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—Deberíais haber esperado —dijo Angela con tono calmado.

—¿Qué? —preguntó Donovan sin dejar de mirar el cuerpo.

—Deberíais haber esperado. Deberíais haber abierto el ataúd en un entorno controlado, no aquí fuera. Ahora ya no se puede parar esto.

—¿Parar qué?

—Has oído ese ruido igual que lo hemos oído todos. Y ahora es demasiado tarde. Demasiado.

—¡Mirad! —dijo Masters—. ¡Mirad el cuerpo!

Ante sus ojos, el cadáver había empezado a cambiar, la carne se encogía y cambiaba de color y un repentino hedor a descomposición, intenso y desagradable, el olor a carne podrida, impregnó la cueva.

—Sellar el ataúd habría detenido el proceso de descomposición —dijo Angela con voz estrangulada—. Ese crujido han sido los huesos empezando a desencajarse, y los ojos se han abierto probablemente por la contracción de los músculos de los párpados al descomponerse. Ahora el cuerpo está recuperando el tiempo perdido. ¡Por eso deberías haber esperado!

—¡Noooo! —gritó Donovan, cuya voz resonó con fuerza en el espacio reducido, y saltó hacia delante.

Metió las manos en el ataúd y agarró el cadáver. Sujetó la mano derecha, arrancó uno de los dedos y lo alzó con gesto triunfante.

—¡Es lo único que necesito! Con esto me bastará.

Los demás retrocedieron horrorizados, pero solo uno se movió.

—¡Sacrilegio! —gritó Killian y se lanzó hacia el extremo del ataúd abierto, directo a por Donovan.

Los dos hombres cayeron al suelo en una maraña de brazos y piernas y fueron rodando. Chocaron contra el esqueleto que yacía junto al ataúd y una nube de polvo salió del viejo cuerpo cuando lo aplastaron contra el suelo.

Masters avanzó hacia ellos para intentar separarlos, pero se detuvo y ladeó la cabeza.

—¿Habéis oído eso?

—¿Qué? —Y entonces Bronson también lo oyó. Un ruido sordo emanó de los muros que los rodeaban. Y un simple vistazo le dijo lo que estaba pasando.

—¡Salid! —gritó—. ¡Ahora!

Agarró a Angela y la lanzó hacia la entrada que daba a la cueva… una entrada que se estaba cerrando tan rápido como el ruido aumentaba en intensidad… un sonido ensordecedor que ahora retumbaba por la cámara de piedra.

Habían caído en una trampa que llevaba dos mil años esperándolos.