Amor mío, llega ya la noche de la mitad del camino. El momento ansiado, el momento de la resolución y del goce, el momento tan anhelado… El momento oscuro de la mitad de nuestra vida, donde hallaremos la luz… Luz y voz… Tu voz, cálida, firme y profunda en el hueco de tu mano, que busca la luz, tu voz, que se mueve, corre y se responde, entre espasmos y cascadas escucha y se responde, he aquí tu voz en tu mano, que se abalanza una y otra vez, afluye la sangre, se estira la piel, el mundo endurecido se alisa y se desliza subrepticiamente por el tamiz del cuerpo, he aquí que en tu mano sientes llegar tu voz, la auténtica, y se espasma y se propulsa, propulsa su luz…

Perlas, perlas de luz alrededor de mi cuello, quiero que me asfixies.

La mano que escribe es la misma que te masturba, te escribo, aquí en mi cama, esperando la noche de la mitad de nuestra vida…

Amor mío, se acerca la hora en que vamos a perdernos y a ganarnos. Coge tu polla, es a mí a quien asfixias. Mi carne de amor, cálida, firme y profunda, toda envuelta en alma…

Esperas a tu putilla está aquí, paraíso soy aquí con mis dedos tu mano soy, estoy aquí donde me esperas, donde no me esperas. El tiempo es mil y tres entre mis dedos, mil y tres espasmos soy tu chorro de semen tu luz, soy tu silencio soy tú y entro en ti, soy tu voz que entra en mí y te contesta.

De la mitad llega, mitad de la luz, mitad del bosque oscuro

allí donde la noche crece se anuncia el alba

estoy aquí está aquí tu putilla mamá está aquí

soy tu goce tu putilla a quien nada gusta tanto como masturbarte que te masturbes a quien nada gusta tanto como masturbarse de ti

ven mi único yo soy tu única ven lentamente a asesinar me si es lo que ansías ven a matar a tu madre esa puta que nunca te amará suficiente ven papá mío ven a ver correrse a tu santita llena de noche fuego en el culo llena de llamas negras

oh todo viene de tan lejos, el goce y el rechazo a gozar, de los ejércitos de sombras en la memoria de la sangre, en el músculo y la carne, en la forma de los huesos y la materia enroscada del cerebro, de las religiones apuradas hasta el cáliz por generaciones, del mundo de las Ideas que no son más que ideas del mundo, pero el mundo está aquí, luz y voz, para quien quiere vedo tal cual y escucharlo

por dónde crees que hay que pasar para salir del infierno

si hay que pasar por ahí, por la negra palabra por la negra palabra la digo a través de tu voz

cálida firme y profunda

asesina

soy la raja la tronera masturbémonos vaya matar a tu padre que no amó lo bastante a tu madre vaya matar a mi madre que no amó lo bastante a mi padre masturbémonos

mi padre va a follarse a tu madre tu padre va a follarse a la mía masturbémonos masturbémonos y nosotros seremos hermano y hermana

y nosotros te amo yo te amo

olvida todo esto hermanito mío

olvida y no olvides la infancia apagada por la universal

mentira la infancia deslumbrada

donde crece la noche te amo donde llega el día te amo

te amo añoro tanto el mundo entero te amo,

mi amor, ángel mío, acaríciame con tus plumas

mi amor nuestros dedos entrecruzados para la eternidad medio hermano media hermana nos acariciamos con las alas planeamos con nuestras alas

allá los perversos allá los malos no podrán con nosotros

volamos a través de todo volamos tanto te amo conoces

todo el cielo

mátame mátame mira te mato

en pleno vuelo nos matamos

sol negro mediodía llega el hálito de mediodía punto de exclamación punto cero del orgasmo ya está va a brotar te veo amor mío te oigo

de pie cabeza abajo soy tu punto de exclamación soy tu chorro de semen siento vértigo fluyes entre mis muslos

y todo está al revés al derecho del revés allí donde soy de piedra allí donde soy para ti,

mi violento mi tan violento amor por ti he labrado la brisa y el canto de los pájaros

me he vestido de piel de página blanca

para ti en los jardines trazo un laberinto cada día con mis pasos

para ti mi tierno, mi gozoso, mi adorable, mi muy violento amor, para ti mi arco

deslizo palabras cada día en tu cama

y espero nuestra noche de la mitad.

Llovía aquella noche. Llegué andando, descubierta en las aceras mojadas por la lluvia. Tenía mil años, y mi amante, dos mil, yo diez mil y él diez años. Caía la lluvia, la lluvia que ríe, la lluvia que llora. Llevaba mi carta en el bolso, pero no para enseñársela, sino para tener en ella una amiga que me acompañase.

El día en que se goza al mismo tiempo que el otro, siempre que haya amor, es como el día en que se dice te quiero. Si el tiempo es un tallo, brota de él una flor y, quizá, si se está en el jardín, se la ve abrirse y puede uno ofrecérsela al otro. El día en que se goza al mismo tiempo que el otro crea frases llenas de «si…», después del «si…» viene el infinito. Y yo, tan mojada como la ciudad eléctrica, caminaba con prisa y cantaba.

Llegué pasada la medianoche y subí sin mirar a ningún sitio.

Me senté contra las almohadas con los muslos abiertos, él, acuclillado ante mí. Ese era el juego, el juego de aquella noche. Mi hombre conoce los juegos. Es ágil, dúctil y vivo como un delfín. Yo había jugado hasta entonces como una niña, él juega como un dios. Ahora me pregunto: ¿cómo se puede vivir siendo un hombre sin jugar como un dios? A veces soy torpe pero lo amo con locura, y quisiera que me perdonase.

Jugamos, cada uno para sí, cada uno para el otro, con nuestros ojos y también con nuestra voz.

—Dime qué quieres.

—Oh, «la torre Saint–Jacques tambaleante cual un girasol», dijo un poeta… Tu polla querida, tus huevos queridos, tu mano querida, que sube y baja.

—¿Qué más?

—Tus ojos, que me miran, que suben y bajan. Que me miran mientras me masturbo, mientras te hablo.

—¿Qué más?

—Tus muslos, donde me gustaría reposar la cabeza… Tu cuerpo, que adoro… Tu cabeza, que me comería…

—¿Qué más?

—Veo que estás excitado… Que te quiero… Demasiado…

—¿Qué más?

—Que me quieres… Que eso me hace… ¡Oh, ángel mío! ¡Me encanta que hagas eso! ¡Es demasiado hermoso, me gustaría mirarlo sin parar! Me mira, me mira, ¡sólo a mí me mira! ¡Mira, mira lo que me hace…!

—Sí, te miro… Desde mis dedos te miro… con tanta fuerza…

—Yo también te miro, ¡me salen dientes, en los ojos de tanto que te miro! ¡De tanto como me gusta tu polla! ¡De tanto, de tanto! De tanto como vaya correrme…

—Muy bien, hermosa mía… ¿Qué más hay para mí?

—Empiezo otra vez…

—¿Y qué más?

—Te me doy.

—¿Te me das?

—Todo te doy. El cielo te doy. Lo tomo y te lo doy. Mis sueños de día y de noche, todos mis fantasmas te doy. Mi cuerpo te doy. Todos mis agujeros, mi coño, mi culo, mi pecho… Y mis ojos, mi nariz, mis orejas, también te los doy. Aunque me tapes por todas partes, siempre encontraré la manera de escapar por donde se escapa el alma para ir a susurrarte sensaciones de amor… Mis pies te los doy para estar encima de ti… Mi vida, que te delira para masturbarte dentro… Mi miedo de ti te lo doy… Mi corazón, que sangra de placer, mi corazón que sangra de pena es para ti… Y la mano también… La tomo y te la doy…

—¿Qué más?

—Mi secreto.

—¿Qué más?

—Tu secreto.

—¿Cuál es tu secreto?

—Pues que te quiero, te quiero más que a nada.

—¿Y el mío?

—El mismo. ¿Vamos a morirnos?

—Te quiero.

—Vamos a corrernos…

Así fue nuestra noche de la mitad, nuestra cuarta noche. Frente a frente, el uno por el uno, el uno por el otro, el uno al otro nos hablamos el mayor tiempo posible, estuvimos juntos hasta el momento en que, en la cúspide del orgasmo, como siempre, cada uno quedó atrapado en su propia soledad.