GENERALIZACIÓN COMPLEJA - EQUIVALENCIA

Queremos destacar una forma de generalización adicional, que ocurre frecuentemente, y que es un poco más compleja que las ya consideradas en esta sección. Estas generalizaciones complejas involucran estructuras de superficie que son equivalentes en el modelo del cliente. Generalmente dice una de estas estructuras de superficie, hace una pausa, y luego dice la segunda. Una de las características es que estas dos estructuras de superficie tienen la misma forma sintáctica. Por ejemplo, la cliente dice:

Mi marido jamás me muestra aprecio.

Mi marido jamás me sonríe.

Las dos estructuras de superficie son sintácticamente paralelas:

Sustantivo 1 — Cuantificador universal — Verbo — Sustantivo 2

Donde Sustantivo 1 = «mi marido»

Sustantivo 2 = «yo» (cliente)

Nótese que una de estas estructuras de superficie (la primera) infringe una condición de lo bien formado en terapia; específicamente, el cliente dice conocer un estado interior de su marido (apreciar) sin establecer cómo adquirió ese conocimiento, un caso de clarividencia o adivinación de pensamiento. En la segunda estructura de superficie se describe el proceso de una persona sonriendo o no sonriendo a otra —una experiencia verificable, que no requiere conocimiento del estado interior de la otra persona—. Estas dos muestras de estructuras de superficie son generalizaciones que pueden ser cuestionadas (usando la técnica descrita en la sección de cuantificadores universales). Sin embargo, aquí queremos ofrecer una técnica abreviada que a menudo produce resultados dramáticos. En primer lugar, el terapeuta comprueba que las dos estructuras de superficie sean, de hecho, equivalentes en el modelo del cliente. Esto se hace fácilmente, preguntando directamente si las dos estructuras de superficie son equivalentes:

C.: Mi marido jamás me muestra aprecio… Mi marido jamás me sonríe.

T.: El hecho que su marido jamás le sonría, ¿significa que jamás la apreció?

Aquí el cliente se enfrenta a una opción o negará la equivalencia, y el terapeuta puede preguntar cómo puede el cliente saber, de hecho, que su marido no la aprecia, o el cliente aceptará la equivalencia. Si la equivalencia de estas dos estructuras de superficie es aceptada, el terapeuta aplica la técnica de cambio de índice referencial:

Mi marido / Yo (el cliente)

Yo (el cliente) / Mi marido

De esto resulta una transformación de la estructura de superficie:

El hecho que su marido no le sonría, ¿siempre significa que no la aprecia?

a:

El hecho que Ud. no sonría a su marido, ¿siempre significa que Ud. no lo aprecia?

Revisemos qué es lo que ha pasado:

  1. El cliente enuncia dos estructuras de superficie separadas por una pausa, y que tienen la misma forma sintáctica, una involucrando adivinación de pensamiento, y la otra no.
  2. El terapeuta comprueba si estas dos estructuras de superficie son equivalentes.
  3. El cliente verifica su equivalencia. De este modo tenemos la siguiente situación.

    (X no sonriendo a Y) = (X no aprecia a Y)

    Donde X es el marido e Y el cliente.

  4. El terapeuta cambia el índice referencial y pide al cliente que verifique la nueva generalización. La nueva estructura de superficie tiene la misma formación lógica:

    (X no sonriendo a Y) = (X no apreciando a Y)

    Donde X es el cliente e Y es el marido.

  5. Lo típico es que el cliente niega la equivalencia al ser ella el sujeto activo del proceso.

    (X no sonriendo a Y) ≠ (X no apreciando a Y)

    Si el cliente acepta la nueva generalización, el terapeuta tiene todas las opciones que se usan para desafiar la generalización. Nuestra experiencia es que el cliente a menudo acepta la nueva generalización.

  6. Ahora, el terapeuta puede empezar a explorar la diferencia entre las dos situaciones: aquella en la cual existe equivalencia, y aquella en la cual no existe. El cliente nuevamente ha re-conectado su generalización con su experiencia. El intercambio que ocurre es el siguiente:

    C.: Mi marido jamás me da muestras de aprecio… Mi marido jamás me sonríe.

    T.: El hecho que su marido no le sonría, ¿siempre significa que no la aprecia?

    C.: ¡Sí, eso es!

    T.: El hecho que Ud. no sonría a su marido, ¿siempre significa que Ud. no lo aprecia?

    C.: No, eso no es lo mismo.

    T.: ¿Cuál es la diferencia?