En aquel preciso momento sonaron dos detonaciones.

John Davis y Vázquez, que estaban a la defensiva, habían disparado sus revólveres.

Los dos malvados cayeron heridos por las certeras balas.

Entonces se oyeron distintamente los silbidos del «aviso» que llegaba a la caleta, y los agudos mugidos que lanzaba la sirena del vapor a través del espacio. Ya no era tiempo de huir. En pocos minutos, el Santa Fe fondearía frente al faro.

Kongre y sus compañeros, comprendiendo que era ya inútil toda tentativa, se precipitaron al exterior, huyendo tierra adentro.

Un cuarto de hora después, en el momento en que el comandante Lafayate echaba el ancla, la reconquistada chalupa de los torreros atracaba al costado del navío de guerra en unos cuantos golpes de remo. John Davis y Vázquez estaban a bordo del «aviso».