Una de las destrezas más útiles que uno puede desarrollar como terapeuta es la capacidad de distinguir aquello que representan los clientes mediante sus estructuras de superficie, de aquello que, a juicio del terapeuta, significan esas mismas estructuras de superficie. El problema del terapeuta proyectándose en sus clientes no es algo nuevo. Aun cuando un terapeuta pueda, a partir de su propia experiencia, comprender más acerca del cliente que este mismo, es vital poder hacer la distinción. Si el cliente no representa algo que el terapeuta de alguna manera sabe que está ahí, puede tratarse de un trozo de información eliminado por este en su representación, o bien será la información que dará al terapeuta una clave acerca de la técnica a seguir. De cualquier forma, es absolutamente crucial la capacidad de distinguir entre aquello que está siendo representado, de lo que uno mismo provee.
La diferencia entre lo que ustedes como terapeutas puedan comprender de la estructura de superficie de sus clientes y aquello que literalmente representan las estructuras superficiales proviene enteramente de ustedes. Aquellos elementos que ustedes suministran podrán o no ajustarse al modelo del cliente. Hay una serie de modos para determinar esto. La destreza como terapeutas aumentará a medida que aumente vuestra capacidad para hacer distinciones. Quisiéramos que como paso siguiente lean la oración que aparece a continuación, luego cierren los ojos y se formen una imagen visual de lo que representa.
Cliente: ¡Tengo miedo!
Ahora examinen su imagen. Incluirá alguna representación visual del cliente y alguna representación del cliente atemorizado. Cualquier detalle más allá de estas dos imágenes fue suministrado por ustedes. Por ejemplo, si ustedes agregaron una representación de lo que el cliente teme, esta provino de ustedes y puede ser bastante errada. Ensayen esto una vez y lean esta segunda estructura de superficie; cierren los ojos y fórmense una imagen visual.
Cliente: Lucho me ofendió.
Ahora, examinen su imagen. Contendrá una representación visual de alguna persona (Lucho) y una representación visual del cliente. Ahora observen de cerca para ver cómo representa el proceso de ofender. El verbo ofender es una palabra bastante vaga e inespecífica. Si ustedes representan el proceso de ofender, intenten estudiar la imagen cuidadosamente. Tal vez su imagen fue de ver a Lucho golpeando al cliente, o tal vez de estarle diciendo algo ofensivo. O también, podrán haber tenido la imagen de Lucho pasando al frente de su cliente sin dirigirle la palabra. Estas son todas las representaciones posibles de la estructura de superficie del cliente. En cada una de ellas uno ha agregado algo a la representación del verbo para formarse uno mismo una imagen. Hay modos de comprobar si alguna de estas calza con la representación del cliente, por ejemplo, pidiéndole al cliente que especifique mejor el verbo ofender, pedirle que haga una actuación del momento que fue ofendido por Lucho, etc. Lo importante es su capacidad para distinguir entre lo que ustedes suministran y lo que el cliente está representando mediante su estructura de superficie.