Limitantes neurológicas
Consideremos el sistema receptor humano: visión, oído, tacto, gusto y olfato. Algunos fenómenos físicos están fuera de los límites de estos cinco canales sensoriales aceptados. Por ejemplo, los seres humanos no podemos percibir ondas sonoras que estén por debajo de los 20 ciclos por segundo o por encima de los 20. 000 ciclos por segundo. Sin embargo, estos fenómenos físicos son estructuralmente idénticos a las ondas físicas que caen dentro de los límites arriba señalados, es decir, las ondas físicas que denominamos sonido. En el sistema visual humano somos capaces de detectar ondas electromagnéticas únicamente con longitudes de onda entre los 380 y los 680 milimicrones. Si la longitud de onda es inferior o superior a estos límites no puede ser percibida por el ojo humano. También en este caso, podemos percibir únicamente una porción de continuo del proceso físico, debido a nuestras limitaciones neurológicas, que están determinadas genéticamente.
El cuerpo humano es sensible al tacto, al contacto en la superficie de la piel. El sentido del tacto nos da un excelente ejemplo de la profunda influencia que nuestro propio sistema nervioso puede tener sobre nuestra experiencia. En una serie de experimentos (Boring, 1957, pp. 110-111) llevados a cabo hace más de un siglo, Weber estableció que la misma situación real del mundo externo es percibida por un mismo ser humano como dos experiencias táctiles enteramente diferentes. En sus experimentos, Weber descubrió que nuestra capacidad para percibir cuando somos tocados en dos puntos diferentes de la superficie de la piel varía de manera considerable, dependiendo de la ubicación de los puntos tocados. La distancia más pequeña entre dos puntos percibidos como tales en el dedo meñique tiene que hacerse treinta veces más grande para ser percibida como dos puntos cuando la aplicación se hace en el brazo. Por lo tanto, una serie de situaciones de estímulos reales son percibidas como dos experiencias totalmente distintas, únicamente como consecuencia del funcionamiento de nuestro sistema nervioso. Cuando nos tocan el dedo meñique, es como si nos tocasen en dos partes del cuerpo y si nos tocan en el brazo, experimentamos ser tocados en sólo una parte del cuerpo. El mundo físico permanece constante y nuestra experiencia de él sufre grandes modificaciones como resultado del funcionamiento de nuestro sistema nervioso.
Pueden demostrarse, también, para los demás sentidos diferencias análogas a las recién mencionadas (Boring, 1957). Las limitaciones de nuestra percepción han sido reconocidas claramente por los científicos al desarrollar máquinas e instrumentos que amplifican estos límites. Estos instrumentos detectan fenómenos que yacen fueran del rango de percepción de nuestros sentidos, o fuera de nuestra capacidad de discriminar, y los presentan como señales que caen dentro de nuestros rangos sensoriales, señales tales como fotografías, manómetros, termómetros, osciloscopios, contadores Geiger y detectores de ondas alfa. De ahí que una de las causas de que nuestros modelos del mundo sean necesariamente diferentes del mundo real es que nuestro sistema nervioso sistemáticamente distorsiona y borra trozos enteros del mundo real. Esto tiene el efecto de reducir el rango de las experiencias humanas posibles, así como también de introducir diferencias entre aquello que realmente está ocurriendo en el mundo y nuestra experiencia de él. Nuestro sistema nervioso, inicialmente determinado en forma genética, constituye así el primer conjunto de filtros para distinguir al mundo (el territorio) de nuestra representación del mundo (el mapa),