Una transformación es una afirmación explícita de un tipo de patrón estructural o configuración que los hablantes nativos reconocen entre las oraciones de su lengua. Comparemos, por ejemplo, las siguientes oraciones:
(17) La mujer compró un camión.
(18) El camión fue comprado por la mujer.
Los hablantes nativos reconocen que, a pesar que estas estructuras de superficie son diferentes, el mensaje comunicado, es decir, la estructura profunda, es el mismo. El proceso mediante el cual estas dos oraciones son derivadas de una misma estructura profunda se denomina «derivación». Una derivación es una serie de transformaciones que vinculan la estructura profunda con la estructura de superficie. La derivación de una de estas dos estructuras de superficie es una transformación llamada transformación pasiva. Si se examinan las oraciones (17) y (18), es evidente que el orden de las palabras difiere. Específicamente, han sido traspuestas las frases la mujer y camión. Los gramáticos transformacionalistas indican este patrón estructural del modo siguiente:
Vale la pena recalcar que la expresión de este patrón estructural no está limitada únicamente a las oraciones (17) y (18) en español.
(19) a. Susana siguió a Samuel.
b. Samuel fue seguido por Susana.
(20) a. La serpiente se comió al presidente.
b. El presidente fue comido por la serpiente.
(21) a. La abeja tocó la flor.
b. La flor fue tocada por la abeja.
Este es un ejemplo sencillo de las dos estructuras de superficie, cuyas derivaciones difieren tan sólo en una transformación, la transformación pasiva aplicada a las derivaciones en las versiones (b), pero no a las versiones (a). Las derivaciones pueden ser aún mucho más complejas, como, por ejemplo:
(22) a. Arno pensó que Elena guiaba la nave espacial.
b. Que la nave espacial era guiada por Elena pensó Arno.
Estos pares de oraciones demuestran que la estructura profunda puede diferir de sus estructuras de superficie, al aparecer sus elementos o palabras en distinto orden. Puede observarse que en cada pareja de oraciones, a pesar de que el orden de las palabras es distinto, su significado permanece constante. Para cada par de oraciones con el mismo significado, pero con diferente orden sintáctico, el lingüista anuncia una transformación que especifica exactamente el patrón estructural, es decir, el modo como puede diferir el orden de las palabras, conservando esta su significado.
Por lo tanto, para representar la intuición del hablante nativo sobre la sinonimia, debe realizarse una transformación que relaciona a las dos o más estructuras de superficie que son sinónimas o tienen el mismo significado. Para cada conjunto de dos o más estructuras de superficie sinónimas, el lingüista transformacional especifica el patrón normal, es decir, la transformación. La prueba intuitiva de la sinonimia consiste en imaginar si sería posible en nuestro mundo (o en uno imaginario) que una de las estructuras de superficie resultara ser verdadera (o falsa) y la otra no verdadera (o no falsa). Si ambas tienen el mismo valor (ambas verdaderas o ambas falsas), son sinónimas. Esto se conoce como la prueba de la paráfrasis. Hay una serie de transformaciones de cambio en el orden de las palabras que han sido identificadas por los lingüistas. Los pares de oraciones siguientes muestran algunas de estas estructuras:
(23) a. Quiero una cerveza.
b. Una cerveza quiero.
(24) a. Es fácil asustar a Rita.
b. Rita es fácil de asustar.
(25) a. Jorge le dio una manzana a Marta.
b. Jorge le dio a Marta una manzana.
(26) a. Los tres mosqueteros se fueron tambaleando.
b. Tambaleando se fueron los tres mosqueteros.
(27) a. Escribir esta frase es fácil.
b. Es fácil escribir esta frase.
Cada una de estas transformaciones especifica uno de los modos en que puede diferir el orden de las palabras, y constituyen las denominadas «transformaciones de permutación», una de las dos principales categorías de transformaciones.
Otra clase importante de transformaciones son las «transformaciones por eliminación»; por ejemplo:
(28) a. Irene habló muchísimo con alguien.
b. Irene habló muchísimo.
En la versión (b) de (28), una de las frases nominales (con alguien) ha sido eliminada, suprimida u omitida. La transformación general que indica este patrón estructural lleva el nombre de eliminación de frase nominal indefinida.
Donde X e Y son símbolos de cubierta o variables para cualquier palabra(s) en esas posiciones, y «ø» indica la parte eliminada.
Además, hay una serie de transformaciones por eliminación identificadas por los lingüistas.
(29) a. Pepe fue al almacén y Tobi también fue al almacén.
b. Pepe fue al almacén y Tobi también fue.
(30) a. Gloria comió algo.
b. Gloria comió.
(31) a. Toribio golpeó la pared con un objeto.
b. Toribio golpeó la pared.
En cada uno de estos pares de oraciones, el proceso o la derivación de la segunda versión incluye una transformación que ha suprimido parte de la representación lógico-semántica presente en la estructura profunda. Y nuevamente el significado, al parecer, sigue siendo el mismo, aun cuando se suprimen elementos de la estructura profunda.
Los lingüistas distinguen dos tipos de transformaciones por eliminación: la eliminación libre o eliminación de elementos indefinidos, y la eliminación de identidad. Obsérvense los ejemplos siguientes:
Irene habló muchísimo con alguien.
Irene habló muchísimo.
Gloria comió algo.
Gloria comió.
Toribio golpeó la pared con un objeto.
Toribio golpeó la pared.
Aquí el elemento eliminado es una frase indefinida (alguien, algo, con un objeto), mientras que en el ejemplo:
Pepe fue al almacén y Tobi también fue al almacén.
Pepe fue al almacén y Tobi también fue.
Se ha omitido una frase definida («al almacén»). La regla general es que los elementos indefinidos pueden eliminarse de cualquier oración. Por ejemplo, el término definido al almacén, que fue eliminado legítimamente en la última versión de (29), aparece dos veces en la oración; siendo así, una vez ocurrida la supresión (versión [b] de [29]), queda aún una copia del elemento y no ha habido pérdida de información.
Ocurre, pues, que las estructuras de superficie pueden diferir de sus respectivas estructuras profundas de dos maneras fundamentales.
Otro modo importante en que la representación de la estructura profunda puede diferir de las estructuras de superficie que la representan es mediante el proceso de «nominalización». La nominalización ocurre cuando las transformaciones de la lengua cambian aquello que en la representación de la estructura profunda es una palabra que denota un proceso (un verbo o un predicado) por una palabra que en la representación de la estructura de superficie denota un evento o un acontecimiento (un sustantivo o argumento). Por ejemplo, veamos lo que sucede en los siguientes pares de oraciones:
(32) a. Susana sabe que teme a sus padres.
b. Susana sabe de su temor a sus padres.
(33) a. Lucho reconoce que odia su trabajo.
b. Lucho reconoce su odio por su trabajo.
(34) a. Delia entiende que ella decide su propia vida.
b. Delia entiende su decisión acerca de su propia vida.
En cada uno de estos tres pares de oraciones, lo que en la primera versión aparece como una palabra de proceso o un verbo, en la segunda versión aparece como una palabra de evento o sustantivo:
Teme → temor
Odia → odio
Decide → decisión
En este complejo proceso transformacional pudieron haber sido efectuadas tanto transformaciones por eliminación como por permutación. Por ejemplo, si en las nominalizaciones arriba descritas se hubiera aplicado transformaciones de permutación, tendríamos:
(32) c. Susana sabe del miedo que ella tiene a sus padres.
(33) c. Lucho reconoce el odio que le tiene a su trabajo.
(34) c. Delia entiende la decisión que ella hace de su propia vida.
Si en las nominalizaciones anotadas se hubiera aplicado transformaciones por eliminación[16], hubiéramos llegado a las siguientes representaciones de estructuras de superficie:
(32) d. Susana sabe del temor.
(33) d. Lucho reconoce el odio.
(34) d. Delia entiende la decisión.
Ya sea que la nominalización ocurra con o sin transformaciones por eliminación o permutación, su efecto consiste en convertir la representación de la estructura profunda de un proceso, en la representación de la estructura de superficie de un evento o acontecimiento.
Lo importante en esta presentación no son los detalles técnicos, ni la terminología que han desarrollado los lingüistas, sino el hecho de que las intuiciones de cada uno de nosotros como hablantes nativos de un idioma pueden ser representadas. De este modo, el proceso mismo de la representación es representado. Por ejemplo, existen dos modalidades principales según las cuales aquello que aceptamos como una oración bien formada puede diferir de su representación semántica completa: la distorsión (transformación por permutación o nominalización) o la eliminación de material (transformación por eliminación). A título de ejemplo, todas las personas que hablan español son capaces de decidir en forma consistente qué grupos de palabras españolas constituyen oraciones bien formadas. Esta información la posee cada una de las personas. El modelo transformacional representa esta información. Así, pues, en el modelo, un grupo de palabras se considera bien formado si hay una serie de transformaciones que convierten las representaciones completas de la estructura profunda en alguna estructura de superficie.
Para nuestros propósitos, lo importante es la manera en que los índices referenciales están involucrados en el modelo transformacional. Las transformaciones por eliminación son sensibles a los índices referenciales. Como decíamos anteriormente, hay palabras y oraciones nominales que no pueden ser legítimamente suprimidas mediante una transformación por eliminación libre si llevan un índice referencial que las conecta o relaciona con alguna cosa o persona. Esto aparece como un cambio en el significado si esta condición no se cumple y se aplica la transformación Obsérvese la diferencia entre:
(35) a. Catalina se rio de alguien.
b. Catalina se rio.
(36) a. Catalina se rio de su hermana.
b. Catalina se rio.
La versión (b) de (35) es entendida con más o menos el mismo significado que la versión (a), pero la versión (b) de (36) contiene menos información y significa algo distinto. Este ejemplo sirve para ilustrar la condición general que debe cumplir una transformación por eliminación libre para ser aplicada legítimamente: el elemento eliminado puede no tener un índice referencial que se conecte con alguna parte específica del modelo que tiene el hablante de su experiencia. En efecto, esto significa que cada vez que ha sido aplicada una transformación por eliminación libre, el elemento eliminado no tuvo necesariamente un índice referencial en la representación de la estructura profunda, es decir, era un elemento no vinculado a cosa alguna en la experiencia del hablante.
Además del modo como los índices referenciales interactúan con él conjunto de transformaciones por eliminación, los hablantes nativos de una lengua tenemos intuiciones plenas acerca de su uso. Cada uno de nosotros, como hablantes nativos, podemos distinguir consistentemente frases y palabras tales como esta página, la torre Eiffel, la guerra de Vietnam, yo, el puente de Niteroy, etc., que tienen un índice referencial, de palabras y frases tales como alguien, algo, todo, lugar donde hay problemas, todas las personas que no me conocían, el, la, lo, ello, etc., que no tienen un índice referencial. El primer conjunto de palabras y frases identifica porciones específicas del modelo que tiene el hablante de su experiencia, no así el segundo conjunto de frases y palabras. Este segundo conjunto, en que no hay un índice referencial, constituye uno de los modos más importantes en que el proceso modelador de la generalización se efectúa en los sistemas de las lenguas naturales.
En los trabajos más recientes de la ciencia lingüística, los transformacionalistas han comenzado a explorar cómo funcionan las presuposiciones en las lenguas naturales. Algunas oraciones implican que otras oraciones tienen que ser verdaderas para que aquellas tengan sentido. Si alguien dice:
(37) Hay un gato en la mesa.
Yo puedo optar por creer que efectivamente hay un gato en la mesa o que no lo hay, y de cualquier forma comprender lo que se está diciendo. Sin embargo, si escucho que alguien dice:
(38) Lucho se percató que había un gato en la mesa.
Debo suponer que efectivamente hay un gato en la mesa para encontrar algún sentido a lo que se está diciendo. Esta diferencia aparece más claramente si introduzco el elemento negativo no en la oración.
(39) Lucho no se percata que hay un gato en la mesa.
Esto indica que cuando alguien dice una oración que indica lo opuesto, es decir, aquella que niega lo que la primera afirma ser verídico, debe suponerse que hay un gato en la mesa para hallarle sentido a la frase.
Una oración que tiene que ser verdadera para que otra oración tenga sentido se denomina presuposición de esta última.