(Prólogo homeopático de la Señorita Puri).
Dice el título de este libro que la vida es suero, y tiene razón. Toda nuestra vida ha girado en torno a la medicina: de pequeños cantábamos con Mary Poppins que la píldora que nos daban con un poco de azúcar sabía mejor, crecimos y nos desarrollamos jugando a los médicos (aunque a algunas, ay, lo único que nos tocaron fueron listas de espera), y descubrimos, ya adolescentes, que las píldoras que mejor sabían eran las verdes, rojas y amarillas.
El resto de nuestra vida fue una sucesión de momentos multicolor teñidos de brochazos en blanco y negro, que fuimos remediando con curas urgentes de ensoñación, a base de milagrosas fórmulas televisivas donde la medicina, las enfermedades y el dolor, nos eran proyectados en forma de modernos hospitales de fornidos camilleros, apuestos y sabios doctores, y sensuales enfermeras. Por desgracia, acudíamos a un hospital y la carta de ajuste de la realidad contraprogramaba aquella vaporosa ilusión.
Hasta hoy.
Saturnina Gallardo, enfermera (y saturada), nos ha abierto en este libro una puerta a la trastienda de la vida en los hospitales, revelándonos un mundo delirante de anécdotas, cotilleos y reflexiones personales que provocan en nuestro ánimo el efecto de una contundente terapia de choque. A mí, sin ir más lejos, me ha cambiado la vida. Escribo este prólogo vestida con una bata de hospital, y me paseo por la vida con el culo al aire, mientras digo «treinta y tres» y saco la lengua compulsivamente. Y me río. Me río sin parar. Porque no hay mejor receta que la risa, y eso lo sabe la Saturada, que se dedica a esto y da buena cuenta línea a línea, palabra tras palabra. Y con buena letra, incluso.
No esperéis una segunda opinión, hay diagnósticos que no merecen ser consultados con un farmacéutico. Pasad la página urgentemente y notaréis una inmediata mejoría. La vida, os lo aseguro, os sabrá mejor.