Y regreso de nuevo a la magia de los sueños.

Me lo contó una dama de la alta sociedad dominicana.

La llamaré Margarita.

Tuve un sueño cuando residía en Santo Domingo…

En dicho sueño se presentó un hombre al que no conocía…

Se identificó como el padre de Carmenchu, una amiga que residía en la ciudad de Oviedo, al oeste de la isla…

Yo había oído hablar de él pero, como te digo, no le conocía en persona…

En la ensoñación llegó con una mujer que tampoco pude identificar…

Sólo habló él…

Y me dijo: «Quiero que le digas a mi hija Carmenchu que no llore más… Estoy bien…».

No dijo nada más…

Y ahí terminó el sueño…

A los pocos días recibí una carta de mi amiga…

En ella me comunicaba la muerte del padre…

Quedé perpleja. La fecha del fallecimiento era la del sueño…

Llamé, desconcertada, a Carmenchu y le informé sobre lo ocurrido…

Me escuchó en silencio. Después rompió a llorar…

Mi amiga, en efecto, se hallaba muy deprimida…

Añoraba de tal forma a su padre que había vendido la casa en la que veraneaba con él… No quería nada que le recordara su presencia…

Lloraba y lloraba…

En cuanto a la mujer desconocida que lo acompañaba en el sueño, a juzgar por su descripción, Carmenchu aclaró que se trataba de su madre, muerta cuando ella era muy joven…

A raíz de este suceso, Carmenchu enderezó su vida. Y recordé una de las experiencias de Madeline Mazaira.