—¿Estás segura de que has descifrado el párrafo? —le preguntó Bronson.
Una mínima sombra de duda oscureció el rostro de Angela, aunque se desvaneció tan pronto como había aparecido.
—Creo que sí. He intentado analizar lo que el autor estaba describiendo y relacionar su descripción con los rasgos geográficos que sé que existen en el valle de Nubra.
—¿Y ha funcionado?
—Sí, creo que sí —repitió—. A ver si estás de acuerdo.
Sacó una hoja de su bolsa y la desdobló.
—A ver, el primer verso dice «Con sus sombras siempre ante ellos». ¿Alguna idea de lo que puede significar?
Bronson se quedó pensando un momento.
—Supongo que significa que estaban caminando hacia el norte con el sol tras ellos porque eso proyectaría sus sombras hacia delante, así que siempre estarían visibles.
—¡Muy bien! —aplaudió Angela—. Eso es exactamente lo que yo he pensado también. El segundo verso es algo más sencillo. Dice «desde el amanecer al crepúsculo».
—Eso tiene que referirse a la salida y a la puesta del sol, así que lo que el autor está diciendo en esos dos versos es que estuvieron todo un día caminando hacia el norte, lo que significa que, probablemente, cubrieron entre treinta y cincuenta kilómetros, no más. Pero para encontrarle sentido a eso, obviamente necesitas saber el punto de inicio, el lugar del que partieron.
—Y eso —prosiguió Angela— nos lo cuentan en el tercer verso. Dice «más allá del punto de encuentro donde las aguas caen». Lo interpreto o como un cruce cerca de una cascada o, más probablemente, como un lugar donde se unen dos arroyos o ríos. El problema es que toda esta zona, incluyendo el valle de Nubra, está salpicada de ríos y arroyos, así que con eso puede hacer referencia a casi cualquier parte de por aquí.
—¿Y? —preguntó Bronson.
—He supuesto que lo mismo debió de pensar el autor de este texto así que hay que mirar el siguiente verso para ver qué nos dice. «Hacia el grandioso río que nunca fluye» y eso marca el fin de la primera frase, así que ahí está toda la descripción.
—¿A lo mejor se refería a un río seco? —sugirió Bronson—. ¿Has comprobado si hay alguno por la zona?
Angela negó con la cabeza.
—Al principio he pensado lo mismo que tú, pero después me he dado cuenta de que no tenía sentido. Si de verdad estaba describiendo un río seco, ¿por qué iba a usar una palabra como «grandioso» para describirlo? Lo cierto es que hay un río enorme cerca del valle de Nubra que nunca fluye. O, para ser exactos, fluye increíblemente despacio.
Bronson apartó los ojos de la carretera un par de segundos para mirar el punto que ella señalaba en el mapa. Junto al extremo de su dedo había una pequeña mancha blanca.
—¿Qué es eso?
—Eso es el glaciar de Siachen, en la cordillera de Saltoro. Desemboca en el río Nubra y por las dimensiones que aparecen en el mapa topográfico, parece como si en algunas zonas tuviera más de kilómetro y medio de ancho. Creo que encaja con la descripción bastante bien. Sin duda es «grandioso» y fluye tan despacio que es casi como si no se moviera.
—Si lo sumamos todo, lo que sacamos es una descripción de un grupo de gente caminando hacia el norte durante un tramo de entre treinta y cincuenta kilómetros en dirección a un glaciar y empezando en un punto donde se unen dos arroyos o ríos.
—¿Y has encontrado algún sitio que encaje con esa descripción?
Angela asintió.
—Ahí es adonde nos dirigimos ahora mismo. He dicho que cruzaríamos el río en un lugar llamado Thirit. Justo al norte de esa aldea se juntan los dos ríos que definen el valle de Nubra, el Nubra y el Shyok —dijo pronunciándolo como «shay-ock»—. La carretera que seguiremos va casi directamente hacia el norte desde ahí, así que eso encaja con la descripción de sus sombras delante; y a unos cuarenta kilómetros al norte de Thirit hay una carretera que se bifurca hacia el este y creo que eso encaja con la primera parte de la estrofa.
Echó otro vistazo al papel que tenía en la mano.
—A continuación viene el verso «Después se giraron hacia la gloria». Creo que eso tiene que ser otra referencia al sol, el sol que está saliendo, y significa que cuando partieron al día siguiente se dirigieron al este, hacia la salida del sol, y eso más o menos encaja con la dirección que sigue la carretera actual. Por lo que veo en el mapa topográfico, no hay muchas otras rutas que pudiera seguir la carretera, así que es razonable pensar que la senda que siguieron hace dos mil años sigue prácticamente la misma dirección que la carretera actual.
Angela se detuvo un instante. Hasta ese punto había quedado bastante satisfecha con la interpretación del significado de las estrofas, pero estaba pensando en el final de la última y, por supuesto, ese era el fragmento más importante.
—A ver, los tres últimos versos, que dicen «entre los pilares y más allá de sus sombras/y se sumieron en el silencio y en la oscuridad hecha por el hombre/para descansar para siempre», están, por así decirlo, más sujetos a interpretación.
—Vamos, que no sabes lo que significan —sugirió Bronson.
—Yo no he dicho eso —objetó Angela—. El último verso, «para descansar para siempre», es bastante simple y es una repetición de la última parte de la segunda estrofa. Y creo que el anterior es más bien una referencia a una cueva, bien hecha por la mano del hombre, o más probablemente, una estructura hecha por el hombre dentro de una cueva. Eso es lo que creo que quiere decir «un espacio de piedra» en la segunda estrofa. No creo que Isaac y sus discípulos hubieran tenido tiempo o el equipo necesario para excavar una cueva. Eso les habría supuesto meses o semanas martilleando la piedra maciza. Es mucho más probable que encontraran una cueva natural apropiada y crearan una especie de cámara dentro. O tal vez incluso escondieron la reliquia en el fondo de una cueva y simplemente construyeron un muro de piedra delante para ocultarla.
—Entonces, ¿por dónde deberíamos mirar una vez empecemos a dirigirnos hacia el este por esa carretera al norte de Thirit? ¿Qué crees que significa ese verso?
—Es un poco ambiguo. La primera parte, «entre los pilares», resulta descriptiva desde el punto de vista geográfico. En algún punto de la carretera, y supuestamente al norte, porque el río corre al sur por la parte baja del valle, debe de haber un par de pilares de piedra o una especie de formación que se asemeja a un par de columnas. Tal vez sean unas brechas verticales de la roca o algo así. Solo espero que cuando pasemos por allí reconozcamos los rasgos que ellos pudieron haber visto hace dos mil años.
—¿Y la segunda parte del verso? —preguntó Bronson.
—Esa es la parte más complicada. La frase «más allá de sus sombras» podría referirse a los pilares, tal vez, si fueran unas estructuras independientes. Así que podría significar que la entrada a la cueva está cerca de los pilares, justo tras el punto más alejado de donde el sol proyecta sus sombras. Pero supongo que también es posible que «sus sombras» se refiera a Isaac y a sus acompañantes, en cuyo caso podría significar simplemente que siguieron avanzando hacia el norte en dirección a un punto «más allá de sus sombras». O podría ser una descripción de algo completamente distinto, algo que hasta ahora no se me ha ocurrido. —Suspiró, frustrada.
—Mira, estamos arriba —dijo Bronson señalando a través del parabrisas.
Habían estado ascendiendo a ritmo constante desde que habían salido de Leh por una carretera pronunciada y accidentada, pero ahora parecía como si por fin hubieran llegado a la cima del desfiladero Khardung La. Mientras hablaba, vio una señal en un lado de la carretera con caracteres que no reconocía, pero debajo estaban las palabras Khardung La y más abajo la altitud, 5.380 metros. La palabra La significa «desfiladero».
—La última vez que estuve a tanta altitud fue en un avión —dijo Bronson, asombrado.
Sin duda, las vistas eran espectaculares. Una perspectiva ininterrumpida se abría en todas las direcciones desde el punto en que se encontraban, y Bronson tuvo la sensación de estar, literalmente, en lo alto del mundo, porque casi todo lo que podía ver a su alrededor estaba por debajo de ellos. En ese instante entendió los motivos por los que a los alpinistas les resultaba tan emocionante la escalada.
—Supongo que a partir de ahora todo es cuesta abajo, al menos geográficamente hablando —dijo Angela mientras Bronson metía la segunda para el largo descenso por el lado este del desfiladero hasta el río Shyok, que recorría la parte baja del valle. Si utilizaba los frenos para mantener la velocidad de bajada, se quedaría sin ellos, el líquido herviría y los discos se desgastarían mucho antes de que llegaran al final de la cuesta.
La carretera de subida a Khardung La había sido pronunciada e impresionante, pero en cuanto Bronson miró al frente vio que el descenso sería todavía más espectacular. Podía ver un estampado de empinadas caídas, curvas muy cerradas y algunas ligeramente más abiertas que marcaban la ruta hasta el punto donde los ríos Shyok y Nubra se precipitaban para reunirse en la parte baja del valle.
Habían cubierto aproximadamente cuatrocientos metros de bajada por la colina cuando un Land Rover cubierto de mugre coronó la cima tras ellos y dio inicio al mismo descenso hacía el río del valle.