[1] Se supone que nació en Halimunta, uno de los demos (cantones) del Ática. <<
[2] Antes era habitual fijar una fecha anterior: c. 471. <<
[3] Hist., IV, 214, donde Tucídides da el nombre de su padre. <<
[4] Herodoto, VI, 39. Milcíades (¿-488) fue hijo de Cimón el viejo que fue medio hermano de Milcíades; el viejo, el fundador de una colonia griega en Tracia. <<
[5] Quersoneso, «tierra-isla», es decir, una península. El Quersoneso Tracio es el nombre antiguo de la península de los Dardanelos, y en Atenas se le designaba simplemente como «el Quersoneso». <<
[6] Herodoto, VI, 109-117. La batalla se libró en 490. <<
[7] Sobre Cimón, cf. Hist., I, 44, 45, 49. <<
[8] Hist., VIII, 413. Ammiano Marcelino, historiador latino de origen griego (?-c. 390) autor de Rerum Gestarum Libri XXXI, una historia de Roma. Se le atribuye una obra sobre los historiadores y oradores griegos. <<
[9] Como es de sobra sabido, Platón bautizó uno de sus diálogos con el nombre de este célebre sofista. <<
[10] Cochrane, C.N., Tucydides and the Science of History. London, 1929. Citado por R.G. Collingwood, The Idea of History, Oxford, 1942, pág. 29. <<
[11] Jaeger, Werner, Paideia. Los ideales de la cultura griega, México, 1942, I, p. 398. <<
[12] Se ha observado que Tucídides no menciona siquiera los nombres de sus más ilustres contemporáneos y que tampoco se refiere a los grandiosos monumentos edificados en la Atenas de su tiempo. De ello se ha querido inferir la indiferencia de Tucídides por la cultura de cuyo esplendor fue testigo ocular. Por superficial, la inferencia no merece consideración seria. El aprecio que le tenía Tucídides a la grandeza de Atenas tiene como mejor testimonio la célebre oración funeraria que el historiador puso en boca de Pericles. Cf., Hist. II, 95. Para una nómina de muchos de los hombres ilustres que Tucídides pudo y debió conocer, cf. Infra. Apéndice Primero de esta Introducción. <<
[13] Hist., IV, 214, donde el autor se cuenta entre los hombres influyentes en esas partes. <<
[14] Hist., II, 80, 113. Sitacles murió (424) en una expedición contra los tribalios (Hist., IV, 212-213), suceso que privó a Atenas de un poderoso auxiliar en el norte. <<
[15] Hist., I, 2, donde el autor afirma que empezó a escribir la historia de la guerra desde el momento en que se iniciaron las hostilidades. <<
[16] Hist., II, 88. <<
[17] Hist., IV, 213-216. <<
[18] Hist.. V. 241. <<
[19] Según Pausanias, Descripción de Grecia, I, se levantó en el Acrópolis una estatua a Enobio por haber obtenido el perdón para Tucídides. <<
[20] Diógenes Laercio, Vida de los filósofos, II, 6. <<
[21] La obra se designa indistintamente como La guerra del Peloponeso, Historia de la guerra del Peloponeso o la Historia de Tucídides. Se podría haber adoptado una división más racional de la obra de acuerdo con la cronología de la guerra. Cf. infra, Apéndice Segundo de esta Introducción. <<
[22] Cf., entre otros, a J. B. Bury, The Ancient Greek Historians, New York, 1909. Es unánime la opinión en el sentido de que la parte literariamente mejor lograda es el relato de la expedición siciliana. Hist., VII, 379. <<
[23] Por ejemplo, la sección dedicada a la historia antigua de Grecia que fue escrita después de concluida la guerra, aunque ocupa la parte inicial del libro I.,Cf, Hist., I, 6 y 8, donde el autor fecha sucesos a partir del fin de la guerra. También puede citarse la famosa digresión contenida en Hist., I, 40-51, acerca de la manera en que Atenas adquirió su poder, obviamente redactada con posterioridad al libro I en cuyo cuerpo la intercaló el autor. <<
[24] Hist., V, 239. Para la secuencia de los años de la guerra, cf. infra el Apéndice Segundo de esta Introducción. <<
[25] Hist., V, 241. <<
[26] Hist., V, 241. Actitud escéptica que contrasta notablemente con la de todos los anteriores historiadores. <<
[27] Ya desde el preámbulo (Hist., I, 2), Tucídides advierte la dificultad de conocer con exactitud los hechos pasados debido al transcurso del tiempo, pero afirma la posibilidad de saber lo que aconteció «juzgando por los indicios» que son de confianza. <<
[28] Cf. supra, el pasaje a que remite la nota 27. <<
[29] Hist.. I, 3. <<
[30] Hist., I, 3, donde se aduce a Homero como prueba de ese aserto. <<
[31] Hist., I, 3. <<
[32] Hist., I, 3-4. <<
[33] Hist.. I, 3. <<
[34] Hist.. I, 4. <<
[35] Ya en Herodoto encontramos una actitud crítica respecto a la verdad del poema homérico, pero nada que se empareje con el frío y demoledor análisis de Tucídides. Cf. Herodoto, II, 113-120. <<
[36] Hist., I, 6. <<
[37] Hist., I, 4-5. <<
[38] Hist., I, 6. <<
[39] Hist., I, 6. <<
[40] Hist., I, 6-8. <<
[41] Particularmente Corinto. Cf. Hist., I, 6-7. <<
[42] Hist., I, 8. <<
[43] Con excepción del de Sicilia. Cf. Hist., I, 8. <<
[44] Hist., I, 8. <<
[45] Tan recientemente historiado por Herodoto, quien, aunque parezca increíble si se comparan las dos obras, fue contemporáneo de Tucídides, puesto que murió cuando éste tenía cerca de cuarenta años de edad. Cf. infra. Apéndice Primero de esta Introducción. <<
[46] Termopilas y Salamina (480) y Platea y Micala (479). <<
[47] Hist., I, 10-11, donde, fuera del lugar cronológico del relato que vamos glosando, el autor afirma la insignificancia bélica de la guerra contra los persas. <<
[48] En rigor debería decirse como «El mundo histórico» pero en este lugar no se justificaría el uso de ese concepto. Cf. infra, IV, 3, A. <<
[49] Hist., I. 8. <<
[50] Hist., I, 40-51. En la pág. 43 el autor da cuenta de la confederación de Delos (478) que marca el inicio de la hegemonía ateniense. <<
[51] Hist., I, 8. <<
[52] Hist., I, 8. La traducción inglesa de Benjamin Jowett quizá sea menos literal, pero comunica mejor el pensamiento de Tucídides. Dice: «… Thus they attained military efficiency, and learned experience in the school of danger». <<
[53] Incluso muchos de los protagonistas de la guerra con los persas: Temistocles, el héroe de Salamina, murió cuando Tucídides tenía aproximadamente once años. Cf. infra, Apéndice Primero de esta Introducción. <<
[54] Hist., I, 9. <<
[55] Cf. infra, IV, 3, D. <<
[56] Hist., I, 9. <<
[57] Hist., I, 9-10. Tucídides, no sin incurrir en cierta injusticia, obviamente incluye en esa condenación a Herodoto, porque si es cierto que toda la perspectiva y el método del ateniense tiene un rango más alto en el orden de la especulación, no es menos cierto que a Herodoto no se le puede acusar de ser indiferente a la búsqueda de la verdad. Lo que pasa es que, en el fondo, se trata de dos maneras distintas de concebirla. Esto es lo que Collingwood no parece haber considerado en su crítica de Tucídides, «el hombre en quien», según el filósofo inglés, «el pensamiento histórico de Herodoto fue ahogado y asfixiado bajo el peso de motivaciones anti-históricas». Cf. Collingwood, Idea de historia, México, 1952, p. 43. <<
[58] Hist., I 10. <<
[59] Una lúcida explicación del sentido de los discursos en la obra de Tucídides en Jaeger, Paideia, op. cit., pp. 401-402. <<
[60] Ibid., p. 402. <<
[61] Por ejemplo el que pone Tucídides en boca de Pericles en la famosa oración funeraria en memoria de los caídos durante el primer año de la guerra. Hist., II, pp. 82-87. <<
[62] Hist., I, 10. <<
[63] Hist., I, 10. <<
[64] Cf. infra, V, «Epílogo». <<
[65] Hist.. I, 10. <<
[66] La tregua es del año 445. Cf. Hist., I, 50. <<
[67] Hist., I, 29-32. Se recomienda al lector la descripción que se hace en este discurso del carácter de los atenienses en contraste con el de los espartanos. De los primeros se dice «que han nacido para no tener paz ellos mismos ni dejar que la tengan los demás». <<
[68] Hist,, I, 32-35. <<
[69] Hist., I, 34. <<
[70] Hist., I, 36-38. <<
[71] Hist., I, 40. <<
[72] La digresión está comprendida en Hist., I, 40-51, ambos inclusive. <<
[73] Explica Tucídides que ningún historiador, salvo Helánico, se había ocupado de ese período, pero éste de un modo muy insatisfactorio. Hist., I. 44. <<
[74] Tan agudamente contrastada en el discurso de los corintios. Cf. supra, nota 67. <<
[75] Según se desprende de los acontecimientos relatados en la digresión, los principales artífices del poderío ateniense fueron Temistocles y Pericles. <<
[76] Hist., I. 51. <<
[77] Hist., I, 51-66. <<
[78] Por ejemplo las mutuas exigencias de espartanos y atenienses respecto a la expulsión o destierro de unos sacrilegos. Hist., I, 55-61. <<
[79] Hist., I, 51-54, 62-66. <<
[80] A este respecto también véase Hist., II, 73-74, donde Pericles hace el cálculo de los recursos económicos de Atenas y entre los cuales cuenta el chapeo de oro de la estatua de Atenas en el Partenón. <<
[81] En este discurso, Pericles hace valer, por ejemplo, la ventaja de Atenas en disponer, a diferencia de Esparta, de una asamblea permanente. Hist., I, 63-64. <<
[82] Tómese nota de que Tucídides no empleó la palabra «historia», usada por Herodoto, para significar sus investigaciones, y es que ese término solamente remite al mundo aparencial de los acontecimientos humanos. Cf. mi Introducción en Herodoto, Los nueve libros de la historia. México, Ed. Porrúa, S.A., 1971, p. XVIII. <<
[83] En el apartado III no pudimos menos de insinuar y adelantar algunos conceptos que más propiamente pertenecen al asunto del presente apartado. Por ese motivo será ineludible alguna repetición que el lector sabrá excusar. <<
[84] Cf. mi Introducción a Herodoto, op. cit. supra en la nota 82. <<
[85] Cf. supra, III, 2, A. <<
[86] Quede así este enunciado, a reserva de explicarlo cuando examinemos el ideal de la vida civilizada, según lo concibió Tucídides, Cf. infra, IV, 3, E. <<
[87] C.f. el discurso de los embajadores de Corinto en la Asamblea de Esparta. Hist.. I 30. <<
[88] Cf. supra, III, 2. C y G. <<
[89] Para que esa conclusión no parezca extravagante, piense el lector en que durante una larga época la historia europea se postuló como historia universal. <<
[90] Cf. supra, IV, 3, preámbulo. <<
[91] En esto se prefigura la Roma de Polibio. <<
[92] Cf. infra, V, Epílogo. <<
[93] Cf. supra, IV, 2. <<
[94] Hist., V, 269-270 y I, 34. Respecto a la igualdad de la justicia en las relaciones privadas. Hist., II, 83. <<
[95] Hist., I, 2. <<
[96] Hist., IV, 214-215; V, 241. <<
[97] Hist. I, 8. <<
[98] Hist., I, 10-11, 15-16, 40. <<
[99] Hist., I, 39-40. <<
[100] Hist., VI. 178-179. <<
[101] Por eso Tucídides insiste en que la tregua que negoció Nicias, sólo en apariencia suspendió la guerra. Hist., V, 238, 241. <<
[102] Heráclito, Fragmentos, 43 y 62. <<
[103] Cf. supra, IV, 3, B. <<
[104] Con este preámbulo abordamos el segundo punto o pregunta del programa enunciado al final del apartado «La marcha hacia el destino». Cf. supra, IV, 3, C. <<
[105] Remitimos como a más sobresalientes a Hist., I, 2, 4, 5-6, 8-9 29-32, 32-35, 38, 43, 54, 65-66; II, 75, 82-87; III 160-161; IV, 193; V, 255, 261-262; VIII, 392, 428-429. <<
[106] Cf. supra, III, 2, H. <<
[107] Hist., I, 40-51. <<
[108] Hist., I. 63-64. <<
[109] Cf. supra, IV, 3, A. <<
[110] Hist., I, 54. Tucídides insinúa la singularidad de Atenas como algo que se remonta a los orígenes de la historia griega y a la forma peculiar en que se constituyó la ciudad bajo el reinado de Teseo. Hist., I, 2; II, 75. <<
[111] El discurso de los corintios en Hist., I, 31-32, documenta esta idea de Esparta como representante de un orden tradicional y de Atenas como vocero de lo nuevo que supera lo antiguo. La misma idea en Hist., I, 34-35, donde los embajadores atenienses afirman que si Esparta obtuviera el poder imperial sería incapaz de retenerlo. <<
[112] Cf. supra, IV, 3. B. <<
[113] Cf. supra, IV, 2. <<
[114] Hist., I, 2. <<
[115] Hist., II, 75. <<
[116] Hist., I, 8-9. <<
[117] Hist., I, 5-6. <<
[118] Hist., I, 29-30. <<
[119] Hist., I, 54. <<
[120] Hist., II. 82-87. Son constantes y sistemáticas las contraposiciones y alusiones a Esparta. <<
[121] Hist.. II, 83. <<
[122] Hist., II, 83. <<
[123] Hist., II, 84. <<
[124] Hist., II, 84-85. <<
[125] En muchos lugares Tucídides compara a los atenienses con los espartanos y particularmente en Hist., I, 30-31. <<
[126] Hist., II, 85. Para una justificación del imperialismo ateniense, pero exclusivamente desde el punto de vista de su poderío, cf. Hist., I, 32-35. <<
[127] Hist., II, 85. Así en la traducción inglesa, más ajustada al espíritu del concepto que la versión española cuyo texto es: «… Testimonios inmortales de sus desgracias y aventuras». <<
[128] Hist., II, 85. <<
[129] Si se considera a Roma en esta perspectiva, cobra sentido pleno su inmensa grandeza como culminación y a la vez agotamiento de las posibilidades históricas del mundo antiguo. <<
[130] Se advertirá que abordamos la tercera y última pregunta del programa enunciado al final del apartado «La marcha de la historia». Cf. supra, IV, 3, C. <<
[131] Cf. supra, IV, 3, D: «La guerra, la reina de todo», y particularmente el párrafo al que remite la nota 101. <<
[132] Cf., por ejemplo, Hist., III, 146-147; IV, 178-179, 196-197; VI, 289-290, 317. <<
[133] Hist., III, 136; IV, 178. <<
[134] Hist., II, 28. <<
[135] Por ejemplo Arquidamo, rey de Esparta, y el siracusano Hermócrates. Cf. Hist., I, 36-38; II, 72-73; IV, 194-197. <<
[136] Pensamos concretamente en Temístocles. C.f Hist., I, 59-61. <<
[137] Por ejemplo la incorruptibilidad de Pericles, virtud cuyo verdadero significado estriba en el prestigio que le daba al estadista a los ojos del pueblo. Cf. Hist., II, 95-96. <<
[138] Por ese motivo no entran en la categoría de héroes ni los monarcas persas ni los demagogos que, como Cleón, son los anti-héroes tucididianos. Tampoco Alcibíades, por su vanidad personal y pese a los servicios eminentes que prestó en ocasión a Atenas. Su gran pecado fue alentar a los atenienses «con esperanzas extravagantes» que los lanzaron al desastre de la expedición siciliana. Cf. Hist., VIII, 419. <<
[139] Hist., I, 61. <<
[140] Hist., I, 62-66. <<
[141] Hist., I, 61; II, 92-93. <<
[142] Pericles en su defensa, c.f Hist., II, 92-93. <<
[143] Hist., I, 61. <<
[144] Pericles en su defensa, cf. Hist., II, 93-94. <<
[145] Así lo dice Pericles en su defensa, y para darle al pueblo algún consuelo respecto a esa calamidad la pone entre «las cosas enviadas por la divinidad», cf. Hist., 94-95. Sobre la peste que asoló a Atenas, c.f Hist., II, 87-91. Otra calamidad «inevitable» sería la muerte del héroe cuando la ciudad no puede prescindir de él: el caso de Atenas cuando murió Pericles. <<
[146] Discurso de Pericles antes del inicio de las hostilidades, c.f. Hist., I, 65-66. Los dos errores son: «adquirir nuevas posesiones durante la guerra» y «atraer peligros arrostrados voluntariamente». En ambos incurrieron los atenienses al lanzarse a la expedición de Sicilia, animados por Alcibíades contra la opinión de Nicias. C.f Hist., VI, 174-179. <<
[147] Hist., II, 93. <<
[148] Hist., I, 62-63. <<
[149] Elogiando Tucídides la capacidad de Temístocles en conjeturar el futuro, no puede menos de condicionarla al incluir las palabras «en todo lo posible». Hist., I, 61. <<
[150] No concretamente, pero sí en principio. Cf. supra. la nota 146. <<
[151] A lo largo de su obra Tucídides insiste en la identidad de la naturaleza humana. Por ejemplo, cf. Hist., I, 34; III, 139-140, 155-157; IV, 195. <<
[152] Las «verdaderas causas» y no «los pretextos», diría Tucídides. <<
[153] Cf. mi Introducción a Herodoto, op. cit., supra nota 82. <<
[154] Paráfrasis del texto final de Hist., I, 10. En el capítulo anterior, Tucídides expresamente previene al lector contra los poetas y los historiadores que escriben más por agradar que por decir la verdad. <<