El cerdo de Hob

De-trás de la colina, lejos del sol que cae, el cielo se ha vuelto como el fuego, y yo sube, tomar aire es duro, la hierba se vuelve fría en los pies de yo y los moja.

No hay hierba en lo alto de la colina. No hay sino tierra, todo alrededor, esa colina es como un hombre sin pelo en la cabeza. Yo se levanta, y gira la cara hacia el viento para oler, y aún no le llega olor alguno desde muy lejos. La tripa duele, en medio de yo. A la boca llega el aire de la tripa, y lamer eso es como no lamer nada. Un bulto de sangre seca está negro en la rodilla, y pica. Yo rasca, y sale más sangre aún.

En-cima de yo están muchas bestias del cielo, grandes y grises. Se mueven despacio, sin fuerza. Puede que quieran comida, como yo quiere. Una de ellas tiene ahora tanto vacío en la tripa, que la cabeza se le sale y se va flotando lejos, y corre de-trás de ella más rápido, porque quiere cogerla. De-bajo del cielo está la hierba y los bosques que llegan muy lejos, donde yo ve otra colina, tras ella sólo hay arbolitos que crecen alrededor de la orilla del mundo.

Ahora yo mira a-bajo, a la hierba colina a-bajo, y ve cerdos. Cerdos grandes, y largos, uno en la espalda del otro y trotando sobre ella, por lo que parece. Ver eso hace que a yo se le ponga dura. Dentro de la tripa cosecho que yo puede correr colina a-bajo hasta los cerdos, y golpear con una piedra a uno de ellos y hacer que quede sin vida, para comerlo entero. Ésa es la cosecha de yo. Ahora hay que hacerlo.

Desde lo alto de la colina de tierra seca sale yo, corre rápido a través de la hierba fría, se lanza sobre los cerdos cuando no hay un dio para cambiar de forma que no pueda comérselos, como la rata que hace un rato ha cogido y que se ha vuelto piedrecitas. Yo se lanza rápido sobre los cerdos, que aún son cerdos cuando los alcanza. A yo se le ha puesto para arriba, está dura, se mueve de un lado a otro en la carrera, bajo la tripa. Corre rápido, pero oh, los pies de yo vuelan por la hierba mojada y cae, oh, y cae de culo colina a-bajo.

A-rriba rápido, para coger los cerdos. La caída hace lento a yo, ellos pueden cambiar, porque no huele ningún cerdo. Ahora la tripa de yo tiene miedo, por lo que corre más rápido, y mira a los cerdos mientras se a-cerca más a ellos, pero oh. Oh, uno ha cambiado, las patas de a-trás no están. La cara negra de ella está doblada del todo hacia a-dentro, y ahora es un agujero lleno de oscuridad. Yo corre más rápido, y aún son un poco cerdos cuando se a-cerca, pero oh, no se mueven, y huelen a podrido. Se vuelven menos cerdos cuanto más pasos da.

Ahora yo está al lado de ellos, y sólo son troncos de madera blanca, apoyados uno sobre otro. Los ojos son agujeros en la madera. Los pies de cerdo son trozos de ramas perdidas. Ah.

Yo se sienta sobre más troncos que hay a-bajo, alisando la hierba de de-bajo de la colina, y aguas calientes caen de la cara de yo.

Yo sigue teniéndola dura. Se quita lo mojado de los ojos y se pone en pie frente a los troncos para mear contra ellos, que se lo coseche más bien por no seguir siendo un cerdo. Ahora ya no la tiene dura, se le re-coge de nuevo bajo la piel, y yo se vuelve a poner sobre el tronco, donde el humo del agua gris de la marca del pis de yo se levanta.

Oh, muchas oscuridades vienen y van, y no ve a nadie de la gente de yo, que le ha abandonado. No le quieren, y yo está solo de pie en un tronco viejo, y con un vacío en la tripa.

Ahora yo mira por en-cima. El cielo está lleno de las bestias del cielo, y todas ellas son una manada gris que corre de una orilla del mundo a otra orilla del mundo. La oscuridad va a llegar en pocos ratos, por lo que yo no ve la larga forma negra de espíritu, que sigue los pasos de yo. Está todo solo.

La gente de yo no le quiere, y dice que cómo va a comer de la comida de otros si yo no busca comida. En la tripa de yo, oye a la madre de yo diciendo, mientras ella ha vivido, qué vago es yo y que no está bien que ella esté todo el rato intentando buscar comida para yo. Ella dice que a la gente de nosotros no le gusta yo, y que deja estar a yo mientras ella viva, y que después ya no va a ser así, y qué dice yo a eso. Y yo no dice nada, y ella golpea la cabeza y las piernas de yo, y hace un ruido. Oh, madre, no hay nada que hacer. Yo no tiene buenas cosechas en la tripa, como los otros.

Es raro. Yo, un rato, tiene una cosecha dentro, a la que después no sigue otra cosecha, todo está callado por dentro. Otros ratos yo tiene una cosecha y otra cosecha que es parecida le viene, después muchas cosechas vienen seguidas, como cuando la gente de yo camina bajo los árboles. Le vienen tantas cosechas y tan rápido que no hay nada entre ellas. Una cosecha sigue a otra, como los cerdos y los troncos.

Cosecha a madre golpeando las piernas de yo, ahora yo cosecha cuando ha estado tumbado junto a ella y todo va bien. La parte de a-trás de la cabezota de yo está tumbada en la tierra, donde se frota con la arena y el polvo que pinchan la piel de la cabeza de yo a través de su pelo de bebé, como en una baya. La boca de yo está llena de la leche de teta que cuelga en hilillos alrededor de la lengua, y no hay nada en medio de yo que quiera huir, ni que desee otro lugar.

Yo está bajo pieles blancas, junto a madre, a gusto en el olor de ella que tiene un aliento agrio. Ella es grande, y yo pequeño como tino de la manada de Urk.

Ahora hay otra cosecha en yo, ahora yo se vuelve grande y la madre de yo es más pequeña. Nosotros están bajo los árboles. La primera luz llega y yo abre los ojos y ve a madre, con la espalda apoyada entra un árbol blanco. Trocitos de luz caen sobre la cara de ella a través de las ramas que están en-cima de nosotros, y sobre los ojos de ella, y no se mueve ni mira la luz. Ahora yo dice, Madre, a-rriba, pero no se mueve, los ojos de ella están llenos de trozos de luz. Un miedo entra dentro de yo.

Eh, madre, dice yo. Nada de cosas raras. La gente de nosotros se levanta y quiere continuar el viaje. A-rriba, que nosotros no queden de-trás de ellos. La mano de yo frota ahí en la pierna de ella para que se levante rápido. Está más fría que las piedras, bichos de los que pican saltan de ella.

Yo dice más alto, a-rriba, y ahora la coge y tira de ella y la golpea. Pero yo no tiene bastante fuerza, y ella cae. Los trozos de luz se han movido de los ojos de ella y cuelgan de los árboles. La cabeza está dentro de un agujero con lluvia, el pelo flota.

Yo no sabe cómo ayudarla, yo salta sobre ella y se la mete dentro de ella, para que no esté fría, y que se mueva. Tiene las piernas duras, una junto a otra, rodilla con rodilla. Yo no tiene fuerza para abrirlas, y a yo no se le levanta. Yo se la pone blanda contra el pelo de la tripa de ella, y empuja, y empuja. La cabeza en el agujero de lluvia se mueve. El pelo de la tripa está frío, y el olor de ella es otro. Empuja y empuja.

Un hombre de la gente de nosotros viene, y aparta a yo de ella. Dice que yo es una mierda y le intenta golpear, pero yo se aleja un poco, bajo los árboles. Ahora mucha gente está junto a la madre de yo. Sacan la cabeza del agujero de lluvia y dicen que no hay calor dentro de ella, que no hay aire en ella, y eso. Ahora viene el Hombre de la Cosecha de nosotros, y se a-cerca a la madre de yo, vestido con un cinturón de cuero que hace que le pique el culo, que es donde se rasca todo el rato.

Dice que ya no está viva, y que es culpa del trabajo que esté así, por lo que parece. Dice que la en-tierren, después nosotros se irán.

Una mujer que dice cosas que duelen dice en alto que si la madre de yo no está viva es porque su hijo vago ha hecho que ella esté así, que ha hecho que ella trabaje todo el rato para encontrar comida para él. Y muchos dicen sí, y que tiene razón y eso.

Aún más alto dice la mujer que dice cosas que duelen que si la madre de yo va a ser en-terrada, cavar ese agujero no es cosa de la mujer que dice cosas que duelen. Sí, dice un hombre mientras a-parta a yo de la madre de yo. Que el chico la en-tierre, que trabaje para ella por un rato. Ahora el Hombre de la Cosecha dice sí, y se rasca el culo. Hay que coger al chico, dice.

Yo intenta correr. Ah, son hombres, tienen piernas más largas que yo, y yo tiene tanto miedo que mientras corre se cae en un arbusto de brezo. Le sacan de ahí, lleno de raspones, para llevarle ante culo de pluma, que está junto a madre. La cabeza está en lo mojado. Trocitos de luz gatean despacio desde el árbol, para cruzar la hierba y volver a los ojos de ella.

Se rasca el culo y le da a yo el hacha de piedra de madre, pero las manos de yo no tienen fuerza para sujetarla. Se cae, y el Hombre de la Cosecha golpea la cara de yo y la sangre sale de la nariz. Ahora recógela, dice, y cava el agujero para ella. Que los espíritus que huelen extraño no vengan a ella, ya que el aliento de ellos a nosotros pone malos. Que el pájaro podrido y el perro podrido no vengan. Que la tierra se tome lo que a la tierra se debe y coseche bien de nosotros, que no se vuelva dura bajo los pies de nosotros. Eso dice el Hombre de la Cosecha ahora, y yo, lamiendo la sangre de la nariz, cava fuerte en la tierra.

Bajo la hierba la tierra es fría, gris y suave mientras puede sacarlo todo de una vez. Yo cava entre la raíz y la piedra, y el cavar de yo es lento. La luz del sol vuelve a la cara de madre, pasa por la mejilla y se detiene entre la hierba y las flores. Yo levanta una piedra, y de-bajo hay muchos gusanos. Ahora yo cava duro entre ellos con el hacha de madre, y salen aún más. Sale sangre de los dedos de yo mientras cava. Ahora hay sangre en la piedra de madre. Hay sangre en el agujero de madre.

La gente de yo está de pie alrededor del agujero, se apoyan en un pie, luego en otro, quieren irse lejos de aquí, quieren seguir con la rutina y caminar por la orilla del mundo de un rato de hielo a otro, buscando ratas con púas, y cerdo, y raíces que mascar.

El sol camina por en-cima de nosotros, las bestias del cielo que corren ante él tienen miedo de que pueda quemarles hasta que no quede nada, sólo el cielo. Yo cava, y el Hombre de la Cosecha se enfada por lo lento que es yo y dice que pare, y dice que el agujero es bastante, y eso, aunque yo aún está a la altura de la tripa en el agujero. Le dice que salga y la tire.

Yo sale, gris hasta las rodillas por la tierra, y la mira. Toda blanca. Toda desnuda, qué rápido se ha ido todo de ella. Yo da un paso, al que sigue otro. El pelo de ella es gris como la tierra. Rápido, dice culo de pluma, eh, levanta a ella, y eso. Yo da otro paso, y de esta forma se a-cerca a ella.

Se agacha, para coger los pies de ella. Ahora está más fría, y no hay luz en ella. Levanta las piernas de madre, todas blancas por a-rriba y ve que de-bajo de ella está oscuro, como lleno de sangre. Yo tira, la mueve un poco del agujero de lluvia, arrastra el pelo como hierba de-bajo de ella, y se tira un pedo. Así llegan al agujero, yo y la madre de yo. A-dentro, dice culo de pluma, y cúbrela.

Yo la echa. El agujero no es grande para ella. Una pierna sobresale, por en-cima del agujero, que no puede bajar. La cubre, y las manos de yo están grises de tierra, esa tierra cae en los ojos de ella, en la boca, el agujero de la tripa, y ahora la cara no está, y ahora los brazos y tetas no están, y ahora no es sino una pierna blanca que sobre-sale, a la que yo echa tierra alrededor, y aprieta la tierra suave y gris entre los dedos de los pies de ella. Yo pisa la tierra, y culo de pluma pone el hacha de piedra de madre junto al agujero, al otro lado de donde la tierra se levanta alrededor del pie, como una colina de bichos del pis.

Yo dice que ahora que está en-terrada, nosotros pueden viajar a buscar ratas con púas, y cerdo, y raíces que mascar. Y la gente de yo mira a otro sitio, y se hace el silencio entre ellos. Y ahora, culo de pluma hace un gesto con el ojo. Y mueve su cabeza.

Un gesto que dice no.

Solo a los pies de madre. La gente de yo ya no está con yo, lejos están, de-bajo de los árboles y cruzando la colina, y se van, y no vuelven aquí jamás. La tierra gris en las manos y los pies de yo está seca, dura, puede quitársela en trocitos rascando. La tierra que yo puso alrededor del pie de madre se ha vuelto dura, y se cae a trozos. Ve los dedos del pie, y ahora mientras la tierra cae de ellos, ve una forma distinta a los dedos. Madre.

Ahora tiene otra cosecha, viene la oscuridad y yo va a estar junto al pie de madre sin lugar adónde ir. Todo el rato está yo con madre, y no quiere irse lejos de ella ahora, y aun así un dolor en la tripa le dice otra cosa. Está ahí ratos y cosecha entre irse o quedarse.

Se levanta, se aleja y vuelve, ahora está quieto, ahora se levanta y anda. Salta sobre la tierra, y golpea un árbol y arranca hierba, y muchas cosas se dicen al pie de madre. Yo se queda y no se mueve, y en la oscuridad hay ruido de perros de cola de fuego en la hierba, y de manadas de perros a través de las colinas. Yo tiene miedo, y el dolor en la tripa es más grande. Caga junto a un árbol, entre raíces, y la mierda es como agua.

Llega la primera luz, y la tripa está vacía. Yo dice, pie, quieto aquí. Se aleja para buscar algo de comer, después vuelve con comida para nosotros. El pie está ahora quieto, parece que dice que ella le escucha todo el rato, aunque nunca la ve haciéndolo. Yo se aleja de ella despacio, y muchos árboles después se para, y mira a-trás, y ahí está el pie. Levanta el brazo y con un gesto dice que todo va bien, y sigue caminando.

Hay menos árboles, y hay más brezo. Yo sigue el camino alrededor del brezo, desde donde mira a-trás y no ve el pie, pero puede encontrarla aún oliendo la mierda de yo, y yo no tiene miedo. Sigue caminando, entre árboles, y brezo, y eso.

Mientras cosecha, cuando está cogiendo las bayas de sangre, cae la primera lluvia fuerte, parece que muchas de las bestias del cielo están meando a la vez. Se agacha rápido de-bajo de un arbusto de bayas, y entra ahí, donde hay una cueva de brezo. Yo ahí está seco, y se come muchas de las bayas de sangre. Fuera de la cueva de yo la lluvia cae fuerte, aunque dentro se está tranquilo y está algo iluminado, y la tripa de yo está bien. Ahora se limpia las bayas de sangre de la barbilla. Cierra los ojos, se lame la mano, y oye llover.

Pasa un rato en que no vienen cosechas, después todo se vuelve raro. Yo ya no está en la cueva de brezo. Está de-bajo de los árboles, y todo está oscuro salvo donde la madera blanca sigue luminosa. Cómo la oscuridad llega tan pronto no puede cosechar, ni cómo yo ha acabado aquí. Yo mira alrededor con miedo, y ve una forma de pie entre los árboles. Es la madre de yo. Se apoya tranquila con una mano en el árbol y le mira. Qué alegría, yo se a-cerca más a ella, y ahora le ve las piernas, y una de ellas es ahora un hilo ensangrentado, no hay nada de cintura para a-bajo. Del muñón pasa a mirar la cara de madre. Se la ve enfadada, parece que yo no le gusta. Adónde hit ido el pie de yo, dice.

Entonces, yo grita de miedo, alto y claro mientras mira al cielo y más allá de la oscuridad, y vuelve a caer en la cueva de brezo, donde afín hay luz. Esto pasa rápido, y no cosecha lo que ocurre. No oye la lluvia, ya que se ha ido lejos, se pone en pie y se agacha bajo el agujero, y así sale del arbusto.

Por todos lados está mojado, y ahora hay muchos agujeros de lluvia en la tierra. Lo mojado levanta un olor a tierra y hierba, y su olor es bueno, y fuerte, y nada viejo.

No huele la mierda de yo. La lluvia, se lleva la mierda de yo y ahora no la huele, la mierda de yo donde está el árbol. Donde está el pie.

Yo corre hacia un lado alrededor del arbusto, luego hacia el otro, para poder ver dónde la hierba está lisa, y así ver el camino por el que ha venido. Ahora ve la lluvia caer fuerte, y por ningún lado encuentra la hierba lisa que es el camino. De-bajo de los árboles corre, y no huele nada, sólo hierba. Ahora corre por ahí, por allá, junto al árbol y el brezo, y grita al pie, y grita a madre. Corre por todos lados, bajo las zanjas y sobre la gruesa piel de hierba en las piedras, y aquí va a caer sobre la tierra y no cosecha dónde está.

Yo ya no ve el pie. El arbusto de bayas de sangre parece que no está, de forma que no puede encontrarlo ya. Así sale de ahí, y camina de-bajo de mucha oscuridad y luz, y en todo lo que camina no encuentra dónde están.

Yo camina sobre la hierba del claro y salta un río pequeño. Pasa al lado de árboles, las pieles secas de ellos están alrededor de los pies de yo, y encuentra un montón de fruta choza que crece en la hierba, es buena para comer porque es oscura en la orilla de a-bajo. Pasan los ratos y no encuentra nada, y sigue caminando y sigue sin encontrar nada, y luz, y oscuridad, y luz y oscuridad.

Camina por donde no puede ver por en-cima de la hierba, es tan alta, y encuentra un pájaro que ya no está vivo. Tiene tanto vacío en la tripa como para comerlo, aunque está lleno de gusanos. Ahora vomita, y se caga por las patas a-bajo, y luz, y oscuridad, y caminar.

Desde hace muchos ratos de hielo, la gente de yo dice que hay poca comida que buscar, que para nosotros los ratos son tan difíciles como caminar, y se han vuelto aún más duros. Rato de hielo tras rato de hielo la gente que se queda en un lugar es más, nosotros, la gente que camina son menos, no son tantos ahora. Uno tan solo como yo, es una tripa vacía y no hay nada que hacer.

En un rato, se encuentra con gente que se queda en un lugar, con sus chozas de cimas con punta de piel de animal colgada a las ramas, en lo alto de la colina. No hay tantas chozas como dedos en la mano de yo. Huele el fuego, y las carnes de fuego de ellos, que es lo que quiere la tripa de yo.

Sube la colina, y al de poco de subir ve un hombre en la cima, y él ve a yo, con vómito y sangre en la cara, y mierda en las piernas. Dice que yo parece el culo de un cerdo, y qué quiero de ahí, y eso, y lo que dice es raro, con muchas cosas que yo no cosecha. Otro hombre, de tripa más grande, ahora llega a la cima de la colina, para mirar a yo. Bajo la tripa él la tiene muy pequeña, más parecida a la de un bebé.

Ahora les dice que la madre de yo ya no está viva, y cómo la gente de yo le ha abandonado. Dice que sólo quiere un poco de comida, que tiene una cosa en el estómago.

Los hombres se miran el uno al otro, y ahora el que la tiene pequeña se agacha para coger su palo de lanzar. El dice que aquí tiene una cosa, dice si la quiere en el estómago de yo. El otro hombre coge una piedra, y la lanza fuerte hacia yo. La piedra le golpea en la pierna, es afilada y rompe la piel de de-bajo de la rodilla de yo, donde hay sangre. Grita y cae, hay una gran herida en la pierna de yo. El hombre coge otra piedra, y dice marcha ya, culo-mierda, y dice que no quiere oler a yo más por ahí. El hombre de gran tripa levanta el palo de él, para lanzárselo a yo.

Ahora yo se levanta, con dolor en la pierna, y anda raro bajando la colina, como un perro enfermo. De-trás, el hombre lanza la otra piedra que tiene, pero no golpea a yo, la piedra cae suave en la hierba. Camina tan rápido como puede, y no mira a-trás, y eso es todo, el rato de yo con la manada de la gente que no se mueve.

Yo sigue caminando despacio, y arrastrando la pierna por detrás. Llega la oscuridad y encuentra un árbol donde crecen manzanas-teta. Aún están duras, y come poco de ellas. Mira la pierna herida y ve cómo la sangre está seca con la tierra gris y con la mierda, que la sangre ya no sale, lo que está bien. Se tumba junto a un árbol y cierra los ojos para que nadie le pueda ver. Cosecha en nada.

Llega la luz, a caminar más. La pierna está bien para andar, pero aún hay picor en ella. Sigue caminando, y eso, y ahora con el sol a-rriba sale de debajo el bosque blanco a un claro, de hierba toda larga y negra, con árboles alrededor. Entre la hierba destaca una gran piedra vieja, como con marcas de gusanos y redes de bichos. Yo ahora cierra los ojos, y se asusta tanto que no puede respirar.

La gente de yo dice que no son buenas, esas marcas. Las marcas toman su forma del árbol, del perro y eso, y hacen como que son el árbol, que son el perro, aunque sólo son marcas. Al mirarlas, todas las cosechas que tiene uno se hacen raras, y no puede cosechar qué es el mundo y qué es la marca. Ha oído decir que muchas marcas son tan viejas que están hechas por los Urk y la gente de esa manada de hace grandes ratos de hielo. Ahora la manada Urk ya no está en el mundo, aunque muchos dicen que esa gente pequeña está colina a-bajo, muy dentro de las cuevas, escondida para cogernos a nosotros los de a-rriba. No es bueno mirar las marcas.

Cierra los ojos, toma otro camino alrededor de la hierba y la piedra. Cae por una raíz, y se roza la cara con el brezo, aun así no abre los ojos hasta que la piedra está lejos de-trás de yo.

Fuera ya de los árboles, y subiendo la colina que está con el sol como el fuego de-trás, yo ve cerdos, y ahora baja y los cerdos se convierten en troncos, y ahora aquí está yo, sobre ellos, sin más ratos en los que cosechar.

Yo se rasca el trozo de sangre seca que tiene en la rodilla, y mira a-rriba al cielo. Una oscuridad ha llegado mientras yo se sentaba cosechando, ya no puede ver a las bestias del cielo pero puede ver los pequeños ojos que tienen, brillando ahí en lo alto en la oscuridad. Yo está todo frío, y se tumba de-bajo del tronco para evitar el viento. Cierra los ojos, la oscuridad llega dentro de yo como llega en el mundo.

Ahora está oscuro, y yo está de pie sobre los troncos y no cosecha cómo es que está de pie, con los ojos abiertos. Con un poco de miedo mira alrededor, y ahora oye ruido de-trás de yo, como alguien que camina sobre la piel seca de los árboles. Yo se gira para ver, y el miedo que tiene no se hace más pequeño.

Hay una perra negra, de pie en la hierba, a no más de un hombre y algo más de yo. Ella le mira, con ojos tan brillantes como el fuego y grandes como el tronco de un árbol. Yo se mea en las piernas, que se calientan, y se enfrían.

Alrededor de los pies de la perra negra algunas cositas se mueven, y mirarlas no es algo mejor que mirar a la perra negra. Son negros, y no tienen ojos, yo cosecha que son los bebés de la perra negra, que arrastran y se rascan de-bajo de la madre. Tienen lenguas que son largas y blancas como gusanos, y mueven las lenguas de-lante de ellos, para lamer y oler el aire. No hacen ruido, y yo les tiene más miedo a ellos que a ella que está sobre ellos.

La perra negra mira a yo, y la fuerza para moverse se le va, yo se queda como una piedra. Yo cosecha en perras negras, pues las cosechas de yo puede que le ayuden. La gente de yo dice que las perras negras son perros grandes y que dan miedo, que la manada de las perras negras ha vivido en el mundo durante gran rato de hielo, como los Urks, y ahora como la manada Urk ya no está viva. Ahora sólo caminan los perros espíritus de la manada, a-rriba en este mundo y a-bajo en el otro, y cuando la tierra se vuelve fina entre los mundos, como en los cruces de caminos y los puentes sobre ríos, la perra negra viene aquí.

Yo cosecha, y no hay nada que le ayude en las cosechas de yo. Ahí está, más grande que yo, la perra negra le mira con ojos como el sol, y yo no puede apartar la mirada. Entre sus grandes patas delanteras se arrastran los bebés de ella, lamen y huelen, pero yo no puede apartarse de los ojos de ella, que se hacen más grandes y más grandes, hasta que parece que todo alrededor de yo está en llamas. Se hacen tan brillantes que yo no puede mirar, y ahora cierra los ojos, y puede ver la luz a través de la piel de los ojos.

Ahora todo está raro.

Yo no está ya de pie, está tumbado en la tierra de-bajo del tronco, la luz de la perra negra aún ve a través de los ojos cerrados. Ahora los abre, despacio, con mucho miedo.

La luz ya no viene del ojo de la perra negra. La luz es la luz del sol, que sigue a la oscuridad, y ahora mira y ve que la perra negra ya no está aquí, ni los bebés. Ahora se levanta, las piernas de yo están todas mojadas con pis, y camina hacia donde ha visto a la bestia espíritu. Se agacha para mirar. No hay en el suelo formas de pie, ni otra señal de ellos.

No cosecha qué cosechar. Yo no ve ningún cruce de caminos, ni puente de río, aun así la perra negra vino a yo. Yo cosecha sobre esto, y ahora la tripa de yo hace un ruido para decir que yo tiene que caminar más, y encontrar comida para él.

Camina, y tras un rato se gira, para mirar a-trás. Ve los troncos, y ahora vuelven a ser cerdos y yo ya no está cerca de ellos. El cerdo de a-rriba, se la mete a ella por de-bajo, y parece que él pasa un buen rato. Cosecha que si corre de nuevo van a cambiar, y se van a convertir en troncos para enfadarle. Escupe, se gira, y sigue caminando.

Por en-cima, a través de las ramas de los árboles, está el sol, que sigue a yo. Anda a través del bosque de camino a otra colina, cuando ve unos cerdos en la cima que se levanta de la tierra. Desde lejos, la colina parece pequeña, aunque ahora se hace grande, alrededor. La tierra de-bajo de las pisadas de yo primero sube suave, ahora más y más, y durante largos ratos sube la colina por de-bajo de muchos árboles. A yo le cuesta respirar, y la pierna de yo quema como el fuego, y así llega a lo alto de la colina.

Aquí, los árboles paran, y ya no hay más, después sólo hay troncos cortados. Hay tantos troncos cortados, por el camino debajo de la colina, que el cielo se ha vuelto más grande donde la cima del mundo está desnuda. Se sienta aquí en este tronco para mirar.

Yo está en-cima de un gran valle, que va de aquí a la orilla del mundo. Aquí y allí hay árboles, aunque hay más troncos cortados, y hacen un claro que da miedo. Valle a-bajo está el río, con un puente lejano para cruzarlo por lo que parece, así es como la perra negra vino a estos lugares. Entre el río y yo hay otra colina, más baja, adonde yo mira y ve algo que en ningún rato ha visto.

Hay una obra, ahí en la colina, más grande de lo que puede cosechar. Es un círculo, y tiene círculos más pequeños dentro, como un gusano seco tumbado en la hierba. Los círculos que tiene son muros, y al lado hay muchos agujeros de cavar en el suelo, más bajos que el agujero que yo ha cavado para madre y otro más. Yo cosecha que la tierra se saca de los agujeros para hacer el muro.

El círculo que está más dentro de la obra tiene muchas bestias dentro, todas blancas. Ahora el viento cambia, y yo las huele, la mierda de ellas y eso, y cosecha que son bueyes aur, aunque hay más que los que la gente de yo ha visto de rato de hielo a otro rato de hielo. Ahí, en medio de este círculo que está más dentro hay una choza de madera, con bueyes alrededor. Lo ratos pasan, y de la choza sale un hombre que viste pieles, para mear, después vuelve dentro. Puede estar en la choza para cuidar a las bestias.

El muro redondo dé bueyes aur tiene muchos agujeros, para salir y entrar, y los agujeros se cierran con maderas para parar, para que las bestias no se puedan marchar. En un círculo más fuera, cruzando el muro de los bueyes, hay cerdos. Hay muchos, y están con pájaros que no vuelan que se rascan con las patas de ellos. La tripa de yo hace un ruido, de dolor.

Después del muro de cerdos hay otro círculo que destaca más, pero hay poco sitio para moverse, entre él y el círculo de cerdos. Hay gente que anda, no tanta como bestias, y se paran a hablar entre ellos, un poco más a-bajo de yo. Yo no puede cosechar cuánta gente puede trabajar para hacer esta obra, que es tan grande.

A través y a-bajo de la pequeña colina, lejos de ellos, yo ve muchas chozas que acaban en punta, allí al lado del río. Hay tantas como los dedos de las manos y de los pies de yo, y allí muchos humos se levantan. Cosecha que eso es obra de la gente que se queda, para cuidar sus bestias, aunque es difícil cosechar que hay sitios de gente que se queda tan grandes como éste en el mundo.

Yo no cosecha cómo hacen esta obra junto al puente de un río, donde la tierra entre los mundos es fina, si hasta un bebé cosecha que eso no es bueno. Puede que no cosechen a la perra negra y los que se le parecen, yo ha oído que la gente que se queda puede que no coseche más que un bebé. La gente de yo dice muchas cosas como éstas sobre la manada que se queda. Unos dicen, cómo el hombre que se queda encuentra compañera, y otro dice, él espera a que a ella se le enreden los cuernos en el brezo.

Le duele la pierna, donde otros hombres que se quedan le han lanzado una piedra, y yo no quiere más de eso. Ve que puede bajar la colina, cruzar al otro lado de las chozas que acaban en punta, y así llegar al puente del río para poder continuar.

Yo se levanta, y ahora baja la colina, entre muchos troncos cortados. Todos acaban en punta, el valle es como una boca, y los troncos cortados son como los dientes. A yo no le gusta todo esto tan abierto, donde los árboles pasan por el hacha. No es bueno.

Ahora yo está de-bajo de la pequeña colina, por lo que la colina se vuelve más grande, y ahora oye el ruido bajo de los bueyes aur, lejos por en-cima de él. La colina está en el camino de la caída del sol, por lo que yo anda por el otro camino, el del sol que se levanta. La tierra se vuelve más blanda en la parte baja del valle, cuanto yo más baja, aún más blanda se vuelve, camina hasta las rodillas cubierto de tierra, el caminar es lento. Los árboles cortados no son tantos como colina a-rriba, y el pudrir está dentro de ellos, todo negro, marcados con pelo de hierba y llenos de agua de mocos, donde hay muchos bichos que pican.

Lejos de-trás de yo suena el grito bajo del buey aur para encontrar compañera. Yo saca el pie de agujero que chupa lleno de humedad y tierra, y sigue andando. Yo no puede ver el puente del río, como lo ha visto desde a-rriba, porque está de-trás de los árboles que están todos juntos de-lante de yo, aun así yo busca un camino para ir donde cosecha que está el cruce del río.

Despacio, a través la hierba y de la tierra que traga. La tripa de yo duele. Está tan vacía que todo está raro en yo, y está tan asustado que la cabeza de yo flota, como las bestias del cielo. La tierra se traga la pierna de yo. La tierra vieja cosecha que no ha puesto el pie de madre en ella y quiere su parte, como se le debe un pie aún, toma el pie de yo a cambio. Esta cosecha asusta a yo, que pone la pierna en lo alto como los pájaros que andan, y corre tan rápido como puede a los árboles, que están sobre tierra más seca.

Ahora está junto a los árboles. Yo puede caminar y no hundirse en la tierra, aunque ya no tiene fuerzas para caminar más. Los árboles están juntitos, y yo sólo cosecha en llegar al puente. Camina bajo los árboles, y se apoya en ellos para estar en pie, y caen más ratos mientras yo camina. La herida en la pierna de yo duele como fuego. Yo cae. Se levanta. Cae. Se levanta, y ahora cruza los árboles que están juntos, hasta la otra orilla de ellos y mira. Yo cosecha que ahora se siente más bien, y está con más fuerzas. Se cae.

No se puede levantar. Tumbado de espaldas está yo en la hierba, la cabeza apoyada contra la raíz de un árbol. En-cima de yo no hay nada, sólo muchas ramas de árboles, a todas se les ha caído la piel. Mira a-bajo, pasa por la tripa de yo, las piernas y pies y mira más allá de los árboles hacia el río, donde el ruido de las aguas es alto. Yo no ve el puente. No está donde yo cosecha. Puede que no encuentre el camino para el puente a través de los árboles juntos. Ahora los bichos de la mierda vuelan alrededor de la sangre seca de la rodilla de yo, que está negra, y los bichos de la mierda se quedan en la pierna de yo, y no tiene fuerzas para apartarlos.

Mira el camino del río, mejor eso que mirar la pierna de yo. Entre el río y aquí en donde los árboles juntos ve una tierra que se eleva, con hierba alrededor. En la subida…

En la subida hay una cosa toda blanca, más alta que un hombre y otro más, en su cima hay pelo que vuela con el viento, todo negro y largo. Es una mujer, toda blanca, aunque da miedo de lo grande que es, y no está en este mundo. Yo cierra los ojos, para que no vea a yo.

Ahora abre los ojos, pero poco, y yo ve que ella no se mueve. Abre más los ojos, porque esto parece extraño, y ve que cambia. Ahora no es una mujer.

Choza. Es una choza, todo lo que cuelga es piel de buey aur y por eso es blanca. Tiene una punta afilada, de donde cuelgan largas pieles, todas negras que vuelan con el viento. No cosecha si hay gente en la choza, ni cómo la cabaña de ellos está aquí sola, lejos de la manada que se queda y de la gran obra colina a-rriba.

Yo mira duro la choza, ya que yo no tiene otra cosa que ver. Alrededor de yo, los bichos de la mierda hacen ruiditos, que ahora se vuelven más altos. Mira, y no puede ver nada, sólo algo gris, con una forma blanca donde la choza está, y ahora el blanco es gris, el gris es negro, y el negro es nada.

Ruido. Yo escupe y le sabe raro. Ahora hay ruido de gente, uno dice algo a otro. Uno es grande y viejo, por el ruido que hace, y el otro pequeño. El pequeño dice sí, y dice una cosa que no puede oír, y dice algo de agua. Ahora hay un poco de luz que cruza la piel de los ojos de yo, y eso es bueno.

Flores, yo huele muchas flores, y como que no es un rato sin nada, sino un rato de flores. Abre los ojos, y ve la choza. Una de las pieles de buey aur que hacen la choza ahora está levantada, y sale alguien agachado, de pelo largo y con luz con un cinturón de cuero alrededor, y vestido con pieles hasta las rodillas. Es una chica, por lo litio parece, y no más grande que yo. Huele, para oler la raja de ella, y no huele nada sólo flores, y no ve flores, aunque ve a la chica. No cosecha si es una flor que parece una chica, o una chica que huele como una flor.

Entre las manos ella sostiene algo, todo gris. Se aleja de la choza, y también se aleja de yo, baja la tierra que se eleva y va de camino al río. Camina entre la hierba, pero no se hunde, parece que anda por un camino donde el suelo está seco. Ahora ella está lejos, yo no puede verla por en-cima de la hierba, y el olor a flor llega ahora menos.

Ahora algo se mueve en la choza, a la que yo vuelve a mirar. La piel blanca está a-rriba, y alguien que es grande sale agachado, desnudo salvo por el cinturón y la piel que se la cubre. Es un hombre. Un hombre que da miedo.

Se levanta, para mirar alrededor, aunque no mira a yo. Es un hombre más viejo de los que yo ha visto, tiene el pelo blanco y largo, el pelo de la barbilla igual, y oh, la cara. La cara está marcada con fuego negro, sólo los ojos son blancos. Tiene un cinturón pequeño alrededor de la cabeza, de donde salen palos con muchas puntas, parece un buey con cuernos de rama. En una mano lleva flores y en la otra palos. Ahora mira más alrededor, y se tira un pedo, y se sienta en-frente de la choza de piel banca de él.

Yo no ve lo que hace, pero hace algo rápido con las manos, y pasa más ratos así. Humo. Yo huele humo. Él ha hecho un fuego, y ahora ha puesto más palos dentro, para hacerlo más grande. Coge piedrecitas y las pone ahí, una sobre otra, alrededor del fuego, para hacer una casa al fuego.

Está apoyado de espaldas a la choza, y ahora coge una cosa de madera y piedra, no más larga que la mano de yo, toda plana y con punta. Esta hacha de mano la pone en otra piedra que está cerca, donde la rasca a-de-lante y a-trás; como para hacerla más afilada. Ahora yo se tumba de espaldas, y oye el ruido de eso, y el sol baja aún más en el cielo.

Con el olor a humo viene más olor a flor, y yo levanta la cabeza para mirar al río. La chica vuelve con hierba de la tierra que se eleva entre los pies y las pieles que lleva se mueven alrededor de las rodillas. Entre las manos aún hay una cosita, toda gris, y mientras anda yo ve salir y caer algo mojado en los brazos de ella. Yo cosecha que ella sostiene una obra como las del pequeño valle, que en el río ha llenado. Ella ahora camina despacio sobre la tierra que se eleva, donde el hombre con cabeza de palos coge el agua para colocarla sobre la casa del fuego.

La chica se sienta al lado del fuego de rodillas, y no se mueve. El sol baja más, y mientras la luz del cielo se hace menos, la luz del fuego se hace más, el espíritu negro de la chica se a-lárga sobre la choza de-trás de ella. Aún más largo es el espíritu del hombre de cabeza de palos, todo negro con palos que se mueven como muchos gusanos sobre la cabeza. El coge flores y las echa en el agua, en-cima del fuego, de donde sube el humo gris de agua.

Bajo la luz del fuego, yo ve ahora un muro bajo, hecho con tierra, que está de-trás de la choza. Ratos a-trás yo no ha visto esto. Quizá es para guardar bestias, como las más grandes de la obra de la colina, aunque lo ve poco, y no cosecha. El fuego se eleva más alto. Los espíritus negros se apoyan a-de-lante y a-trás a través de la piel de buey aur.

Algo blanco gordo y suave como polvo de hielo se levanta de la obra sobre la casa del fuego, se cae de la orilla de la obra, y la cosa blanca cae toda ella para ahora hacer un ruido de gato en el fuego. El hombre de la cabeza con palos pone un poco de piel sobre sus manos para que no se quemen. La saca de la casa del fuego, y la pone ahora junto a él.

Saca un poco de la cosa blanca y gorda de la obra, una mano llena y otra igual. La chica sentada de rodillas no se mueve. La oscuridad está en el cielo. Los espíritus negros se apoyan en la choza. Ahora el hombre de palos en la cabeza pone la cosa blanca en la cara de la chica, y ella no se mueve, la cosa blanca es gorda de-bajo de los ojos, y en la boca de ella. Cae en trocitos sobre la piel que lleva sobre las tetas.

La chica no se mueve. Ahora el hombre de cara negra menea mis manos por todo el cuerpo, parece que busca algo, y ahora algo gris y cálido cae sobre yo, y cierra los ojos. Huele humo. Huele flores y yo oye más ruido de algo que se rasca, se rasca por de-lante, por de-trás, y por de-lante.

Y por de-trás.

Oscuridad. Muchas pequeñas cosechas. Frío. La pierna duele como el fuego y oh. Oh yo. Oscuridad. Nada. La pierna duele, oh. Oh Madre, yo no ha vivido más ratos de hielo que los dedos de yo. Oscuridad. Oscuridad, la tripa duele y está fría. Madre y yo caminan bajo los árboles, andan raro y se apoyan uno en el otro, porque ella sólo tiene una pierna, igual que yo, nosotros tienen las piernas cortadas llenas de sangre. Oscuridad. Oscuridad, frío, y nada en la tripa de yo. Flores. Oscuridad.

Luz. Yo huele… luz, a través de la piel de los ojos. Yo huele flores y… abre. Abre los ojos y… flores, y yo mira hacia a-rriba a…

Ella mira hacia a-bajo a yo. La chica que huele a flor. Está sentada de rodillas junto a yo, mientras yo está tumbado en la hierba bajo los árboles juntos. La obra gris tiene entre las manos, mientras sostiene agua del río dentro. El largo pelo de ella pincha la tripa de yo, y así se miran el uno al otro, y yo no cosecha nada que decir.

Come esto, dice, y yo no dice nada, sólo mira. Ahora ella pone la obra en la boca de yo, el agua de él llega cálida a la barbilla, a la lengua, y es leche, y la leche es tan buena. Yo come, y le gustan los ratos en los que la mira, por en-cima del borde de la obra. Cómo, dice ella ahora, ha llegado yo aquí. Lo que dice es raro, dice cosas de otra forma, aunque yo puede cosechar lo que dice. La boca de yo está llena de leche, por lo que no puede decir nada, aunque la leche cae y ya no hay más, y ella quita la obra de ella de la boca de yo. Cómo es que yo ha venido aquí, ella dice un rato más.

Ahora yo dice muchas cosas, y todas de-prisa. Dice del pie de madre, y de la gente de yo que se va lejos. Yo dice del pájaro podrido con gusanos, y de la manada que se queda que lanza una piedra y hace daño a la pierna de yo. Entonces, la chica hace un buen gesto, y dice que ha quitado el pudrir de la pierna de yo, y ahora cosecha que la pierna no le duele, y mira a-bajo hacia ella.

No hay sangre seca. Bajo la rodilla hay mierda y tierra toda mojada, y donde estaba la herida en la pierna de yo hay piel de árbol, toda suave y cálida. Yo mira de la pierna hacia ella y dice, por qué, cómo, y eso. Ella dice que le ha encontrado esta mañana con la primera luz, y ha visto que la pierna de yo está herida. Ha arrastrado a yo más cerca de los árboles juntos, para esconderlo, y hacer cosas buenas con la pierna de yo en ratos que yo no cosecha.

Todo esto dice ella, y ahora tiene más cosas que yo puede comer. Saca un palo de carne seca de las pieles de ella, que pone en la mano de yo. Yo levanta la carne en palo hacia la boca, y mascarla es duro, aunque lamerla está bien. Tiene que decir más de cómo yo ha llegado, ella dice.

Yo tiene carne seca en la boca, y muchas de las cosas que dice yo ella hace que las vuelva a decir más ratos, así es más bueno para cosechar. Yo dice de caminar, y de los cerdos que se vuelven troncos, y dice de la perra negra. Ella mueve la cabeza a-de-lante y a-trás, para decir que los cosecha. Yo dice de cómo ha llegado al valle, y ha visto la gran obra de la colina, por lo que ha ido por otro lado y así ha llegado hasta aquí.

Ella dice si hombres en la obra han visto a yo, y yo dice no, y ella dice que eso es bueno. Por qué eso es bueno, dice yo. Oh, ella dice ahora, ellos son hombres fuertes de la manada que se queda en el río. Si ellos ven a yo, puede que le lancen una piedra. Yo mira la pierna, y cosecha que lo que dice ella es cierto.

Ahora yo mira junto a ella, a través de la hierba donde la choza está en la tierra que se levanta, y el río se aleja, de-trás de la choza. En el río hay formas que se mueven, que yo cosecha que son la rata de cola plana de ellos, están por todo alrededor haciendo chozas de río para ellas. Cómo es que ella huele a flores, dice yo.

Hay una forma, dice ella, de coger el olor de la flor y hacer entonces un agua que huele, que puede ponerse en la piel o el pelo. Ahora ella ya no mira a yo, mira hacia el río. Lo que dice ella se vuelve más bajito.

Hob quiere que ella huela a flores, dice ella, así él puede cosechar dónde está mientras él no la ve. No dice nada más, y mira a lo lejos. Ahora arranca un poco de hierba, y se la mete en la boca. Yo no cosecha a Hob, dice yo, y da un tirón con los dientes a la carne seca. Ella ya no mira a yo, pero levanta la mano y con el dedo sigue el camino de la choza. Esa choza es de Hob, dice ella.

Yo ha visto a Hob, dice yo. Es un hombre de cara negra con palos en la cabeza.

Ahora ella se gira rápido y mira a yo. Cómo es que yo ha visto a Hob, dice, y mira a yo raro. Yo dice ahora sobre cómo la ha visto ir a por agua del río, agua que Hob ha puesto en la casa para el fuego, de donde ha salido una cosa blanca. Yo dice de cómo ha visto a Hob poner la cosa blanca en la cara de ella, después de eso no ha visto más.

Ella se tumba despacio, de nuevo en la hierba, con los brazos todo apoyados en los ojos, para parar la luz. Eso blanco es agua de olor dice ella, para hacer que huela como una flor. Yo cosecha ver cómo el hombre de la cabeza con palos pone flores en el agua, donde se ha vuelto blanca, y cosecha que lo que dice ella es cierto.

Nosotros se tumban en la hierba. En el cielo sobre nosotros hay bestias del cielo que ahora corren de-trás del sol, y no al revés. Lo cogen y se lo comen, ya no hay más sol y la luz se ha ido del cielo. El viejo río es ahora gris, y la hierba igual que éste es gris. Yo dice que por qué ella busca comida para yo, y pone bien la pierna de yo. Ahora se levanta un poco mientras sigue tumbada, se apoya en un brazo y mira a yo. El pelo con luz cae sobre los ojos de ella, lo a-parta.

Está sola salvo por Hob, dice ella. Ella no tiene a nadie con quien decir cosas, ni con quien caminar en buenos ratos. Hob es viejo, hay oscuridad en sus cosechas, para él ya no hay buenos ratos, y tiene poco que decir. Ella ha encontrado leche para yo y le ha ayudado con la pierna para que yo decir a ella de las muchas cosas que yo ha visto en el mundo, y así tener buenas cosechas cuando está sola con Hob.

La piel de la cara de ella es suave, con solo una marquita en la mejilla. Un bicho de alas con marcas vuela alrededor del pelo de ella, y ahora se para en el cinturón de piel blanca, que tiene alrededor de la cabeza. Cómo es que está con Hob, dice yo, si está oscuro, sin más buenos ratos.

Ahora ella respira como el viento suave, y dice que ella viene de una manada que no se mueve que está lejos, y que tiene que trabajar para Hob. Lo que dice Hob está por en-cima de mucha gente de la manada que no se mueve, porque es un…

Aquí ella dice algo que yo no cosecha, y yo dice que cómo, y ella dice que es como el Hombre de la Comida, pero con algo más raro.

Hob ya no tiene hijos que trabajen para él en las grandes obras de él, dice ella ahora, por eso ella tiene que venir y trabajar, y poner la comida al fuego, y buscar madera y eso. Hace un gesto nada bueno al decir esto. Ahora llega un sonido bajo de buey de aur, lejos allá en lo alto, y la hierba alrededor de la choza es gris y se mueve como humo en el viento. Dónde está Hob, dice yo.

Antes de la primera luz se va, dice ella, para caminar hasta la manada de la gente que no se mueve río a-bajo. Él tiene muchas cosas que hacer, después vuelve aquí.

En ese rato un miedo le viene a yo. Cosecha la cara negra de él, los palos como cuernos de una bestia, y dice que qué bien que yo ha caminado más lejos, de forma que él no ha podido encontrar a yo. Ahora intenta levantarse, pero aún hay pocas fuerzas en yo.

La chica hace un gesto aún menos bueno, y ella le dice que la pierna de yo está sin ratos para ponerse bien, y que aún no tiene la tripa llena, y lo que dice es cierto. Ella dice que yo se puede esconder donde Hob no lo encuentre, que sólo ella va a cosechar dónde está yo. De-trás de la choza, ella dice, hay una obra-muro hecha de tierra, para guardar cerdos. Hob ya no tiene cerdos, y la obra está vacía, por eso puede esconderse ahí. Yo cosecha que esta obra la ha visto a la luz del fuego.

Ahí se puede quedar yo, dice ella, mientras la pierna se pone más bien, y busca comida para yo. Si Hob ve que se va más comida, ella le va a decir que la comida se la han llevado las ratas.

Esto es algo más raro de lo que yo puede cosechar. Cosecha en ello de una forma, de otra, aun así cosecha que no está bien. Cómo puede ser, dice yo ahora, que yo se vuelva una rata.

Ella hace un buen gesto, y dice que yo no se vuelve una rata, ella sólo le va a decir esto a Hob. Yo le mira a ella. No cosecha aún lo que dice, y ver esto hace que ella haga un gesto aún más bueno. Es que, dice ahora ella, yo no puede cosechar que uno puede decir algo de una cosa cuando esa cosa no lo es.

Ésta es una cosecha que en ningún rato yo ha oído, decir que una cosa es, algo que no es. Es una cosecha más grande de lo que puede soportar dentro de yo en un sólo rato. La mira a ella con la boca abierta. Yo sacude la cabeza, diciendo no.

El buen gesto de ella se vuelve más grande, y dice qué bueno es para ella encontrar a alguien como yo, que es tan raro en la cosecha y en el decir. Ahora, ella dice, mientras yo no tiene ningún rato para cosecharlo. A atravesar la hierba y a llegar al escondite de la obra al lado de la choza de piel blanca, dice ella.

Ella se pone en pie, y coge la mano de yo, y la mano de ella es ahora pequeña, y cálida. Ahora, dice ella, y tira, y de esta forma le ayuda a levantarse. No hay fuerzas en yo, y ella pone el brazo en la espalda de yo, para ayudarle a caminar. Parece que yo camina con la cara entre las flores, para olerlas.

Nosotros bajan despacio de los árboles juntos, y ahora caminan por la hierba, donde hay un camino seco entre la tierra húmeda y que chupa. El camino va por la tierra que se eleva donde la choza de piel blanca está, y ahora nosotros suben, el brazo de ella en la espalda de yo, y llegan al lado de la choza. Nosotros andan un poco, pero las fuerzas se van de yo, las piernas tiemblan.

Visto desde aquí, la choza es más grande de lo que yo cosecha, aunque sólo está hecha para un hombre y una chica. Por primeros ratos yo cosecha lo que es Hob, con mucho decir por en-cima de la gente. Los ratos son así de buenos para él. Puede que los ratos van a ser tan buenos para yo. La chica tira de la mano de yo, y de esta forma nosotros caminan alrededor de la choza donde llegan a la casa del cerdo.

Los muros de tierra de la casa llegan hasta el cuello de yo, hay un agujero en el muro con maderas que no dejan salir. La tierra de a-bajo de la casa del cerdo está toda cubierta de hierba seca, gruesa y cálida, y donde una pared sigue a la otra, a la altura de las rodillas, hay una chocita hecha de ramas. Yo huele poco a cerdo aquí, yo huele más a flores. Ella abre las maderas que no dejan salir, y dentro de la casa del cerdo nosotros entran.

Hob no mira aquí dentro, dice ella, ahora que ya no hay un cerdo aquí. Ella dice que si se esconde en la hierba seca, mientras ella va a trabajar para Hob, después ella va a volver con la oscuridad con comida para yo. Ahora ella pone otro palo de carne seca en la mano de yo, para que coma entre ratos, y ahora abre las maderas que no dejan salir para irse. Yo quiere que ella pueda quedarse más ratos con yo. Yo re-busca en las cosechas de yo para una cosa que cuando yo pueda decirla, ella se vaya más despacio.

Yo dice que cómo ella ha dicho que Hob no tiene ya hijo. Se ha ido el hijo, igual que el cerdo de la casa en la que está yo ahora se ha ido.

Entonces ella mira al suelo, una oscuridad tiene en la cara. El hijo de Hob ya no viene por aquí, dice ella, y según lo dice se va. Por el agujero del muro se marcha, cerrando las maderas que no dejan salir de-trás de ella. Camina alrededor de la choza y no puede verla más, pero yo aún la huele, como flores que caen de un árbol.

Yo gatea dentro de la chocita de ramas, y de-bajo de la hierba seca. Pone el palo de carne seca en la boca de yo para mascar, y la tripa de yo está bien. Está sin fuerzas por el andar de yo desde los árboles juntos, ahora se tumba con la mejilla en la hierba que pincha, y chupa la carne, y cierra los ojos.

A hora los abre. Todo está oscuro. Hay una cosa en la boca de yo. Oh, es carne con palo. El final se ha vuelto blando como la mierda, y el sabor de la carne es fuerte en la lengua de yo. La mejilla de yo le pica, y no cosecha dónde está, aunque cosecha las flores, y la chica, la choza y la casa del cerdo, y cosecha el camino de yo hasta aquí.

Cruzando la casa del cerdo está la choza de piel blanca, de donde yo oye el ruido de un hombre diciendo muchas cosas, y el ruido de una chica diciendo cosas a él. Yo cosecha que Hob ha vuelto aquí de hacer cosas en la manada que se queda.

Ahora todo está callado. Yo está en la hierba seca, mascando carne, y los ratos se van así.

Oye el ruido de las maderas que no dejan salir que se mueven en su agujero, y huele flores, y es algo tan bueno. La chica entra en la casa del cerdo, y cruza hasta la chocita donde yo está. Yo intenta decirle muchas cosas, aunque ella le pone la mano en la boca, una forma de decir no hacer ruido. Ahora ella dice en bajo, más como el ruido que hace el viento en la hierba.

Ella dice que, todo bajito, que viene con comida para yo. De las pieles saca carne de fuego y una cosa de mascar que yo no cosecha, toda dura por fuera, aunque blanda por dentro. Se la coge a ella para mascar, y le dice, cómo puede ser, que sea dura y blanda.

Ella hace un ruido como de gato, como diciendo que yo hace más ruido del que debe. Ella dice que la cosa de mascar está hecha en el fuego con polvo tomado de hierba de sol, que crece por aquí, a la que se le echa un poco de agua. Yo come, y esto es algo bueno, y la carne de fuego ahora está buena en la boca de yo. Es buey, por el sabor. Ella se sienta de rodillas junto a yo, y no hace ruido. Ahora con la boca vacía yo no cosecha nada que decir salvo del hijo de Hob, y cómo es que no está ya más por aquí.

Ella le mira a yo, una rata que vuela hace círculos a través del cielo por en-cima de la casa del cerdo. Ratos callados pasan, y ahora ella dice con oscuridad, ah, es largo de decir, y no hay nada bueno en ello. Ahora está callada, mientras yo cosecha que ella no va a decir nada más, aunque yo no está a gusto con esto.

Ella dice que Hob ha vivido desde hace muchos ratos junto al río con el hijo, la gente de la manada que no se mueve viene para que Hob pueda cosechar por ellos, y para ellos hace muchas cosas. Por todo lo que hace, la gente de la manada que se queda le busca pieles, y comida, y muchas cosas para Hob, como es deber de ellos.

De todo lo que hace Hob, ella dice, hay una cosa más grande que las demás. Ella dice que hay muchas manadas que no se mueven, cruzando el mundo del agua al gran agua, y todas esas manadas tienen hombres con palos en la cabeza como Hob. Los hombres con palos en la cabeza van todos a un lugar, donde cosechan y se dicen cosas unos a otros, después de eso todos dicen de un gran hacer, mientras cosechan entre ellos. Yo se pone de otra forma en la hierba, para oír esto bien.

Ella dice que las cosecha de los hombres con palos en la cabeza es hacer un camino, un camino más grande del que hay, un camino que va hasta la orilla del gran agua de donde el viento cálido viene, y que sigue hasta donde hay muchos árboles de donde el viento frío viene. El camino va a ir por la colina allá en lo alto, y por la orilla del valle.

Esto es mucho más lejos de lo que yo puede cosechar, porque yo en ningún rato ha visto el gran agua. Sólo ha oído decir de él. Qué hay de bueno en hacer un gran camino, le dice yo a ella, mientras ella está en la oscuridad y juega con el pelo de ella. Ella dice que el camino es para el ir y venir de mucha gente, para que hombres de una manada que no se mueve puedan ir hasta otra manada que no se mueve que está lejos, y lleven piedras y pieles con ellos, por los que les dan pieles y obras de la otra manada a cambio. Así, todas las manadas que no se mueven vienen con cosas que ratos a-trás no han podido cosechar, y los buenos ratos vienen a todos mientras estén a lo largo del camino.

Si un camino así se hace, ella dice, aún más buenos ratos van a venir a la manada de aquí ya que van a venir de manadas de otros lugares, porque aquí hay un puente en el río, los hombres que caminan no pueden ir por otro lugar, van a venir aquí, y muchas cosas buenas van a venir con ellos.

Yo se gira sobre la tripa, la hierba seca se le clava. Yo está tumbado con el culo y las piernas dentro de la chocita de ramas, y la cabeza de yo y los brazos fuera. Vuelve la cabeza, para mirar al cielo, donde todas las bestias del cielo han cerrado sus ojos, porque yo no ve ninguna luz. Yo cosecha en el camino, mientras la chica dice todo sobre ello, pero yo no lo cosecha del todo. Le dice a la chica, cómo se hace el camino si no hay muchos pies que caminen sobre él. Y cuánta gente va a caminar a lo largo de este camino si no cosechan adónde van.

Ahora lo que dice ella se vuelve raro, y duro de cosechar. Ella dice que hay una forma por la que un hombre puede cosechar un camino si el camino en el que está es tan largo como todo el mundo, y adónde va es esto, el mundo, dice. En todas las manadas que no se mueven los hombre de cabeza con palos dicen algo, extraño y largo, que dice muchas cosas. Dice de la manada donde está el hombre con palos en la cabeza, y dice de las colinas y los caminos donde la manada de él está, de forma que la gente que viene de otros sitios puede encontrar un camino a él. Ahora todas las cosas que dicen los muchos hombres con palos en la cabeza las han puesto en fila, para hacer un decir aún más grande, que dice de un camino desde la orilla del agua de viento cálido hasta el viento frío donde hay muchos árboles.

Cómo puede ser esto, dice yo. Si la cosa que dicen es tan grande, un hombre no puede cosecharla entera en un rato. Ah, dice ella ahora, ahí es donde viene lo raro. Los hombres con palos en la cabeza hacen esta gran cosa que dicen ellos de una forma que un hombre puede oírlo en un rato y ahora un rato más, así puede cosechar después todos los ratos esa cosa que han dicho. Ese decir está hecho con ruidos, uno parecido al otro, que tiene la forma de lo que se dice como nada más tiene, que es más bueno para seguir cosechándolo.

Aquí ella ya no dice más, aun así se levanta un poco más y toma aire. Ahora hace un ruido suave en el que se dicen cosas, y es más bueno que lo que yo ha oído ratos a-trás salvo en los pájaros, y que dice ella es algo así.

Oh, dice el chico que camina, cómo puede encontrar ahora una compañera,

Arriba en la orilla del valle, en la oscuridad del árbol, junto a la colina del gusano de tierra

Mientras yo aún no está en-terrado en la tierra gris se tumba con ella

Arriba en la orilla del valle, en la oscuridad del árbol

Junto a la colina del gusano de tierra y la curva del río

Ahí se tumban, él y ella, bajo la hierba.

Esto pone un frío que se queda en la tripa de yo al oírle a ella. Ahora ella está callada, y no dice más, pero yo puede oír las cosas que ha dicho, porque hacen círculos y círculos como un pájaro con las alas rotas dentro de yo. A-rriba en la orilla del valle, en la oscuridad del árbol…

Ahora llega un gran ruido desde la choza de piel blanca, cruzando la casa del cerdo, y es Hob. El dice alto, dónde está la chica, y si es la chica la que hace ruido de-trás de la choza de él, y eso. La chica salta y dice, todo bajito, que ella se va lejos para que Hob no vaya a buscarla y encuentre a yo. Ella quiere salir caminando a través de la hierba seca, el olor a flores alrededor de ella quiere re-tener. Espera, dice yo bajito, por miedo a que Hob le pueda oír. Yo dice que no le ha dicho del hijo de Hob, ni cómo se fue lejos, que es lo que quiere cosechar.

El decir de eso es largo, dice ella, más grande de lo puede decirse todo en un sólo rato. Con la primera luz Hob se va a ir, entonces ella va a volver aquí y yo va a oír más, del hijo de Hob. Ahora ella se agacha, y lame la mejilla de yo.

Ella se pone en pie, y se gira, y se va lejos rápido como un buey de cuernos en rama, por el agujero del muro, de la casa del cerdo, lejos en la oscuridad y ya no se la ve. Su olor a flor se lo lleva el viento, y el viento quiere que nadie lo huela, sólo él. De-bajo de la tripa de yo, a yo se le pone dura, la hierba seca le pincha ahí. La saliva de ella se ha vuelto fría ahí en la mejilla de yo.

Cosas que se dicen llegan bajito desde la choza de piel blanca, cosas del hombre a la chica y de la chica al hombre, y ahora todo está callado. El olor a flor de ella se ha ido del todo, yo huele más a cerdo aquí que ratos a-trás. Huele el pudrir del árbol cortado lleno de agua de mocos, y huele el río lento, moviéndose lejos. Se gira hacia a-rriba, con la espalda en la hierba seca, mirando al cielo. No hay nada en el cielo, sólo oscuridad.

Yo cosecha en cómo uno puede decir una cosa, que esa cosa no es, y aún más, en todo lo que un hombre puede hacer con cosechas así, que son tan grandes. Yo cosecha sobre cómo una cosa larga que se dice puede ser como un camino, de forma que el hombre pueda caminar por todo el mundo. La chica, ella pone muchas cosechas raras en la tripa de yo de forma que dentro de yo no está tranquilo. Se gira a un lado, y a otro sobre la hierba seca, y ahora quiere mear.

Yo no puede mear, junto a la choza de piel blanca, donde Hob puede olerle. Yo gatea desde la obra toda de ramas, para levantarse y salir de la casa del cerdo. Fuera del agujero del muro, camina callado de-lante de la choza, donde hay una pequeña colina de ramas y brezo, donde la chica y Hob re-buscan muchas maderas de fuego para ponerlas por aquí. Yo ahora camina alrededor de la colina de palos, y llega a la orilla de la tierra que se eleva.

Ahí en el cielo por en-cima de yo todas las bestias del cielo se apartan, una de otra, y de-trás de ellas está la luna. Por la luz de ella yo ve la hierba que se levanta afilada y blanca, de forma que puede ver dónde la hierba está pisada y lisa, como pasa con el camino que la chica sigue al río, para buscar agua. Yo baja de la tierra elevada, y llega a un camino seco donde no hay tierra que chupe y por el que puede caminar.

La pierna no le duele a yo, las fuerzas vuelven a él, y yo mira a-bajo para verla. La piel de árbol que la chica ha puesto de-bajo de la rodilla aún sigue ahí, sigue en la pierna de yo por la tierra y el agua. Esto es bueno, y sigue caminando, y por este camino llega donde el río oscuro y lento se mueve entre los árboles, donde a yo le gusta ir. Yo no cosecha si puede caminar tan lejos para mear, aunque andar está bien y quedarse tumbado en la casa del cerdo no.

Ahora camina a lo largo del río y a través de los árboles, donde ahora a lo lejos ve de-lante de yo el puente del río que ha visto desde la orilla del valle. Es tan grande, todo hecho de árboles, y ahora cosecha por qué hay aquí tantos troncos cortados. El puente está tumbado sobre muchas chozas del río, como las que hace la rata de cola lisa, y el ruido del río es fuerte de-bajo de él. En la otra orilla, cruzando el río, yo ve el camino ir lejos, todo luz bajo la luna blanca.

Hay ganas en yo. Hay ganas de caminar a través del puente, bajo el camino de luna blanca que se va del valle y no volver aquí más. La madre de yo no le ha hecho para que se quede al lado de chozas con el hombre con palos en la cabeza y la chica que huele a flor y cosas raras así. Yo es uno de la manada de la gente que camina, y está hecho para caminar. Yo tiene ganas de salir de este agujero, donde todo está mojado y huele a pudrir. Un lugar donde la gente se queda al lado del río, donde la perra negra camina. Eso no es bueno.

Aun así yo cosecha muchas cosas. Si camina solo y no encuentra nada que comer, la tripa de yo va a estar vacía, como en los ratos en los que yo aún no ha llegado aquí al lado de la choza de piel blanca. Cosecha en la chica, con el cinturón de piel de buey que sostiene el pelo brillante y largo de ella, y huele a flor por todos lados y ella le ha dicho muchas cosas buenas. Ahora yo cosecha sobre el hijo de Hob, tiene ganas de oírlo, y yo mira ahora al puente y el camino blanco que lo cruza, y oye el ruido alto del río, que cae ahí en la oscuridad.

Ahora yo mea en un árbol, y se gira, y anda junto a la orilla del río, y a través de la hierba, sube la tierra que se eleva y camina alrededor de la choza de piel blanca, y llega junto a la casa del cerdo. Entra gateando en la choza de ramas y gatea de-bajo de la hierba seca. Ahora cierra los ojos, y todo el mundo se va de yo.

Flores. La primera luz. La chica dice, ahora Hob se va a la manada de la gente que no se mueve río a-bajo. Ahora, a-rriba, y eso. Ella coge de la coleta a yo y da un pequeño tirón. Ahora, ella dice, y dice que tiene comida para yo. Ahora abre los ojos, y yo se levanta.

Ah, es bueno que yo no ha cruzado el puente en la oscuridad, para no verla más. Ella se sienta junto a yo con la luz del sol en ella, la piel de ella es más blanca que el cinturón de buey aur que le recoge el pelo. En una mano sostiene una cosa de mascar que está hecha de hierba de sol, mientras que en la otra mano tiene manzanas con tetas.

Las manzanas con tetas son suaves y buenas para comer, el agua de ellas corre por la barbilla de yo. Ella hace un gesto bueno a esto, y dice que ha encontrado otra cosa para yo, aunque no la puede comer. Ahora yo mira, y junto a ella ve pieles. Son pieles para las piernas, para la tripa y pieles secas hechas para los pies. Cómo es que tiene las pieles, dice yo, y al decir escupe un poco de la manzana con tetas que va a caer en la mano de ella. Ahora ella levanta la mano, y saca la lengua y lo lame, y todo mientras mira a yo. A yo le empieza a picar.

La pieles son del hijo de Hob, dice ella, y no dice más, y mira al río, lleno de la luz del sol, lo que hace que los ojos de ella se hagan pequeños. Yo dice que cómo se ha ido el hijo de Hob sin las pieles de él.

Ella mira más al río. Dice que él no tiene ganas de ropa donde ha ido.

Ahora ella se levanta, y se gira hacia yo. Ella dice, ahora, a ponerse las pieles para que nosotros puedan caminar por la orilla del río. Yo se levanta, y hace lo que ella dice, se pone las pieles alrededor de las piernas de yo, la tripa de yo, la espalda de yo, y ahora en los pies de yo, y el roce de las pieles es raro.

Salen de la casa del cerdo y pasan al lado de la choza, donde la colina de ramas de fuego está de-lante, que es más grande que yo. Pasan por la tierra que se eleva y a través de la hierba a la orilla del río, donde ratos a-trás yo ha venido a mear. Ahí nosotros caminan al lado del agua. Yo dice que ella ha dicho de los hombres con palos en la cabeza y del gran camino que se dice, aunque ella no ha dicho qué tiene que ver con esto el hijo de Hob, o cómo se ha ido.

Ella dice que si yo se sienta con ella de-bajo de los árboles al lado de la orilla del río, ella va a decir todo a yo. Y ahora nosotros han encontrado un árbol, y se sientan aquí en la hierba, ella con las piernas colgando y los dedos del pie en el agua, donde hace anillos (le luz.

Ella dice ahora sobre los hombres con palos en la cabeza, y sobre el camino que se dice. El camino es la más rara y más grande de 1,1s obras que hay en el mundo desde ratos a-trás, más grande que las piedras redondas que están de pie que la gente dice que se han hecho allí en el gran claro, lejos en el camino del sol que se eleva. Ella dice que para hacer este camino que se dice los hombres con palos desean una fuerza y una cosecha rara que ratos a-trás no ha estado en ellos. Una fuerza que viene del otro mundo, de-bajo de la tierra, donde los espíritus de ellos caminan.

Hob y la manada de cabezas con palos toman esta fuerza del inundo de los espíritus, dice la chica, y los espíritus cogen algo a cambio de los hombres con palos en la cabeza. Ahora ella está callada. Cómo cogen los espíritus algo a cambio para ellos, dice yo.

Ella dice que los espíritus cogen lo que los hombres con palos en la cabeza quieren más en este mundo, lo que esto pueda ser. Esa cosa pasa por el hacha de los hombres con palos en la cabeza y hacen que no viva más, y los espíritus se lo llevan al otro mundo. A cambio los espíritus ponen fuerza en el hombre con palos en la cabeza, y algo raro en las cosechas de él para que pueda hacer bien el camino que se dice.

Y con Hob, dice yo, cuál es esta cosa que quiere más que nada en este mundo, esta cosa que los espíritus hacen que él pase por el hacha. Ella saca los pies del río, blancos y fríos, con gotitas de agua que sobre-salen. Es el hijo de él, ella dice. Es el hijo de él.

A través del agua se levantan muchos pájaros de boca lisa, haciendo mucho ruido, y vuelan lejos por en-cima de lo mojado y el agua, de camino a la orilla del valle. Un gusano de piel de árbol cae en el pie de yo, uno de la manada de los que tienen pelo en la espalda. Yo lo levanta entre los dedos, y tira, de forma que se hace trocitos, juega con él largos ratos de esta forma, y lo lame de la mano de yo. La chica se gira desde el río, para mirar a yo. La gente que camina pasa por el hacha a los hijos, ella dice.

No, dice yo. Ni a bestia ni pájaro, salvo si están mal en la cosecha de ellos. Yo no ha oído en ratos a-trás una cosa que dé tanto miedo o tan rara como ésta. Pasar por el hacha a bebés no es más bueno de lo que yo puede cosechar. Yo dice más cosas así, y dice, si a Hob no le gusta el hijo como para poder hacerle eso.

No es eso, dice la chica. Que no es eso. A Hob le gusta y quiere más al hijo dentro de él que un hombre a una compañera. Como el fuego quiere al árbol de madera seca. Él no quiere hacer que el hijo no viva.

Yo dice, Hob puede decir no a esto, y decir que no pasa al hijo de él por el hacha, ya que está por en-cima de mucha gente.

La gente quiere el camino, dice ella. La gente quiere pieles y comidas, y los buenos ratos que con el camino aquí van a venir. La manada que se queda durante largos ratos ha buscado comida y pieles y todo eso para Hob, y ahora quieren que haga el camino para ellos, a cambio. Si no pasa al hijo por el hacha y no hace bien el camino, no va a estar ya por en-cima de ellos. Si no lo hace bien con ellos, parece ser que él y su hijo se van a tener que ir de aquí. Echados, y a re-buscar comida, donde puede que ya no vayan a vivir más.

Qué cosecha el hijo de Hob de todo esto, dice yo. Ella mueve el cuello y los brazos, un gesto de que no lo cosecha. Ella dice que si el hijo de Hob cosecha de una forma u otra, no le sirve para nada. Si él huye lejos de la manada que se queda no va a tener qué comer, él no va a estar vivo largos ratos. Si no huye, Hob le pasa por el hacha. El hijo de Hob puede hacer una cosa, puede hacer otra, pero ni una ni otra es buena para él.

Ella levanta los brazos, para hacer larga su espalda. La pequeñas tetas empujan la forma que tienen contra la piel de la tripa. Ahora está de pie y diciendo a yo, ahora, nosotros pueden caminar más lejos a lo largo de la orilla del río. Ella le da la mano, para que yo la coja y se levante, la mano está mojada con el calor de ella.

Ahora nosotros caminan al lado de río, y no dicen nada, pero caminan cubiertos hasta las rodillas a través de la colina de piel seca de árbol, y con el caminar las tiran por todos lados. Nosotros salen de de-bajo de los árboles, donde ven un puente lejos. El puente es más grande a luz del sol que lo que yo ha visto en la oscuridad, y le dice esto a la chica. Ella se para, y se gira para mirar a yo.

Ella dice que cómo yo ha visto el puente en la oscuridad, y yo dice que ha venido aquí para mear, y luego ha vuelto a la casa del cerdo. Ella mira a yo, como cosechando esto, y ahora hace un buen gesto. Ahora, ella dice, nosotros pueden subir al puente del río.

Nosotros caminan a lo largo del camino, y el puente del río se vuelve más grande al acercarse más, yo no cosecha cuántos árboles se han hecho caer para hacerlo. Aquí, en la orilla del puente hay maderas negras y viejas que lo levantan, que le hacen estar más alto que la orilla del río para así poder cruzarlo. La chica ahora está tumbada sobre la tripa en el puente que se eleva, tiene la nariz contra las maderas negras para mirar entre ellas. La pieles de ella tienen buena forma alrededor del culo de forma que la cosecha viene a yo es de levantarlas y mirar, pero ah, no lo hace. Aquí, dice ella, hay que mirar por aquí, entre los troncos.

Yo se tumba junto a ella, en el puente, y mira por donde dice ella, a través de las maderas negras hacia la oscuridad entre ellas. Por ratos pequeños yo no ve nada, sólo oscuridad, aunque ahora ve más bien, y ve la forma toda delgada y blanca, que está en la oscuridad, y que no se mueve. Yo no puede cosechar si es un hombre o una mujer, aun así ve que es todo huesos y piel seca, y nada más. Tiene las pieles llenas de agujeros por todos lados, no hay pelo en la cabeza de hueso, está como arrancado. Los agujeros de los ojos parecen mirar a nosotros, y a-bajo de la cabeza de hueso están los dientes haciendo un buen gesto a yo.

Es una mujer, la chica dice. La mujer ha sido puesta viva aquí, para que su espíritu pueda mantener el puente y haga bueno el puente, que no se caiga, y que el fuego no llegue. Ahora la chica está de pie y no dice nada, y camina de pie y sobre el puente, por donde yo le sigue de-trás. Mientras ella camina hace otro decir, raro y como el de un pájaro, pero no dice de la orilla del valle y de la oscuridad de los árboles y eso. Este decir es más rápido al decirlo, y oírlo está bien, y es algo así…

Ella está tumbada de-bajo del puente,

Y es sólo huesos, nada más que huesos,

La buena mujer de yo, está ahí tumbada,

Y por el camino del río se van ellos.

Nosotros cruzan el puente, y caminan de tronco redondo en tronco redondo, despacio, para que nosotros no caigan por la hierba moco que crece ahí en-cima, y llegan al medio, donde una orilla no está más lejos que la otra. Ahora el viejo viento es fuerte, y el río hace ese ruido alto de-bajo de nosotros de forma que uno no puede oír al otro decir. Ella dice algo que yo no oye, y yo dice cómo y dice más alto, y eso. Ahora por en-cima del ruido del río ella dice, mira ahora. Mira a la otra orilla, y con los dedos de ella hace un gesto hacia donde quiere que yo mire.

Ahí cruzando el agua ahora yo ve a muchos hombres de la manada que no se mueve, buscando bestias. Están con el palo de cazar en la mano, y arrastran a un buey de cuernos en rama de-trás de ellos. Yo está asustado, porque cosecha que la chica ha dicho que ellos puede que le lancen una piedra a yo, ellos son así de brutos. Esto ahora yo se lo dice a ella, e intenta huir del puente, pero ella le dice que pare. Ella dice que mientras ellos cosechen en ella, yo no va a ser herido mientras está al lado de ella. Mira, dice ella ahora, los hombres nos hacen un gesto a nosotros. De-vuelve un gesto a ellos, dice ella, un gesto de que todo está bien.

Los hombres de lejos levantan la mano, yo levanta la mano igual. La chica no se mueve. Ella dice que está bien, que ellos ven que yo está con ella. Cómo es esto bueno, dice yo, y ella dice que como los hombres ven que ahora ella cosecha a yo, no van a lanzar más piedras a yo. Lejos en la otra orilla los hombres caminan alrededor de los árboles, donde nosotros no ven más de ellos. Eh, dice la chica, nosotros pueden volver a la choza de piel blanca mientras Hob aún no ha vuelto de la manada de la gente que se queda río abajo, adónde él ha ido.

Nosotros caminan lento sobre las maderas mojadas, de vuelta. Bajan la subida del puente del que vienen, y yo cosecha ahora sobre la mujer hueso tumbada en la oscuridad de-bajo de los pies de nosotros, en todo lo que ella ha cosechado, dentro de la cabeza fina y vacía de ella.

Es un largo camino, a través de los árboles en la orilla del río, a través de la hierba y así nosotros llegan al lado de la casa del cerdo. El sol está a-rriba en el cielo, por lo que después de ahora sólo va a caer. El espíritu negro de yo se vuelve pequeño y asustado, se esconde de-bajo de las piernas de yo.

Apoyada en el muro de tierra, la chica dice que se va a hacer cosas para Hob. Se rasca el cuello, como que le pica, y dice que puede que no venga a la casa del cerdo en la oscuridad, porque Hob quiere que ella haga muchas cosas. Ella va a volver a ver a yo cuando toda la oscuridad se haya ido y la luz haya vuelto aquí. Ella dice que yo tiene la cosa de mascar de la hierba del sol, que yo no va a estar con la tripa vacía entre ratos.

Yo dice sí, y ella está en lo cierto, y eso, aunque yo tiene oscuridad en lo que dice, ella puede cosechar que a yo no le gusta que ella esté largos ratos lejos de yo. Ah. Parece que ella no ha escuchado la oscuridad en lo que dice yo. Se gira de camino al agujero en el muro y a las maderas que no dejan salir para dejar a yo, donde se para y se gira. Ahora ella hace un buen gesto a yo.

Ella dice que las pieles sobre yo están bien. Dice que las pieles hacen que mirar a yo sea más bueno. Pasa a través del agujero de la pared, donde cierra las maderas que no dejan salir, y se va lejos, donde no la puede ver, pero yo cierra los ojos, donde puede ver aún el buen gesto de ella, en la cosecha de yo.

Está tumbado bajo la hierba seca junto a la choza de ramas, y ahora se quita las pieles, para mirar la rodilla. La piel de árbol que la chica ha puesto en la pierna está más seca, y la tierra con agua que la sujeta a la pierna está también seca. Coge la piel de árbol entre los dedos, y la levanta de la pierna, de-bajo hay piel suave que crece, y la herida en la pierna de yo ya no está.

Ahora se pone las pieles de nuevo en la pierna. Ella dice que yo se ve más bueno con ellas, y cosecha que así es, aunque el roce de las pieles es raro. Desde de-lante de la choza de piel blanca se oye a la chica ir de un lugar a otro, para hacer cosas que yo no puede ver, aunque el olor a flores está por todos lados. La mano dentro de la piel rasca la carne suave que crece bajo la rodilla, y que pica. Yo masca la cosa de hierba de sol, mientras muchas cosechas le vienen.

Cosecha que la pierna ya no duele, y que puede seguir caminando. Si yo se queda más largos ratos en la casa del cerdo, Hob no va a poder evitar encontrarle, y es más bueno que yo se vaya lejos de aquí. Aunque ahora cosecha que poca comida va a encontrar si camina solo, y así la tripa va a estar vacía. Yo cosecha ahora en la chica, en lo pequeños que son los pies de ella, lo delgado de los huesos del medio y de la parte de abajo de las piernas. Yo cosecha el pelo de ella, todo luz y en-vuelto con buey aur blanco. Quiere dentro de yo tirar de esa piel de ella para que la luz le caiga sobre los brazos, y cosecha que irse de aquí es no verla más.

Dentro de la tripa de yo las cosechas se enfadan, y ahora se lanzan y se muerden unas a otras, como los gatos. No hay calma en yo. Oye un ruido al lado de la choza, de un hombre que dice a una chica, y cosecha que Hob ha vuelto. A yo no le gusta Hob, y todas las cosechas de yo cosechan igual, se calman en la tripa de yo, donde se tumban y todas cosechan oscuridad sobre Hob.

Yo masca la cosa de hierba de sol suave y gris y el sol baja en el cielo. El espíritu de yo, que ya no está asustado, apoya la larga y negra cabeza que tiene en medio de la casa, y pone la oreja sobre la piel de buey aur, como para oír más bien lo que se dice ahí.

Cruzando el río, ve que el sol está herido mientras llega la caída del sol. Yo cosecha que las bestias del cielo lo han cogido y lo han roto, la sangre de él ha caído sobre ellos, y todo el cielo se ha vuelto sangre. Yo intenta oír el ruido de dolor del sol, pero está demasiado lejos como para poder hacer ruido.

Yo no se mueve en largos ratos, el dolor llega a los huesos, por eso gatea fuera de la choza de ramas para ponerse en pie. Camina a-de-lante y a-trás, para hacer más buena la pierna, y mira fuera, cruzando el muro de la casa del cerdo y cruzando así el mundo.

A lo lejos ve a Hob, se agacha de-bajo del muro para que no le vea. Pone los ojos por en-cima de la cima del muro para mirar un poco. Está en el cruce de la hierba con los árboles juntos, al otro lado del río. La orilla del mundo de-trás de él se vuelve toda humo y sangre. Hob está de pie, con la luz en la espalda y se ha vuelto todo negro, como el espíritu. Los palos de la cabeza son como manos delgadas y negras, que arañan el cielo y cogen todas las cosechas de él, para que no vuelen lejos.

Él se agacha, ahora se pone en pie para caminar, y ahora se vuelve a agachar. Yo cosecha que él está re-cogiendo madera, porque ve ahora ramas de-bajo del brazo de él. Puede que sean para la colina de ramas que está frente a la choza de buey aur. El camina como uno que hace lo que cosecha y cosecha lo que hace, que es algo que se dice que madre todos los ratos ha hecho, pero yo no. Ahora se agacha ahí, ahora en otro lugar, y las muchas ramas bajo el brazo de él ya se han vuelto muchas más.

Ahora se gira, de forma que una orilla de la cara que da miedo está llena de luz, y la sangre del sol moja los cuernos de ramas de él. Cosecha que Hob no es de la tierra, como yo y la gente que camina de yo, nacidos de la tierra y que viven de la tierra y son en-terrados en ella y eso. Él es del fuego. Tiene el negro del fuego alrededor de los ojos. Tiene la sangre del fuego en los cuernos.

Él vuelve aquí a través de la hierba, por lo que yo se agacha más bajo de-trás del muro, y gatea de rodillas como un cerdo hasta la choza de ramas, aunque no entra. Se pone hierba seca en-cima para estar caliente, y mira al cielo, donde la sangre del sol está seca y se vuelve negra, como la rodilla de yo.

Hay un camino, ahí fuera en la oscuridad, hecho de cosas raras que se dicen. Va de una orilla del mundo a otra, y muchos hijos han pasado por el hacha para hacerlo. Puede que sean los huesos de ellos los que se van a poner bajo el camino, como las mujeres de huesos puestas de-bajo de los puentes. Un camino de huesos, alrededor de todo el mundo, de forma que los huesos son la cima del mundo que está de-bajo de nosotros, donde las perras negras caminan a través de la oscuridad, con los pequeños Urks sentados en las espaldas de ellas mientras rascan la carne de niño de los huesos que cuelgan por en-cima de ellos.

Este mundo se ha vuelto grande y oscuro alrededor de yo, y el muro de la casa del cerdo parece estar tan lejos. Yo tiene ganas en la tripa de la chica, de que ella se tumbe al lado de yo, como la madre de yo pero más buena para oler. Este mundo hace pequeño a yo, que por miedo no puede moverse o hacer algo. Cierra los ojos, y el cielo se va, y el mundo se va, aunque la oscuridad no se va, y se queda ahí. No hay forma de parar la oscuridad.

Ahora viene otro rato raro. Yo oye un ruido, y cosecha que es la madre de yo, andando con una pierna entre los árboles para encontrarle, y abre los ojos para verla, pero no la ve. Sólo está la casa del cerdo, en calma en la oscuridad, y el ruido viene de de-trás del muro donde está el agujero de maderas que no dejan salir. Yo se levanta, para caminar hasta el muro bajo la luz de luna, que ha subido alto en el cielo mientras yo no estaba cosechando. Está junto al muro, y mira ahora a través de él.

Por toda la tierra que se eleva, la hierba se vuelve blanca y afilada como hielo bajo la luna. Hob camina por la hierba que llega a su tripa, y al lado de él camina un niño. Son blancos como la luna y la hierba, y todo es blanco, y ahora ve que la cara de Hob ya no es negra pero donde ha habido negro hay una oscuridad frotada en el agujero de los ojos de él, que no se va con el agua.

El niño camina junto a Hob, y el pelo que tiene en la cabeza es negro y está cortado. Ve que no tiene pelo en la barbilla o en la cara, por lo que cosecha que no es tan viejo como yo. Fuera de la hierba, la forma blanca de ellos sube al pequeño grupo de árboles juntos, y Hob camina con el niño de la mano. La luna da luz en las espaldas y el culo de ellos, lo blanco se va ahora entre los árboles y se hace trocitos ahí en las ramas negras, donde yo no ve más.

Yo no ve nada en largos ratos, y se sienta de nuevo en la hierba seca. Cosecha que el niño es el hijo de Hob. Cosecha en madre, apoyada en el árbol y diciendo dónde está el pie de yo. Es una oscuridad rara. La oscuridad hace que podamos ver los perros espíritus, y a la gente que ya no está viva. La hierba seca es cálida. Ahora la oscuridad empuja la piel de los ojos, y no tiene fuerzas para mantenerlos a-rriba. Llega lo cálido. La oscuridad.

Tiene frío en los pies, y frío en las manos. Intenta abrir los ojos, pero siguen cerrados con moco de ojo, que rasca ahora, más bien para abrirlos. La luz viene, pero viene toda gris. Las bestias del cielo son tantas como para hacer una sola bestia, tan grande que cuelga por todo el cielo. El viejo viento es duro, y hace un sonido de perro por en-cima de la casa del cerdo.

Ahora huele a carne de pescado, hecha en fuego. Ahora huele a manzanas. Huele a flores.

Eh, dice ella, aquí está la comida. Adónde quiere ir yo con esta luz, ella dice.

Yo come la manzana y el pescado, mientras ella se sienta al lado de yo, toda callada de rodillas. Yo se pone en pie, para mear. El viejo viento es tan fuerte que hace que el olor de la meada de yo marche lejos, de forma que yo puede mear en el muro de la casa del cerdo sin miedo a que Hob pueda encontrarle. A yo se le pone grande, aunque se vuelve más pequeña cuando el agua sale de ella. Yo se gira, y ve que la chica se la mira a yo, y hace un buen gesto al verla.

Con esta luz nosotros van a subir a la orilla del valle, ella dice, por en-cima de la obra que guarda a las bestias en lo alto de la colina. De allí, dice ella, pueden ver la manada que no se mueve del río, y muchas cosas.

Yo la esconde dentro de las pieles de la tripa. Sí, dice yo, está bien, y eso, aunque el calor llega a la cara de yo. Ella se pone en pie para caminar hacia el agujero de maderas que no dejan salir. El viento empuja el pelo largo y con luz de ella, ella a-prieta más fuerte su cinta de buey aur alrededor de él. Tan bien se ve, volando en el viento. Eh, dice. A subir a la orilla del valle.

Caminan entre la hierba y a través de los árboles juntos, y ahora a-bajo con lo mojado y la tierra que chupa, donde hay troncos cortados todo negros y podridos. La chica camina por un camino de-lante de yo, ella no pisa agujeros que chupan, ni yo mientras la sigue, y así nosotros suben la colina de camino a la orilla del valle. Alrededor de nosotros hay troncos cortados, y el cielo abierto está en-cima de nosotros. Por el camino del sol que se cae está la colina con la obra en-cima, donde yo huele a buey y cerdo, y oye los ruidos de ellos, porque el viento viene de ellos de camino a yo.

Mientras yo y la chica suben la colina, el viento hace que muchas pieles secas de árbol corran a nosotros, a través de la hierba. De orilla a orilla vienen, rápido, son como bestiecillas que corren por de-lante del fuego de árbol.

Ahora nosotros llegan a-rriba y más a-rriba, y miran, y ven que nosotros están por en-cima de la colina con la obra, entonces suben aún más. En la obra hay bueyes aur todos sentados, al lado de cerdos tumbados junto al muro de tierra, para esconderse del viento. Yo sigue a la chica, y no dice nada, tomar aire es duro y el viento se lleva todo lo que se dice lejos de nosotros. Suben más y más, por el camino de los árboles, que se alzan negros del todo por en-cima de nosotros, en la orilla del valle. La chica camina de-lante de yo, y ahora el viento frota el olor de flores de ella en la cara de yo.

Por el camino de los árboles paran y se sientan en un tronco cortado, y por largos ratos es duro tomar aire y no pueden decir. Yo mira la obra, en la colina ahí de-bajo de nosotros, donde un hombre pequeño que guarda el rebaño sale de una cabaña de madera que está en el medio del círculo de más dentro de la obra. Camina entre los bueyes aur, cruza el círculo, y atraviesa el agujero de madera que no deja pasar que está en el círculo donde hay cerdos y pájaros que no vuelan. En las manos lleva una obra, que parece estar llena de polvo de hierba de sol, y lanza el polvo a los pájaros que no vuelan, para que puedan comer. Ahora vuelve a la choza de madera, y no se le ve más.

Yo se gira a la chica, mientras se sienta en una tronco cortado. Qué edad tiene Hob, dice yo.

Ella mira a yo, y ahora a-parta la mirada, para tirar de la piel de buey que está sobre el pelo de ella que vuela con el viento. Dice que Hob tiene más edad que ella, y yo, y otro como yo. Es el hombre más viejo del que ha oído decir. Yo dice que esto es raro, y que no es bueno que un hombre pueda seguir vivo largos ratos así. Esto lo dice con oscuridad, para que ella pueda cosechar que a yo no le gusta Hob. Quiere que a ella no le guste Hob, que a ella le guste más yo. Aun así ella sólo hace un buen gesto, y ahora mira a través del valle, y no dice nada.

Yo dice que ha visto a Hob y al hijo de Hob, a la luz de la luna.

Ella se gira rápido a yo, y le mira duro, y lo que dice lo dice bajito. Cómo así, dice.

Yo dice todo lo que ha visto, y ella no dice nada a yo. Yo dice que es como los ratos raros en los que ve a la perra negra, y a madre. Es algo que ve que llega con la oscuridad y el cerrar de ojos. Ella mueve la cabeza, ahora de-lante, ahora a-trás, un gesto de que es cierto lo que yo dice.

Ella dice que en los ratos de oscuridad, cuando nosotros cierran los ojos, van a otro mundo, donde está la perra negra, y donde hay gente que ya no está viva, y muchas cosas raras así. Ella dice que es este mundo el que hace más raro aún lo que dice de Hob y el hijo de Hob.

Cómo puede ser, yo dice. Cómo algo raro que se dice como eso se vuelve más raro aún. La chica mira a yo, y no hace un buen gesto. No hace ningún gesto. Mira a yo, aunque la mirada de ella está lejos.

Ella dice que la manada que se queda va a hacer que Hob mate a su hijo con un hacha, y si Hob no lo hace, Hob y su hijo van a ser echados, y no van a seguir vivos. Aunque Hob no quiere matar con hacha al hijo de él. Él cosecha y cosecha sobre esto, y no puede hacer nada, salvo una cosa.

Yo dice, qué es eso que puede hacer.

Ella dice que ahora es donde viene lo raro. Ella dice que Hob le va a matar con el hacha, de forma que ya no viva más. Aunque nadie puede decir si el niño muere por el hacha en este mundo, o si muere por el hacha en otro mundo cerca de éste. Ningún hombre salvo Hob puede cosechar ahora cuál es, dice ella, este mundo u otro. Esto es una cosa que yo no puede cosechar. La mira a ella, y no dice nada.

Ahora dice ella, si Hob mata con el hacha al chico en otro mundo, el niño está aún vivo en este mundo de aquí. Y si Hob le mata con el hacha en este mundo, el niño aún vive en otro mundo, ése donde yo los ha visto a él y a Hob bajo la luz de la luna, como yo le ha dicho a ella.

Esto se vuelve más duro de cosechar cuanto más oye yo. Yo no dice nada, pero mira lejos, donde las chozas de los que se quedan están al lado del río. La gente que se queda hacen todos muchas cosas, por lo que parece. Las pieles de luz cuelgan a-rriba en las chozas, y muchos fuegos hacen que todo se llene de humo, alrededor la gente camina de-prisa, por todo alrededor, por aquí y por allí. Yo cosecha que son buenos ratos para ellos, pero cómo es eso no lo cosecha.

La chica se ha levantado ya del tronco, está ahora de pie y camina, despacio, en pequeños círculos sin ir a ningún sitio, golpea las pieles secas de los árboles con el pie de forma que vuelan alrededor. Su circulitos se vuelven aún más grandes, y se aleja más y más de yo, llega a la orilla de los árboles que se levanta de-trás de nosotros. Yo cosecha cuando ella se gira que vuelve hacia yo, pero oh. Oh, ella camina de-bajo de un gran árbol oscuro, y se va donde no puede verla. Todo solo está yo, con troncos de árboles cortados alrededor, de-bajo del cielo abierto que da miedo.

Yo se levanta rápido, y corre hacia los árboles del camino por el que le ha visto irse. Yo dice alto, vuelve, y dónde está, y cosas así, pero nada dice ella y yo ahora llega entre los árboles oscuros y altos y se para a mirar alrededor. Por todos sitios hay árboles, hay más detrás de ellos, y muchos caminos oscuros pasan por ahí. Yo intenta oír el ruido de los pasitos de ella por las pieles de árbol, pero todo está callado, ella no hace ruido.

Ahora huele a flor, a través de los árboles en-frente de yo, pisa despacio por el camino del olor, y llega a-donde los árboles están podridos y ya no huele más a flor. Pero, ah. El viento hace que el olor venga más aquí, y con más fuerza, a lo largo del camino al sol que se cae de yo. Aún no ha puesto un pie o el otro en este camino cuando oye a ella decir algo, como desde lejos.

Oh, cómo puede encontrar ahora una compañera,

dice el chico que camina…

El olor llega más fuerte, yo corre más rápido en el camino, los pies hacen ruido fuerte a través de las pieles secas de los árboles debajo de ellos. Por en-cima de esto oye lo que dice ella, algo pequeño que flota entre la altura de los árboles.

A-rriba en la orilla del valle, en la oscuridad del árbol,

junto a la colina del gusano de tierra…

Yo llega al arbusto de brezo, donde se gira para seguir el olor. Es como correr y coger a una bestia para comer, y cosecha en la tripa que esto es algo bueno y raro, y la sangre corre rápido dentro de yo. Las pieles de árboles vuelan alrededor de donde el pie cae como muchos pájaros secos.

Mientras yo aún no está en-terrado

en la tierra gris se tumba con ella…

Ahora el olor a flor está por todos sitios, y a yo se le pone para a-rriba, de forma que roza de forma áspera las pieles de la tripa. El ruido de ella se hace más fuerte, eso es que no está lejos. A-rriba en la orilla del valle, en la oscuridad del árbol…

Ve la luz del sol de-lante de yo, de donde el olor y lo que se dice se hace aún más fuerte, y yo corre por ese camino. Junto a la curva del río y la colina del gusano de tierra…

Hay un claro entre los árboles, lleno de luz del sol, de donde viene la voz de ella, de donde viene el olor de ella a flor, yo cosecha que no está lejos. Y ahí se tumban, él y ella…

Yo camina a través de los árboles oscuros y altos para salir de ellos, rápido, y se para en el claro, donde los árboles alrededor están de pie en círculo. Para yo es duro respirar, y hace ruido alto, menos esto todo está callado. La chica no está aquí, pero el olor a flor aún está aquí, y no cosecha cómo ella…

Mira a-bajo. Alrededor de la pierna de yo y a través del claro hay flores, muchas flores color sangre todo luz y que le llegan a las rodillas, mientras yo camina entre la sangre. No hay ruido. No hay chica. Ella se ha vuelto una flor.

Ruido. Miedo. Yo camina rápido hacia a-trás, y oh, y muchas pieles de flores de sangre vuelan como muchos bichos con marcas en las alas, y la chica se levanta de donde se esconde entre ellas, y hace un buen ruido a yo.

Camina a través de las flores hacia donde ella está, ella hace ruido hacia yo con la mano en la boca y la tripa tiembla. Es tan bueno, verla a ella, aunque ha dado un susto a yo al no poder encontrarla, por lo que está enfadado. Dice que no está bien que ella se esconda y haga correr a yo, si ella quiere que yo parezca un bebé, y eso. Yo dice más cosas, y se enfada aún más, de forma que todo lo que dice sale con escupitajos.

Ella le mete mano ahora a yo, a través de las pieles, y coge la piel de alrededor fuerte, yo le dice que pare.

A-bajo, ella dice, y se la estira a yo y yo se pone junto a ella entre las flores de sangre. Las piernas de yo tiemblan, lo duro se ha ido de ellas y a yo se le ha subido. Parece que las cosechas de yo se han ido de la tripa de yo, de forma que ahora están ahí entre los dedos de ella.

Las pieles de la tripa de yo forman una choza pequeña. Ella quiere vérsela a yo, y tira de las pieles que lo cubren, como un hombre tira de la piel de una bestia a la que ha hecho morder el polvo. A yo se le ha puesto de pie al aire frío en este claro rodeado de árboles, oscuro y caliente, y ahora los dedos de ella lo cogen alrededor, y están aún más fríos, pero está bien. La manos de ella suben, bajan, y la piel de yo hace así también, y oh, el roce es tan suave, y ahora los dedos de ella se calientan.

Ahora yo pone la mano de-bajo de las pieles de ella, para que pueda poner el dedo en la raja de ella, pero ella cierra fuerte las piernas y coge la mano de yo entre ellas, suaves y fuertes y mojadas del calor. No, dice ella, y dice que si no tiene la mano lejos de la raja de ella, no frota más a yo.

Hace lo que ella dice, aunque dice si puede chuparle las tetas, y ella dice que no, y que ningún hombre puede poner la mano sobre ella. Dice que yo sólo puede tumbarse en las flores de sangre, mientras ella le hace esa cosa buena a yo. Yo se tumba, de forma que las flores de sangre se vuelven altas como árboles raros alrededor de la cabeza de yo, desde a-bajo donde yo las ve. Levanta la cabeza, para ver lo que hace la chica.

Se agacha, y apoya la cabeza de forma que su pelo largo y con mucha luz cuelga como hilos de árbol tapándosela a yo. Ahora coge con la mano un buen montón de pelo, para cogerlo entre sus dedos alrededor de lo duro de yo. Oh, ella frota a yo con el pelo, a-rriba y a-bajo, tira rápido y duro de él como para hacerse daño en la cabeza, aunque no hace ruido sólo frota y frota, y el frotar es bueno, y cosechar en ello es aún más bueno, ese pelo de ella tan suave y lleno de luz del sol que mueve fuerte por lo duro de yo, despacio como el gusano con choza, desde el culo, a través de lo gordo, hasta la punta donde pica con gusto, ahora sale un poquito de leche de tripa sobre él, como las gotitas de lluvia que caen sobre la hierba mientras llega la primera luz, y ella frota más rápido, más fuerte, y yo cosecha que esto no es el frotar del pelo en la mano, sino el roce del pelo de alrededor de la raja de ella, y oh, y la cosecha de esto baja rápido a la tripa de yo, y le sube por ahí y oh, la chica lo coge más fuerte de forma que duele pero el dolor es bueno, y aún más fuerte, para parar la leche de la tripa de yo, pero es ahora, y ahora, y ahora, y un hilo de leche cae en la mejilla de ella, en el pelo, y moja la piel de buey aur alrededor de la cabeza de ella, y más, y más, sobre las piernas de yo y por los dedos de ella, moja la hierba y hace blancas las flores de sangre y oh madre. Madre.

Silencio. Por en-cima de nosotros, del claro, entre los árboles una manada de pájaros negros vuela como uno solo, por aquí y por allí con el viento, cuanto más alto suben más pequeños son, tanto que parecen bichos. La chica se frota la mano con la hierba, para quitarse la leche de tripa. Ahora dice con el dedo donde mirar, y yo mira donde la leche de yo cuelga como un puente de hilos entre las flores de sangre, lejos. Ha llegado más lejos de lo que yo ha cosechado, yo y ella hacen un buen ruido a esto.

Más silencio ahora. Lejos con el viento viene ruido de la gente que se queda, pasan buenos ratos alrededor de los fuegos. Se oye el ruido de muchos que dicen, y hay gran ruido de golpes como el que se hace al golpear una piel sobre una madera redonda, y hay ruido de un hombre haciendo viento con un tubo de hueso con agujeros. Hay ruidos de bebés y perros. Ahora el viento viene de otro lugar, y el ruido se va. La chica dice de bajar ahora, y volver a la choza de Hob, para que él no vuelva allí y encuentre que ella no está. Ella dice esto mientras yo puede ponérsela de nuevo en las pieles de la tripa, y hace un buen gesto a ella.

Ella se pone de pie, yo se levanta también, pero las piernas de yo siguen temblando y no hay fuerza en ellas. Eh, dice ella, y coge la mano de yo en la mano de ella y caminan a través de las flores así, y a través de los árboles, y mientras bajan la colina desnuda de troncos cortados. Todo esto mientras yo no cosecha otra cosa que la mano de ella, los dedos de nosotros cogidos unos de otros. Yo se siente mejor en la tripa, que en todos los ratos que yo ha vivido. Van colina abajo, por el camino de la tierra que chupa y los bichos que pican, con el pudrir en los troncos cortados y el pudrir en el aire. El olor a flor en la chica hace que los bichos que pican se acerquen a nosotros, de forma que yo está todo el rato apartándolos.

Suben por la tierra que se eleva con los árboles juntos, ahora bajan por la hierba y así hasta la choza y la casa del cerdo. Durante largos ratos han estado a-rriba en la colina, el sol se ha ido de lo alto del cielo, y está más bajo. El frío ha venido, ahora yo tira más fuerte alrededor de las pieles del hijo de Hob, que ya no está vivo ni las quiere. La chica abre las maderas que no dejan salir y le dice a yo que entre en la casa, que ella va a buscar más comida para yo mientras Hob aún no ha vuelto aquí.

Eso hace yo, y se sienta en la hierba seca con cosechas de muchas cosas. La chica se ha ido, para re-buscar dentro de la choza de piel blanca y encontrar alguna cosa para comer. Yo cosecha en cómo ella ha cerrado las piernas, para que no pueda frotar la raja de ella, ni las tetas, y que ella dice que ningún hombre pone la mano sobre ella.

Ahora yo cosecha todo eso.

En la oscuridad, ella está sola en la choza con Hob. Él es más grande, y le hace hacerlo. Se la ha puesto dentro de ella, y la monta. No. No, no es bueno que yo quiera cosechar. Puede que él haga que ella roce lo duro de él con el pelo de ella, como a yo, y cosechar en esto no es más bueno. Hob quiere que ella no monte con ningún hombre, sólo con él, y ha puesto miedo dentro de ella, por eso yo no puede poner la mano sobre ella. Un enfado le viene a yo. Es como si ella no es de ella, sino que es de Hob.

Cosecha que eso no es bueno para ella, que ella está guardando todos los ratos al lado de un hombre oscuro y raro en las cosechas, como Hob. Es más viejo que los árboles, y ha acabado con un hacha con el hijo en este mundo, de forma que sólo en el otro mundo Hob le ve ahora. En el otro mundo, donde la manada Urk se sienta sobre la perra negra, de-bajo de la cima de la cueva toda hecha de huesos de niños, donde Hob ha hecho ir al hijo de él, donde los espíritus le dan a Hob a cambio cosechas para que pueda hacer su raro camino con cosas que decir. No es algo bueno si no hay decir para ello. Yo va a hacer que la chica no se quede aquí más. Yo va a hacer que ella y yo marchen lejos, y caminen, y sigan caminando, y no se queden. No está bien que la gente se quede. No hay nada bueno en ello.

En la choza de piel blanca cruzando la casa del cerdo yo oye a la chica que sigue buscando comida. Cosecha cómo va a ser, si huyen lejos, ella y yo. Cosecha cómo no se le ha dado bien la comida cuando ha estado solo, aunque la chica es más buena en la cosecha que yo, y puede que re-busque muchas cosas para nosotros, como ha hecho la madre de yo. Estas cosechas son tan buenas. Nosotros pueden cruzar el puente de la mujer de hueso, y cruzar el mundo por ahí, yo y la chica que huele a flor. Llegan ratos en los que ella no está con Hob y ya no tiene miedo de él, donde yo hace que ella se quite las pieles, y abre las piernas tan lejos como ellas quieran ir.

Dentro de las pieles de yo, a yo le pica un poco, pero aún no tiene fuerzas para levantarse.

Ahora huele a flores, y la chica ha venido desde la choza hasta el muro de la casa del cerdo, y pasa por el agujero de madera que no deja salir. Viene con carne de pájaro y la cosa de hierba de sol. Se sienta de rodillas, y pone la comida sobre la hierba seca, para que yo pueda verla.

Yo no mira la comida, pero dice rápido las cosas que ha cosechado. Dice que no es bueno que ella se quede con Hob, y cómo yo y ella pueden irse lejos, pero nosotros solos, y re-buscar la buena comida que quieran sin tener que dar nada a cambio. Yo coge la mano de ella, y ahora la coge fuerte, y dice que cosecha que a ella no le gustan todos los ratos en los que busca madera para Hob, ni aquéllos en los que pone la carne de él al fuego. Dice que ella no tiene buenos ratos con Hob, que ella quiere que yo se quede aquí para tener buenos ratos con ella, como ella ha dicho a yo. Ella ahora está callada, pero mueve su cabeza a-de-lante y a-trás, con un gesto de que así es.

Yo dice que si se va lejos y camina por todo el mundo con yo, todos los ratos van a ser buenos ratos con nosotros. Yo dice muchas cosas como ésa, hasta que no puede cosechar qué más decir, y ahora todo está callado y los ratos pasan, y ella no dice nada. Oh no. Yo cosecha que lo que ha dicho no es bueno. Ella no viene con yo. Ella va a hacer que yo se marche solo, para no verla ya más. La tripa de yo está llena de miedo, hay tanto silencio en la casa del cerdo.

Ella mira a yo. Hace un buen gesto.

Sí, dice ahora. Sí.

Esto es mejor de lo que yo puede cosechar. Ella dice que pueden irse con la oscuridad, cuando la primera luz aún no ha llegado. Ella dice que si nosotros quieren caminar lejos, lo mejor es que tengan la tripa llena. Ella va a volver cuando la primera luz aún no esté aquí, con más cosas para comer y más buenas que las que yo ha visto. Nosotros van a tener los estómagos llenos, y después van a caminar lejos, yo y ella.

Ella dice que se va, ya que Hob en pequeños ratos vuelve. Ella dice que yo va a estar una oscuridad más en la casa del cerdo, donde ratos después va a tumbarse con ella. Se agacha, y lame la mejilla de yo, y lame la boca de yo. Yo le lame la cara a ella, donde el sabor de la leche de tripa es fuerte, y está seca en la mejilla de ella. Ella se pone de pie, y hace un buen gesto. Cuando la primera luz aún no haya llegado, ella dice, y sale del agujero del muro, cierra las maderas y se va.

El sol está a-bajo en el cielo, y yo come la carne de pájaro hasta el hueso. Hob ha vuelto aquí, y oye el decir de la chica y él en la choza. Hob dice algo, la chica hace un buen ruido hacia él, y esto es bueno, cosecha que la chica quiere que Hob esté bien con ella, que él no pueda cosechar que ella intenta irse lejos, y no volver a él más.

Yo hace un buen gesto a esto. Es tan bueno que la chica pueda decir algo a Hob que no es. Si ella es buena cosechando así, va a cosechar bien para re-buscar y encontrar comida para yo. A través de la hierba, cruzando el río, el sol está tan grande y tan a-bajo que el calor de él hace salir humo de la orilla del mundo. El río está quieto de forma que a través de él se puede ver el cielo del otro mundo volviéndose oscuro ahí de-bajo de las aguas, donde otro pájaro vuela, sin hacer ruido.

Ahora no queda carne de pájaro, de la misma forma el sol se ha ido del cielo. Ahora sólo hay oscuridad, y el mascar en el hueso.

No se ve nada, pero el oído se hace más fuerte. Oye el ruido de la rata a través de la hierba seca de la casa. Del río que dice plip, plip, plip, en la oscuridad. Ahora viene un ruido de lejos como si la manada de la gente que se queda caminase por el río. Todos ellos hacen un buen ruido, y tan alto que yo puede oírlo, aunque lejos están. Alto y lejos viene el viento de la boca por un tubo de hueso, hay ruidos de pieles que se golpean, y ellos tienen un decir raro, como el que la chica dice a yo. El viento se va, ahora viene, no puede oír todo lo que dicen pero un decir oye.

Hacer un fuego y hacerlo caliente

y él es sólo huesos, nada más que huesos,

El camino es largo, pero nosotros no,

y por el valle se van nosotros, se van nosotros…

Hay más, pero la gente que se queda baja lejos río a-bajo, de camino a las muchas chozas de ellos de forma que no puede oír más lo que dicen, ni a las pieles que se golpean, ni a los tubos de hueso con agujeros. Río a-bajo, los muchos fuegos de ellos hacen que el cielo se vuelva un poco como sangre, a-rriba en lo alto cuelga la oscuridad. Yo se pone una mano y la otra en las pieles de la tripa de yo, para cubrírsela y calentarse las manos, y cerrar los ojos. No hay nada…

… sólo oscuridad.

Y flores.

Abre los ojos. La cara de yo está fría. Una luz gris ha llegado en la oscuridad por el otro lado del río, como ha pasado muchos ratos. Huele a flores, y oye el decir bajito de la chica desde fuera de la casa del cerdo, al lado de los agujeros de madera que no dejan entrar que están abiertos.

Aún no ha llegado la primera luz, ella dice, y está aquí con mucha comida. Fuera, dice, para que nosotros puedan comer, después van a caminar lejos.

Ahora yo cosecha en todo lo que nosotros han dicho para hacer, y tiene mucho miedo en la tripa. Caminar el mundo con una chica. La chica encuentra comida, y yo se tumba con la chica. Ah, buenos ratos van a venir más de lo que puede cosechar. Ahora rápido, ella dice. Ahora rápido.

Yo se pone de pie, y cruza la casa para llegar a las maderas que no dejan salir. Yo cosecha que es bueno que ella haya encontrado pieles para yo, hace tanto frío, tras el rato desnudo viene despacio el cambio al rato de hielo. Los ojos se vuelven más buenos para ver en la oscuridad, donde ahora yo ve a la chica. Está sentada de rodillas, fuera de la casa. De-lante de ella hay manzanas, cosas de mascar y carne de muchas manadas. Yo huele a comida, y huele a flores, y quiere oler eso todos los ratos. Quiere que la chica esté junto a yo todos los ratos mientras yo viva, y que no se vaya como la gente de yo. Como la madre de yo. Ella mira fuerte a los ojos de yo. Fuera, dice ella. Fuera.

Yo pasa a través del agujero de madera que no deja salir, y sale de la casa. Está a sólo un paso y otro de ella. Yo hace un buen gesto, ella no hace ningún gesto, sólo le mira a los ojos. Ahora saca un brazo, y no cosecha si es para coger comida, o para coger su largo cabello lleno de luz para frotar.

Una mano en la espalda de yo.

Un brazo alrededor del cuello de yo. Olor a hombre. Piel caliente. El brazo sobre el cuello es fuerte, la tripa de él está a la espalda de yo. Y no puede tomar aire. Yo no puede decir. Miedo. Miedo y olor a hombre, se la huele. Los pies no están ya en la tierra. La chica mira dura a los ojos. El gran brazo hace que duela mucho y el respirar de yo se para, oh madre, y ahora una cosa con luz viene rápida y hace un poco de frío en el cuello de yo, donde llega ahora un gran calor.

Yo cosecha que el hombre ha echado agua caliente por la tripa de yo para que yo se moje, aunque no cosecha cómo. Yo se mueve allí, allá, pero oh, no vale de nada, y más calor húmedo cae en la tripa de yo y la fuerza se va despacio de yo. El brazo se mueve de-bajo de la barbilla pará que yo pueda respirar, y el brazo ha bajado ahora por la espalda de yo y por de-bajo del culo de yo para levantarle. Ahora está en unos brazos fuertes. Mira a-rriba, y unos ojos todo blancos miran hacia a-bajo a yo, aunque no hay cara. Sólo lo negro y la oscuridad. Ahora bajo los ojos aparece otra cosa blanca, y son unos dientes, y Hob hace un buen gesto.

Oh, él ha encontrado a nosotros. Ha cosechado que nosotros se van a marchar. Gira la cabeza y mira a la chica, para que yo pueda decirle que corra, pero algo malo entra en la boca de yo de forma que no puede decir nada, sólo escupir. La chica mira a yo, pero no hace ningún gesto de miedo, ni intenta correr. No se mueve, no hace gesto alguno. Ahora Hob camina, con yo en el brazo de él. Las fuerzas se han ido de yo como cuando está enfermo. Puede que yo no se pueda ir. La chica se queda de pie para seguir callada a Hob y a yo. Huele a flores. Huele a hombre. Huele a sangre.

Yo saca aguas calientes de los ojos, e intenta decir que va a hacer de todo por Hob si no le hace daño. Yo se va a ir. Yo no va a volver a ver a la chica. Intenta decir todo esto, pero tiene la boca llena y no puede decir nada. Hob lleva a yo alrededor de la casa del cerdo, de-lante de la choza de piel blanca, donde hay una luz como de un pequeño fuego, y ve ahora la cara negra de él y los cuernos de madera, y ve que tiene sangre sobre él. Como yo. Oh no.

Ahora él tumba a yo, como un bebé, en una cosa que pincha de-lante de la choza de buey aur. Le vienen muchos pinchazos en la espalda y las piernas, cosecha que le ha puesto en una colina de ramas, como las que le ha visto hacer. Ahora aparta la mano de él de yo. Yo está tumbado en la colina de ramas sin nada a lo que sujetarse, intenta moverse, pero no puede hacerlo. No tiene fuerzas. No hay fuerzas en yo. No puede mover nada, sólo la mano para frotarse el cuello.

Hay un agujero en el cuello de yo, de donde sale lo húmedo, de donde sale la sangre, que no para. Hob. Hob ha golpeado con el hacha de mano el cuello de yo mientras yo no ha cosechado. Oh, toda las sangre de yo cae por la tripa, el cuello, y la colina de ramas de-bajo de yo. No huele a flores. No huele a nada sólo a sangre.

Hob se aleja de la colina de ramas y de yo, y se a-cerca al pequeño fuego de-lante de la choza, donde se agacha. Su forma espíritu se levanta alta y negra sobre la piel blanca de buey aur, y coge un palo del fuego, ese palo viene con fuego también. Ahora Hob se gira para volver hacia yo, el palo de fuego que tiene en la mano hace luces de blanco húmedo sobre la tripa, los brazos y la orilla de la mejilla negra de él.

Yo mira a la chica, y no cosecha por qué ella no le ayuda. Está de pie lejos de donde yo está tumbado sobre la colina de ramas, y se quita la piel de buey aur del pelo, y no mira a yo. La piel cae, es una cosa pequeña y blanca en la oscuridad. La chica gira la cabeza hacia la luz, y yo ve que lleva una piel para esconder una marca nada buena ahí en la cabeza. Por en-cima de los ojos hay un desgarro que da miedo. No hay sangre, sino la piel levantada en la orilla, a lo largo de la línea del pelo.

Ahora los brazos y las piernas de yo tiemblan, y no puede pararlas. El culo hace un mido, la mierda cae sobre las piernas de yo. No quiere que la chica vea esto. No quiere verla. Yo gira la cabeza, despacio, y ahora mira a-rriba. Hob ha vuelto aquí, y está por encima de yo. Ojos blancos. Dientes negros de-bajo de una oscuridad donde no hay cara, y de donde se elevan cuernos de ramas.

Está bien, dice a yo, y pone ahora el palo de fuego en la colina de ramas. De las maderas de de-bajo de yo viene un ruido como el de muchos bichos diciendo cositas como, toma, da, ya, y así. Ahora el ruido de los bichos se vuelve el ruido de ratas, y las ratas dicen brasa, y las ratas dicen crepitar y eso. Huele a sangre. Huele a humo. Oh, ya. Oh, dónde está la chica.

La chica está de pie y se quita las pieles de las tetas. Las pieles son gruesas, la tetas son muy pequeñas ahora. Son blancas a la luz del fuego, y no son tetas para nada. El sonido de ratas se vuelve sonido de gatos ahora, y hay algo cálido de-bajo de yo y dentro de la colina de ramas. De donde muchos humos se levantan alrededor.

Lo cálido se vuelve caliente, de-trás de las piernas, y el calor se vuelve dolor, yo intenta mover las piernas, pero no pueden ir a ningún lugar en el que no esté el calor. Yo ahora huele a pelo quemado, y son las pieles de yo, hace un ruido, un ruido alto y lleno de dolor, aun así el decir de yo se vuelve profundo y blando. Hay sangre en la boca de yo. En la barbilla de yo.

Yo no quiere estar ya más vivo sobre el fuego, así. No está bien. Duele más de lo que puede aguantar. El fuego está en la espalda de yo, de-bajo de la cabeza, y hay lucecitas que se levantan alrededor de camino al cielo oscuro sobre todos nosotros. Yo no puede respirar. La chica se quita las pieles de la tripa y las de las piernas, hace tanto calor. Está toda desnuda. Entre sus piernas hay…

Ella se pone la mano en la cabeza, donde el desgarro de la piel que da miedo está de-bajo del pelo, y pone el dedo sobre la orilla de la piel, de la que tira y…

Humo y sangre en la boca. El pelo lleno de luz cae en la oscuridad, le sigue la piel de la cabeza. Ella la tiene más grande que yo, no la ha olido por las flores. Yo no tiene aire para hacer ruido. La chica cambia. La chica cambia a chico, como la rata que se vuelve piedras y los cerdos que se vuelven troncos. Es el cambio que hay en las cosas. Es este cambio que da miedo lo que hace que todo el mundo no esté bien. El humo se levanta y cae como un río gris sobre yo, y llega un dolor tan grande como el cielo. Sin aire, y lo que yo ve se vuelve todo oscuridad.

La oscuridad es rara y muchas cosas, con muchas cositas que se ven cuelgan en el humo. Yo ve a hombres de pelo de fuego que pueden hacer que el fuego corra como sangre de las piedras. Ve un lugar en el que la piel del hombre ha caído negra desde el cielo. Ve un camino, del agua hasta el gran agua de largo, donde las luces van ahora a-de-lante y a-trás, más rápido, y son muchas más que los peces. Yo ve una obra como una cabeza de hueso, grande y negra, y toda de fuego. Dentro de la boca de la obra se sienta un hombre con fuego que le sale del pelo y lleno de dolor. Yo ve ahora a mujeres sujetas a troncos, con fuego alrededor de sus pies. Nosotros se miran, unos a otros, desde los fuegos. Ahora no hay dolor. Sólo hay humo.

De-trás del humo ahora ve perros con ojos tan grandes como troncos cortados. Yo levanta la mano, para quitárselos de en-cima, y la mano esta llena de fuego. La piel se levanta en pequeños círculos y hace ruido de gato, de-bajo de ella todo está negro. A través del humo ve a Hob. El chico está al lado, el fuego brilla en los trozos del pelo negro de él. Hob ha encontrado trocitos de tierra gris, los ha alisado, y con el palo en la mano hace marcas en ellos. No es bueno, hacer una marca.

El fuego está en el pelo, y por ese camino entra en la cabeza de yo, en la tripa de yo, y una cosecha entra en yo con el fuego. No es una cosecha de yo, sino una cosecha del fuego, llena de decir raros que ninguna lengua puede hacer. Fror. Becadom, sissirisic y juf. Hob se a-cerca más a yo, para oír. Hace una marca en la tierra gris, y luego otra, cruzándola.

Yo abre la boca, para hacer un ruido de dolor, y el decir del fuego viene a través de yo, y se eleva, y se eleva, con granitos de luz, de-bajo del viejo y oscuro cielo.