Las extrañas revelaciones hechas a París-Matinal por un amigo de Jack el Destripador

LOS INCIDENTES NOVELESCOS SON, ¡ay!, demasiado raros en la vida. Por mi parte, atribuyo la mayor ternura a los minutos misteriosos que puedo vivir: encuentros insospechados, coincidencias extraordinarias, emoción sentimental, melancolía, deseo. Pero son raros los momentos en los que lo maravilloso terrestre consiente en manifestarse bajo una forma imperativa.

La aventura que me ha proporcionado mi investigación sobre Jack el Destripador es de este último tipo y si alguien me sugiere que he tratado con un embaucador, me niego a creerlo. Y aunque hubiese sido embaucado, sólo quiero recordar el momento en el que he creído… y creo todavía.

El miércoles 1 de febrero, encontré en mi correo un continental cuyo contenido me dejó estupefacto. Lo reproduzco in extenso:

¿Quiere saber algo de la vida y la personalidad de aquel que ha denominado «genio del crimen»? Si es así, vendrá usted solo [subrayado en el texto] a la cita que le daré por otro continental si me hace saber, por medio del periódico, el jueves por la mañana, que desea verme. Reciba un cordial saludo.

W. W.

P. D. Es decir, lo que exijo de usted a cambio de la información que pueda proporcionarle —haga lo que haga con ella—, es su palabra de honor de que respetará mi anonimato y de que nunca intentará saber quién soy.

W. W.

La escritura de esta carta era extraña, un poco femenina, con una puntuación desproporcionada con el gran tamaño de las letras, que la salpicaba literalmente de puntos y acentos. Por lo demás, la escritura no parece falsificada. El jueves 2 de febrero, París-Matinal publicaba, al final de mi artículo, mi aceptación en forma de una postdata:

P. D. a la atención de W. W. — Muy interesado por su carta, le doy mi palabra en relación a lo que me pide y espero a que fije un encuentro.

R. D.

El 2 de febrero pasó sin traerme noticias de mi correspondiente.

El viernes 3 recibí, hacia las tres y media, un nuevo continental:

Mañana viernes en el café Cardinal a las seis en punto. Lleve un ejemplar del París-Matinal en la mano. Naturalmente, cuando me siente a su lado, usted no me delatará por medio de la manifestación exterior de cualquier sentimiento. No quiero llamar la atención sobre mí mismo, aunque sea la de alguien indiferente.

De hecho, no hay gente indiferente. Le llevaré algo.

W. W.