«Querido Justo,
… qué buen día hemos pasado en el puerto. Vengo todavía agotada de tanto sol y tanta carrera por el espigón… ¡casi nos caemos! Sobre todo yo cuando he perdido la zapatilla entre los amarres de los barcos… Menos mal que eres rápido. Te dejo besos de buenas noches y me guardo otros para mañana. No quería que acabara el día sin dejarte mi nota. Mi beso escrito. Mi te quiero.
Por cierto… ¡Qué grande era el pez! ¡Eh! Menos mal que eres fuerte y no se ha roto la caña. Cada día más fuerte. Y más serás aún. Todo irá bien.
Duerme bien, tu madre…
Te Adora».