Los seres humanos representan sus experiencias mediante otros sistemas, aparte del lenguaje. La distinción más básica que tenemos para comprender los diferentes mapas que nosotros, como humanos, desarrollamos para ubicarnos en el mundo es aquella que hay entre los sistemas de representación digitales y analógicos (ver Bateson, 1973; Wilden 1973, por ejemplo). El sistema de representación digital más conocido es aquel al cual está enfocado nuestro metamodelo, el sistema del lenguaje natural. El ejemplo más común de sistema de representación analógica es la expresión corporal. Hay muchas terapias que trabajan principalmente con este sistema de representación analógica o corporal. Por ejemplo, terapias como el Rolfing, la bioenergética, etc. desafían y expanden el modelo del cliente, operando directamente sobre la representación analógica del mundo del cliente. Estos dos sistemas de representación se juntan en un punto: el uso de la voz —un sistema analógico—, que se usa para expresar el sistema digital primario, el lenguaje natural. Un ejemplo de sistema mixto frecuentemente citado son los sueños, donde están presentes representaciones digitales y analógicas.
Para el objetivo de la terapia es esencial que el terapeuta comprenda que la representación lingüística completa —el conjunto de estructuras profundas— es, en sí misma, un modelo o representación derivado del mundo. Más allá de la representación lingüística completa está lo que hemos llamado estructura de referencia; el sistema de representación más completo de la persona, las experiencias almacenadas que constituyen la historia de la vida de la persona. Este modelo más completo —el de las experiencias de la vida de la persona— es la estructura de referencia no sólo para el conjunto de estructuras profundas que son la base del sistema primario de representación digital, sino que además para aquellas experiencias que sirven como estructuras de referencia para otros sistemas de representación humanos, tanto analógicos como digitales.
Una de las capacidades más poderosas que ejercitamos como comunicadores y terapeutas es nuestra habilidad para representar y comunicar nuestras experiencias en cualquiera de los sistemas de representación que tenemos disponibles como humanos. Además, terapeutas experimentados podrán ayudar a sus clientes cambiándoles su sistema de representación. Por ejemplo, una cliente dice que tiene un fuerte dolor de cabeza. Esto equivale a decir que ha representado una experiencia específica kinestésicamente, de tal forma que le está causando dolor. Una alternativa poderosa que tiene el terapeuta es hacerla cambiar su sistema representacional, específicamente, asumiendo que el terapeuta ya ha identificado que la cliente tiene una habilidad altamente desarrollada para representar sus experiencias visualmente; le pide a la cliente que cierre los ojos y describa los detalles de su dolor de cabeza, formándose al mismo tiempo una imagen claramente enfocada del dolor. Existen variaciones en este procedimiento que el terapeuta puede usar para ayudar a la cliente a lograr una representación visual. Por ejemplo, puede pedirle que respire profundamente y, una vez que se establece el ritmo de la respiración, le pide a la cliente que exhale con fuerza el dolor de cabeza hacia una silla que está al frente de ella, creando ahí una imagen visual. El objetivo de este cambio de sistemas representacionales es ayudar a la cliente a representar su experiencia en un sistema de representación en el cual no tendrá dolor. El poder de la técnica de cambiar las experiencias del cliente de un sistema representacional a otro no puede ser subestimado. En el volumen II de La Estructura de la Magia presentamos un modelo explícito para la identificación y utilización de los sistemas representacionales más usados por los clientes.