La gran afición de Armando Vivas fueron las rancheras, al estilo de Javier Solís[32]. Y bien que lo demostró…

La experiencia con Armando me la contó Milagro de Luz Arriaga, ya mencionada en páginas anteriores.

En enero de 2012 —explicó Milagro— mi tío Armando pasó unos días con nosotros, en Estados Unidos…

Fueron cinco días inolvidables. Se pasaba el día cantando al estilo de Solís. Sombras nada más era una de sus favoritas…

Tenía una voz espectacular…

Cantaba 25 horas al día…

La cuestión es que tío Armando regresó a Venezuela y falleció al poco, en febrero de ese mismo año…

Murió de un infarto…

Pasaron unas semanas y un buen día coincidimos en la calle con el cartero de la zona…

—¿Son ustedes del apartamento 109? —preguntó…

Le dijimos que sí…

Y el cartero comentó:

—¡Qué hermoso canta ese señor del 109! Lo he oído estos días… Cantaba rancheras.

—Ése es mi tío Armando —respondimos—. Lástima que se fue…

—¿Se ha ido? —preguntó el cartero…

—Sí, para siempre…

—¡Qué pena! ¿Volverá?…

Nos miramos, atónitas…

—No —aclaramos—. El tío Armando murió…

—¿Cuándo murió?…

—En febrero…

El cartero palideció y dijo:

—Eso es imposible… Yo le oí cantar la semana pasada.

Esta vez palidecimos nosotras…