Al decir fantasía dirigida, nos referimos al proceso en el cual el cliente usa su imaginación para crear una nueva experiencia para sí mismo.
«La fantasía es una fuerza expansiva en la vida de una persona, se extiende y alcanza más allá del medio ambiente o de los eventos inmediatos, que de lo contrario la absorben… A veces, estas extensiones (fantasías) pueden adquirir tanta fuerza y profundidad que logran una presencia aún más intensa que algunas situaciones de la vida real… Cuando estas fantasías emergen en la experiencia terapéutica, la renovación de la energía puede ser muy amplia, a veces bordeando en lo no asimilable y a menudo marcando un nuevo curso en el sentido de su autoconsciencia».
(Polster & Polster, Gestalt Therapy Integrated, 1973 p. 255).
El objetivo de una fantasía dirigida es crear una experiencia en el cliente, la cual no ha sido, en parte o completamente, representada previamente en su modelo. Por lo tanto, las fantasías dirigidas se usan más que nada cuando la representación del cliente es muy pobre y no tiene un número adecuado de alternativas para enfrentar esa área. Generalmente, en estos casos el cliente se encuentra en una situación o siente que se encontrará en una, sobre la cual no tiene suficiente representación en su modelo para responder en una forma que él considere adecuada. A menudo, el cliente siente mucha incertidumbre y miedo sobre la resolución de estas situaciones. Por ejemplo, un cliente se siente bloqueado en su capacidad de expresar sus sentimientos de cariño y ternura hacia su hijo. Nunca ha expresado estos sentimientos y siente gran preocupación sobre lo que ocurrirá cuando lo haga, aunque no tiene una idea clara de lo que esto será. Aquí podemos usar la técnica de fantasía dirigida, haciendo que el cliente cree, mediante la fantasía, esta experiencia que él quiere pero que a la vez teme. Esta experiencia servirá como estructura de referencia para el cliente, ayudándolo a sobrepasar su miedo y finalmente dándole más posibilidades en esta área de su vida. Por lo tanto, la fantasía dirigida sirve de instrumento al terapeuta para lograr dos objetivos:
Además de esto, una fantasía dirigida es una oportunidad que tiene el terapeuta para observar al cliente creando no solamente una nueva experiencia, sino que también una representación de esa experiencia. A través de esta fantasía el terapeuta ve los procesos universales de modelamiento, la generalización, la eliminación y la distorsión tal como son empleados por el cliente. El uso de la fantasía guiada es equivalente a la técnica del metamodelo de recuperación de eliminaciones en gran escala, bajo la categoría de operadores modales. Esta técnica se diferencia de la actuación, en que la actuación recupera y trae al presente algo como una estructura de referencia del pasado del cliente, mientras que la fantasía dirigida crea una estructura de referencia para el cliente en el presente.
Ya que la fantasía dirigida es una creación de una estructura de referencia, el terapeuta puede usar los componentes necesarios de una estructura de referencia completa, sugerida previamente, para guiar la fantasía del cliente. Específicamente, por ejemplo, el terapeuta puede, preguntando, dirigir al cliente para que informe sobre sus sentimientos en diferentes momentos de la fantasía, o dirigir la atención del cliente hacia uno o más de sus cinco sentidos para asegurarse que surgirá una estructura de referencia completa en la fantasía.
Hemos visto a través de nuestra experiencia que, a menudo, las fantasías dirigidas se dan más en forma de metáfora, que como una representación directa del «problema» que el cliente identificó al principio. Por ejemplo, una cliente llega a una sesión terapéutica lamentándose de ser incapaz de demostrar su enojo frente a alguien con quien ella trabaja.
Con las técnicas de metamodelo descubrimos que también se sentía incapaz de expresar su enojo frente a su padre y a su marido. Y, de hecho, no era capaz de identificar a nadie frente a quien pudiera expresar su enojo. Hay varias técnicas del metamodelo que sirven para desafiar esta generalización, sin embargo, la fantasía dirigida es particularmente adecuada para situaciones en las cuales el cliente no tiene, o tiene pocas, representaciones en su modelo para esas experiencias. Si a través de la fantasía dirigida, el cliente logra expresar enojo hacia alguien (sin importar quién sea), entonces habrá creado una nueva estructura de referencia que contradice la generalización de su modelo. A menudo, cuando el cliente ha logrado generar estructuras de referencia que contradicen la generalización de su modelo, la generalización desaparece y los problemas que eran consecuencia de la generalización también desaparecen o al menos se reducen.
Por ejemplo, en una oportunidad, una mujer asistió a un seminario en el cual se enseñaban técnicas del metamodelo. Antes de que empezara el seminario estalló con un episodio frenético, en el cual decía que tenía terror de estar volviéndose loca. Usando las técnicas de metamodelo, el profesor descubrió que ella sentía que estaba perdiendo el control y no sabía lo que le estaba ocurriendo; su vida era un desorden, su futuro una incertidumbre triste y aterradora. El profesor le pidió que cerrara los ojos y dijera lo que veía. Luego de cierta dificultad inicial, comenzó a describirse a sí misma parada al borde de un enorme acantilado muy empinado. El profesor le dijo, entonces, que avanzara lentamente hacia el acantilado y lo explorara, pidiéndole que informara lo que iba ocurriendo, dando detalles visuales, auditivos, de sensaciones, de olores y reafirmándole constantemente que ella podía superar los obstáculos. Finalmente, llegó abajo y volvió a subir, notando, al llegar nuevamente arriba, que aún era un día sombrío, pero que de alguna forma se sentía mejor. Al abrir los ojos, su miedo había desaparecido y sentía que podía sobrevivir frente a todo. Esta experiencia le proporcionó una nueva estructura de referencia con la cual esta joven fue capaz de enfrentar una experiencia desconocida; además esta nueva estructura de referencia amplió su modelo en tal forma que le permitió creer que de alguna manera podría sobrevivir ante cualquier cosa que le ocurriera en su vida.
Al hablar de solución o resolución de un «problema», mediante una metáfora de la fantasía dirigida, nos referimos a una situación en la cual el cliente usa la fantasía dirigida para crear una nueva estructura de referencia o experiencia en la cual logra algo que anteriormente no era posible. Una vez que la nueva situación —aquella creada en la fantasía— se resolvió en forma exitosa, el «problema» que tenía originalmente el cliente «desaparece», o al menos pierde importancia y, generalmente, el cliente se siente capaz de enfrentarlo. El «problema» creado y el «problema» original deben compartir una estructura similar; ambos deben ser «problemas» relacionados con la misma generalización que empobrece el modelo del mundo del cliente[50].
Una vez que el terapeuta ha tenido éxito en el desarrollo de una fantasía guiada por su cliente, esta fantasía es una experiencia disponible para el proceso de actuación.