1
Invitación
¡Atreveos con mi dieta, vosotros comedores!
¡Mañana os sabrá mejor,
y pasado mañana ya os sabrá bien!
Si entonces queréis todavía más,
mis cuatro cosas viejas
me darán ánimo para cuatro nuevas.
2
Mi felicidad
Desde que me cansé de buscar
he aprendido a encontrar.
Desde que un viento se me opuso
navego con todos los vientos.
3
Impertérrito
Allí donde estés, ¡cava hondo!
¡Debajo está el manantial!
Deja que los hombres oscuros griten:
«Debajo está siempre… el infierno!».
4
Diálogo
A: ¿Estuve enfermo? ¿Me he curado?
Y, ¿quién ha sido mi médico?
¡Cómo he olvidado todo eso!
B: Solo ahora te creo curado:
pues sano está quien ha olvidado.
5
A los virtuosos
También nuestras virtudes deben ser de pies ligeros:
¡igual que los versos de Homero tienen que venir e irse!
6
Prudencia mundana
¡No permanezcas en la llanura!
¡No subas demasiado arriba!
Como el mundo es más bello
es desde media altura.
7
Vademecum — vadetecum[5]
Te atrae mi forma de ser y mi lenguaje,
¿me sigues, vas tras mis pasos?
Ve fielmente solo tras tu propios pasos
¡así es como me sigues a mí!, ¡poco a poco, poco a poco!
8
En el tercer cambio de piel
Ya se me levanta y se me rompe la piel,
ya está ávida con nuevo impulso,
por mucha tierra que haya digerido antes,
de más tierra en mí la serpiente.
Ya repto entre piedras y hierbas
hambrientas y trazando curvas
para comer lo que siempre he comido,
¡a ti, dieta de serpiente, a ti, tierra!
9
Mis rosas
¡Sí! Mi felicidad quiere hacer feliz.
¡Toda felicidad quiere hacer feliz!
¿Queréis coger mis rosas?
Tenéis que doblaros y esconderos
entre rocas y espinos,
¡a menudo lameros los dedos!
Pues mi felicidad… ¡ama las burlas!
Pues mi felicidad… ¡ama las argucias!
¿Queréis coger mis rosas?
10
El despreciador
Mucho he dejado caer y rodar,
y por eso me llamáis despreciador.
Quien bebe de vasos demasiado llenos,
deja caer y rodar mucho,
pero no por ello piensa peor del vino.
11
Habla el refrán
Duro y suave, fino y grosero,
familiar y extraño, sucio y puro,
insensato y sabio en uno:
todo esto soy y ser quiero,
paloma a la vez, serpiente y cerdo.
12
A un amigo de la luz
Si no quieres que tus ojos y sentidos desfallezcan
¡ve en pos del sol también en la sombra!
13
Para bailarines
Hielo liso un paraíso para el que sabe bailar bien.
14
El probo
¡Mejor una enemistad de una pieza
que una amistad encolada!
15
Herrumbre
¡También la herrumbre es necesaria: no basta con estar afilado!
De lo contrario, dirán siempre de ti: «¡es demasiado joven!».
16
Hacia arriba
«¿Cuál es el mejor camino para subir a la montaña?».
Sencillamente sube, y no pienses más en eso.
17
Lema del violento
¡No pidas nunca! ¡Déjate de lloriqueos!
¡Coge, por favor te lo pido, coge siempre!
18
Almas estrechas
Las almas estrechas me son odiosas;
no tienen nada bueno y casi tampoco nada malo.
19
El seductor involuntario
Disparó una palabra vacía por puro pasatiempo,
sin apuntar a ningún sitio, pero abatió a una mujer.
20
Para ponderarlo
Un doble dolor es más fácil de soportar
que un solo dolor: ¿te atreves a probar?
21
Contra la soberbia
No te hinches: pues de lo contrario
bastará un pinchacito para hacerte reventar.
22
Hombre y mujer
«¡Roba la mujer a la que se incline tu corazón!».
Así piensa el hombre; la mujer no roba, hurta.
23
Interpretación
Cuando me interpreto, me introduzco en lo interpretado:
no puedo ser intérprete de mí mismo.
Pero todo el que sube siguiendo su propia trayectoria
lleva mi imagen hacia una luz más luminosa.
24
Fármaco para pesimistas
¿Te quejas de que nada te sabe bien?
¿Aún, amigo, esas viejas manías?
Te oigo maldecir, hacer ruido, escupir:
de verte se me rompen el corazón y la paciencia.
¡Sígueme, amigo mío! ¡Decídete libremente
a tragarte un sapo gordo,
rápidamente y sin mirar!
Te ayudará contra la dispepsia.
25
Petición
Conozco cómo es más de una persona
¡y no sé quién soy yo mismo!
Mi ojo me está demasiado cerca,
no soy lo que veo y vi.
Creo que me sería de más utilidad
si pudiese estar más lejos de mí,
¡aunque no tan lejos como mi enemigo!
demasiado lejos está ya el más cercano amigo
¡pero sí entre él y yo!
¿Adivináis qué es lo que pido?
26
Mi dureza
Tengo que pasar por encima de cien escalones,
tengo que subir y os oigo gritar:
«Eres duro, ¿es que acaso somos nosotros de piedra?».
Tengo que pasar por encima de cien escalones
y nadie quiere ser escalón.
27
El caminante
«¡Ya no hay camino! Abismos todo alrededor y un silencio mortal!».
¡Tú lo has querido! ¡Tu voluntad se apartó del camino!
¡Es la hora de la verdad, caminante! ¡Ahora hay que mirar fría y claramente!
Estás perdido tan pronto creas… en el peligro.
28
Consuelo para principiantes
Ved al niño rodeado por los gruñidos de los cerdos,
¡desvalido, con los dedos de los pies encogidos!
Puede llorar, nada más que llorar,
¿aprenderá alguna vez a tenerse en pie y a andar?
¡Nada de titubeos! ¡Pronto, creo yo,
podréis ver bailar al niño!
Y en cuanto se tenga sobre las dos piernas,
sabrá ponerse también cabeza abajo.
29
Egoísmo de las estrellas
Si no rodase como un orondo barril rodante
sobre mi propio eje incesantemente,
¿cómo soportaría, sin arder,
correr detrás del ardiente sol?
30
El prójimo
No me gusta tener cerca al prójimo:
¡lejos con él, hacia arriba y en la distancia!
¿Pues cómo, si no, llegaría a convertirse en mi estrella?
31
El santo disfrazado
Para que tu dicha no nos apesadumbre
te envuelves en argucias diabólicas,
en ingenio y ropajes de diablo.
¡Pero es en vano! Desde tu mirada
nos está mirando la santidad.
32
El siervo
A: Se para a oír: ¿qué pudo hacerle dudar?
¿Qué le zumba en los oídos?
¿Qué lo ha dejado tan abatido?
B: Como todo el que otrora cadenas llevó,
oye por doquier… ruido de cadenas.
33
El solitario
Tan odioso me es seguir a otros como guiarles yo.
¿Obedecer? ¡No! ¡Y gobernar, más que no!
Quien no es temible para sí mismo no atemoriza a nadie:
y solo quien atemoriza puede guiar.
¡Odioso me es ya guiarme a mí mismo!
Me gusta, igual que los animales del bosque y el mar,
perderme durante un momentito,
agazaparme caviloso en un encantador extravío,
desde lejos atraerme a mí mismo por fin a casa,
seducirme a mí hacia mí mismo.
34
Seneca et hoc genus omne[6]
Esa gente escribe y escribe su insoportablemente sabio blablablá
como si la consigna fuese: primum scribere, deinde philosopharf[7].
35
Hielo
¡Sí! A veces preparo hielo:
¡útil es el hielo para hacer la digestión!
Si tuvieseis mucho que digerir,
¡oh, cómo amaríais mi hielo!
36
Escritos juveniles
El alfa y el omega[8] de mi sabiduría
resuena en ellos: ¡qué cosas oí!
Ahora ya no me suena así,
solo el eterno ¡ah! y ¡oh!
de mi juventud oigo aún.
37
Precaución
En aquella región no se viaja bien ahora:
¡y si tienes espíritu, pon doble cuidado!
Se te atrae y ama hasta que se te desgarra:
son espíritus exaltados: siempre les falta espíritu.
38
Habla el piadoso
¡Dios nos ama porque nos ha creado!
«¡El hombre ha creado a Dios!», replicáis vosotros los sutiles.
¿Y no va a amar lo que él creó?
¿Va incluso a negarlo porque lo creó?
Esto cojea, esto lleva la pezuña del diablo.
39
En verano
¿Con el sudor de nuestra frente
comeremos nuestro pan?
Cuando se suda es mejor no comer nada,
así lo recomiendan sabios doctores.
Sirio hace señas: ¿qué nos falta?
¿qué significan sus ardientes señas?
Con el sudor de nuestra frente
¡beberemos nuestro vino!
40
Sin envidia
Sí, mira sin envidia, ¿y lo honráis por eso?
No mira a su alrededor en busca de que lo honréis;
tiene el ojo del águila para la lejanía,
¡no os ve!, ve solo estrellas, estrellas.
41
Heraclitismo
¡Toda la felicidad de este mundo,
viene de la lucha, amigos!
¡Sí, para llegar a ser amigo,
hace falta humo de pólvora!
Tres cosas en una son los amigos:
¡hermanos ante la penuria,
iguales ante el enemigo,
libres… ante la muerte!
42
Principio fundamental de los demasiado finos
¡Mejor de puntillas
que a cuatro patas!
¡Mejor por el ojo de la cerradura
que a través de puertas abiertas!
43
Aliento
¿Es fama lo que pretendes?
Entonces presta atención a esta enseñanza:
¡mientras estés a tiempo renuncia libremente
a la honra!
44
El que va al fondo de las cosas
¿Un investigador yo? ¡Oh, ahorraos esa palabra!
Soy solamente pesado, ¡unas cuantas libras!
Caigo, caigo y sigo cayendo,
¡hasta que por fin llego al fondo!
45
Para siempre
«Hoy vengo porque hoy me conviene»,
piensa todo aquel que viene para siempre.
¡Qué se le da a él de las habladurías:
«¡Vienes demasiado pronto!, ¡vienes demasiado tarde!»
46
Juicios de los cansados
Al sol maldicen todos los cansinos;
para ellos el valor de los árboles reside… ¡en que dan sombra!
47
Declive
«Desciende, cae», os burláis de él una y otra vez;
¡pero la verdad es que desciende a vosotros!
Su exceso de felicidad se convirtió para él en una adversidad,
su exceso de luz va en pos de vuestra oscuridad.
48
Contra las leyes
A partir de hoy cuelga en un cordel de áspero tejido
de mi cuello el reloj de las horas.
A partir de hoy cesa el curso de las estrellas,
el sol, el grito de los gallos y la sombra,
y cuanto me ha anunciado el tiempo,
es ahora mudo, sordo y ciego:
calla para mí toda naturaleza
cuando oigo el tictac de la ley y del reloj.
49
Habla el sabio
Ajeno al pueblo y sin embargo para el pueblo útil,
sigo mi camino, sol ya, ya nube
¡y siempre por encima de este pueblo!
50
Perdió la cabeza
Ahora tiene ella espíritu: ¿cómo es que lo ha encontrado?
Hace poco ha perdido la cabeza por ella un hombre,
cuya cabeza era rica antes de ese pasatiempo:
su cabeza se fue al diablo, pero ¡no, no!, ¡se fue a la mujer!
51
Deseos piadosos
«Ojalá que todas las llaves
se pierdan enseguida,
y en todo ojo de cerradura
juegue la ganzúa!».
Así piensa siempre
todo el que es un ganzúa.
52
Escribir con el pie
No escribo solo con la mano:
el pie siempre quiere escribir también.
Firme, libre y valiente corre
ya por el campo, ya por el papel.
53
«Humano, demasiado humano»
Un libro
Melancólicamente tímido, mientras miras hacia atrás,
confiando en el futuro, cuando confías en ti mismo:
oh, pájaro, ¿he de contarte entre las águilas?,
¿eres el búho, el favorito de Minerva?
54
A mi lector
Una buena dentadura y un buen estómago:
¡esto es lo que te deseo!
¡Y si has tolerado mi libro,
seguro que te llevarás bien conmigo!
55
El pintor realista
«¡Fiel a la naturaleza e íntegro!». ¿Cómo se atreve?
¿Cuándo habrá quedado la naturaleza zanjada en una imagen?
¡Infinito es el más pequeño trozo del mundo!
En último término pinta lo que le gusta.
¿Y qué le gusta? ¡Lo que sabe pintar!
56
Vanidad de autor
Me basta con que me deis cola:
¡pues para la cola ya encontraré por mí mismo la madera!
Sentido en cuatro rimas sin sentido
poner… ¡es para estar no poco orgulloso!
57
Gusto descontentadizo
Si se me dejase elegir libremente,
me gustaría elegir un rinconcito
en mitad del paraíso:
pero aún me gustaría más… ¡a su puerta!
58
La nariz curva
La nariz mira imponente
al paisaje, la aleta nasal se hincha.
¡Por eso tú, rinoceronte sin cuerno,
mi hombrecito orgulloso, caes siempre hacia delante!
Y esas dos cosas siempre van juntas:
orgullo recto, nariz curva.
59
La pluma garabatea
La pluma garabatea, ¡al infierno con eso!
¿Estoy condenado a tener que garabatear?
Así que echo mano audazmente al tintero
y escribo con gruesos ríos de tinta.
¡Qué bien corren, tan llenos y anchos!
¡Qué bien me sale todo lo que hago!
Es verdad que la letra es poco clara,
pero ¿qué daño hace?, ¿quién lee lo que escribo?
60
Hombres superiores
Ese sube: ¡merece elogio!
¡Pero aquel otro viene siempre de arriba!
Vive por encima del elogio mismo,
¡es de arriba!
61
Habla el escéptico
Ya ha pasado casi la mitad de tu vida,
¡la manecilla se mueve, el alma se te estremece!
Ya lleva largo tiempo dando vueltas
buscando y sin encontrar, ¿y titubea ahora?
Ya ha pasado casi la mitad de tu vida:
¡dolor ha sido, y error, hora tras hora hasta llegar aquí!
¿Qué buscas aún? ¿Por qué?
Esto es precisamente lo que busco: ¡razón tras razón para buscar!
62
Ecce homo
¡Sí! ¡Sé de dónde procedo!
Insaciable igual que la llama
ardo y me consumo.
Luz se vuelve cuanto cojo,
carbón cuanto dejo:
no cabe duda de que soy una llama.
63
Moral de las estrellas
Predestinada a la órbita de las estrellas,
¿qué te importa, estrella, la oscuridad?
¡Sigue rodando bienaventurada por esta época!
¡Séate ajena y lejana su miseria!
Al más lejano de los mundos pertenece tu brillo:
¡la compasión sea para ti pecado!
Solo un mandamiento rige para ti: ¡sé pura!