Llegados a este punto, a los señores les habrá sido proporcionado un manualillo, una introducción acuciosa pero acaso no del todo inadecuada, a la práctica de la «balística descenditiva» del catalevitante; de modo que se esté, digamos, flotando a media altura, como avión o rapaz que, o no ha alcanzado la cuota de pertinencia o no se muestra aún propenso al fulminante descenso.
Será de provecho tal vez para el tortuoso lector, llegados a este punto, esto que aquí insertamos, con despego de desecada fenomenología: