¡Ha vuelto! Se había ido, pero ahora ha vuelto. Una llamada telefónica y viene. Declaraciones. Lágrimas. Risas. Claridad. Delante del fuego abrasador, un delirio de besos, lamidas y polvos. Un delirio. Un delirio absoluto.
Veo claro. Claro en mi ceguera. Soy su madre, su hermana, su hija y su amiga. Él es mi padre, mi hermano, mi hijo y mi amigo.
Después miramos las llamas y él dice:
—¿Ves lo que hemos hecho?
—¿Qué?
—Hemos creado amor a partir del sexo… Y esto sólo es el principio.
—Sí —digo—. Quizá la próxima vez sea yo quien te dé por el culo.
Él sonríe, guarda silencio por un momento, y me dice que me ponga de pie delante de él, me dé la vuelta… y me obliga a agacharme…
Con Un Hombre no se juega.