Los termómetros

Maestros en el noble oficio de medir dentro de tu orificio.

Poco se había avanzado en el mundo de las mediciones de la temperatura corporal, hasta que se decidió que el mercurio de los termómetros era tóxico. ¡Cómo no iba a serlo! Todo el día de axila en axila o, peor aún, de culo en culo. El mercurio tenía que volverse tóxico a la fuerza.

Llega entonces un día en que retiran todos los termómetros de mercurio del hospital (todos menos los que te quedaste de recuerdo) y los sustituyen por termómetros electrónicos… ¡¡La modernidad llega al mundo de las auxiliares de enfermería!! Yo estuve, durante meses, perfeccionando la técnica de sacudido del termómetro para bajar el mercurio cuando estudiaba enfermería: sacudidas firmes y secas, de tres a cinco, vigilando no golpear la mesa ni la cabeza del paciente con el termómetro. Todo para que ahora los retiren. Eso por no hablar de la técnica de lectura de la temperatura: poner el termómetro hacia la luz y girarlo entre los dedos, hasta que consiguieras ver la barrita plateada. Un arte.

Para evitarse todo esto, las madres de todo el mundo han desarrollado una técnica milenaria para saber al instante si sus hijos tienen fiebre, con una fiabilidad del cien por cien: la imposición de mano. Con solo poner su mano en la frente del vástago, son capaces de saber si hay que visitar al pediatra o no. Algunas expertas con varios hijos en su haber, hasta pueden aproximar las décimas:

—Buenas tardes, señor pediatra. Mi hijo tiene fiebre, 38.4 ºC.

—¿Cuándo le ha puesto el termómetro?

—Se lo tengo puesto en este momento.

Expertos de todo el mundo han tratado de desvelar el secreto con estudios a doble ciego y ciego simple para fabricar una mano medidora, pero no lo han conseguido. (Por cierto, ¿sabéis qué es un estudio a ciego simple? Un traumatólogo viendo un electro. ¿Y a doble ciego? Cuando despierta a su adjunto).

Lo más parecido a la mano medidora que han logrado fabricar, es una pistola láser que mide la temperatura corporal. ¿Y dónde la mide? En la frente, claro. Que cuando llegas al triaje de urgencias y la enfermera te apunta con eso en la frente, no sabes si te va a dar el tiro de gracia o las gracias por esperar la cola sin protestar.