NOMBRE: Willem
NACIONALIDAD: Holandesa
EDAD: 20 a finales de agosto del año pasado
CRECIÓ EN AMSTERDAM.
PADRES: Yael y Bram. La madre no es holandesa. La madre es médico naturópata
1,90 metros, que es aproximadamente 6 pies y 3 pulgadas; 75 kilos, que es alrededor de 165 libras.
Actuó con el grupo de teatro Guerrilla Will el pasado verano.
ESTA es la lista completa de los desnudos hechos biográficos que tengo de Willem. Ocupa apenas un tercio de página en uno de mis cuadernos de Laboratorio abandonados. Cuando termino la lista es como si recibiera una bofetada de la realidad. «¿Crees que te enamoraste de alguien, y esto es todo lo que sabes de él? ¿Ocho cosas?». ¿Y cómo iba yo a encontrarlo con estas ocho cosas? Olvídate de buscar una aguja en un pajar. Eso es fácil. Por lo menos, destaca. Estoy buscando una aguja específica en una fábrica de agujas.
Ocho cosas. Es humillante. Me quedo mirando la página y estoy a punto de arrancarla y arrugarla hasta convertirla en una bola de papel.
Pero en cambio, vuelvo la página y empiezo a escribir una lista diferente. Cosas al azar. La mirada divertida en su rostro cuando le confesé que había pensado que era un secuestrador. El aspecto que tenía en el café cuando se enteró de que era hija única y me preguntó si estaba sola. La felicidad tonta cuando saltó a la barcaza del capitán Jack. Qué bien me sentí al darme cuenta de que yo era la responsable de que él estuviera así. La forma en que París sonaba bajo el canal. La forma en que se veía desde la parte trasera de la bici. La forma en que sentí su mano en el hueco de mi cadera. La fiereza de sus ojos cuando se levantó para ayudar a las chicas del parque. La tranquilidad de su mano, cogiendo la mía mientras corríamos por las calles de París. La expresión dura en su rostro en la mesa mientras cenamos, cuando le pregunté por qué me había llevado hasta allí. Y después, en la casa ocupada, cuando él me miró y me sentí tan grande y fuerte, tan capaz y valiente.
Dejo que los recuerdos me inunden mientras lleno una página. Y luego otra. Y ya ni siquiera estoy escribiendo sobre él. Estoy escribiendo sobre mí. Sobre todas las cosas que sentí ese día, incluyendo el pánico y los celos, pero más que nada sobre la sensación de que el mundo estaba lleno de posibilidades.
Lleno tres páginas. Nada de lo que estoy escribiendo me ayudará a encontrarlo. Sin embargo, mientras escribo me siento bien; no, no solo bien, sino llena. Bueno, de alguna manera. Es una sensación que no he experimentado desde hace mucho, mucho tiempo, y es esto, más que nada, lo que me convence de que debo buscarlo.
Lo más concreto en la lista es Guerrilla Will, así que empiezo por ahí. Tienen un sitio web con lo básico, cosa que me anima mucho hasta que veo que hace una eternidad que no lo actualizan. Es la programación de hace dos veranos. Pero aun así, hay una pestaña de contacto con una dirección de correo electrónico. Me paso horas escribiendo diez correos electrónicos diferentes y al final los elimino todos en favor de un simple:
Hola: Estoy tratando de encontrar a un chico holandés llamado Willem, de veinte años, que actuó en la representación del pasado verano de Noche de Reyes. Vi la obra y me encontré con él en Stratford-upon-Avon, y fui a París con él en agosto pasado. Si alguien sabe dónde está, por favor, decidle que a Lulu, también conocida como Allyson Healey, le gustaría estar en contacto con él. Es muy importante.
Repaso toda mi información de contacto y luego hago una pausa, imaginando los unos y los ceros o lo que sea de lo que están hechos los correos electrónicos, viajando a través de los océanos y las montañas, aterrizando en algún lugar de la bandeja de entrada de alguien. ¿Quién sabe? Tal vez incluso la tuya.
Y luego pulso Enviar.
Treinta segundos después, mi bandeja de entrada emite una señal de alarma. ¿Es posible? ¿Tan rápido? ¿Así de fácil? Alguien sabe dónde está. O tal vez él ha estado buscándome todo este tiempo.
Me tiembla la mano cuando abro la bandeja de entrada. Pero todo lo que ha llegado es el mensaje que acabo de enviar, rebotado. Compruebo la dirección. Lo envío de nuevo. Rebota de nuevo.
—Strike uno —le digo a Dee antes de entrar a la clase del día siguiente. Le explico lo del correo electrónico rebotado.
—Las metáforas deportivas no son lo mío, pero estoy bastante seguro de que los partidos de béisbol son muy largos.
—¿Y eso qué significa?
—Que no hay que dar el brazo a torcer.
El profesor Glenny entra en el aula y empieza a hablar de Cimbelino, la obra que estamos a punto de comenzar, y nos anuncia la última oportunidad que tenemos de sacar las entradas de Como gustéis, antes de recordarnos que tenemos que empezar a pensar en las presentaciones orales de fin de curso.
—Podéis trabajar solos o con vuestros compañeros, podéis hacer una presentación normal o algo más teatral.
—Vamos a hacer algo más teatral —susurra Dee.
—Es el estilo de Glenny.
Y entonces nos miramos el uno al otro como si ambos hubiéramos tenido la misma idea. Después de clase, subimos a la tarima donde el círculo habitual de grupis suele quedarse embobado frente a Glenny.
—Bueno, Rosalinda, ¿vienes a comprar tu entrada para Como gustéis?
Me sonrojo.
—Ya la he comprado. En realidad estoy tratando de encontrar a alguien con quien perdí el contacto, y no tengo muchas pistas, pero la que tengo es a través de una compañía shakespeareana que vi en Stratford-upon-Avon el año pasado, y tiene un sitio web, pero el correo electrónico rebota, aunque los vi representar una obra hace menos de un año…
—¿En Stratford-upon-Avon?
—Sí. Pero no en un teatro. Era una especie de compañía alternativa. Se llama Guerrilla Will. Actuaron en una especie de amarradero del canal. Eran realmente buenos. De hecho, no fui a ver el Hamlet de la Royal Shakespeare Company por ir a verlos representar Noche de Reyes.
Al profesor Glenny le gusta eso.
—Ya veo. Y has perdido a un Sebastian, ¿verdad?
Yo trago saliva y me sonrojo, pero luego me doy cuenta de que se refiere a la obra.
—Tengo un viejo amigo en la oficina de turismo de allí. ¿Guerrilla Will, has dicho?
Asiento con la cabeza.
—Voy a ver qué puedo averiguar.
A la semana siguiente, justo antes de las vacaciones de primavera, el profesor Glenny me da una dirección.
—Esto es lo que encontró mi amigo. Lo sacó de los archivos policiales. Al parecer, los amigos de Guerrilla Will tienen la costumbre de representar obras de teatro sin permiso del ayuntamiento, y esto es de una detención anterior. No estoy seguro de dónde están ahora.
—Veo la dirección. Es una ciudad de Inglaterra llamada Leeds.
—Gracias —digo.
—De nada. Hazme saber cómo termina esto.
Esa noche, imprimo la copia del correo electrónico que envié a Guerrilla Will, pero luego cambio de opinión y le escribo a mano una carta a Willem.
Querido Willem:
He estado tratando de olvidarme de ti y de nuestro día en París durante nueve meses, pero, como puedes ver, no me ha salido del todo bien. Creo que, más que nada, me gustaría saber… ¿te fuiste? Si es así, está bien. Quiero decir que no, pero conocer la verdad me ayudará a superarlo. Y si no te fuiste, no sé qué decir. Excepto que lamento haberlo hecho yo.
No sé cuál será tu respuesta al recibir esta carta, que te llegará como un fantasma de tu pasado. Pero no importa lo que pasó, espero que estés bien.
Firmo «Lulu y Allyson» y dejo todos mis datos posibles de contacto. La meto en un sobre y escribo «A la atención de Guerrilla Will: reenviar a Willem». La noche antes de irme para las vacaciones de primavera la envío por correo.
Me paso las vacaciones aburrida en casa. Mis días de fiesta no coinciden con los de Melanie, y la echo de menos pero también me siento aliviada por no tener que verla. Me atrinchero en mi habitación y me apoyo en mis viejos libros de ciencia y paso el tiempo haciendo búsquedas en Facebook y Twitter y por todas las redes sociales imaginables, pero resulta que tener solo un nombre de pila es un problema. Sobre todo porque Willem es un nombre holandés bastante común. Sin embargo, busco en cientos de páginas, y miro fotos de todos los Willem que encuentro, pero no es ninguno de ellos.
Publico una página en Facebook como Lulu con fotos de Louise Brooks y de mí. Cambio el estado todos los días, escribo algo que solo él entendería. «¿Crees en los accidentes del universo? ¿La Nutella es chocolate? ¿Es lo mismo enamorarse que estar enamorado?». Me mandan solicitudes de amistad todos los friquis de la New Age. Me mandan solicitudes varios pervertidos. Me manda una solicitud un club de fans de la Nutella en Minnesota (¿quién sabe?). Pero de él, nada de nada.
Trato de buscar a sus padres. Hago búsquedas combinadas: Willem, Bram, Yael y después solo Bram, Yael. Pero sin un apellido no consigo nada. Busco todos los sitios holandeses de naturopatía que puedo encontrar en los que aparezca una Yael, pero tampoco encuentro nada. Busco en Google el nombre Yael, y descubro que es un nombre hebreo. ¿Su madre es judía? ¿Israelí, quizá? ¿Por qué no se me ocurrió hacerle cualquiera de estas preguntas cuando tuve la oportunidad? Pero yo sé por qué. Porque cuando estaba con él me sentía como si ya lo supiera.