Prólogo: Carne de tu carne

Suelo fijarme mucho, tal vez demasiado, en los pequeños detalles. La última vez que vi a Claudio Cerdán a su paso por Madrid, hará unos meses, en el curso de una larga conversación dijo algo que si bien en el momento no me llamó la atención, cobró pleno sentido cuando leía la novela que ahora tú estás a punto de descubrir. Dijo Claudio que cada vez se planteaba más en serio que quería ser padre. La conversación venía de antes y no tardaría en tomar otros derroteros —los libros, como no podía ser de otra manera—, y ese detalle puntual quedó sepultado entre otras anécdotas e historias, pero archivado en mi memoria hasta que empecé a hojear lo que entonces no era más que un manuscrito.

Lo primero que leemos es que en Alicante llueve a mares, y Roberto Cusac, policía que pronto dejará de serlo, se dirige a acabar por las buenas o por las malas con el sórdido pederasta Gaspar Barrachina. Una tarde cualquiera, Roberto pasea con su hijo por el parque, y en el momento menos pensado, este desaparece. Luego llegan las noches en vela, la desesperación que crece hasta sepultarlo, que el padre y policía se refugie en la bebida… Así hasta que su mujer también acaba desapareciendo porque la vida en pareja, en esa pareja, se vuelve insoportable.

Leyendo esta historia de un padre que ha sido dos veces abandonado, y que peleará duro por recuperar lo que tenía, aun sabiendo que quizá no todo volverá a ser como era, no pude evitar pensar en ese comentario aislado de Claudio. Tuve la impresión de que este joven escritor —cada vez, por cierto, un poco menos joven— estaba retratando sus propios miedos. Puede que no los miedos de su vida cotidiana, pero sí, posiblemente, los que están por venir. Perdido todo rastro de pudor, este autor enamorado del hard boiled, de las novelas de Jim Thompson, el spaghetti western y las películas de Johnnie To, empieza a distanciarse de los modelos que le han inspirado para hablar de sus propias inquietudes. A calzón quitado, como se decía en las antiguas peleas, cuando no había nada que ocultar.

Si lo hace así, no puede dejar que el humor socarrón o la violencia desatada le desvíen de su objetivo. Ahora cada golpe tendrá consecuencias y será más doloroso que el anterior. Si Claudio lo hubiera planteado de otra manera, posiblemente se estaría traicionando a sí mismo. Quien haya leído sus otras novelas se sorprenderá ante la infinidad de registros y matices que ahora aparecen: de lo cómico a lo trágico, de lo tierno a lo cruel, tipos que naufragan a diario en un bar, gente que se esfuerza por no perder la cordura…

Esta novela habla en profundidad, de manera intensa y extensa, de padres abandonados. Padres y madres que pierden a su hijo para no verlo más, por azares o crueldades del destino. También habla de segundas oportunidades, acaso una quimera que les ayuda a seguir adelante en su empeño, tenga o no sentido; una zanahoria sin la cual no podrían continuar. No dejes de leer, porque quizá los miedos de Claudio sean también tus propios miedos, o puede que en algún momento lleguen a serlo. Imagina lo lejos que se puede llegar cuando buscas contra viento y marea a quien es sangre de tu sangre.

David G. Panadero,

director de la colección OffVersátil.