CAPÍTULO PRIMERO

ADIÓS AL LECTOR.

Lector, hemos llegado a la última etapa de nuestro viaje. Y ya que hemos viajado juntos a través de tantas páginas, conduzcámonos ahora mutuamente como compañeros de viaje que han pasado juntos varios días en una diligencia y que, a pesar de las disputas o pequeñas antipatías que hayan podido surgir durante el camino, se olvidan de todo al final y suben por última vez al vehículo rebosantes de alegría y de buen humor, pues saben que después de aquella última jomada tal vez no se vuelvan a encontrar nunca más, cosa que también puede sucedernos a nosotros.

Y ya que he adoptado este símil, permítaseme que continúe con él. En este último libro, quiero imitar la armonía que por lo común reina entre los viajeros durante la última etapa juntos. Ahora bien, en estas ocasiones se suelen dar de lado todas las bromas y chanzas. El pasajero que se ha mostrado chistoso durante las jomadas anteriores, se toma de pronto en extremo formal y la conversación general se hace seria y sencilla.

Siguiendo esta norma, aunque de vez en cuando me he permitido alguna broma, en este libro las suprimiré. La variedad de temas que me veo obligado a reunir en este libro no dejará espacio para ninguna observación jocosa. En este libro no encontrarás, pues, lector, nada de ese tipo. Será todo mera narración, cuando más tarde reflexiones sobre los grandes acontecimientos que se presentan en este libro, verás que el número de sus páginas resulta casi insuficiente para contar toda la historia.

Y ahora, amigo mío, voy a aprovechar esta oportunidad, ya que no dispondré de otra, para desearte con la mayor sinceridad toda suerte de prosperidades. Si he sido para ti un compañero agradable, te aseguro que tal fue mi deseo. Y si te he ofendido en algo, no tuve intención de hacerlo. Algo de lo que aquí escribí puede haberte alcanzado a ti o a alguno de tus amigos, pero yo declaro solemnemente que no fue dirigido ni contra, ti ni contra ese amigo. Me figuro lo que te habrán contado de mí, entre otras cosas, que ibas a viajar con un individuo de veras procaz. Pero quien te dijera eso, me injurió. Nadie desprecia y detesta tanto la procacidad como yo, ni ningún hombre tiene más razón para ello, ya que siempre he sido tratado de una manera procaz. Lo que más me molesta es que me hayan atribuido algunos de los ofensivos escritos debidos a ciertos individuos que en sus obras me han ultrajado gravemente.

Sin embargo, estoy plenamente convencido de que todas esas obras estarán bien muertas mucho antes de que se ofrezca a tu lectura esta página, pues por muy corto que resulte el período de duración de mis propias obras, éstas sobrevivirán probablemente a su desdichado autor y también a las malas producciones de sus contemporáneos.