Pequeñas burbujas que hacen que te sientas hinchada.
Viniendo para casa me he encontrado en el metro con dos señoras que hablaban de sanidad, y claro, una pone la oreja.
Hablaban de una tercera mujer que estaba ingresada y que no tenía a nadie allí de la familia para vigilarle el suero… ¡¡Para vigilar el suero!!, que lo importante no es el drenaje o que la mujer en cuestión tenga dolor, ni siquiera vigilar que no se maree mientras va al baño o que pueda entrar alguien a robar en la habitación… Lo importante es vigilar el suero. ¡¡El suero es muy peligroso!!
Por todos es sabido que hay sueros que mientras están goteando, se cansan y dejan de gotear, hay sueros también que, de pronto, y aprovechando que nadie los vigila, apuran ellos solos el ritmo… pero los sueros más malvados de todos, los ultravillanos de los sueros, son «los que fabrican aire» y estas señoras del metro eran de las que «saben» que el aire en el suero, mata. Que ya puede una tener ingresado en el hospital a su tío de 96 años con neumonía, que lo que lo va a rematar es esa burbujita de aire de la bolsa del paracetamol, y no el Streptococcus pneumoniae.
Yo creo que todo esto viene de algún programa de Saber vivir en el que hablaron del suero. Saber vivir… ese programa que veían todos los abuelos de España para hacerse inmortales —la Duquesa de Alba y alguna más lo consiguieron—. Ese programa era como un Madrid-Barça: mientras lo estaban emitiendo no había nadie en el centro de salud.
Y así, turno tras turno, noche tras noche, no paro de atender timbres de gente que llama porque ha encontrado una burbujita de aire en el sistema de suero, que ella está ahí quieta, pegada en un lateral de la gomita, acojonada porque una enfermera y tres familiares la están observando, y tu piensas: «Si no purgo esto, me van a volver a timbrar, pero si lo purgo tiro a la basura medio antibiótico…». Así que decides terminar el dilema con un: «… que no señora, que esa burbujita de aire no le va a provocar una embolia mortal, lo que la va a matar es la angustia».