«El licenciado le dijo que le daría a un primo suyo, famoso estudiante y muy aficionado a leer libros de caballerías, el cual, con mucha voluntad lo pondría en la boca de la misma cueva y le enseñaría las lagunas de Ruidera, famosas asimismo en toda La Mancha y aun en toda España… Y despidiéndose de todos, se pusieron en camino, tomando la derrota de la famosa Cueva de Montesinos».
El Ingenioso Hidalgo don Quijote de La Mancha
II. XXII
«Y yo prosigo mi viaje; pronto va a tocar a su término. Las lagunas de Ruidera comienzan a descubrir, entre las vertientes negras, sus claros, azules, sosegados, limpios espejos. El camino da una revuelta; allozos en flor —flores rojas; flores pálidas— bordean sus márgenes. Allá en lo alto, aparecen las viviendas blancas de la aldea; dominándolas, protegiéndolas surge sobre el añil del cielo, un caserón vetusto…»
Azorín
La ruta de don Quijote
X
«Según el color del travertino manchego sea dorado o gris azulado o verdoso, la laguna parece un topacio o una perla o un zafiro o una esmeralda. Tan transparente es el agua, que, desde las alturas, se puede ver el vientre nacarado de las carpas. En torno, el silencio es tan profundo que se oiría el paso del tiempo si no se oyera algo mejor de cuando en cuando: un silbo de un pastor».
Víctor de la Serna
Nuevo Viaje de España. La Vía del Calatraveño
V