LA EXCAVACIÓN
Desierto de Al Mudawwara, Jordania
Jueves, 20 de julio de 2006. 06.49
Fowler miraba atentamente la esfera de su reloj. Nueve segundos antes de la hora prevista, ocurrió lo que menos se podía esperar.
Albert estaba llamando.
El sacerdote había salido a la entrada del cañón dispuesto a llamar desde allí, un lugar en el punto ciego del tirador situado en el risco más al sur. Justo en el momento en el que encendió el teléfono para llamar a Albert, entró su llamada. Fowler supo instantáneamente que algo no iba bien, pues Albert tenía claro que llamar durante aquel viaje estaba prohibido.
—¿Albert? —descolgó—. ¿Qué sucede?
Al otro lado del teléfono había muchas voces gritando. Anthony intentó comprender lo que estaba ocurriendo.
—¡Arroje el teléfono al suelo!
—¡Oficial, voy a realizar esta llamada! —la voz de Albert sonaba alejada, como si no tuviese el teléfono en la oreja—. ¡Es de vital importancia para la seguridad nacional!
—¡Que lo suelte, joder!
—Ahora bajaré el brazo lentamente y hablaré. Si ve algo sospechoso, dispáreme.
—¡Es mi último aviso!
—Anthony —la voz del valiente Albert sonó con claridad. Finalmente se había puesto el auricular—. ¿Me copias?
—Sí, Albert.
—Russell es Huqan. Confirmado. Ten cuidado.
La comunicación se interrumpió. Fowler sintió cómo un estremecimiento recorría su cuerpo como una ola. Se dio la vuelta, dispuesto a correr hacia el campamento, cuando el mundo se vino abajo.