29

Algo había estallado, lo notó en las placas de la cubierta, y ahora que trabajaba sin el guante para hacerlo con más rapidez estaba más nerviosa. ¡Odiaba, ese tipo de ruido!

Pero al menos seguía habiendo aire, cosa que agradeció.

Gracias a Dios por esos favores.

A pesar de lo cual, tenía el gancho de seguridad atado a la primera viga de metal, porque la descompresión era una posibilidad amenazante y había muchas probabilidades de que llegara algo parecido a un misil, a través de una pared o de las placas del muelle, un «regalo» de la nave dos de la India que estaba allí fuera, esperando.

Un trabajo muy difícil, había dicho Fitch y con razón; se llamaba un racimo, nadie sabía por qué: un pequeño conjunto de cápsulas de AP con la parte posterior al aire y el cable desnudo debajo de los sellos, por encima del puntito del contacto. Había que hacer retorcer las colas para que hubiera un buen contacto, inclusive en el mismo grupo y terminar con una pequeña cápsula Gibb en mitad de los cables. Después darle la vuelta a la cola retorcida hasta el grupo y engancharla en algo conveniente.

Casi siempre había que ponerlos boca abajo, sobre las vigas o algo parecido. Para finalizar, con colas retorcidas muy largas y un buen nudo sólido en las colas para asegurarse de que no cederían.

Se oyó a lo lejos otra explosión, en otra sección.

Bet siguió trabajando, con la mano desnuda, casi congelada porque la energía de Thule estaba muy baja y llegaba un aire helado por los conductos de ventilación; porque tenían seis horas y un poco más, si no le pedían nada al sistema de circulación, y más aún, porque ella no estaba pidiéndole nada a la armadura, mientras se quedaba sentada allí haciendo colitas de cable y preocupándose más por las cargas estáticas de lo que se preocupaba por las bombas y los estallidos en el borde de la estación.

Al menos Fitch no la agobiaba. El hombre se había sentado y no abría la boca; miraba, tal como había dicho que haría, cuidaba la energía con la placa de la cara levantada, mientras hablaba con Goddard, o con Central, donde debían de estar Wolfe u Orsini. Usaba el teléfono de línea protegida de la Loki, en la estación de bombeo.

Bet tomó otra cápsula, giró el dial y lo colocó en el número tres. Lo envolvía ya cuando la cubierta tembló y Fitch se puso de pie tambaleándose.

Ella envolvió la punta del cable sobre sí misma, la colocó en el suelo, destrabó la línea de segundad y se sacó el guante derecho, después cogió el arma y el resto de las cápsulas.

—Programa —dijo—. Sello de ventilación, 220 amp, giros.

La segunda explosión llegó cuando ella ya estaba de pie. La lectura decía que esta vez venía desde el frente; del muelle de la Loki, ya fuera en la Loki misma o en la pared de la estación, a su alrededor.

¡Maldita sea!

Bet corrió hacia la posición de Fitch, detrás de la cobertura de la bomba principal, entró con los pies pesados de la armadura y tuvo que usar el giros para detenerse.

—Están dentro, señor, ésa fue la nave. ¡Que salgan Goddard y NB, dígales que salgan de la nave!

—Ya lo hice —dijo Fitch—. Goddard está saliendo. Su maldito muchachito mercante no contesta al comunicador, Yeager.

—¡Mierda!

—Nos queda el teléfono. Usted está conectada al comunicador general, dígale usted que mueva ese culo y que salga de ahí.

Bet aferró el teléfono, destrabó la línea y metió el macho en el comunicador general.

—¿NB? NB, soy Bet. ¡Contesta, cono!

La cubierta tembló. Los dispositivos se lo indicaban detrás de ella. Pensó en la esclusa de aire. Vio que Fitch se escondía detrás de la bomba, pensó que si el escuadrón valía algo, investigarían lo que había en la compuerta antes que mandar a alguien que atravesara las capas, una tras otra. Llevaba un minuto más o menos.

—¿NB? No me contestes, pero ponte el traje y empieza a moverte, mierda. ¡Ahora mismo, cono!

Un brillo de alguien en la rampa, en un traje rígido. Esperaba que fuera NB, pero no creía que lo fuera. La voz de Goddard dijo:

—No puedo sacar a ese hijo de puta.

A lo mejor se había escondido antes, cuando nadie prestaba atención. Tal vez estaba ya en los muelles y tenía miedo de contestar.

O se había metido en algún agujero de la nave y no estaba pensando en el aquí y ahora.

¡Ese maldito agujero en el armario del depósito!

¡Dios!

—NB, ¡sal de esa nave!

Un brillo que reflejaba movimiento cuando Goddard se cubrió junto a Fitch: llevaba un AP y un par de tiras de cápsulas; por lo menos había cogido eso, el hijo de puta.

Bet tenía ganas de matarlo…

—¡NB!

Quería ponerle las manos encima en ese mismo momento, y sacudirlo hasta que le doliera, ¡a la mierda con sus locuras del diablo!

—¡NB! ¡Fuera de ahí!

¡Más saltos bruscos en las lecturas! El punto marcador brilló sobre la compuerta, a su espalda. No hacía falta mirar hacia atrás si una estaba dentro de una armadura. Pero ella siguió mirando hacia la rampa, esperando que apareciera aquel estúpido.

El punto rojo todavía brillaba. Ya llegaba la lectura de sonido: un punto secundario e intermitente con un signo de paréntesis alrededor, mientras Goddard cargaba el arma.

No había tiempo. Ya no había tiempo. Bet desenchufó la lí nea. Se puso en cuclillas con Fitch y Goddard, tiró de la línea de seguridad y la ató al soporte de la cerradura de la bomba de combustible. Era lo único que veía alrededor que pudiera sostenerla. Fitch lo siguió y luego, Goddard.

NB, cono, venga

Saltó una llamarada de fuego en la esclusa de aire, luego un poco de vapor.

—¡Dios! —la voz de Fitch.

El aire se congelaba al encontrarse con el vacío, Y en ese momento, la cubierta voló hacia la compuerta.

Bet se cogió del saliente con la mano, mientras veía pasar el polvo y la basura. Los sistemas de la armadura registraban un aullido agudo de aire que se escapaba.

—¡Hay que acabar con ellos en cuanto aparezcan! —dijo a Fitch y a Goddard—. Tenemos a la Loki detrás y otro escuadrón por ese lado…

Las cosas saltaban del suelo y salían volando. Algo golpeó la pared de los sellos y se trabó con la presión del viento. Todo resbalaba y rodaba por la cubierta: un par de latas abiertas cruzaron el espacio como si fueran papel. Las anticuadas luces de Thule empezaron a apagarse con el vacío y otros aparatos explotaron. A medida que se iba el aire, los estallidos fueron cada vez menos audibles.

No tenía sentido pensar que el escuadrón pudiera meterse en el boquete mientras durara esa tormenta. Estaban agarrados y agachados, lejos de la compuerta de aire en el momento del estallido; esperaban que Thule se desangrara hasta morir.

Como ellos.

Entrarían en cuanto fuera todo más seguro. Ella tenía la remota, Fitch y Goddard tenían las AP y cuando llegara el equipo de la India encontrarían una barricada y empezarían a disparar mientras buscaban lugares para cubrirse en las vigas de alrededor.

Ella dejó que sucediera. Disparó un 001 en los cables que había preparado y las cargas estallaron. Todas. Justo en el momento en que llegó la segunda onda, directa al fuego de la AP, y los tres del equipo pasaron.

002, 003.

No quería mirar lo que había hecho.

Lo peor era cuando esas armas daban en las placas de la cara.

—Los tenemos —jadeó Goddard.

—¡Los tenemos en el culo, cono! —dijo ella. Se destrabó, cogió la tira de cápsulas y el arma y se puso de pie—. Tenemos una nave ahí fuera y vienen más por la espalda, han alcanzado la nave, tienen que venir aquí, ¡maldita sea…!

No le importaba adonde fueran Fitch y Goddard. Oyó decir a Fitch:

—Espere, Yeager. —Pero no se detuvo a discutir, colocó la armadura a máximo y salió por la rampa hacia la Loki.

La compuerta volaba por el aire, y la presión de la Lokile dio en el cuerpo como un puño gigante, la arrojó al suelo, el giros la levantó y logró caminar sobre los movimientos de sus propios miembros y levantó el arma antes que el resto. Estaba en la mitad del camino cuando la vibración de la rampa le avisó de que alguien venía hacia ella corriendo.

Las entrañas le decían que era una armadura, el cerebro no tenía tiempo de pensarlo. Las manos sabían dónde tenían que poner la cápsula y el cerebro logró entender que el blanco estaba donde debía estar antes de saber que ya se había hecho funcionar el gatillo.

El cerebro se preguntó si era una armadura o un traje rígido antes de que la explosión volara la cara del hombre.

Antes de darse cuenta de que un impacto la había alcanzado y la estaba derrumbando, la armadura la ponía de nuevo de pie, directo hacia el interior de la Loki.

No se detuvo a dar el tiro de gracia.

Tampoco lo hizo cuando llegó a la esclusa con la mitad de un equipo de táctica que, durante un segundo, no supo si el que venía era parte de la expedición o de la nave fantasma. Hasta que uno atacó al otro, le sacó la cápsula y gritó: Fuera el programa de giros, mientras se preguntaba si tendría una pierna rota o si la estaba moviendo mal.

Disparó y le dio a su oponente en el vientre. Lo hizo volar por la puerta, hacia el interior. Mientras su AP disparaba y ella no veía nada con el humo.

Basura y humo sobre la visera de la cara. Todavía se movía. Todavía le funcionaba la pierna, aunque suelta, sin control, pero funcionaba. Notaba frío en ese sitio y tal vez estaba también funcionando el autosellado. Realmente, no lo sabía. Oyó decir a Fitch muy cerca:

—Goddard ha muerto.

Fue hacia la cubierta inferior de la Loki. Sonaba un ruido extraño en la armadura. No estaba segura de que fuera una tuerca de tensión perdida en el hombro izquierdo. Tampoco lo estaba de que su pierna no se hubiera congelado en el vacío. Tenía el gráfico en la placa que le indicaba los problemas con la armadura, y allí vio que toda la pierna titilaba en rojo, el hombro estaba amarillo…

Llegaron al ascensor. La puerta se hallaba abierta y el ascensor no estaba en su lugar, sólo los cables colgando en la oscuridad. Tal como los dejaban los soldados cuando querían bajar desde un sitio muy alto.

—Núcleo —le dijo a Fitch—. Entraron por el núcleo.

Quería detenerse y hablar por el comunicador, mierda, ver si podía ir a Ingeniería, pero no había tiempo, podía pasar cualquier cosa.

Hubo una explosión en alguna parte. La nave tembló.

—Tal vez fueron los tanques —dijo Fitch.

—¡Mierda! —Bet cogió uno de los cables que colgaban, levantó el gancho del hombro izquierdo y lo ató al cable—. Me voy al núcleo. —Acercó un cable para Fitch, le ató la armadura, envolvió su cable alrededor de su pierna derecha y tiró del otro.

Los dientes se deslizaban un poco sobre el cable y eso era peligroso cuando se estaba a mitad de camino.

Daba miedo pensar que alguien pudiera mirar desde arriba o desde abajo y disparar contra el cable. Tuvo que usar los guantes de noche, no podía ver en la oscuridad y en el frío, no veía ni lo que hacía ni adonde iba, y eso era suficiente ventaja para alguien con acceso al núcleo y un arma en las manos.

Fitch subía bien, vio el otro cable en tensión, y las ataduras que subían por encima de ella sobre los tensores de apoyo, para el acceso a la cabeza del núcleo. Era un buen sostén, no hacía falta ser muy atlético. Colocó a la armadura en giros, levantó los pies y plantó las botas en el labio de la cubierta, se inclinó, subió y se encontró ante una completa oscuridad más allá del acceso semiiluminado.

Había inscripciones en las paredes, algo pintado.

Fitch se tropezó con ella, casi cayó, pero Bet lo sujetó. Por suerte se estaba agarrando de la viga. La armadura se vio afectada por el esfuerzo y se le resbaló el brazo izquierdo, pero logró levantarlo y los giros lo enderezaron.

La oscuridad era total. No se percibía ningún sonido excepto el de sus respiraciones. Nada aparecía en los sensores. Vacío total.

El acceso al núcleo estaba totalmente abierto. Alguien había usado un gato de emergencia para abrir las puertas de ese modo. Apareció un gran círculo blanco pintado con aerosol desde los controles de la compuerta.

Aquella inscripción sólo podía verse desde esta dirección.

Fitch la agarró por el brazo. Fue un brusco choque de armadura contra armadura.

¿La firma de Goddard tal vez, cuando arregló los tanques para la explosión?

¿Un aviso para que la tripulación de la Loki se apartara?

Ya no se oía la bomba de combustible, pensó Bet. No había vibraciones en la cubierta. Todo se había detenido.

El núcleo se extendía desde allí hacia atrás, a lo largo de la nave. Era como un gran vacío negro. El brillo y la visión nocturna de las armaduras captaban sólo el principio de los conductos y de la parrilla que formaba la acera de peatones, en el lado inferior.

Ella se quedó quieta, extrañada. Fitch tampoco se movía.

Surgió un destello de luz en el núcleo. Era luz de la nave atacante, pensó durante un doloroso segundo. Después, se dio cuenta de que era la luz de la estrella que entraba por una herida en la cubierta exterior de la Loki. Un haz de luz cegadora que saltaba sobre las superficies, a lo largo de la acera, danzando y encandilándolos al chocar contra el hielo, en un baile que la pantalla y los sensores trataban de comprender con filtros de contraste. La luz formaba grandes sombras en los conductos gigantes, mientras la rotación de Thule llevaba al sol más allá del cénit. Rayos de luz y de sombra tocaban la acera y mostraban formas blancas que yacían en ella. La propia acera estaba doblada y fundida… y luego congelada…

Los ojos no podían comprender ese espectáculo.

El brillo de la estrella pasó al otro lado. Se movió trepando por la pared, y se convirtió, muy pronto, en un crepúsculo.

Bet tomó un pedacito de metal de un repuesto en su armadura y lo arrojó sobre la acera.

No hubo chispas.

Fitch se aferró a su brazo, no hizo fuerza contra la armadura, solamente ruido, un crujido de cerámica contra cerámica.

—Yeager, no tenemos nada que hacer aquí, dejémoslo. Tenemos dos naves y un carguero que no estamos teniendo en cuenta, ¡vámonos, Yeager!

No se podía gritar para ver si alguien estaba todavía vivo, no había nada que hacer, no había aire para transportar el sonido y todo el núcleo era una trampa. Todo un escuadrón táctico arrasado, excepto los primeros que habían logrado cruzar las líneas y bajar.

No era trabajo de Goddard, no podía haberlo hecho Goddard.

La energía a esa escala… un trabajo infernal. Un cable con todo el sistema eléctrico de la Loki, directo a esa conexión.

—¡Yeager!

—Programa —dijo ella a la armadura—. Comunicador de la Flota.

Recibió algo. Un ruido, el zumbido de voces lejanas, no era la transmisión clara de una nave de carrera que se acerca:

—¿Número uno? ¿Número uno?

Había un pobre tipo perdido ahí fuera, lejos de la estación. Oyó, más lejos todavía, lleno de estática:

—Charlie noveno primero, cuarenta. Y después de unos segundos:

—Leemos cuarenta

Ella cortó de nuevo el canal B puesto en manual y le dijo a Fitch:

—Acabo de entrar en el comunicador de la Flota. Están lejos los unos de los otros. Se mueven. Retirada rápida.

Operaciones estándar. El capitán de la nave de carrera daba las órdenes, siempre… cubrían al carguero. Si la situación se iba a la mierda, los escuadrones tácticos tendrían que cubrir al carguero.

Ya no tienen salida. Están atrapados. Y lo saben. El carguero está atrapado en este sistema.

—Ya es hora de volver a la estación —dijo Fitch—. Ahora sabremos algo más acerca de ese carguero. Volverá y pronto. Keu no se tomará esto con tranquilidad. Vamos, Yeager.

Bet no entendió el porqué del empujón en el brazo y murmuró:

—¡Váyase al infierno!, señor. —Y trató de pensar. Trató de recordar en dónde estaban los cables principales y cómo se podía fijar ese tipo de trampa y hacerla saltar sin estar cerca, sin ver dónde saltaba la llave de contacto…; y ¡si se pudiera, desde Ingeniería! Pero habría que monitorear el núcleo y el núcleo no tenía lugar para monitores y no habían tenido tiempo para construir un monitor. Así que tendría que ser de la otra manera, de la manera más sucia, menos perfecta. Sería un trabajo con las manos, desde donde se pudieran ver los blancos y tenerlos donde se quisiera: y sólo entonces, hacer pasar la energía. Posiblemente cabía el riesgo de morir haciéndolo.

Caminó por la parrilla. Encendió la luz del casco y oyó:

—Idiota. —Era Fitch. Siguió caminando, sudaba y deseaba entre dientes que el cable se hubiera quemado con la energía tal como suponía que había pasado.

Rastreó en las sombras, pasó la luz de un lado a otro, asustada, por quedarse sobre la parrilla, que tal vez estaba fundida y suelta. Tal vez tenía conexiones rotas que podría pisar sin querer. Pensaba con horror en la idea de sacar un pie fuera del saliente, en la oscuridad, y arriesgarse a tocar el cable…

El sol volvió a pasar por encima. Luz y sombras sobre el núcleo destrozado. La parrilla, las tuberías y el brillo del sol sobre el hielo estaban justo en el sitio en el que un conducto había volcado algún líquido sobre las superficies. El brillo glacial sobre los cuerpos muertos. El hielo cubría las armaduras.

Había formas alargadas colgadas de uno de los grandes bultos del núcleo, pedazos de cobertura quemada.

O cables colgando llenos de energía…

Las superficies brillaban con el hielo. Los cuerpos se habían sepultado en él. Aparecieron sombras de nuevo cuando el sol abandonó el área otra vez.

Bet miró a su alrededor, paseó la luz sobre la forma amenazadora de los cables, vio un movimiento enmarcado por los sensores para dar la alerta y giró con la AP en la mano, apuntada y casi disparada por la mano en un movimiento automático.

¡Un traje rígido de civil! ¡Dios!

El disparo la golpeó y la derribó. El humo formó una nube mientras se levantaba de nuevo. Se juntaron el humo de su disparo y el humo del de él.

Ella se quedó inmóvil apuntando con el arma. Él con la suya. Un movimiento nervioso era todo lo que hacía falta, una figura contra la gran cabeza del núcleo y un hombre con un arma y sin luz, sólo con el resplandor leve del sol sobre las vigas y la superficie de su traje, un traje rígido que nunca hubiera sobrevivido a un disparo directo.

Él tenía que haberlo comprendido o estaba sin balas, porque ya no disparaba. Estaba allí, cubriéndose como podía detrás de la cabeza del núcleo y las sombras de los soportes.

—¿NB? —intentó Bet con la frecuencia de la Loki. No estaba segura de que pudiera oírla, ni de que estuviera escuchando nada que no fuera de otro tiempo, hacía bastantes años, en otro abordaje.

Bajó el arma, levantó la mano izquierda y caminó por la parrilla provocando un crujido a cada movimiento. Todas las junturas estaban sueltas.

Hizo señas. Sal.

Lo vio levantar el arma de nuevo y detenerse.

Volvió a hacer señas. Lentamente NB empezó a levantarse bajo el peso del traje rígido.

Los sensores de ella le indicaron otro movimiento: Fitch, de pie en el acceso del núcleo; esperaba que fuera Fitch.

NB se tambaleó hasta la acera. Ella lo cogió del brazo, lo ayudó a subir y le palmeó en el hombro mientras lo llevaba hacia la puerta de acceso.

—¡Moved ese culo y salgamos de aquí! —dijo Fitch.

La verdad era que Fitch no sabía hacer funcionar la palanca de retroceso y estaba furioso por eso.

Bajaron y cruzaron la mitad de los muelles y tuvieron contacto con Orsini por el comunicador. Les decía que algo grande había aparecido en el Sistema con la ID de Mallory.

Bet cogió a NB de los hombros, atrajo su casco hasta que hizo contacto con el de ella y gritó hasta que él la comprendió.

—La Noruega entró en el Sistema. Las naves de carrera desaparecieron. Tenemos ayuda, ¿entiendes? La India está a baja velocidad. Keu no tiene ninguna posibilidad.

Por primera vez, NB estaba seguro de quién era el que iba en cada traje.

Obviamente no le hubiera puesto los brazos en la cintura a Fitch.