Cuando volví al bar, Denny seguía charlando con Sam; ahora Kate y una pareja de habituales se habían unido a él. Estaban sentados tranquilamente y hablando, así que me tomé un momento para sonreír y disfrutar simplemente de que él volviera a estar aquí. La visión de su cándida sonrisa y oír su risa, me hizo recordar todos los buenos sentimientos de cuando estábamos juntos. Me di cuenta entonces de lo mucho que lo había echado de menos el año anterior. Sabía que iba a ser duro para mí cuando él volvió a irse. Y había sido bastante duro los primeros días.
Mientras Kate lo agarraba de los hombros y le daba un abrazo, se giró a mirar hacia donde estaba yo de pie, observándolo. Su sonrisa relajada se volvió cálida y me saludó ligeramente con la cabeza. La cara me ardía a un millón de grados, aparté los recuerdos de mi cabeza y me dirigí hacia la barra para ponerle una copa.
Rita me miró intentando adivinar qué ocurría, mientras me servía una cerveza. En un tono que sólo podía oír yo, susurró: «No pierdes el tiempo…»
Puse los ojos en blanco y apreté la mandíbula. Responder a Rita no serviría de nada. Solía pensar que todo el mundo se enrollaba con todos. Veía un comportamiento sórdido absolutamente en todas partes. Una vez incluso me había comentado que La Sirenita era prácticamente pornográfica. Aún sigo sin saber por qué lo decía…
Fingí que no había oído nada así como que no se le veía la parte de arriba del sujetador por debajo del pronunciado escote en uve, cogí la bebida de Denny y me dirigí a la mesa del grupo, bueno, de la que solía ser la mesa del grupo.
Las puertas delanteras chirriaron al abrirse cuando pasé por delante y sin entusiasmo me giré a mirar. Al ver a alguien que no solía venir al bar, me detuve. Rachel clavó su mirada en la mía de inmediato. Su piel bronceada era deslumbrante y le brillaban los ojos almendrados. Sacó un ordenador portátil que llevaba debajo del brazo, casi oculto por la larga melena de pelo negro, y su sonrisa se hizo más amplia todavía.
—Vaya, hola, Kiera. Me alegra que estés aquí esta noche. Quería enseñaros algo a ti y a Jenny.
Al ver entrar a su compañera de piso, Jenny se reunió con nosotras.
—¿Has saltado de la cama y has venido corriendo con eso? —le preguntó, señalando con el dedo la máquina de la que Rachel intentaba desenredar el pelo que se le había quedado enganchado.
Tras asentir, se dirigió a la mesa de Denny. Me pareció natural, puesto que su novio normalmente se sentaba en el mismo asiento en el que Denny estaba sentado despreocupadamente en ese momento. Con curiosidad por saber de qué hablarían, observé con el ceño fruncido a Rachel poner el ordenador delante de él.
Mientras Sam y los habituales dejaban solo a Denny y volvían a sus propios asuntos, éste saludó con la cabeza a la recién llegada a su mesa.
—Hola —dijo educadamente, sin saber quién era Rachel.
Nerviosa se recogió el pelo detrás de las orejas. Sin mantener apenas contacto visual con él, encendió el ordenador.
—Hola —respondió con voz aguda—. Espero que no te moleste que me siente a tu mesa un segundo.
Denny se rio por su cautela, alzando la mirada hacia mí, con una sonrisita cómplice, como si Rachel le recordara a mí.
—No, en absoluto.
Bajé la mirada y señalé con la mano a Rachel y a Denny.
—Denny, Rachel… Rachel, Denny. —Se miraron brevemente y Rachel lo saludó sutilmente con la cabeza. Mientras se aguantaba las ganas de reír porque Denny tenía cierta razón, añadí:
—Rachel es la compañera de habitación de Jenny, y la novia de Matt. —Cuando volví a mirar a Denny, enarqué las cejas—. Denny es… mi ex. Me encogí de hombros.
Rachel miró a Denny a los ojos.
—¿Tú eres su ex? ¿Ese «ex»?
Inmediatamente se ruborizó y bajó la mirada al ordenador. Denny también se puso colorado, y miró hacia otro lado. Me mordí el labio… y supuse que Matt o Jenny habían puesto a Rachel al corriente de todo el drama de mi aventura con Kellan a espaldas de Denny. Genial. Supuse que debería tener la charla de «No se lo digas a Matt para que él no se lo diga a Kellan» con ella también.
Para tener algo entre las manos, ofrecí a Denny su cerveza. Inmediatamente le dio un sorbo. Como se suponía que debíamos hacerlo, y como me sentía mal, le di una piruleta de manzana. El torció el gesto y sacudió la cabeza, riéndose al cogerla. Me pregunté por qué hasta que me di cuenta de qué le había dado: algo para chupar. Y probablemente ya se sentía como un tremendo mamón.
Tras suspirar ligeramente, sopesé preguntarle qué le apetecía comer, pero Rachel habló de nuevo antes de que yo pudiera decir nada. Cuando se conectó a Internet, tecleó una frase.
—Matt me pidió que preparara todo esto, así que me ha parecido mejor hacerlo mientras los chicos no estaban. —Sacudió la cabeza y volvió a sonreír—. Acabamos de presentarnos en vivo hace una hora, y la gente ya me está enviando cosas para colgar.
Cuando la página que había buscado se cargó, me quedé boquiabierta. Era un sitio web de los D-Bag. Sacudí la cabeza mientras ella navegaba por las diferentes secciones. Parecía que todo estaba allí: fotos de los chicos, una lista de todas sus canciones, las fechas de sus giras, una biografía breve de cada uno de los miembros, y, cómo no, respuestas de los fans.
Fruncí el ceño cuando clicó en la biografía de Kellan. Al final de su descripción había una foto de él en el escenario… sin camiseta. Era una fotografía antigua, así que no podía ver ni rastro de su tatuaje, sólo músculos sin grasa, tonificados y definidos. Era una imagen genial. Quien la hubiera tomado lo había captado pasándose la mano por el pelo mientras se volvía hacia la cámara. Tenía la cabeza agachada, pero la mirada levantada, mirando directamente al fotógrafo con unos ojos que prometían satisfacción, y una ligera y seductora sonrisa en los labios. Estaba bastante segura de que la persona que había captado el momento, había disfrutado de una representación muy privada después.
Preguntándome si aquellas eran fotografías personales de Rachel, me crucé de brazos.
—¿Por qué Kellan es el único que sale medio desnudo?
Cuando comprobé que los otros chicos salían en las fotos totalmente vestidos, fruncí el ceño un poco más.
Rachel me volvió a mirar con rubor en las mejillas.
—Matt me pasó estas fotografías. Lleva años recopilando las imágenes que tomaban los fans.
Señaló el cuerpo de Kellan, después volvió a la página de inicio, donde finalmente me di cuenta de que su imagen prácticamente desnudo también ocupaba buena parte del fondo de pantalla. Sacudió la cabeza y apartó la mirada de la pantalla a mí, y me dijo con voz suave:
—Matt me dijo que trabajara con lo que teníamos… para sacar el mayor partido de sus virtudes. —Intentando librarse de mi mirada, murmuró—: El cuerpo de Kellan es… una de sus mayores virtudes; incluso yo tengo que admitirlo.
Con un suspiro, sacudí la cabeza y puse los ojos en blanco. Denny se levantó y fue a mirar la pantalla. Con una risita, asintió.
—Tiene algo de razón. —Alzando la mirada hacia mí, enarcó una ceja—. Es una buena estrategia de marketing… El sexo vende.
Odiaba que usaran el sexo y a mi novio para vender, y en cierto modo también odiaba que mi ex defendiera esa estrategia.
—¿No has dicho que la gente te estaba enviando material? ¿De qué se trata? —solté a Rachel.
Ésta se sentó derecha y dio unas palmaditas.
—Oh, tengo muchas ganas de enseñaros esta parte.
Riéndose, quizá contenta de que no fuera a atacarla ni nada parecido, clicó en una sección titulada «Vídeos». Torcí el gesto, confundida. La banda no había hecho ningún vídeo. Al menos, no que yo hubiera visto. Después de pasar unos cuantos, dejó el ratón sobre una imagen en miniatura de los chicos en el escenario. Mientras empezó a reproducir el vídeo, no pude evitar reírme. Era evidente que no era un vídeo profesional, parecía más bien grabado por algún fan con su teléfono móvil. La imagen estaba un poco temblorosa, y el ruido ambiente prácticamente impedía oír a la banda, pero parecía de un concierto reciente. Rachel me lo confirmó cuando me dijo que era de hacía un par de semanas.
Jenny soltó unas risitas y se inclinó más, sin apartar la mirada de su hombre, en el fondo, vapuleando la batería. Rachel suspiró feliz mientras veía a Matt tocando la guitarra con tanta habilidad que apenas podía ver el movimiento de sus dedos. Y yo no podía apartar la mirada de Kellan. Parecía que hubiera pasado una eternidad desde que lo había visto tocar en directo. En realidad, habían sido tres meses, la mitad de nuestra obligada separación, pero parecía que había pasado mucho, mucho más tiempo.
Apoyándome en una cadera, volví a suspirar, pero esta vez con satisfacción. No sabía dónde se habría filmado la actuación, pero Kellan dominaba el escenario con su presencia, igual que hacía aquí, en nuestro escenario mucho más pequeño en comparación. Parecía absolutamente cómodo, era donde debía estar. Seguía pareciéndome asombroso.
Sin pensar en lo que hacía, me incliné hacia el lado de Denny. Él se puso recto y se separó un poco de mí. Murmuré una disculpa, pero no me estaba mirando, también tenía la vista clavada en Kellan. No me imaginaba cómo se sentiría al observar al hombre por el que me había perdido, y que encima prosperaba en su vocación.
Para intentar quitarme esa idea de la cabeza, volví a mirar a Kellan que se pavoneaba sobre el escenario y cantaba a voz en grito las letras mientras interactuaba con la multitud: extendía la mano al público o se llevaba la mano a la oreja. No obstante, habría jurado que incluso guiñó el ojo a un par de personas. Intenté ignorar la ansiedad que sentía en el estómago.
Cuando la canción acabó, sólo quería aplaudir como la multitud. Habían estado geniales; no es que estuviera preocupada porque fueran a hacerlo mal —los chicos siempre estaban bien—, pero me gustaba ver que ni sus constantes viajes, ni el cansancio añadido que iba con ellos habían hecho mella en su talento en absoluto.
Justo cuando iba a preguntar a Rachel cuántos vídeos más había, y si podía dejarme su ordenador para mi pausa de la comida, la cámara del teléfono se centró en Kellan. Me callé de inmediato, y me quedé mirando fijamente su imagen, tan cerca y a la vez tan lejos. Sonrió a la multitud, les dio las gracias a todos, hizo una reverencia y lanzó un beso. Se giró para salir del escenario y quien hacía la grabación lo siguió. Al parecer, al autor de la cinta Kellan le parecía el miembro más atractivo de todos.
Y justo cuando empezó a doblar una esquina, que debía conducir detrás del escenario, una mujer salió corriendo de detrás de ella primero.
Me sorprendió al verla aparecer así sin más en la pantalla, pero Kellan no parecía extrañado por su presencia, parecía que ya supiera que iba a estar allí. Se limitó a dedicarle una sonrisa que cortaba la respiración. Mientras sentía que se me caía el alma a los pies, él la agarró juguetón de los codos. La expresión de su rostro era de pura alegría y le dijo algo muy contento.
Aquella mujer escultural le devolvió la sonrisa y asintió, con la misma expresión de alegría. No esperaba que la groupie de una banda de música tuviera ese aspecto. Parecía de clase alta, iba muy bien arreglada, con el pelo negro como el ébano recogido en un moño suelto y un atuendo que decía que le sobraba el dinero a espuertas; tenía la piel color moca, su estructura ósea era perfecta y los labios eran sensuales y sedosos. Era… preciosa. Preciosa, como una modelo. Como una famosa. Parecía Halle Berry. Entrecerré los ojos y, por un segundo, me pregunté si podía ser Halle Berry. ¿Acaso no sería típico de mi suerte que ya se hubiera liado con una de las actrices más importantes del negocio?
En el momento en que giró la cara y la vi lo suficiente para saber que no se trataba de la actriz, Kellan se acercó a su oído. No podía saber si le estaba diciendo algo o si le estaba mordiendo el lóbulo de la oreja. A partir de ahí, ya no supe más porque el vídeo se acabó. En la pantalla volvía a verse la imagen en miniatura de la banda. Me quedé perpleja. ¿Seguro que había visto lo que acababa de ver? No quería creerlo, pero parecía… sospechoso. Además, estaba el mensaje extraño sobre Navidad que no me había dejado leer. Había dicho que era de Griffin. ¿Sería cierto?
Sentí la ira en el estómago, y volví a señalar el ordenador.
—¿Podrías poner… esa última parte otra vez, por favor? —pregunté con voz seca y brusca.
Rachel se pasó el pelo por detrás de las orejas varias veces.
—Kiera, lo siento. Es la primera vez que veo ese final… Estaba tan emocionada por enseñároslo, que no vi el vídeo entero.
Fulminándola con la mirada aun sin querer, le solté:
—Ponlo otra vez, Rachel. —Procuré calmarme, pues en realidad no sabía qué estaba haciendo, añadí—: Por favor.
Sentí que Denny me ponía la mano en el hombro, pero no podía ni mirarlo. Estaba segura de que no se regodearía, pero no estaba igual de segura de que se sorprendiera. Tal vez había estado soñando despierta al pensar en tener una relación monógama con Kellan. Quizás era simplemente imposible. Cerré con fuerza los ojos, sacudí la cabeza. No, no podía sacar conclusiones sin hablar con él. No podía condenarlo sin asegurarme de que había hecho algo malo. ¿No era eso lo que le había dicho a mi padre para convencerlo en Navidad?
Al sentir que otra mano me tocaba, abrí los ojos y vi a Jenny. Tras morderse el labio, negó con la cabeza.
—Estoy segura de que existe una explicación perfectamente lógica, Kiera. De verdad que no será nada…
Noté que me picaban los ojos mientras le decía que sí con la cabeza. Seguro, era muy probable que no hubiera sido nada, realmente no se sabía. No obstante, era suficiente para sembrar la duda en todos. Y eso me revolvía el estómago.
Jenny volvió al trabajo, y le contó a Kate todos los detalles sobre la actuación de Evan, mientras yo veía el clip de nuevo. Denny se quedó a mi lado, sin decir nada, pero sin apartarse tampoco ni un momento. Sacudí la cabeza mientras observaba a Kellan volver a inclinarse sobre la belleza de nuevo. Verlo me estaba sacando de mis casillas. Realmente debería dejar de mirar, pero me había quedado congelada en el sitio, sin poder apartar la vista de la pantalla por encima del hombro de Rachel.
Después de ponerlo una vez más, ésta intentó pasar a un sección diferente de la página web, tal vez para distraerme, pero los celos se habían apoderado de mí hasta tal punto que no podía dejarlo sin más. Era todo lo paciente que podía ser, y había madurado mucho durante el año anterior, pero aún tenía que seguir creciendo. Cogí el ratón y volví a clicar en el vídeo.
Con un suspiro, se levantó, abriéndose paso entre Denny y yo.
—Será mejor… será mejor que te dé un momento —murmuró mientras se alejaba de la mesa.
Vi una y otra vez el clip sin poder dejar de morderme las uñas, preguntándome qué significaba todo aquello. Parecía muy cómodo con una persona que yo no conocía, alguien a quien estaba seguro de no conocer, y a la que nunca había oído mencionar en ninguna de sus conversaciones telefónicas. Justo en el instante en que estaba volviendo a poner el momento en el que Kellan se acercaba a ella por vigésima vez, me cerraron el portátil en la cara.
Parpadeé y miré a Denny. Seguía de pie detrás de mí, con los brazos cruzados sobre el pecho.
—Vas a conseguir provocarte una úlcera, preocupándote por algo de lo que no tienes pruebas. —Levantó las cejas—. Confía en mi… Lo sé… —Me ruboricé y procuré apartar la mirada, pero Denny rápidamente añadió—: Y, además, me prometiste que cenaríamos algo, y estoy famélico.
Tras alzar la mirada, conseguí sonreír un poco. Al ver que mi humor mejoraba, sacudió la cabeza:
—¿Crees que podrías traerme una de esas hamburguesas de fama mundial que servís aquí?
Me mordí el labio, y miré de soslayo el ordenador cerrado. Quería volver a verlo, pero Denny tenía razón. No había prueba alguna de que Kellan estuviera haciendo nada malo. No podía hacer nada, excepto enfadarme más viendo un breve momento que probablemente estaba fuera de contexto… con suerte. Tendría que esperar y preguntárselo más tarde a él. Y hacerlo sin que fuera muy evidente que le estaba preguntando directamente si se acostaba con ella. Tendría que sacar el tema sutilmente… y la sutileza no era mi punto fuerte.
Me olvidé por el momento del vídeo, me levanté y le puse una mano en el hombro.
—Por supuesto —dije resignada—. Siento haber tardado tanto.
Denny miró el ordenador que estaba en la mesa.
—No es un problema, Kiera… Lo entiendo —susurró.
Me gustaría decir que me olvidé del vídeo después de ese momento, pero no sería cierto. Pedí prestado el ordenador a Rachel con la promesa de que se lo devolvería al día siguiente. Denny sacudió la cabeza en señal de reprobación mientras cenaba. También me sonrió con simpatía, como si quisiera darme a entender que lo comprendía. Me dijo que me llamaría al día siguiente para ver cómo me iba. Me asombré de que siguiera cuidando de mí, incluso después de todo. Incluso después de llevar separados físicamente un año. Tras darle un rápido abrazo, que levantó una ola de susurros por todo el bar, le dije que diera saludos de mi parte a Abby. Entonces, le vi la sonrisa más grande de toda la noche, y me fijé en cómo sacaba el teléfono de su bolsillo mientras se dirigía al aparcamiento. Me imaginé que la estaría llamando justo en ese momento.
Después de mi turno, volví a casa y observé todos los vídeos disponibles en el sitio web de la banda. Aunque disfrutaba al ver a Kellan en acción de nuevo, localicé a esa preciosa mujer dos veces más. Después de examinar el fondo, en los tres vídeos se la veía en tres ubicaciones diferentes, como si realmente los estuviera siguiendo por todas partes, de ciudad en ciudad.
Me hervía la sangre y no pude conciliar el sueño esa noche. Vi los vídeos una y otra vez, con el teléfono móvil en la mano, y me costó la vida no llamar para pedir una explicación. Mi hermana se coló en mi habitación cuando estaba a punto de amanecer y se metió en la cama conmigo. Como Denny, me obligó a cerrar el ordenador mientras soltaba un gruñido de aburrimiento.
Con un suspiro, agarré con fuerza el teléfono.
—¿Qué haces levantada? —murmuré.
Apartó el ordenador de mi regazo, apoyó en él la cabeza y me miró.
—Prácticamente podía oírte echando humo a través de las paredes. ¿Qué pasa?
Dije que no con la cabeza.
—Nada.
No podía ser nada más, él me lo había prometido.
Al verme la cara, se sentó.
—No te creo… ¿Qué ha pasado? —Miró de reojo el ordenador, lo cogió y lo abrió—. ¿Has visto algo en el ordenador? —me preguntó.
Los rizos sedosos le caían sobre el hombro.
Me mordí el labio, asentí, y sacudí la cabeza.
—Es simplemente una chica que aparece continuamente en los vídeos de fans de la banda. —Suspiré mientras Anna navegaba por la página que había estado mirando toda la noche—. Es que… no sé qué significa.
Cuando Anna me miró con el ceño fruncido, respiré hondo y le dije qué vídeo poner. Observó el vídeo en silencio, entonces me miró y sacudió la cabeza.
—No sé, Kiera. —Mientras miraba el teléfono que tenía en la mano, se encogió de hombros—. ¿Y por qué no lo llamas y ya está?
Se me escapó un gemido melancólico, mientras miraba el teléfono.
—Me gustaría hacerlo… pero no quiero ser ese tipo de chica. —Me senté y me rodeé las piernas con los brazos—. Además, ¿qué podría decir? ¿Te he visto tocar a una chica en un vídeo…? ¿Te importa explicármelo? —Bajé la cabeza y la moví de un lado a otro, mientras recordaba las palabras de Denny—. No tengo prueba alguna de que me esté engañando, simplemente he atisbado que tiene cierta… cercanía con una chica a la que no conozco. No es suficiente para someterlo a un interrogatorio. —Volví a mirarla cabizbaja y sonreí con tristeza—. No quiero ser la chica celosa que espera en casa, incapaz de aguantar la fama de su chico. Así se rompen las parejas como las nuestras.
Con un suspiro, me pasó un mechón por detrás de la oreja.
—Sí, supongo que tienes razón. —Animada, y con demasiado buen aspecto para esa hora intempestiva, exclamó—: ¿Quieres que pregunte a Griffin? Estoy segura de que sabe quién es esa chica.
Inmediatamente torció el gesto, al pensar que si Griffin la conocía, era posible que la conociera íntimamente.
Apreté los labios y dije que no con la cabeza.
—No, eso es algo entre él y yo. Tampoco quiero ser la chica que usa a sus amigos para espiarlo. —Cerré los ojos con fuerza, y aparté el ordenador de las dos—. No, tengo que dejar de preocuparme, debo confiar en él. —Abrí los ojos y me encogí de hombros—. Es la única forma de que esto funcione… y, además, probablemente no será nada.
Asintió, de acuerdo conmigo.
—Sí, estoy segura. Está demasiado enamorado de ti para hacer algo tan estúpido como engañarte.
Asentí, y sonrió levemente. Cuando Anna me dio un abrazo, una idea descarriada se me metió en la cabeza y le pregunté de sopetón:
—Oye, ¿cuál es el número de teléfono de Griffin?
Me miró con los ojos muy abiertos; su mirada de un color esmeralda perfecto transmitía mucho más que una simple reacción de sorpresa porque quisiera saber ese dato; Griffin y yo no teníamos una relación exactamente fluida. En general, evitaba cualquier conversación con él. Simplemente no podía quitarme ese extraño mensaje de la cabeza, y menos con la nueva información.
—Sólo… Yo necesito… que Kellan lo entienda… —Suspiré—. ¿Cuál es su número?
Me lo recitó de un tirón, y yo cerré los ojos. El número que había aparecido en el teléfono de Kellan estaba grabado a fuego en mi cabeza… y el que Anna acababa de darme no era el mismo. El mensaje de texto no era de Griffin. Kellan me había mentido.
Cuando finalmente me desmayé exhausta, tuve un sueño, bueno, una pesadilla más bien. En ella, no dejaba de encontrarme con mujeres que llevaban los mismos anillos de compromiso. Después, me encontraba un montón de notas pegadas por toda su casa dirigidas a otras chicas. Creo que incluso soñé que le proponía matrimonio a la doble de Halle Berry en la Televisión Nacional. Denny también aparecía en el sueño. Me miraba con comprensión y apoyo, como si entendiera mi dolor, y eso todavía me hacía sentir peor. Cuando me desperté sobresaltada, sentí que no había dormido en absoluto.
Sabía que estaba exagerando y eso me irritaba. Uno más uno no siempre suman dos.
Me obligué a ducharme y a prepararme para el día; di gracias por no tener clase hasta la tarde; si hubiera tenido alguna por la mañana, me la habría saltado. Con el pelo húmedo y goteando, salí a la sala de estar, donde Anna veía los dibujos mientras engullía un cuenco de cereales.
Para intentar apartar las preocupaciones de mi mente, me senté a su lado y apoyé la cabeza húmeda sobre su hombro. Me echó una mirada entre cucharada y cucharada, y, entonces, dijo con tranquilidad.
—¿Te acuerdas de cuando llegué a casa y Kellan y tú os lo estabais montando a lo bestia en el sofá?
Me puse tensa y me quedé mirándola con los ojos abiertos de par en par.
—Sí… ¿Cómo iba a olvidarlo? Fue vergonzoso.
Había vuelto cuando todavía no estábamos haciendo el amor, pero nos hallábamos en los prolegómenos. Él se había quitado la camiseta, se había desabrochado los pantalones. Yo llevaba un top corto, pero me lo había subido hasta arriba. El recuerdo de sus labios sobre mi estómago me sobrecogió como si pudiera volver a esa noche.
Me había puesto las manos en las caderas y tiró de mis pantalones cortos, como si quisiera arrancármelos. Tenía los dedos entrelazados en el pelo, mientras tiraba para acercar su boca de nuevo a la mía. Notaba la presión de su cuerpo sobre cada centímetro del mío, que respondía gimiendo. Nuestra respiración se aceleraba mientras los dos nos planteábamos hasta dónde llegar. Habíamos avanzado poco a poco durante los más de dos meses que llevábamos juntos, pero siempre retrasábamos el momento, porque queríamos que fuera perfecto. Y aguantar con Kellan era duro.
Igual que su cuerpo, mientras rítmicamente apretaba las caderas contra las mías. Recordé haber perdido el control momentáneamente, y cogerle de la mano. Sólo necesitaba que volviera a tocarme de nuevo. Le guié los dedos por la parte interior de mi muslo hasta la entrepierna, pues quería que notara lo mucho que mi cuerpo lo anhelaba. Era la primera vez que me tocaba ahí desde nuestra aventura.
Tras comprender mis directrices, me había metido rápidamente la mano bajo la ropa. Cuando empezó a dar vueltas con su pulgar sobre mi piel húmeda, ambos nos besamos salvajemente entre rápidos jadeos. Aún recuerdo claramente que dejó caer la cabeza sobre mi hombro. Entonces, me susurró al oído que había echado de menos sentirme… que me había echado de menos.
Conocía la cantidad justa de presión que usar, el patrón que seguir, de manera que enseguida me tuvo donde él me quería, a punto de alcanzar el clímax en segundos. Como deseaba complacerlo también, introduje la mano en sus vaqueros abiertos.
Y, por supuesto, justo en ese momento mi hermana había aparecido en casa sin que nadie la esperara. Había sido la vez que más cerca había estado de pillarnos. También era la única vez que Kellan y yo habíamos llegado tan lejos en un sitio público.
Me sonrojé horriblemente, desvié los ojos al televisor. Anna soltó una risa ronca, mientras engullía otra cucharada de redondeles verdes azucarados.
—Madre mía, la escena era muy caliente. Me sentí muy mal por arruinarte el orgasmo, en cualquier caso. —La miré y volví a reírme—. ¿Te acuerdas? Te dije que me iría a gatas discretamente a mi habitación si querías acabar.
Mientras ella volvía a echarse a reír, yo me sonrojé incluso más. Cuando finalmente me di cuenta de que ella estaba en casa, me retorcí para apartar a Kellan de mí y volví a vestirme. Él se rió, sin molestarse lo más mínimo, e incluso quería aceptar la extraña oferta de Anna. Lo obligué a dar un paseo conmigo. Cualquier cosa por apagar ese fuego en la parte inferior de mi cuerpo.
Me tapé la cabeza con las manos, mientras la sacudía.
—¿Por qué sacas ahora eso a relucir? —La fulminé de nuevo—. ¿Quieres humillarme?
Torció el gesto, y después negó con la cabeza.
—No. —Dejó caer la cuchara en el cuenco, y después volvió a acomodarse en el feo sofá donde había tenido lugar el momento íntimo—. ¿Te acuerdas de lo que dijo Kellan?
Junté las cejas para intentar recordar cualquier cosa aparte de la vergüenza que había sentido. Al ver que no conseguía nada, Anna sonrió.
—Dijo: «No te preocupes, Kiera. Cuando seamos mayores y tengamos el pelo gris, pensaremos en este momento y nos reiremos. Se lo contaremos a nuestros nietos… y conseguiremos avergonzarlos».
Bajé la mirada cuando finalmente recordé que había dicho eso. Anna me cogió de la barbilla y me obligó a mirarla de nuevo. Sentí que se me nublaban los ojos al hacerlo.
—Sólo he sacado a relucir ese momento para recordarte que Kellan piensa en una relación a largo plazo contigo. No eres simplemente una chica con la que queda. Eres LA chica. Eres especial para él. Se lo veo en los ojos cada vez que te mira —suspiró melancólica—. Esta completa y locamente enamorado de ti, y quiere pasar la vida contigo, así que deja de estresarte.
Solté lentamente el aire, sentí como si me hubiera quitado un peso de encima. Tenía razón. Tenía miedo al miedo… Todo iba sobre ruedas. Asentí y pensé en llamar a Kellan, sólo para decirle que lo quería, cuando alguien llamó a la puerta.
Anna me despeinó y volvió a centrarse en sus dibujos mientras me levantaba para ver quién era.
Al abrir la puerta y ver la cálida sonrisa de Denny me sorprendió casi tanto como toparme con él el día anterior. Una cosa era ir a tomar una copa una noche, y otra muy diferente venir a buscarme a mi casa. Supongo que había echado de menos nuestra amistad casi tanto como yo.
—Oye Kiera. Iba a llamarte, pero pensé en pasarme ya que estaba por la zona. ¿Qué tal te va?
Me señaló con la cabeza mientras me escrutaba con los ojos oscuros la cara.
Como me sentía mejor después de hablar con Anna, negué con la cabeza y me reí un poco.
—Sí, estoy bien. Ayer por la noche, mi reacción fue excesiva. —Señalé con la mano hacia donde el infame ordenador estaba en mi dormitorio; iba a devolverlo ese mismo día sin dudarlo—. Se me fue la cabeza por nada. —Asintió y sonreí mientras yo le ponía la mano en el brazo—. Gracias por… ser mi amigo. No se me ocurren muchos chicos que me hubieran apoyado tanto en una situación semejante.
Bajó la mirada hacia la mano que había apoyado en su brazo, y después se encogió de hombros.
—Tú y yo hemos pasado por mucho, Kiera, y la mayoría han sido cosas buenas. —Sus ojos me devolvieron el brillo de los míos—. No quiero verte sufrir. No siento ninguna necesidad de… vengarme de ti. —Añadió en un susurro casi inaudible—. Sigues siendo mi mejor amiga, y haría lo que fuera por ti, Kiera.
Tragué saliva, mientras odiaba y amaba la frase que acababa de usar. Pese a saber que no era buena idea, le di un abrazo tan amistoso y platónico como pude. Él me correspondió de forma igualmente platónica, dejando un generoso espacio entre nuestros cuerpos.
—Tú también eres mi mejor amigo, Denny. Sé que a veces puede no parecerlo…
Justo cuando pensaba que ése podía haber sido nuestro problema desde el principio, es decir, que habíamos sido más amigos que amantes, una exclamación sonó desde el sofá.
Denny y yo nos soltamos y nos giramos hacia Anna. Miraba boquiabierta a Denny, que seguía en el umbral. Con todo lo ocurrido, había olvidado decirle que había vuelto a la ciudad. Lo miraba como si se hubiera materializado mágicamente en la habitación.
Me aparté y lo invité a entrar mientras ella balbucía:
—¿Denny? ¿Qué demonios? ¿Me desperté hace tres semanas? —Miró por la ventanilla con vistas al lago Union—. Santo cielo, no hemos vuelto a Ohio, ¿verdad? —Frunció el ceño y puso unos morritos adorables—. Porque no puedo volver a vivir con mamá y papá otra vez, Kiera.
Denny soltó un risita mientras yo ponía los ojos en blanco.
—No, Anna, no has viajado en el tiempo mientras dormías. Denny ha vuelto a la ciudad por trabajo.
Frunció los ojos, y lo miró suspicaz y contenta a la vez. Lo cierto es que Denny ya no era una de las personas favoritas de Anna, no desde que había dado una paliza a Kellan y me había afectado a mí. No creo que jamás lo perdonara por darme una patada. En realidad no era culpa suya, yo era la que había sido tan estúpida como para usar mi cuerpo como escudo, y Denny no estaba exactamente en sus cabales. Anna, sin embargo, no podía ignorar que hubiera hecho daño a personas que le importaban… aunque, en cierto modo, nos lo hubiéramos buscado.
—Hola, Denny… cuánto tiempo, sin verte —dijo con un con un tono ligeramente áspero, como si prefiriera la parte de «sin verte».
Denny apartó la mirada, con una expresión llena de culpa. Conocía los sentimientos de Anna con respecto a él. Con franqueza, en un aparte le dije que mi hermana no se andaba con rodeos. Si tenía un problema contigo, te enterabas.
—Hola, Anna.
Sin aguantar la tensión en la habitación, me giré hacia Denny.
—Y bien, ¿no deberías estar en el trabajo o algo así?
Miré la camisa abotonada que llevaba, y los pantalones a juego. Parecía salido directamente de una sesión de fotos para la revista GQ.
—Es mi hora libre para almorzar. —Con las manos metidas en los bolsillos de los pantalones, señaló la puerta con la cabeza—. ¿Te apetece venir conmigo?
Al ver que tenía el tiempo justo para almorzar algo rápido antes de clase, asentí y agarré mi bolso de la mesa. Anna me miró con mala cara, pero no dijo nada delante de Denny. Mentalmente, me recordé que tenía que decirle que no le contara nada sobre esto a Griffin. No estaba segura de lo a menudo que hablaban, pero no necesitaba que ese imbécil en particular fuera con el cuento a Kellan. Pensaba decírselo yo misma, cuando encontrara el momento adecuado, y cuando estuviera segura de no hacerle daño. Estaba segura de que Griffin no se andaría con tanto tacto.
Pensar en Griffin me recordó el extraño mensaje de Kellan, un mensaje que él había dicho que era suyo, pero procuré dejar de pensar en eso, mientras Denny me llevaba hacia su coche de empresa. Kellan podría haber dicho una mentirijilla o tal vez no. Quizá Griffin se había hecho con un nuevo número del que Anna no tenía ni idea, o tal vez se dedicaba a enviar fotos asquerosas desde el teléfono de Matt. Eso parecía plausible.
Cuando empezaba a sentirme mejor sobre el extraño mensaje, Denny se detuvo delante de su elegante coche deportivo de dos puertas. Era como uno de esos coches que siempre muestran dando círculos en los anuncios, como si la gente de verdad condujera así.
Se me escapó un ligero silbido cuando de pronto abrió el lado del pasajero.
—Ahora entiendo por qué no necesitabas tu Honda —murmuré mientras me acomodaba en el asiento de cuero blanco.
Denny soltó una risita suave mientras se sentaba en el lado del conductor.
—Sí, no está mal —empezó a decir, al tiempo que hacía rugir el motor. Con una mueca, se encogió de hombros—. Ser el jefe tiene algunas ventajas.
Me reí por su expresión mientras conducía por las escarpadas colinas, que parecían montañas rusas; estaba feliz de que él también hubiera prosperado. Al menos no había dañado tanto a los hombres de mi vida como para que no pudieran recuperarse jamás.
El teléfono del interior de mi bolso sonó mientras nos dirigíamos al café que a Denny le había gustado tanto la vez anterior que había estado aquí. Rebusqué en el interior del bolso, preguntándome si era Anna, a punto de echarme un sermón por irme con Denny. Miré a la pantalla y dudé, sólo durante un segundo. Denny me miró curiosamente mientras respondía.
—¿Hola?
—Hola, preciosa… Adivina dónde me he levantado hoy.
Sonreí al oír la voz sensual de Kellan.
—No tengo ni idea.
Y la verdad es que era así; había perdido el sentido de su ubicación exacta hacía tiempo.
Kellan se rió para sí y miré a Denny, que tenía los ojos puestos en el volante. Sentía una especie de culpa extraña por estar de nuevo en esa situación que era siniestramente similar a la del año pasado. Aunque era diferente, porque Denny y yo no estábamos haciendo nada inapropiado.
—Kansas… ¿Sabes qué hay en Kansas?
Me recliné de nuevo en el asiento y dije que no con la cabeza.
—No.
—Nada —dijo sin más—. Millas y millas de nada. —Me reí por su respuesta y suspiré—. Santo cielo, he echado de menos tu risa. No es lo mismo por teléfono, ¿sabes?
Cerré los ojos y retorcí un mechón de pelo alrededor de mi dedo, imaginando que era suyo.
—Lo sé… Yo también te he echado de menos.
Oí a Denny moverse a mi lado, pero mantuve los ojos cerrados, y me mordí el labio mientras me sentía aún más abrumada por la culpa.
Justo cuando pensaba en algún modo de decir a Kellan que Denny había vuelto, él me preguntó:
—¿Bueno, y qué has estado haciendo últimamente?
Abrí los ojos y me preocupé al dudar sobre si alguien se lo habría dicho ya…
—Eh… Nada, sólo trabajar y estudiar. ¿Te he dicho que empecé mi nuevo cuatrimestre el mes pasado? Ahora tengo clase de poesía.
Cerré los ojos, odiándome por haber elegido el hecho más trivial que contarle. Por su reacción, sin embargo, cualquiera habría pensado que acababa de decirle que había ganado la lotería.
—¿De verdad? Me gusta la poesía… Se parece mucho a escribir letras para canciones. Aunque con menos palabrotas.
Volvió a reírse y se relajó. Si supiera lo de Denny, probablemente no estaría bromeando. Eché un vistazo a mi acompañante, que estaba concentrado en la conducción; no sabía si se sentía incómodo o quería darme algo de privacidad. Mientras lo observaba, Kellan añadió:
—¿Y qué vas a hacer hoy?
Me sonrojé porque no quería mentir, pero no estaba lista para decírselo.
—No gran cosa…
Suspiró levemente.
—Bueno, yo tengo una carretera interminable por delante… por favor, dime que tu vida es más interesante que eso. Uno de nosotros necesita tener una buena historia que contar.
Sonreí ante la evidencia de que su vida actual era mucho más interesante de lo que la mayoría de la gente experimentaría, aunque requiriera horas infinitas en la carretera. Mientras me mordía el labio, estudié a Denny de nuevo.
—Bueno… Voy de camino a comer con un amigo.
Denny me miró, enarcando una ceja oscura y torciendo ligeramente el gesto. Sabía que quería que se lo explicara a Kellan con más detalle, pero no pensaba hacerlo por teléfono. Sentía que debía tener esa conversación en persona.
Kellan dijo alegre:
—Bien, está bien que salgas, que tengas tu propia vida.
Miré hacia delante y apreté los labios.
—Por supuesto, aún tengo una vida. ¿Crees que todo mi mundo gira a tu alrededor?
Lo dije para hacerle rabiar, pero Kellan se detuvo un momento antes de responder.
—No, no, no pienso eso en absoluto.
Su voz era tranquila, introspectiva, y de nuevo me pregunté si sabía algo. Tal vez debería confesárselo todo por teléfono directamente…
—¿Estás bien? —le pregunté con calma.
Respiró hondo, y se tomó su tiempo para responder.
—Sí, estoy bien.
Noté en su voz que había muchas cosas que no me decía. Aunque a Kellan se le daba bien, sabía que me estaba mintiendo.
—Kellan… ¿hay algo que quieras decirme?
Empezó a latirme muy fuerte el corazón, sentí unos nervios tan fuertes en el estómago que casi necesité doblarme por la mitad. La cara de esa mujer apareció en mi cabeza, su mirada mientras se inclinaba sobre él para susurrarle al oído. El misterioso número de teléfono sonaba una y otra vez en un bucle interminable…
Respiró por la nariz y se tomó otro largo momento.
—No pasa nada, Kiera…, sólo el estrés del viaje. Estoy seguro de que ya puedes imaginarte cómo es la vida con Griffin en un autocar.
Se rió, su voz volvía a ser alegre y feliz, y no me creí ni una palabra.
Me mordí un labio mientras miraba a Denny, que ahora me lanzaba miradas de preocupación. Estaba segura de que Kellan me estaba ocultando algo. No sabía qué era ni por qué, pero no podía ser sincera sobre Denny en ese mismo momento. Simplemente no podía.
—Vale, bien… Si pasara algo, sabes que podrías decírmelo, ¿no?
Suspiró levemente.
—Sí, lo sé… —Arrastró esas últimas palabras, y después volvió a mostrarse alegre—. Pero, de verdad, no pasa nada, aparte de que te echo muchísimo de menos, como un loco.
Una sonrisa triste se dibujó en mis labios.
—Sí, yo también. —Cuando nos detuvimos en el aparcamiento del café, suspiré—. Oye, ya he llegado al restaurante… Tengo que colgar. ¿Te llamo después?
—Sí, vale. —Con voz de resignación, añadió—, yo seguiré aquí, en la carretera, en medio de ninguna parte, deseando que Griffin no necesitara que The Hulk respirara tan a menudo.
Me reí, y conseguí deshacer el nudo que sentía en el estómago.
—Te quiero, Kellan.
—Yo también te quiero, Kiera —dijo inmediatamente, y sin dudar, sin rastro de duda ni de engaño. En cualquier caso, lo decía honestamente cuando lo expresaba.
Colgué el teléfono mientras Denny apagaba el motor del coche. Se giró hacia mí, y sacudió la cabeza.
—No le has dicho que yo estaba aquí.
Era una afirmación, no una pregunta.
Suspiré mientras acariciaba el aparato frío en la palma de la mano.
—Todavía no, no me parecía el momento adecuado. —Lo miré—. Pronto se lo diré. Te lo prometo.
Sacudió la cabeza de nuevo, pero no hizo ningún otro comentario. Cuando abrió la puerta, le sonó el móvil. Se volvió para mirarme con una sonrisita en los labios.
—Vaya, parece que somos populares. —Sonreí por su comentario y lo vi comprobar la pantalla. La sonrisita de su cara se hizo un millón de veces mayor. Levantó la mirada realmente rápido—. Es Abby, tengo que cogerlo, de verdad. —Sonreí con su respuesta—. Hola, cariño. —Empujó y abrió la puerta, salió al aparcamiento. Antes de alcanzar la puerta, lo oí decir—. No, me has pillado yendo a almorzar con Kiera…
Cerró la puerta y no oí nada más que eso, pero me quedé bastante asombrada de que le confesara tan abiertamente que él estuviera conmigo. Supongo que no tenían los mismos problemas de confianza que Kellan y yo. Imagino que es la consecuencia directa de empezar una relación traicionando a otra persona: un pozo inacabable de duda. Si se lo podíamos hacer a alguien, podían hacérnoslo a nosotros.
Mientras concedía a Denny la intimidad que necesitaba para ponerse al día con su novia, que tan lejos estaba, me pasé la mano por el pelo, que ya estaba casi seco, y me quedé mirando el teléfono. Quería que apareciera una explicación mágicamente en él, pero evidentemente no fue así. Con un suspiro, tecleé un mensaje y le di a enviar.
Observé a Denny por la ventana mientras esperaba una respuesta. Él estaba apoyado sobre el capó del coche, riéndose por algo de la conversación que estaban manteniendo Abby y él. Parecía realmente feliz, los ojos prácticamente le brillaban mientras hablaba con ella. Me pregunté si tendría el mismo aspecto cuando solía hablar conmigo tiempo atrás. Y si habría hecho el amor tiernamente con ella antes de irse. Estaba seguro de que había sido así… y probablemente habría sido mucho más romántico que agarrarse una buena borrachera y tener sexo en el baño de una fiesta.
Mientras observaba a Denny echarse el pelo hacia atrás con la mano de una forma única y familiar, me vibró el teléfono en la mano. Presioné la pantalla y leí el mensaje de Kellan. «Yo también te quiero… más que a nada. No puedo esperar a verte de nuevo… Con suerte, será pronto».
Le respondí con lo mismo, después abrí la puerta para reunirme con Denny, puesto que su conversación parecía acabarse. Suspiré con tranquilidad, y él señaló las puertas del café.
—Lo siento, se estaba preparando para ir a trabajar y no quería perder la oportunidad de hablar con ella. —Bajó la mirada y dio una patada a una piedra mientras seguíamos caminando—. Procuro hablar con ella tan a menudo como puedo…
Me miró por el rabillo del ojo, y sentí la opresión de la culpa. Yo era la razón por la que mantenía un contacto constante. Mi aventura con Kellan había empezado durante el tiempo que había estado fuera. Y esa experiencia le había hecho ser más atento con la chica nueva. Supongo que, al final, algo bueno había salido de todo ese lío.
No hice ningún comentario, sólo asentí mientras entrábamos. Cuando nos sentamos, intenté mantener una sonrisa agradable en la cara.
—Bueno… cuéntame, ¿cómo es ella?
Me miró sin comprenderme antes de coger una carta.
—No creo que te apetezca hablar de eso, ¿no?
Mientras lo observaba pasar las páginas distraída, asentí.
—Lo cierto es que sí. —Cuando levantó la mirada hacia mí, me encogí de hombros—. Somos amigos, recuerda, y eso conlleva compartir nuestras vidas. Obviamente es una parte bastante importante de la tuya. —Ladeé la cabeza hacia un hombro—. Vi la cara que ponías mientras hablabas.
Suspiró y miró más allá de mí. Una sonrisa evocadora se le dibujó en la cara.
—Es… es genial. Es muy divertida y cariñosa…
Bajó la mirada a la mesa, con cierto rubor en sus mejillas. Sentí el mismo tenue embarazo, pero me esforcé por ignorarlo. Deberíamos poder hablar sobre la gente que es importante para nosotros. Seguía moviendo rápidamente los dedos por las páginas del menú y soltó el aire con suavidad.
—Estaba destrozado… destrozado cuando volví a casa. Ella me ayudó a pasar por todo esto, y me hizo volver a sonreír.
Me miró con sus cálidos ojos marrones y sentí un nudo en el estómago, esperando que los ojos no se me llenaran de lágrimas. Yo era responsable de algo así. Lo había destrozado. Con una sonrisa casi imperceptible, él sacudió la cabeza.
—Creo que la amo, Kiera… De verdad que la amo. Creo que es la definitiva —murmuró.
Entonces, ya no pude contener las lágrimas, no podía evitar responder a esa reacción. Asentí mientras me enjugaba las lágrimas con los dedos.
—Bien, me alegra, Denny.
Estaba feliz… pero extremadamente triste también. Era difícil ver a alguien que habías amado en otra época, querer a otra persona, y comprobar que la quería más de lo que te había querido a ti. Ahora bien, en realidad, eso era exactamente lo que yo le había hecho a Denny con Kellan.
Denny estiró el brazo y puso su mano sobre la mía.
—Lamento que te duela. Sólo quería ser honesto contigo.
Puso especial énfasis en la palabra honesto.
Mientras consideraba todos los aspectos respecto a los que no había sido honesta en mi vida, Denny me señaló con la cabeza y me preguntó:
—¿Y qué hay de ti y de Kellan? ¿Os van bien las cosas? —Me apretó la mano—. ¿Eres feliz, Kiera?
Asentí con la cabeza, convencida de que me preocupaba por problemas con Kellan antes de tiempo; sonreí con el mínimo esfuerzo del que fui capaz.
—Sí, lo soy —asentí, mientras recordaba los momentos preciosos que Kellan y yo habíamos compartido—. A ver, estar con él no es fácil…, pero… estamos bien.
Sin darme cuenta, acaricié el anillo que llevaba en el dedo y los ojos de Denny se clavaron en él. Su oscura mirada profunda brilló todavía más cuando volvió a mirarme a los ojos, pero sólo sonrió tranquilo.
—Bien, me alegro, Kiera… De verdad que sí.