KAYN TOWER
Nueva York
Miércoles, 19 de julio de 2006. 23.39
—¿Pero estás seguro de que no recuerdas nada?
—Te lo he dicho. Me hizo darme la vuelta. Luego tecleó como un loco.
—No podemos seguir así. Aún le queda más del 60 por ciento de combinaciones. Necesito que me digas algo. Algo, cualquier cosa.
Se hallaban junto a la puerta del ascensor, y aquel panel sí que iba a suponer un desafío. Al contrario que la huella biométrica, aquel era un simple panel de números, y una breve secuencia era imposible de detectar en una memoria medianamente grande. Para conseguir abrir la puerta del ascensor Albert había conectado un cable ancho y largo al interior del panel de entrada con la intención de descubrir la clave usando un método de fuerza bruta. En líneas generales consistía en que el ordenador probaría todos los números posibles que podía contener la clave, desde todo ceros a todo nueves. Lo cual podía llevar su tiempo.
—Tenemos tres minutos para cruzar esa puerta, y al ordenador le llevará otros seis sólo completar el rango de los veinte números. Eso si no se quema antes, porque he desviado toda la potencia del procesador al programa. —Y en efecto el ventilador del ordenador hacía un ruido infernal, como si cincuenta abejas celebrasen una fiesta en una caja de zapatos.
Orville se esforzó en recordar. Se había girado de cara a la pared y había mirado su reloj. No podían haber pasado más de tres segundos.
—Limítalo a diez dígitos.
—¿Estás seguro?
—En absoluto. Pero no creo que tengamos más opción.
—¿Cuánto le llevará?
—Cuatro minutos —dijo Albert, rascándose nervioso el mentón.
—Pues esperemos que no sea el último número posible y que descifre la clave antes, porque ya los oigo acercarse.
Al otro lado del pasillo comenzaron a sonar unos golpes sobre la puerta.