Presentación

Creo que ya no es necesario presentar en España a. C. J. Cherryh, una de las autoras fundamentales en la ciencia ficción de los años ochenta.

Tras merecer el premio John W. Campbell al autor más prometedor en 1977, en los últimos años ha obtenido ya tres premios Hugo con el relato Casandra (Hugo 1979) y con las novelas La estación downbelow (Hugo 1982) y Cyteen (Hugo 1989), además quedó finalista cualificadísima en el Hugo de 1983 con el orgullo de chanur (que posiblemente no lo obtuvo debido al retorno de Asimov a su famosa serie de la Fundación,).

No cabe duda de que Cherryh, junto con Orson Scott Card y David Brin (ambos galardonados también con dos premios Hugo a la mejor novela en la pasada década), ya forma parte del pequeño grupo de triunfadores con el que atribuir nombres propios al gusto popular de los lectores de ciencia ficción durante los años ochenta.

Los títulos citados tienen en común un mismo ámbito de referencia: los confines y fronteras de una cultura de alcance galáctico, la zona marginal y fronteriza con lo desconocido, proclive a todo tipo de aventuras y situaciones peligrosas. En distintos lugares y tiempos de ese universo del futuro transcurren las narraciones de la estación downbelow, Merchanter’s Luck, Forty Thousand in Gehenna, Cyteen y también de otras novelas menores de Cherryh. A ese mismo universo narrativo retorna Rimrunners con una visión un tanto pesimista, y a la vez muy humana, de la vida de quienes trabajan en las naves que surcan esa porción de galaxia erosionada por las guerras y los enfrenamientos políticos y comerciales.

En ese universo sometido ahora a la lucha entre la Alianza y las naves de Mazina, la protagonista de rimrunners parece haber tocado fondo: sin trabajo, sin hogar, abandonada en Thule, una estación espacial destinada a desaparecer, se verá obligada a llevar una vida marginada de la que el crimen no queda excluido. Finalmente, la llegada de la Loki, una presunta nave mercante con dudosas conexiones con la Alianza y tal vez en misión de espionaje, le permitirá recuperar su trabajo como «maquinista» en una nave espacial, pese a su nebuloso pasado, su falta de documentos y la persecución legal de que es objeto en la estación Thule. Pero la huida de la estación espacial representa para ella la llegada a otro mundo más peligroso: la vida entre la tripulación de la Loki, la inserción en las rencillas internas y, tal vez, la necesidad de luchar contra sus propias naves, contra aquellos con los que ha deseado volver durante tantos años.

Toda una temática más que apropiada para el tratamiento de esa ciencia ficción de aventuras en la que Cherryh es ya una reputada especialista. Pero, en este caso, quedarse con la visión superficial de este esquema sería un error.

La space opera y la ciencia ficción de aventuras se consideran, a modo de cliché, como un subgénero de la ciencia ficción orientado con preferencia a un lector adolescente. Suele ser así en muchos casos, sobre todo en la vieja space opera, pero no en esta novela de Cherryh. De hecho, como ha indicado Paren Miller en Locus, rimrunners es en realidad una novela acerca de la madurez y está dedicada al lector adulto.

La heroína, Bet Yeager, tiene ya 37años y ha evolucionado mucho desde la adolescente que abandonó un planeta minero para unirse a las naves de Mazina. Cuando la encontramos en la novela es una veterana, refugiada a su pesar en una estación espacial condenada, donde espera una nave, cualquier nave, para volver a su antigua vida entre las estrellas. El mundo en que se mueve Yeager no es lineal ni simple como el que era habitual en la vieja space opera. Es el mundo problemático de los marginados, tanto en Thule como en el seno de la tripulación de la Loki. Sus reacciones son las de un adulto, las de una veterana que sabe asumir su condición y adaptarse a las situaciones en las que se ve envuelta, sin temor a recurrir a soluciones extremas. Yeager usará tanto la fuerza como la habilidad diplomática, la empatia y su experiencia entre grupos de seres endurecidos por los avatares de una vida difícil entre la tripulación de una nave espacial, en una zona sometida a los peligros y las tensiones de la guerra. Este aspecto de la novela ha recibido una favorable acogida. Por ejemplo, un autor como John Dalmas ha escrito: ¡rimrunners me gustó mucho! Bet Yeager es un personaje maravillosamente construido, real en sus cualidades y en sus debilidades… No menos real es la Loki una nave de guerra disfrazada de mercante. Uno casi juraría que Cherryh ha navegado en una nave como ésa.

Esa sensación de realismo es la que destacan la mayoría de comentaristas y críticos, así como otros escritores de ciencia ficción. Prueba de ello son las palabras de Jack McDevitt (autor de el texto de hércules, que obtuvo el premio Philip K. Dick en 1986): rimrunners parece estar todo lo cerca que puede concebir de la realidad de navegar en una nave espacial. A pesar de la deslumbrante colección de hardware futurista, se trata de una novela sobre la amistad y el compromiso en un universo violento y sombrío…, trazada con pasión y brillante perspicacia psicológica.

En resumen, tras su lectura, es fácil concluir que rimrunners es una novela que se encuadra sin obstáculos en la ciencia ficción de aventuras y que resulta entretenida por el ritmo de la acción, las tensiones y las intrigas, pero no debe olvidarse su especial interés por los personajes, las situaciones en que se encuentran y la forma en que reaccionan ante ellas. Una buena muestra de la mejor space opera moderna. Una vertiente de la ciencia ficción en la que Cherryh es una consumada especialista.

Para finalizar, un comentario acerca de la conservación del título en inglés. En realidad «Rimrunners» es un neologismo que designa a quienes se mueven (runners) en esa zona fronteriza (rim) de la civilización en donde transcurre la novela. Puede aplicarse tanto a las naves que surcan esa zona del espacio, como a los mismos personajes que navegan en ellas, unos nuevos marginados del mundo del futuro que nos describe Cherryh. Pero el título en inglés sugiere también acción y cierta sensación de peligro y aventura. Todo ello resulta, casi imposible de transmitir con la misma intensidad en una versión en castellano. La traductora sugería títulos como «Las naves de la frontera» o «En las fronteras del universo», pero no me han parecido adecuados.

Por una parte, me gusta pensar en la ambigüedad del original: «Rimrunners» puede referirse tanto a las naves como a la marginación de sus tripulantes. Por otra, las propuestas anteriores no logran comunicar esa sensación de aventura y peligro. Y, en realidad, a mí no se me ha ocurrido ninguna mejor.

Además del precedente del Blade Runner de Ridley Scott (que tampoco se tradujo al castellano), hay otra razón de peso que me ha llevado a mantener el título original. Se trata del hecho de que Cherryh ha optado, en los últimos años, por titular sus novelas con una única palabra. Así sucede en cyteen (1988), rimrunners (1989), rusalka (1989) y chernevog (1990). Ello me ha servido de excusa suficiente para conservar ese sugerente encabezamiento en inglés. Siempre he creído que los editores deberían respetar al máximo la voluntad de los autores y, en definitiva, eso es lo que he hecho al dejar rimrunners como título de esta novela.

Que ustedes la disfruten.

MIQUEL BARCELÓ