén tu escudo al máximo de su fuerza, Hermano!
Los tres exóticos y la mujer Humana no sintieron el azotar del aire mientras se deslizaban hacia abajo a través del crepúsculo lleno de jirones de humo. Permanecían aislados del hedor de la jungla ardiendo, del vapor que brotaba del desviado río Genil, del polvo que aún se alzaba del derrumbamiento de rocas que había empujado al río fuera de su cauce y sepultado parte de la flotilla de Aiken.
—Tantos muertos y heridos en el derrumbamiento —se lamentó el Herético—. Ahí yace Artigonn, el hijo de mi difunto hermano. Y Aluteyn el Maestro Artesano, que Tana le conceda la paz. No renegó de la antigua religión de batalla, pese a que su corazón la rechazaba.
—Veo al Rey. —La visión a distancia de Dionket mostró una imagen de Aiken tendido en una pedregosa orilla río abajo, su cuerpo rígido en su traje dorado, su cabeza bloqueada y su mente contraída en un aullante nódulo.
—Tú y Creyn acudid a él —dijo Elizabeth. Los cuatro se posaron en una gran roca plana incrustada de vegetación quemada, una isla entre la sucia y humeante agua—. Podéis mantenerlo con vida hasta que yo llegue. Hay muchos supervivientes que no han resultado heridos. Creo que la mayoría escapó sin ningún daño. Organizad grupos de rescate para los heridos. Minanonn y yo nos reuniremos con vosotros… después de que descubra lo que le ha ocurrido a Felice. —Después de que descubra dónde cayó, un meteoro autoconsumido; y cómo se encoge aún mi cerebro ante el recuerdo del grito final de la mente de ella: agonía y pesar, seguro, pero también… ¿triunfo?
—El monstruo ha muerto, como dijo Minanonn. ¡Y gracias sean dadas a la Diosa! —El rostro de Creyn tenía un color carmesí a causa de las llamas—. Vamos, Lord Sanador. —Guiados por la psicocinesis de Dionket, los dos redactores se desvanecieron en el lúgubre paisaje.
Elizabeth y Minanonn permanecieron en la calcinada ruina de la islilla, con la esfera protectora de psicoenergía ahora extinguida. A todo su alrededor los árboles medio sumergidos sobresalían por encima del agua, arrastrando rotas lianas entre los heterogéneos restos que poblaban la corriente. Algunos aún ardían. En otros, aterrorizados monos y otras criaturas de la jungla chillaban y ululaban lastimeramente.
Elizabeth tenía los ojos cerrados al tiempo que su mente seguía buscando, tendiéndose al máximo mientras registraba debajo del alud de rocas. Motas de ceniza y hollín arrastradas por el aire se pegaban a su pelo y mono. Minanonn se erguía alto a su lado, un gigante rubio y barbudo que llevaba una túnica con el emblema de un triskelión. Bajo uno de sus brazos llevaba un contenedor cúbico que mediría quizá medio metro de lado. Estaba hecho de una oscura sustancia exótica con frágiles dibujos en su superficie, filamentos rojos y plata que resplandecían a la menguante luz como jirones de gas interestelar. La caja contenía el poderoso proyector del campo de fuerza que Brede la Esposa de la Nave había llamado la habitación sin puertas.
Elizabeth buscaba.
Un cuerpo enfundado en una rota armadura de cristal pasó derivando por su lado en los restos de un bote neumático. En algún lugar en el montón de rocas a su derecha, oculto entre las lívidas sombras, una mujer guerrera, parcialmente enterrada, lanzó una súplica telepática de ayuda.
Pronto, Hermana, la tranquilizó el ex Maestro de Batalla. Y su voz mental se alzó para animar a los otros: Pronto vendrá ayuda.
Elizabeth buscaba.
¿Había resultado realmente muerta Felice? ¿Había llameado hasta la extinción en el clímax de la gigantomaquia, llevándose a Culluket con ella? Reconstituye los recuerdos; disecciónalos y analízalos. Resuelve las paradojas enfocándote en el momento crítico de la rematerialización de la muchacha tras su salto de una fracción de segundo a Norteamérica, su traslación dimensional. Aiken Drum, en el paroxismo de su desesperación, había apelado a toda la fuerza de su metaconcierto. En revisión, Elizabeth vio el lento arrastrarse de la psicoenergía concedida al Rey por los miles de mentes entrelazadas… y el diabólico aumento de potencia de Marc justo en el momento en que el terrible golpe mental atravesaba el impotente conductor del Bienamado de Felice.
¡Sí! Pese a lo inexperta que era en las formas de metafunción ofensiva, Elizabeth vio cómo el Ángel del Abismo había planeado todo aquello desde el principio mismo: la eliminación de dos grandes mentes que amenazaban sus designios, y la fortuita muerte de la tercera, pequeña y despreciable.
Pero Culluket, el forzado fusible mental, era la clave.
Elizabeth vio mentalmente a Felice erguida aún en la sincronicidad del umbral de translación, sin haber acabado de salir del salto-D violador del tiempo, viendo el peligro mortal para su Bienamado. Sabiendo instintivamente cómo eludirlo, y cuál sería su precio.
La muchacha se había insertado en la estructura del metaconcierto, invadiendo al desafortunado conductor antes de que su mente saltara. Había absorbido el abrasador volumen de la energía, había absorbido de forma voluntaria todo el cociente de destrucción, y con ello se había transformado en una nueva e incandescende Dualidad.
El Rey, suspendido inconscientemente en el flujo de la corriente, fue liberado… su cuerpo momentáneamente muerto, su mente naufragada. Ambas cosas eran susceptibles de curación. No así el cuerpo de Culluket el Bienamado Interrogador, que había desaparecido más allá de toda salvación junto con la forma mortal de Felice. Solamente quedaban sus mentes fusionadas, unidas en un pequeño destello de materia transmutada a partir de las energías psíquicas por una voluntad indomable.
Muy profundamente, debajo de miles de toneladas de humeante roca en un somero remanso del río Genil, una pequeña cosa como un cilindro color rubí ardía con un fuego blanco en su interior…
—He encontrado a Felice. —Elizabeth abrió los ojos, transmitió la imagen a Minanonn—. Y también a Cull.
¡Elizabeth! ¿Viven?
Puede decirse que sí. Aunque es más correcto decir que se hallan en un estado de suspensión. O en un limbo.
Un estado así se halla más allá de toda comprensión.
¡No demicomprensión! Yo he estado allí. [La llameante imagen de un capullo.]
¡Por Tana…! Vosotros los Humanos. Pero Cull…
… está ahí por voluntad propia. Aferrándosealavida.
¡Sufriendo eternamente!
Viviendo sinembargo en pseudoUnidad.
¡Parodia de amor! ¡Abominación!
Minanonn son almasgemelas condenadas intenté salvarla aella sí lo intenté y creíconseguirlo estúpidoorgullo pero ella será siempre su propio Centro y no aceptará ayuda preferirá arder como ahora con Cull & Marc & oh Dios a veces pienso incluso que…
Elizabeth tus pensamientos son enigmas.
Lo sé. Ignóralos.
¿Cómo puedes compararte a los demás? Yo simplemente soy un guerrero iluminado por la paz pero un niño ante ti & MarcAbaddón. Si vosotrasdos compartís un pecado está másalla de mi entender. ¡Pero Cull! Era hijo de Thagdal-mihermano. Conocía sus tentaciones. A menos que el pobre Aluteyn & tantosotros que él conocía y sabía estabanenlocierto pero se burlaba de ellos le llevaran a un extremo de totalsoledad de modo que al final le hastiara lamuerte temiera lamuerte personificara lamuerte.
Ahora estácondenado a desear lamuerte. Envolviendo el fuego de ella.
Compadezco a mi pobre hermano.
Como yo compadezco a Felice.
Solamente podemos rezar y cantar por ellos laCanción.
Yo debo hacer algo más para ayudarles. [Imagen].
¡Por la Diosa! ¿Seguro que nohaypeligro de resucitación?
No nos atreveremos a correr el riesgo.
¡…Así que es por eso por lo que has traído la habitaciónsinpuertas!
La habitación está programada por Brede antes de su muerte únicamente a mi aura. Una vez activada me admite a mí y a nadie más. No a Aiken ni siquiera a Marc. ¡Compréndelo! ¡Nadie debe entrometerse con esta terrible Dualidad con la esperanza de revivirla y utilizarla! Debo crear para ella un oscuro tabernáculo inviolado donde puedan arder en paz.
¿Durante cuánto tiempo?
Sólo Dios sabe.
¿Estará… segura ahí dentro?
Ninguna energía ni materia ni mente pueden violentar desde fuera este campo de fuerza. La habitación accionada por energía gravomagnética puede durar tanto como la Tierra. O hasta que yo entre y la desactive.
Entonces la Dualidad estará aprisionada.
En absoluto.
¿?
Olvidas que aquellos que están dentro siempre pueden salir libremente.
Pero… ¿cómo? ¡Seguramente no podrá nunca! Mira a esa cosa Elizabeth. ¡Microscópica apenas luminosa al borde de la extinción!
Pero negándose a morir.
Entonces ¿nunca vamos a vernos libres delaamenaza?
Paz amigomío. Creo (¡Quizá la EsposadelaNave diría sé!) que esta cosa nunca volverá a amenazar a la Tierra Multicolor.
El tuyo es un juicio peligroso Lady.
Esta vez no tengo dudas.
… Si abandonas la habitaciónsinpuertas entonces te privas de su protección. Serás vulnerable en el Risco Negro…
Ya basta Minanonn. Ahora ayúdame. Utiliza tu poder psicocinético para poner al descubierto por un momento a la Dualidad para que yo pueda erigir su tumba. Luego debemos apresurarnos a volver junto a Aiken…
Cúralo y curarás a una némesis.
Pero debo hacerlo. Le debo tanto. Él emprendió el trabajo que yo rehuí.
El hombre de mediana edad con la prominente mandíbula y el discreto aparato pegado a su cráneo atendía a sus simples tareas de jardinería. Dentro del observatorio, los otros habitantes de la isla de Ocala estaban reunidos en torno a su postrado líder, sumidos en una batalla que llenaba de tensión todo el éter planetario. ¡Era casi como en los buenos viejos días!
Ni siquiera se habían molestado en invitarle a unirse a ellos.
—Pobre errabundo —canturreó Alexis Manion en un tono de lamento—. Di-da-da dum-dum DA-da. —Recogió un moscardón muerto de sobre la hoja de una palmera y lo depositó en el carrito con ruedas que le seguía obedientemente, sujeto a su incontrolable función PC—. Oh, sí, me he descarriado. Soy una maldita desgracia. —Canturreando, exhibiendo la abstracta sonrisa intoxicada de los docilizados, caminó sendero adelante, arrastrando los pies. Los jardines en torno al observatorio de la búsqueda estelar de Marc Remillard resplandecían a la última luz de la tarde, pero había ya profundas sombras detrás de las macrófilas. Sus flores, grandes como platos contra las espiras de sus hojas de un metro de largo, desprendían un empalagoso aroma que cubría el perfume más sutil de las granadillas. Limpió una sección del sendero de blancas conchas, que estaba sembrado de mariposas muertas. (Heliconias comunes, nada que le interesara para su colección.) Luego chasqueó la lengua con simpatía mientras contemplaba otra víctima del robot de las defensas del observatorio: un airón macho dorado tendido en el suelo, magnífico en su plumaje de apareamiento, que había caído cerca de la pared del edificio.
Un pensamiento se formó lentamente en el cerebro electrónicamente abotagado de Manion. Buscó, con los ojos entrecerrados contra el resplandor del sol, por entre el estrecho parapeto en torno al abierto domo del observatorio, donde los cañones de los lásers-X emergían en un resplandeciente caballo de frisa. ¡Sí! Allí estaba también el cuerpo del airón hembra, atrapado en el ángulo de la concha de la cúpula. ¡Pobres pajarillos amantes! Claro que, si uno tenía que morir…
—Y si permaneces terco y obstinado —canturreó—, morirás como ellos, y nunca sabrás por qué. —Un codazo mental envió a la pareja al carrito. Comprobó que hubieran caído dentro—. Aunque probablemente no exclamarás mientras mueras…
Alex. Ven inmediatamente.
—Oh, sí —murmuró, cerrando cuidadosamente la tapa del carrito—. Sí…
¡Rápido, malditasea!
—Sí, claro. Sí.
El poder coercitivo de Steinbrenner, intentando apoderarse de la mente de Manion, falló y resbaló en la docilizada y preprogramada masa gris. Hubo maldiciones telepáticas.
Manion sonrió con su triste sonrisa de idiota (tan adecuada a la configuración de su mandíbula) y sujetó la escoba y la pala a las abrazaderas a un lado del carrito. Tomó unas tijeras de podar. Sobre su cabeza, la hilera de láseres perdió su brillo cuando fue cortada la energía. Un cormorán aleteó impunemente encima del domo que se iba cerrando lentamente y flotó sobre el Lago Sereno. Manion agitó una mano hacia él, luego empezó a cortar flores de un racimo de lilas rosas anidadas en la base de un quimbombó. Empezó a cantar una nueva canción:
Muchacho, puedes arrancarme
Toda esa costra de aflicciones
Que hacen que un hombre se sienta triste
Y entorpecido y confuso
¡y receloso y desconfiado!
Había gente saliendo en tropel del observatorio al jardín. Se produjo una alocada confusión de pensamientos telepáticos.
Es ese maldito docilizador que le puso Steinbrenner…
Exacto. Pat venaquí ayuda a sujetarlo.
Afirmativo ¡aprisaaprisa!
ELLAESTABAAQUÍEXACTAMENTEAQUÍSÍELMONSTRUOFELICEESTABAAQUÍLOVESOACASOESUNAILUSIÓNNOCRISTOESREALACASONOLOVES…
Laura tú&Dorsey tened preparado el tanque Keoghs trae el transportador corporal.
Afirmativo/Afirmativo/Afirmativo.
DIOSBLANCHARDMUERTOFUEFELICEQUIENLOHIZO
SEHAFUSIONADOCONMARCELMONSTRUOFELICE
QUIÉNLOSABEDIOUNSALTODYLOSCHICOSQUÉSE
SABEDELOSCHICOSIESTÁNBIENCÁLLATEDIOSESTÁ
MUERTOMARCESTÁMUERTAFELICEOLOGRÓGANARLELAPARTIDAAMARCCÁLLATEMALDITOIDIOTACÁLLATEOHCÁLLATELOSGENESMENTALESLOSGENES
MARCMARCCÁLLATECÁLLATE…
¡CÁLLATE!
SALTODSALTODHUBIERAPODIDOFUNDIRLOHUBIERA PODIDO fue un salto-D te lo aseguro…
Jordy no puedes estar seguro.
Fue un salto-D.
No te atrevas a decirlo hasta que lo confirmemos.
¡Es por eso por lo que llaman a Manion estúpido!
LOS GENES. OH DIOS LOS GENES.
¡Malditos sean los genes! ¡Los chicos!
GathenDalembertWarshawVanWyk QUEDAOS. Todos los demás FUERA.
Tienes que saber que los chicos no pueden… maldito Marc malditos genes malditos todos…
Steinbrenner cuando saques a Manion del docilizador pon a Helayne DENTRO.
Afirmativo.
Como era de esperar, Alexis Manion estaba entre las orquídeas. Y allá fue Jeff Seinbrenner, chillando amenazadoramente y sobrecargado de adrenalina. Y la encantadora Pat Castellane, con sus acerados ojos llenos de lágrimas. Sorprendente. Manion canturreó:
Si deseas en el mundo avanzar,
Tus méritos has de aumentar.
Los debes desbrozar y limpliar,
Y en tu trompeta hacerlos sonar,
¡O créeme, ninguna esperanza te va a quedar!
Entre los dos sujetaron a Manion y le arrancaron el docilizador de la cabeza. Manion se tambaleó, presa de convulsiones, mientras el paisaje de Florida se fundía en dilatantes conchas concéntricas de color. Lo sostuvieron mientras sus músculos se crispaban en espasmos. La ducha redactora de Pat lo calmó, mientras Jeff apaciguaba sus oleadas de angustia; y finalmente su cerebro se asentó a su ritmo normal y pudo mantenerse en pie por sí mismo.
Tembloroso, con un hilillo de sangre descendiendo por su barbilla a causa de su lengua mordida, apartó con su psicocinesis las manos que lo sostenían. El aspecto social de su mente estaba tan desgarrado que era incapaz de contener la maliciosa satisfacción que crecía en su interior cuando descubrió por qué habían recurrido a él…
—¿Felice lo atrapó? —Manion se echó a reír. La coerción de Steinbrenner no tuvo ningún efecto. Docilizado, Manion se mostraba apenas dominable; libre, era un pilar de intransigencia—. ¡Dejad que el maldito bastardo hierva en su propio maldito sarcófago!
—¡Alex, no se trata solamente de Marc! —exclamó Patricia. Sujetó una de las manos de Manion. Su piel era helada pese al calor de junio—. Todos estamos en peligro. Y los chicos. La operación de metaconcierto… no sabemos lo que ha ocurrido. Owen Blanchard está muerto, y el hijo de Ragnar Gathen, y Dios sabe cuántos más en Europa. No sabemos nada de Felice. La entrada de datos de Marc al ordenador se cortó en el momento en que ella dio su salto-D…
Pese a sí mismo, Manion sintió despertar su interés.
—¿Su mente generó un auténtico campo upsilon? ¿A cerebro desnudo?
—Creemos que sí. Pareció surgir de pronto aquí mismo en el observatorio y… atacó a Marc de alguna manera a través del equipo cerebroenergético.
Manion dejó escapar una risita.
—Bien, bien. Vaya sorpresa desagradable.
Patricia estaba arrastrándole por el blanco sendero hacia la entrada del observatorio. Una veintena de los Rebeldes veteranos estaban aguardando allí, exudando una mezcolanza de emociones que helaban la sangre.
El pensamiento de Steinbrenner fue atronador: ¡Id al pabellón! ¡Id a vuestras casas! Id a cualquier parte fuera de aquí. Está vivo y lo tendremos a salvo en el tanque de regeneración tan pronto como lleguen Diarmid & Deirdre con medios de transporte. AHORA IROS.
Con muchos murmullos mentales, la gente empezó a dispersarse.
Manion estaba sumido en sus pensamientos, su animosidad desvanecida frente a un intrigante problema.
—¡Un salto-D! ¿Cuándo fue la última vez que intentamos confirmar uno en el IDFS? ¿En 2067? Sí… un adolescente de uno de los mundos negros. ¿No era Engong? Pero solamente se trasladó dos kilómetros, y nosotros…
—Tendremos que confirmar el suceso con un análisis retrospectivo de dinámica de campo —interrumpió Patricia—. Kramer no pudo cortarlo, y debemos confirmar la excursión de Felice. ¡Escúchame, Alex! —Su ansiedad fue como una llamarada hacia él. Su mente desplegó la terrible posibilidad—. Creemos que Marc está aún vivo dentro del sarcófago. Pero el scanner casi se quemó y no tenemos comunicación consciente de él. No nos atrevemos a abrir la armadura…
Manion asintió. Su sonrisa había desaparecido.
—Hasta que confirméis que la persona que hay dentro es Marc Remillard. Sí. Una cuestión interesante.
Entraron en el observatorio al mismo tiempo que Peter Dalembert y Ragnar Gathen estaban sacando a Helayne Strangford. Steinbrenner tendió el docilizador.
La poderosa y alocada mente de Helayne se aferró a Manion.
—¡No les ayudes, Alex! ¡Deja que Marc muera en ese maldito intensificador cerebroenergético suyo! Luego nos aseguraremos de que los chicos no…
La voz se interrumpió bruscamente. Patricia empujó a Manion dentro. Estaba oscuro con el domo cerrado, la temperatura al menos diez grados más fría. Solamente quedaba un puñado de los Rebeldes mayores. En el centro de la estancia se erguía el cilindro del ascensor hidráulico con la plataforma bajada. En ella, radiando bajo el pequeño foco de luz pero opaco al ojo de la mente, estaba la masa de una negra armadura cerametálica. Alexis Manion se liberó de las manos de Castellane y avanzó hacia la siniestra forma.
—Así que calculaste mal de nuevo, ¿eh?
La pantalla y el altavoz que normalmente proporcionaban comunicación con el invisible operador del equipo permanecieron mudos. Manion se dirigió al monitor de signos vitales y estudió las lecturas, luego estudió los indicadores del scanner cerebral. No había ningún esquema identificable en las emanaciones de subpercepción procedentes de la abultada masa de la armadura, solamente la seguridad de que, dentro, había alguien o algo vivo.
—¿Eres Marc Remillard el que está ahí dentro? —inquirió socarronamente Manion—. ¿O la pequeña Felice?
—Eso es lo que tienes que averiguar para nosotros, Alex —dijo Jordan Kramer. Estaba de pie junto a la consola principal del ordenador, con Van Wyk agitándose excitado a sus espaldas. Los Keogh habían llegado finalmente con la unidad de primeros auxilios. Warshaw les ayudó a colocarla cerca de la plataforma.
—¿Confiáis en mí? —Manion barrió las mentes de sus compañeros con un burlón aguijoneo—. Marc no. Por eso me convirtió en un zombi.
—Tenemos que confiar en ti, Alex —dijo Gerrit Van Wyk—. Analizar lo que ha ocurrido está más allá de mi competencia o de la de Jordy. Solamente tú puedes decirnos si Felice saltó de vuelta a Europa después de golpear a Marc. Si está aún aquí… si se ha apoderado de Marc y abrimos el sarcófago y la dejamos salir… ¡puede arrasar Ocala!
—Ahí está el intríngulis —canturreó Manion. Frunció el ceño mientras examinaba una pantalla llena de dudosos gráficos de probabilidad prominentemente etiquetados: SUCESO NO CONFIRMADO.
—Sea lo que sea que esté dentro de esta armadura —dijo Patricia—, se halla gravemente herido. Si nos obligas a dejar morir a Marc, entonces te mataré a ti también, Alex.
—Quizá te dé las gracias por ello, Pat.
Kramer le tendió el micrófono de órdenes.
—Sabemos que te preocupas mucho por los chicos, Alex. Marc quiere salvarlos, pero nosotros no sabemos cuáles son sus planes. Sin él, solamente tenemos una opción para impedir la reapertura de la puerta del tiempo. Una opción horrible.
—Supongamos que miento acerca del análisis —contraatacó Manion—. Que dejo que Felice cocine todos nuestros sesos si está ahí dentro. Entonces sabré seguro que los chicos tienen una posibilidad.
La frustración y la furia de los otros ex conspiradores golpearon contra la pantalla mental del especialista en dinámica de campos. Inútilmente.
El control de Van Wyk, siempre precario, empezó a tambalearse. Su mente exclamó: ¡Es posible que mienta es posible! Lo hizo antes y nunca lo comprendimos cuando él&loschicos planearon ese maldito plan acerca de Felice…
—Oh, cállate, Gerry —dijo Manion, bruscamente cansado. Tomó el micrófono del ordenador de manos de Kramer y empezó a hablar rápidamente.
Los otros retrocedieron. La tensión psíquica se relajó, dejando un torpor aliviado por una débil esperanza. Mientras los multicolores edificios de probabilidades se formaban y volvían a formarse suavemente en la pantalla, Manion silbaba entre dientes «Yo soy el capitán de la Mandil». Finalmente congeló una elaborada construcción y lanzó simultáneamente un aluvión de esoterismos matemáticos a las mentes de Kramer y Van Wyk.
—Aquí lo tenéis. Bastante explícito incluso para vosotros dos Scheissphysiker. Una sola traslación dimensional confirmada, junto con el efecto de banda elástica de retroceso confirmado. Vuestra sobremodulada carga masiva debe haber acabado con Felice. Y probablemente con el Rey también. El equivalente PC estaba en los setecientos, por el amor de Dios.
—Tuvimos una vaga percepción intraconcertada de algún tipo de fusión mental —insistió Cordelia Warshaw.
—Felice nunca se fusionó con Marc —afirmó Manion—. Apuesto a que la maldita chica está completamente muerta. —Habló de nuevo al micrófono de órdenes, borrando el análisis y llamando a una onda portadora fuertemente artificial en modo i. Estaba sintonizada a una determinada firma mental, con una precisión que ninguno de los otros hubiera podido conseguir.
—¡Hey, tú, en la armadura! ¿Me oyes?
La pantalla del scanner mostró que alguien dentro de la masa negra oía.
—Diles a esos tontos quién eres. He establecido una iden EC. Todo lo que necesitamos es una secuencia consciente de pensamientos.
Del altavoz surgió un crujiente tartamudeo. La pantalla parpadeó. El display analítico dijo: ID NO CONFIRMADA.
Patricia Castellane tomó el micrófono.
—Marc, soy Pat. Comunícate con nosotros. Utiliza o el mecanismo o tu telepatía. Debemos saber si tu mente se halla aún íntegra. ¡Por favor, Marc!
El altavoz silbó, un sonido como el de un aliento agitando hojas secas. La pantalla dijo: ¿CHE? ¿JE? [FONEMA AMBIGUO].
Y el análisis: ID NO CONFIRMADA.
El doctor Warshaw, trabajando en el terminal del ordenador, dijo:
—Necesitamos más que eso.
—Marc, queremos ayudarte —dijo Patricia—. Simplemente háblanos.
Un zumbido desvaneciéndose en un siseo. ¿CHE? ¿JE? ¿CHI? [FONEMAS AMBIGUOS].
ID NO CONFIRMADA.
—Pregúntale su nombre —dijo Warshaw.
Como si hablara con un niño pequeño, Patricia preguntó:
—Quel est ton nom, chéri?
¿JE SUI? ¿CHUI? ¿XUI? JE SUIS = «SOY» [DIALECTO FRANCÉS-AMERICANO]
—Ton nom! Quel es ton nom, mon ange d’abîme?
JE SUIS LE TÉNÉBREUX = «SOY EL TENEBROSO» [¿USO FIGURADO? VER POEMA «EL DESDICHADO» DE GÉRARD DE NERVAL (PSEUD. LABRUNIE, GÉRARD, 1808-1855).]
—¡Lo tenemos! —exclamó el psicotáctico. Los acentos metálicos colgaron en el aire. En la pantalla las resplandecientes palabras persistieron, y la confirmación de la firma mental brilló en la esquina inferior derecha:
IMS POSITIVA: REMILLARD, MARC, ALAIN KENDALL 3-602-437-121-015M.
Gerrit Van Wyk estaba balbuceando algo. Ragnar Gathen se volvió de espaldas, expeliendo un gran suspiro. Diarmid Keogh y su muda hermana intercambiaron luminosos pensamientos con Steinbrenner y prepararon la cobertura cefálica del equipo de apoyo vital de emergencia.
JE SUIS LE TÉNÉBREUX LE VEUF L’INCONSOLÉ LE PRINCE D’AQUITAINE À LA TOUR ABOLIE ABOLIE ABOLIE CYNDIA DIOS MÍO CYNDIA NO…
Alexis Manion se echó a reír. Patricia Castellane lanzó un grito inarticulado y dejó caer el micrófono de órdenes. La pseudohabla reverberó dentro de la cámara de oscurecido domo.
MA SEULE ÉTOILE ES MORTE! CYNDIA… MON LUTH CONSTELLÉ PORTE LE SOLEIL NOIR… J’AI DEUX FOIS VAINQUEUR TRAVERSÉ L’ACHÉRON PARA NADA. LA MUY PERRA ESTÁ MUERTA JACK. ME HA ARRUINADO PERO ESTÁ MUERTA.
La PC de Diarmid Keogh recogió rápidamente el caído micrófono. Cortó el audio de la armadura, dejando que la pantalla siguiera parpadeando locamente, e inició la rutina de abrir el sarcófago. La grúa del casco dejó caer sus cables. Las sujeciones encajaron en el masivo casco ciego. Sus pernos chasquearon, y giró un cuarto de vuelta. El líquido rezumó por la junta, luego cayó en un pequeño chorro. El drenaje del lavado dérmico había fallado, y Marc podía estar ahogándose.
Steinbrenner maldijo.
—¡Activa la maldita grúa! Pero con cuidado. Dios sabe lo que hay ahí debajo…
¡Imágenes!
Brotaron a medida que el opaco casco era alzado y la cabeza del operador quedaba al descubierto: suspiros y sonidos y sensaciones y olores y sabores, normales y distorsionados, concretos y fragmentarios, evanescentes y aplastantes. Recuerdos. Alucinaciones. Terrores. Éxtasis. La mezcolanza arquetípica del inconsciente profundo: cacofonía mental, intensas pesadillas, sensaciones emotivas no refrenadas, mezclándose y atropellándose. Todo ello envuelto en una red de incandescente dolor.
¡Marc para!, exclamaron todos, aplastados por el huracán.
Hubo silencio.
La cabeza encima del collar cerametálico se alzó ligeramente. Unos ojos gris profundo se abrieron, mostrando enormes pupilas. Los rizos estriados de plata chorreaban un fluido verdoso sobre la frente, donde se mezclaba con la sangre de las pequeñas heridas producidas por el arrancar de los electrodos cerebrales.
—Todos están muertos —dijo con una voz normal. [Imágenes: Nieve Navidades luces trineos caballos villancicos placa de bronce Monte Washington niebla viejo loco sujetando a un gato de pelo largo.]
Patricia se acercó.
—¿Quiénes están muertos? ¿Felice y Aiken Drum?
—Cyndia y Jack y Diamond. —La sonrisa familiar se deslizó a un lado de su generosa boca. Los arañados párpados se cerraron. [Imágenes: Brillante punto focal de desastre azul-blanco. Susurro mental: Todo ha terminado GranHermano ahora debes crecer de acuerdo con las normas o si no adieu querido Marc aroma de pinos desvaneciéndose resplandeciente luz brotar de Unidad triunfante.]
—Ningún trauma significativo por encima del cuello —estaba diciendo Steinbrenner—. Las derivaciones circulatorias de la carótida están intactas, y el aparato del casco no parece haber sufrido daños. Negativa la cefenvoltura, preparado el saco corporal. ¿Vas a llevarlo a redacción profunda, Diarmid?
—Parece estar sosteniendo conscientemente su sistema automático. —Keogh agitó la cabeza—. Muy malo, Jeff. Deirdre dice que hay evidencias metabólicas de severos traumas externos en el tronco y miembros. Ya sabes que es capaz de autorrejuvenecerse… capaz de manejar cualquier herida normal. Pero esta vez el programa angiogenético está fallando por sobrecarga.
—Vamos a quitarle el sarcófago —dijo Steinbrenner—, y ver exactamente lo que…
—Espera —dijo Marc claramente. Sus ojos se abrieron de nuevo. [Abrumador aroma de pinos.]
Steinbrenner y los dos Keogh se inmovilizaron.
—Estoy sosteniendo la refrigeración… el lavado… en la parte inferior del sistema. Cuando salga de él… Deberé desconectarme para sostener mis vitales. No habrá ninguna comunicación. Pero primero debo deciros…
—¡Déjanos ayudarte! —exclamaron todos.
—No. Escuchad. Nuestro experimento fue… un éxito cualificado. Felice ya no está. Desgraciadamente, Aiken Drum sigue estando. Se halla muy malherido. Sin duda sus sanadores volverán a recomponerlo a su debido tiempo, al igual que yo.
—¿Pero qué te ha ocurrido a ti? —exclamó Patricia.
[Imágenes: Resplandeciente forma femenina materializándose en mitad del aire. Forma encerrada en su sarcófago allá arriba en la plataforma envuelta en fuego astral desde el cuello hacia abajo. Refrigeración y apoyos vitales trabajando dentro del ultradenso cerametal mientras el demoníaco poder se infiltra por lo impermeable, ataca el inhumanamente fortalecido cuerpo de su interior. Los desvíos circulatorios femorales y los neuroceptores se funden, toda la carga del sostenimiento vital es desviada a las carótidas. Sangre a baja temperatura y fluidos amnióticos químicos preservan los órganos internos, los elementos principales del esqueleto y la musculatura. La antorcha psicocreativa de la frustrada mente monstruosa actúa sobre la vulnerable superficie del cuerpo, quemando todos los elementos dérmicos hasta una profundidad de cuatro milímetros, destruyendo completamente manos y piel y genitales externos. Luego, incapaz de completar su trabajo destructor, se ve obligada a retirarse.]
¡Los genes!
—Seguros. No os preocupéis. Tres meses en el tanque, y estaré mejor que nunca.
¡El cerebro!
—Desvié todo mi flujo creativo a mi cabeza en el momento en que ella golpeó. Mi cerebro resultó salvado… la mayor parte de él. Conseguí obligarla a salir del sarcófago. Fue todo muy rápido… menos de medio segundo. Afortunadamente, en tales casos el shock aparece con retraso. Logré retener el control del metaconcierto hasta que canalizamos el golpe definitivo. Luego… desvié todas las energías al automantenimiento.
Los ojos en sus cavernosas órbitas se velaron, y los que observaban se estremecieron ante una nueva transmisión de agonía. La mente de Marc se afirmó. El viejo magnetismo y seguridad fluyeron de él para tocar a cada uno de ellos con una confiada calidez.
—¡No os preocupéis! Incluso este desastre… este salto-D, ha sido valioso. He aprendido… pero os lo mostraré cuando despierte. Mientras tanto, preparadlo todo para ir a Europa. Jordy y Peter… Cuento con vosotros y con los vuestros para reparar este dispositivo CE. Desmanteladlo… fuente de energía, ordenador, unidades auxiliares, armadura de repuesto, todo… Haced que el equipo sea instalado a bordo. Utilizad los pequeños sigmas para que los chicos y Aiken Drum no puedan captaros claramente. Mi plan… destruir la estructura geológica profunda del emplazamiento de la puerta del tiempo… interfiriendo así con las condiciones geomagnéticas del campo tau. El propio Guderian escribió que estas condiciones eran críticas con respecto al foco del bucle temporal. La ventaja de este plan… es que no necesitaremos enfrentarnos directamente con los chicos ni con Aiken Drum. Y la solución es permanente. Ahora no puedo decir más. Confiad en mí.
—Lo hacemos —dijo Patricia.
De nuevo aquella sonrisa [pino pino pino]. Y dolor.
La telepatía de Marc estaba riendo, gritando. ¡Aún no has nacido Hombre Mental me siento libre de ti!
Luego volvió a hablar racionalmente, en voz alta, concentrándose enteramente en Patricia Castellane.
—Vigílame de cerca mientras esté flotando, Pat. Todos conocemos el tanque regenerador y sus excentricidades. No deseo despertarme con dedos extras en las manos o en los pies… o cualquier otra cosa.
—Me encargaré de ello —murmuró la mujer—. Ahora déjame que te lleve abajo. Fuera del dolor.
Dolorpinosdolorpinos.
[Imágenes: Un muchacho adolescente alzando la sábana de un bebé para ver la rosada perfección. Mamá está bien papá estaba equivocado después de todo no era él Sí querido equivocado equivocado equivocado. Pinos rosas degeneración cancerígena hedor humo chorrear de cera velas vigilia consummatum est joven Jack.]
—Gracias, Pat. No. Debo ir solo. Au ’voir. —Los ojos cerrados. Las proyecciones mentales desaparecidas.
Marc Remillard se había retirado a su abismo.