LA EXCAVACIÓN
Desierto de Al Mudawwara, Jordania
Jueves, 20 de julio de 2006. 06.43
Fowler no estaba dispuesto a arriesgar otra vez la vida de Andrea. Y sin embargo usar el teléfono satélite sin protección era una locura.
No era propio del ex mayor cometer semejante error de juicio dos veces. Aquella iba a ser la tercera.
La primera había sido la noche anterior. El sacerdote levantó la vista de su breviario cuando el equipo de excavación salió de la cueva con el cuerpo medio muerto del profesor Forrester a cuestas. Andrea fue corriendo hacia él y le contó lo que había sucedido. La joven le dijo que estaban seguros de que una caja de oro se ocultaba dentro de aquel lugar, y Fowler no dudó más. Aprovechando el revuelo causado por la noticia, llamó a Albert, que le explicó que lanzaría su último intento por recabar más datos de los terroristas y de Huqan al filo de la medianoche en Nueva York, una hora después del amanecer en Jordania. La llamada duró exactamente trece segundos.
La segunda ocurrió una hora atrás, cuando Fowler se saltó su propio horario y llamó a Albert por su cuenta. Fueron seis segundos escasos. Dudaba que el escáner hubiera podido localizar y precisar la llamada.
La tercera iba a producirse en seis minutos y medio.
Albert, por Dios. No me falles.