Aquí terminan las alegres aventuras de Robin Hood; pues, a pesar de su promesa, transcurrieron muchos años antes de que volviera a ver Sherwood. Después de un año o dos en la corte, el Pequeño John regresó a Nottinghamshire, donde llevó una vida respetable, sin perder nunca de vista Sherwood, y donde alcanzó gran fama como campeón de Inglaterra de lucha con bastón. Al cabo de algún tiempo, también Will Escarlata regresó a su hogar, de donde había tenido que huir a causa de la desdichada muerte del mayordomo de su padre. El resto de la banda cumplió fielmente los deberes de guardabosques del rey. Pero Robin Hood y Allan de Dale tardaron mucho en regresar a Sherwood, pues esto es lo que sucedió:
Robin, debido a su gran fama como arquero, se convirtió en uno de los favoritos del rey, y fue ascendiendo rápidamente hasta llegar a jefe de la guardia. Por fin, el rey, en recompensa a su lealtad, lo nombró duque de Huntington, y como tal Robin siguió a su rey en las guerras que éste emprendió, y estuvo tan ocupado que no le fue posible regresar a Sherwood ni siquiera por un día. En cuanto a Allan de Dale y su esposa, la bella Ellen, siguieron a Robin Hood a todas partes, compartiendo todos los altibajos de su vida.
Así pues, todas las cosas tienen su fin, aunque no siempre el final es tan feliz como el que tuvieron Robin Hood y su banda de alegres proscritos en el famoso bosque de Sherwood.