Estaba anocheciendo y arriba, en la habitación de Bronson, él y Ángela parecían haber llegado a un punto muerto.
El misterio que rodeaba la tablilla conservada en el museo de París había sido bastante fácil de desentrañar. En solo unos minutos Bronson había traducido al inglés las palabras en francés y las había puesto por escrito. Sin embargo, la tablilla de El Cairo había resultado mucho más complicada, debido a la poca claridad y definición de la única fotografía que habían logrado encontrar en los archivos del museo.
Habían pasado varias horas intentando encontrar la equivalencia entre las letras de la fuente que habían descargado y los caracteres de la fotografía, un proceso lento y pesado que no había dado los frutos esperados.
—Creo —dijo Ángela mirando fijamente la imagen de la pantalla de su portátil—, que esta imagen se tomó con el único propósito de servir como identificación básica. Seguramente pidieron a alguien que fotografiara todos los artículos que había adquirido el museo solo para tener un registro visual de las reliquias. Lo más probable es que las imágenes para investigar y para la traducción se tomaran después, con una cámara de mayor resolución y una iluminación mucho mejor.
—¿Puedes sacar algo en claro de ella? —preguntó Bronson.
—Sí pero, probablemente, solo la mitad de las palabras de las tres primeras líneas. Las otras están tan borrosas y desenfocadas que es como si no estuvieran.
Durante más de una hora Ángela y Bronson estudiaron la imagen, intentando interpretar y anotar los desconocidos símbolos que componían el alfabeto arameo, y con los que estaban tan poco familiarizados. A continuación Ángela introdujo los resultados en el diccionario en línea arameo-inglés.
—Entonces, ¿qué tenemos? —preguntó finalmente alejándose del ordenador y estirando sus doloridos músculos.
—¿Qué te parece si voy a buscar algo de beber? —sugirió Bronson—. Me refiero a algo que contenga alcohol, por supuesto.
—No me vendría mal un gin-tonic. Preferiblemente largo y con mucho hielo.
Bronson dejó la habitación y regresó unos minutos más tarde llevando una bandeja con dos vasos altos llenos de hielo que emitían un incitante tintineo. A continuación dejó las bebidas en el pequeño tocador y regresó a su privilegiada posición a un lado de la cama.
—Gracias —dijo Ángela. Se llevó el vaso a los labios y bebió un buen trago—. Esto está mucho mejor. Bueno, ¿dónde estábamos?
—He tomado nota de todas las palabras que hemos conseguido traducir y he realizado una especie de boceto de cada tablilla —dijo Bronson—. Además, he dejado un espacio en blanco por cada palabra que no hemos descifrado para que tengamos claro cuáles faltan.
Colocó una hoja tamaño folio en la mesa delante de. Ángela y ambos miraron lo que estaba escrito en ella. Bronson había dibujado tres rectángulos con unas medidas muy similares, y en el interior de cada uno de ellos se podía leer el significado en inglés de las palabras que Ángela había traducido del arameo, respetando la posición que ocupaba la palabra original en la tablilla. El resultado no era muy alentador.
—Esta primera —dijo Bronson señalando uno de los recuadros—, es la tablilla de El Cairo. Si estás en lo cierto respecto al significado de la cruz central, sería la de arriba a la izquierda.
Tal y como ambos imaginaban, había muchos más espacios en blanco que palabras:
nuestro ---------------- fin ---------- el y ----------------- el ---------------------- -------- el rollo templo ----- tarea --- ----- un ----------------------------------- --------------------------------------------- |
—Si tenemos en cuenta que el arameo se lee de derecha a izquierda —dijo Bronson entregando otro folio a Ángela—, las palabras que hemos conseguido traducir deberían leerse en este orden.
En la nueva hoja se había limitado a escribir las palabras una tras otra, incluyendo todos los espacios en blanco, excepto las dos últimas líneas, de las cuales, hasta ese momento, no habían logrado descifrar ni una palabra.
por el ----------------------------------------- fin ------------ nuestro el ------------------------------------------------------------------------ y tarea ---------------------------------------------- rollo templo el --------------------------------- un --------------------------------- |
—La verdad es que no nos deja mucho margen de actuación —musitó Ángela. A continuación volvió a centrarse en el papel.
—Esta es la tablilla de los O’Connor —explicó Bronson.
—Baverstock solo consiguió traducir ocho palabras de este texto —dijo Ángela —y, en mi opinión, esta segunda línea no tiene ni pies ni cabeza.
-------------------------------------------------------------------------------------------------- --------------------------- de cuatro tablillas Ir-Tzadok coger representar -------------------------------------------------------------------------------------------------- -------------------------------------------------------------------------------------------------- -------------------------------------------------------------------------------------------------- ---------------------------- codo ----------------------------------- lugar -------------------- |
No podría estar más de acuerdo —dijo Bronson—. Mira, este sería el orden correcto de las palabras:
-------------------------------------------------------------------------------------------------- Representar coger de Ir-Tzadok tablillas cuatro de -------------------------------------------------------------------------------------------------- -------------------------------------------------------------------------------------------------- -------------------------------------------------------------------------------------------------- --------------------------- lugar --------------------------------- codo ---------------------- |
El último rectángulo, que contenía el texto de la tablilla que se encontraba en el museo de París, decía:
dentro de un días asentamiento rollo ben nuestra piedras de B’Succaca de el ahora lado Jerusalén plata tener el nosotros de el nosotros cueva completado nuestro altura escondida cisterna lugar ahora invasores a de de de último
Y esta es la lista de palabras en el orden correcto:
ben rollo asentamiento días un de dentro el de B’Succaca de piedras nuestra el tener plata Jerusalén lado ahora completado cueva nosotros el de nosotros ahora lugar cisterna escondida altura nuestro último de de de a invasores
—Cuando Baverstock describió esto como un galimatías, no bromeaba —añadió Bronson—. ¿Tú le encuentras algún sentido?
—No —rezongó Ángela—, pero, independientemente del sistema de codificación que utilizara el autor de estas tablillas, tiene que ser algo bastante sencillo. En aquel periodo de la historia no existían los cifrados complicados. Se nos tiene que estar escapando algo, algo muy básico. La única cosa obvia es que Baverstock tenía razón acerca de Qumrán.
A continuación, señaló los dos rectángulos que Bronson había dibujado en la parte inferior.
—Según él, esta palabra de aquí, «Ir-Tzadok», podía hacer referencia a Qumrán. En arameo, el nombre completo del lugar era «Ir-Tzadok B’Succaca», y la segunda parte de la denominación aparece justo aquí, en la tablilla de París. No obstante —añadió—, ni siquiera así tiene sentido.
—¿Por qué?
—Porque el arameo se lee de derecha a izquierda, no de izquierda a derecha. Sin embargo, «Ir-Tzadok» se encuentra en la tablilla de la izquierda y «B’Succaca» en la de la derecha. Es decir, si tengo razón respecto a la cruz que grabaron en el centro del bloque de arcilla antes de cortarlo en tablillas, deberíamos leer primero la tablilla de la derecha y luego la de la izquierda. De esta manera, esas dos palabras se leerían «B’Succaca Ir-Tzadok», lo que no tiene sentido, porque no significa nada.
—Ya veo a qué te refieres —dijo Bronson despacio. A continuación se recostó en la silla, se desperezó y añadió—: Mira, llevamos todo el día encerrados en esta habitación intentando sacar algo en claro. ¿Qué te parece si bajamos a comer algo? Tal vez nos ayude a aclararnos las ideas y, quién sabe, quizá nos venga la inspiración.