De la marisquería al hospital.
Hace un par de inviernos, la gripe A nos iba a matar a todos. La población mundial estaba en peligro, desabastecida de vacunas, al borde del caos y sin esperanza… hasta que apareció: «Sterilium Man. El superhéroe alcohólico». Solo él podía traer esperanza a la humanidad, lanzando sus chorros contra el malvado virus.
Contado así, podría ser perfectamente el guión de una superproducción de Hollywood, no se cómo no se les ha ocurrido. Pero fue más o menos real.
Bien pensado, hemos sobrevivido al efecto 2000, a la gripe del pollo, a las vacas locas, a Belén Esteban, a una ciclogénesis explosiva y ahora a la gripe A. ¡¡Solo nos falta sobrevivir al euro!!
Pero este superhéroe no es nuevo. Nos conocimos en el restaurante el día de mi primera comunión. Ese día hubo marisco y el camarero nos trajo unos sobres con unas toallitas con olor a ambientador barato de limón que ponían «Toallita refrescante perfumada». Este superhéroe llevaba años entre nosotros, cambiando el olor a marisco de las manos por olor a ambientador, mucho mejor, ¡dónde va a parar! Y tuvo su momento de gloria.
Se desató la locura y los hospitales y centros sanitarios en general, compraron gel hidroalcohólico por camiones. Las enfermeras teníamos que bañarnos en Sterilium varias veces en el turno, daba igual que al final de la semana en vez de manos tuvieras muñones, todo sea por la supervivencia de la raza humana. Hay enfermeras que aprendieron a pinchar con los pies, como esa gente que pinta con la boca y con el pie y que todos los años envía postales por navidad.
Todo se rociaba con chorros hidroalcohólicos: las paredes, los cristales (y qué bien los deja, todo hay que decirlo, que tengo los cristales de mi casa que chocan las palomas contra ellos), se rociaban los papeles, a los celadores, las visitas, los bombones caja roja, los fonendos… había que evitar el apocalipsis. Y vencimos. Y sobró Sterilium en los hospitales como para sobrevivir a los siguientes seis fines del mundo.
Yo creo que ahora lo utilizan para desinfectarnos por dentro. Hace un par de semanas me sirvieron un gin-tonic que sabía a Sterilium, pero yo no digo nada, que con la de cosas que le ponen ahora, casi parece más un biofrutas que una copa. Os preguntaréis cómo conozco su sabor, pues os diré que el gel hidroalcohólico solo tiene dos formas de salir del frasco: o aprietas y no sale chorrito, o aprietas y sale salpicando… Y en boca aún, pero en ojo, no os lo recomiendo ni para la conjuntivitis.