—¿Y qué se supone que debo hacer cuando llegue allí? —preguntó Chris Bronson con evidente irritación. Aquella mañana, apenas había llegado a la comisaría de policía de Maidstone, su superior lo había llamado a su despacho—. ¿Y por qué quieres que vaya yo? Tengo entendido que este tipo de casos es responsabilidad de los inspectores.
El comisario Reginald Byrd, también conocido como Dicky, suspiró.
—Mira, hay muchos otros factores que considerar aquí, no solo el rango de la persona que se ocupará de la investigación. Nos han asignado el caso simplemente porque los familiares de la pareja fallecida residen en Kent, y yo te he elegido a ti porque posees una cualidad que ninguno de los detectives tiene: hablas francés.
—En realidad lo que hablo es italiano —puntualizó Bronson—. En francés más o menos me defiendo, pero no se puede decir que lo hable bien. Además, ¿no habías dicho que los marroquíes nos proporcionarían un intérprete?
—Sí, pero sabes tan bien como yo que hay detalles que se pierden con la traducción. Quiero alguien que comprenda lo que realmente dicen y no solo lo que cuente un traductor. Lo único que tienes que hacer es comprobar la exactitud de sus afirmaciones, volver aquí y ponerlo por escrito.
—¿Y que te hace pensar que su informe no será exacto?
Byrd cerró los ojos.
—No lo pienso. En mi opinión se trata solo de otro maldito conductor británico que se olvida de por qué parte de la carretera debe conducir y acaba liándola. Pero necesito alguien que confirme mis sospechas y que investigue si existió algún otro factor que contribuyera a que se produjera el accidente. Tal vez se debió a un fallo del coche de alquiler. Los frenos, la dirección… ¡Yo qué sé! O quizá haya algún otro vehículo involucrado y las autoridades marroquíes estén intentando taparlo.
»La familia, es decir, su única hija y su marido, vive en Canterbury. Se les ha informado esta misma mañana del accidente y, por lo que me ha dicho la policía local, tienen intención de ir a Casablanca a organizar la repatriación de los cuerpos. Quiero que llegues allí antes que ellos e investigues un poco. En el caso de que aún no se hubiesen marchado cuando vuelvas, me gustaría también que fueras a visitarlos para responder a todas las dudas que puedan tener. Sé muy bien que es un coñazo de trabajo, pero…
—Si, lo sé, alguien tiene que hacerlo. —Bronson miró el reloj, se levantó y se pasó la mano por su oscura y rebelde cabellera—. Está bien. Iré a preparar una bolsa de viaje con ropa para un par de días y a hacer algunas llamadas que tengo pendientes.
En realidad, Bronson solo tenía que hacer una llamada. Su plan de invitar a cenar a su ex mujer al día siguiente (algo que ya había tenido que posponer dos veces por culpa del trabajo) tendría que esperar de nuevo.
Byrd le pasó un informe deslizándolo por la mesa.
—El billete de avión es para Casablanca porque los vuelos a Rabat estaban todos llenos. Por cierto, es de clase turista. —A continuación, tras una breve pausa, añadió—: Tal vez, si le dedicas una sonrisa a la azafata de facturación, consigas que te haga un hueco en preferente.